jueves, 31 de diciembre de 2015

Feliz noche!


Y prospero año nuevo.

Ignoro como ha sido tu año que termina pero se, de alguna manera, como será el que comienza.

Será positivo si tu actitud es positiva. No un día o dos, sino todos ellos. Lo que no quiere decir que no haya lágrimas, si ha de haberlas, pero serán pocas y necesarias.

En el mundo hay muchas facetas... Pero no todas te corresponden. Permite, pues, que fluyan libremente, sin afectarte. No les prestes atención. Ni son tuyas ni son para ti. 

Tal vez creas, puede que te lo enseñaran, que tu dolor por lo ajeno es solidario. ¡No es cierto! Si quieres ayudar permanece centrado en ti, en paz, en armonía, en alegría y amor. Es la esencia de la vida. De tu vida. Y sólo tú la vivirás.

Si puedes tender la mano, ¡hazlo. Si no déjalo estar. Hay un suceder natural, un funcionar que, si se le deja actuar, resuelve.

Un fuerte abrazo a todos.

¡Dónde pones tu atención en eso te conviertes!
***

viernes, 25 de diciembre de 2015

...¿Y ella?

AMANECE

Le veía pasar casi todos los días por la acera de enfrente en lo que parecía ser su paseo habitual hasta el puente de las garzas. Apoyarse en la barandilla y mirar hacia el río que lo cruza. Patos, garzas y gallinetas de agua pueblan sus orillas desde hace años. Cruzar la calle y por la otra acera regresar hacia el centro. Lo seguía con la mirada hasta donde le permitían los cristales de la ventana… Más de una vez pensó en hablar con él.

Aquel atardecer cuando le vio acercarse le pidió a su padre que bajase y le dijese que subiese a verla… Si bien nunca habían hablado en los años que le conocía, no olvidaba la conversación que le oyó mantener en la mesa de al lado de aquel restaurante.

-Es cierto que lo que crees ser hoy tal vez mañana ya no esté aquí… Pero te aseguro que no hay muerte en ello. Simplemente te fundes en el Océano del que surgiste ayer.

Sus grandes ojos azules le miraban desde una profundidad que, más allá de cualquier explicación racional, comprendía.

-...¿Y ella? preguntó dirigiendo su mirada a la pequeña que sobre la alfombra jugaba con un rompecabezas.

-Permanecerá en la superficie por mucho tiempo. Tanto que cabe la posibilidad de que tú misma vuelvas.

Sentada en el sofá y cubierta con una bata que dejaba ver ribetes del camisón azul que vestía, ladeaba ligeramente la cabeza cubierta por un gorro de lana fina. Delgada, muy delgada, consecuencia de la dolencia que iba mermando aquel cuerpo que un día fue bello… Y que hoy traslucía la belleza de alma.

-¡Gracias! Lo he entendido. No sabría explicarlo pero lo he comprendido todo. Ya no tengo miedo. ¡Ni tan siquiera por ella! Sé en mi fuero interno que todo está bien. Que no debo apegarme a nada que me suponga resistencia... 
-¿Puedo pedirte algo más?
-Lo que quieras.
-Que estés presente cuando llegue el momento… Sé que estaré bien, pero quisiera sentir tu contacto… Lo comprendes, ¿verdad?
-Claro. Cuenta con ello.

Le tendió ambas manos que él se apresuró a recoger. Hizo ademan de levantarse y la ayudó… Se abrazó a él. Un sollozo estremeció su cuerpo… No había tristeza en ello. Sí liberación y desahogo.

domingo, 20 de diciembre de 2015

miércoles, 16 de diciembre de 2015

La navidad de las ranas.


-Quiero celebrar la navidad de las ranas.

-¡Ah! ¿Pero las ranas celebran la navidad?

-¡Claro, cómo todo el mundo!

-¡Nunca lo había oído! Y dígame ¿cómo lo hacen?

-¡Pues como todos, como todo en estas fechas!

-Bueno, seguro que está de broma. ¿Cómo van las ranas a celebrar la Nochebuena, la Navidad, el espíritu navideño, la venida de Jesús?…

-¡Ah! ¿Se refería a eso? ¡No no! Lo que yo quiero celebrar es el día 24, el 25, el 31 y el 1 del año que viene con la misma tranquilidad y realismo, naturalidad, que lo hacen las ranas. Que por otro lado no se distingue de ninguno de los otros días del año. Ni tan siquiera son conscientes de ellos… Viven su esencia, su razón de ser sin más preocupación, si alguna tienen, que la de croar en noches de luna llena.

-Pues vaya visión simplista que tiene usted de la vida. Y no digamos ya de cosas entrañables como la celebración de aquel que nació en estas fechas para redimir al mundo.

