sábado, 29 de marzo de 2014

Hola a todos...

Hola a todos. Muchas gracias a quienes habéis dejado vuestras palabras en este periodo de silencio y a quienes no lo habéis hecho. Ambas actitudes están en consonancia con la esencia del texto. Mi propia esencia. Gracias.

"...no entraré ni en vuestros blogs ni en el mío con la "frecuencia" de hasta ahora."

Esta era la advertencia que realizaba al final del mismo y cuya clave es "frecuencia". 

Claro que sigo escribiendo, leyendo y comentando. Esta es la intención y la esencia de abrir un blog. Contactar con otras personas, interactuar con ellas a través de las palabras, el respeto, la confianza, el afecto y la amistad. Y así seguiremos, sin duda, en este pequeño grupo que a día de hoy formamos... Pero habrá un punto de inflexión. La frecuencia. 

La frecuencia en escribir, la frecuencia en leer, la frecuencia en comentar. La frecuencia es algo que no todos usamos de la misma manera. Para ejemplo, cada uno de nosotros. Personalmente valoro y respeto la frecuencia de cada uno. Que no es la misma en todos. Y me encanta distinguir unas de otras. Disfrutar su variedad, su producto, su tiempo, su esencia al fin y al cabo. El texto o trabajo realizado, publicado, o el comentario efectuado. Todo ello cuando cada uno ha decidido hacerlo... A su ritmo. A su aire.

De nuevo gracias por vuestra cercanía y comprensión. Un gran abrazo amig@s.

Ernesto.

martes, 18 de marzo de 2014

¡Hecho!


Oyó como el Silencio le llamaba de nuevo. Ya había sucedido antes... No tuvo que despedirse de nadie. Sabía en su fuero interno que en realidad “no había nadie en casa”. Cierto que en ocasiones hubo risas y algarabía en el interior del vehículo. ¡Cómo no! Y se bajó.

Se bajó del autobús, pues comprendió que era el final de su trayecto. Ignoraba si el último. Ya en otras ocasiones pensó que sí, pero ahí estaba de nuevo, subido en él y dispuesto a bajarse.

Había pasado el autobús hacía un tiempo y decidió subirse a él. ¿La razón?... ¡Algunas!. 

¿Destino? Preguntó el conductor... ¡Dios dirá! Esto afirma últimamente. Antes creía que la meta la marcaba él...

Y la marcaba, ¡vaya que si la marcaba! Y llegaba a destino. El marcado, el creado por él mismo. No siempre era de su agrado. No siempre el esperado.

Y recordó las enseñanzas recibidas a lo largo de la vida. Las últimas más claras y definidas, más directas. Y que una vez asumidas y aplicadas habían transformado su vida como de la noche al día... Y volvió a bajarse, contento de reconocer la Voz una vez más...

Y les vio seguir el viaje... a ninguna parte. Pues el destino eran ellos mismos, aunque no lo recordaban... Y por ello la ilusión de avanzar, en algunos. En otros era un simple viajar por viajar, o eso creían.

Tú sólo pon las ruedas en movimiento, el resto déjamelo a Mí”. 
¡Hecho Padre!
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Hola, durante un tiempo no entraré ni en vuestros blogs ni en el mío con la frecuencia de hasta ahora.

Gracias a todos. Un fuerte abrazo.
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lunes, 10 de marzo de 2014

El sol de media tarde...

Ese momento del día en que la tarde declina...

No es lo mismo el sol de la mañana que el de la tarde. Éste tiene, a mi modo de ver, un encanto especial. El día, sin haber finalizado, ha ido transcurriendo. Las cosas por hacer, por lo menos las más, tal vez ya estén hechas. La cosecha recogida, el trabajo realizado, la tarde llama al descanso. El ocaso se adivina...

La luz es otra. Ese color dorado que se va extendiendo por montes y prados, calles y fachadas, tejas rojas y viejas, parques infantiles con fuentes y risas. Espadañas de iglesias, campanarios, torreones, nidos de cigüeñas... Mil estrellas corren ondulando la corriente del río que baja limpio y alegre por la últimas lluvias y el deshielo de la nieve... Mil estrellas doradas.

Las copas de los árboles mecidas por el viento arruyan el valle donde habito. Distintos pájaros con sus distintos cantos acompañan la sifonía de la tarde, tranquila. La gente va regresando de su paseo por el valle.

Sentado en las ancestrales piedras, pintadas de líquenes viejos y enredaderas, de un pequeño murete que separa las vacas que pastan en el prado del camino de tierra, observo a los caminantes, que vuelven, o van..., y trato de adivinar, cuando no leer, a quien así lo quiere, qué esconden sus almas...

La campana, algo rota, de la iglesia de Arrazola da las seis. Un momento después las sombras que avanzan me levantan. El sol se ha ocultado tras la cresta de montañas. Durante unos minutos recorro yo mismo el camino acompañando el sol que se aleja...

La tarde... ¿Cuántas tardes doradas hemos vivido ya? ¿Cuántas más viviremos? Y sobre todo, ¿cómo lo haremos?

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YO SOY la Resurrección y la Vida de la provisión ilimitada de dinero para cubrir todas mis necesidades y deseos.

YO SOY LA Presencia Gobernante que me precede a donde yo vaya durante este día, 
ordenando perfecta Paz y Armonía en todos mis asuntos.
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domingo, 2 de marzo de 2014

Aquellos tiempos del ayer...

1951. Noia. Galicia. 3 años.

Mientras los mayores, sentados a la mesa y con cierta seriedad en el semblante y también en el lenguaje, charlaban de vaya usted a saber qué, me entretuve en quitar el papel de colores que cubría el caballito de cartón sobre ruedas que, posiblemente, correspondía al regalo de reyes de ese año. Recuerdo que era consciente, por las miradas que de vez en cuando les echaba, que no tenían intención de regañarme por ello...



1952. Santa Marta del Tormes. Salamanca. 4 años.

Escribí la carta a los reyes magos, y haciendo una bola con ella y saliendo a la puerta de casa, mi padre la tiró al tejado. Entramos, y a los pocos segundos llamaron a la puerta. Eran los reyes, sin verles por supuesto, que se la llevaban...


1955. Mallorca. 7 años.

Verano, fuerte calor. Encontré un pollito muerto en la calle... lo coloqué en media teja y lo cubrí de yerba verde. Me entretuve jugando con la teja al hombro y canturreando como si fuese un entierro. Un chico mayor que yo me preguntó que qué llevaba, se lo enseñé. Lo cogió y lo estuvo observando... "No está muerto" me dijo... Tal vez me dijo algo más que no entendí, seguí jugando. 

¡Ernestoooo! gritó mi madre desde el balcón... ¡A comer! Tiré la teja y el pollo contra la pared de la calle y subí corriendo a casa. A la media hora se oyó piar un pollito por la ventana. Bajé y allí estaba todo vivo... Al tirarlo lo que hice fue dejarlo a la sombra de la tapia. Y  puesto que no estaba muerto, sólo desmayado como luego supe, con el frescor revivió.

1956 Noia. Galicia. 8 años.

Las mujeres, principalmente por la tarde y con buen tiempo, salían a la puerta de sus casas y apoyando el mundillo sobre la pared o en el respaldo de una silla, y sentándose sobre otra pequeña y baja, empezaban a mover los dedos de forma vertiginosa haciendo que los bolillos de uno y otro lado se entremezclasen, formando esos dibujos de encajes que siempre me maravillaban que pudiesen salir de aquel aparente caos de hilos y bolillos.



1959. Ibiza. 11 años.