-Sino fuese por los anuncios de “El Corte inglés” y las luces que se ponen por las calles en estos días dudo mucho que nadie se acordase de aquel hombre que nació para enseñar algo a la humanidad. ¿Sigue usted alguna enseñanza de él?

-¡Hombre!… Algunas sí. Lo intento… Como la mayoría, supongo. ¡Qué sería de este mundo sin él!

-Lo que debería preguntarse es qué es de este mundo con él. Aunque en realidad él y el mundo poco tienen en común. Ustedes celebran el nacimiento de aquel niño en un día, mes y año que nada tiene que ver con su realidad. Ni nació un 25, ni nació en Diciembre, ni nació en el año cero. Tal vez unos seis años antes. Si bien es cierto que Jesús nació, pero no de virgen alguna, y tiene su relevancia, así como sus enseñanzas, la humanidad ha ido adaptando su imagen y mensaje a su propia conveniencia durante siglos. No pretendo ser irrespetuoso, ¡no lo soy! Pero tal vez debería reflexionar si lo que celebran y a lo que adoran no es más que una entelequia creada a golpe de olvidos, creencias e intereses. Cuando no imposiciones a sangre y fuego.

-Bueno, he de reconocer que tal como lo pinta, y sin que ello suponga que me convenza de nada, tal vez tenga usted razón, y de paso las ranas, en pasar estos días con otro talante. No en vano me hago una idea al respecto… Entre el bullicio y el revuelo que el mundo crea, y padece, no parece descabellado irse al estanque de las ranas donde el croar es más natural que el que se oye en el mundo de los humanos.

sábado, 12 de diciembre de 2015

...fondo de ternura.


Solía tomar un vino a mediodía, a veces solo a veces con amigos, en el mesón del pueblo. También con su familia, principalmente con su hija y nietas. En algunas ocasiones habían comido allí. Había un plato especialmente que le encantaba, si bien tenía la precaución de mirar primero qué cocinera estaba ese día. No todas lo preparaban igual. Habituales dos de ellas en ocasiones veía caras nuevas.

Ya se había fijado en ella. El mechón de pelo rubio que se le escapaba por debajo del gorro blanco había llamado su atención. ¡Sin más!

Sí observó que algunas veces cuando pedía una ración de tortilla en la barra, no siempre salía de la cocina con el mismo tamaño… No le dio mayor importancia. Pero cuando notó que su plato preferido solía ser algo más abundante según quien lo preparase, prestó atención.

Se dio cuenta de que si bien no podría precisarlo ella siempre coincidía en la cocina en esos momentos… Le hizo gracia el posible juego que pudiese traerse y decidió jugar también.

Ya le había visto la cara… Y observado que también ella le había mirado de manera especial cuando salía de la cocina. Ojos azules, unos 40 años, juvenil, risueña. Había un algo en aquella cara que denotaba serenidad, seguridad… saber.

En cierta ocasión en que se encontraba comiendo y ella salía con un plato para otro comensal, la miró. Ella correspondió. Sonrieron levemente y alzando él su vaso le hizo un gesto de agradecimiento… la sonrisa de ella se amplió.

Pasaron los meses y llegó Diciembre. Era de noche. Él, en una esquina de la barra saboreaba su consumición atento a la conversación que dos mujeres mantenían a su lado. La vio salir de la cocina y dirigirse hacia él…

-Salgo dentro de hora y media… ¿sería posible que hablásemos un momento?-
-¡Claro!- respondió éste sin sorprenderse.
-¿Tienes tiempo de cenar?- preguntó ella.
-Sí-.
-Espérame en el Azul, encargaré mesa-.

-¡Hola!-
-¡Hola!-… Soy Manuela… Tú ya sé como te llamas…

Cenaron como dos amigos que no se hubiesen visto en años. Se contaron momentos y retazos de vida. Abrieron sus almas con total libertad… ¡Supieron uno del otro!

Y sólo al final ella le dijo: -Dormiría a tu lado esta noche y viviría contigo el resto de nuestras vidas. Hay un fondo de ternura en ti que no se expresa del todo… Y que me gustaría compartir-...

-¡Pero no será posible! Nuestros caminos se separan aquí… Salgo mañana de viaje. Me esperan para casarme-…

Cuando se despidieron, tras un cálido y prolongado abrazo, ella le entregó un pequeño sobre… -No lo abras hasta que me haya ido-.

Un mechón de su cabello está guardado en la mesilla de noche.

lunes, 7 de diciembre de 2015

La visita de la vida...


Sentado a la mesa de la cocina junto al ventanal y absorto mientras leía algún comentario en el blog observé por el rabillo del ojo que algo se movía en el suelo… Un pequeño y colorido petirrojo se encontraba mirándome desde el centro de la cocina.

Pensé que al descubrirlo se iría volando. ¡Nada más lejos de la realidad! Siguió dando saltitos por toda la estancia observándolo todo. Los muebles, la nevera, lavadora, rincones. Ni me miraba. En un momento dado se metió en la despensa. Por lo que tardaba en salir me hizo buscarle con la mirada. Allí seguía curioseándolo todo y picando algo del suelo.

Salió y siguió su recorrido de observación por el otro lado de la cocina. De vez en cuando me miraba con esa tranquilidad de saberse en casaCuando llegó al centro de la habitación emprendió el vuelo pasando muy cerca de mi cara en dirección a la huerta que se halla delante de casa.

No es infrecuente que los gorriones se metan incluso cuando nos hallamos de pie en la cocina fregando o cocinando al otro lado de la misma. Pero este visitante no lo habíamos tenido nunca dentro. Sí posado muchas veces en la barandilla.

Se me ocurre pensar que un detalle tan natural y sencillo como éste va en consonancia con el valle donde habito, el río de la vida que lo cruza, y toda la vida que en él se expresa... Al margen de tanta creación informativa/desinformativa que los medios propagan en el resto del mundo.

Una ráfaga de viento me hace mirar por la ventana y descubrir que el sol de la mañana ha quedado cubierto por las nubes… Cambio de tiempo. Cambio de tercio.

¡Así es la vida en realidad! 

Cambio. Avance. Evolución. Y no ese valle de lágrimas estático, repetitivo, inamovible, cantado por religiones, medios de comunicación, realities , y hasta creaciones personales, o inducidas, en las que muchos se embarcan haciendo de sus vidas pequeñas o grandes representaciones. Que como tales a veces rozan la comedia, a veces la tragedia.


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Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, las cuales si se escribiesen una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir”. Juan. 21:25

Los milagros existen. O por lo menos lo que se conoce por milagro. Que no sería sino el efecto de una una causa previa. Desconocida ésta, ¡incomprensible el resultado!

De ahí también sus palabras: “las cosas que yo hago vosotros podéis hacer y mayores cosas aún”.
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viernes, 4 de diciembre de 2015

La comunicación.


Eso que nos permite expresarnos ante otros… e incluso ante nosotros mismos. Pues en ocasiones somos ese gran desconocido...

Personas que ayer conocimos en circunstancias determinadas, puntuales, siguen siendo … pero lo que hacen, dicen, escriben, piensan, fuera de ese contexto o momento ya no nos identifica tanto. Amigos, conocidos, sí, pero como para comer juntos todos los días va a ser que no!

Así es la comunicación. Comunicamos lo que queremos o somos… Y en muchas ocasiones comunicamos más de lo que creemos o quisiéramos. De ahí la frase: “lo que eres grita tan fuerte que no oigo lo que dices”. En alusión a que se nos percibe más claramente de lo que nos gustaría.

Personalmente no me preocupa que se me perciba tal como soy. De hecho lo agradezco. ¡Qué tranquilidad! Puede que no guste a todos, o más bien que haya puntos en los que unos y otros no nos identificamos igual. 

¡La vida es así!

sábado, 28 de noviembre de 2015

Hijos de un Dios mayor.


Le encantan los días de viento en otoño cuando las calles se cubren de hojas veloces en dirección a Dios sabe donde. Bien abrigado le gusta pasear en silencio por las viejas calles del pueblo. Declina la tarde… Las ventanas de las casas se iluminan con luz amarillenta. Algunas chimeneas humean… Alguien se dirige a casa con las compras de última hora.

Al atravesar el puente observa la crecida del río. Una fuerte ráfaga de viento hace que dos jóvenes se sujeten las faldas mientras estallan en risas mirando a un lado y a otro.

Los comercios de la plazuela van cerrando sus puertas. Las ocho dan las campanas de la torre. Pasea bajo los soportales iluminados en dirección a la iglesia. Le esperan. Una pareja de cierta edad, vecinos de un cercano pueblo, desea casarse y quieren concretar fecha.

Al poco sale de nuevo y se dirige calle abajo hacia las afueras. El viento arrecia de nuevo obligándole a inclinarse hacia delante. Llega ante una gran puerta de madera que da paso a la huerta del convento. Pulsa el timbre. 

Las monjas que lo habitan pertenecen a la orden Siervas de San José. Religiosas que no utilizan hábito. Ya una hermana le espera sonriendo a la puerta del edificio principal. Le recibe con un abrazo. Recorriendo algunos pasillos debilmente iluminados llegan hasta la cocina. Un abocanada de calor le acoge. El olor a comida es intenso. Algunas tarteras al fuego borbotean bajo las tapas. Sobre una repisa de baldosas azules unas fuentes de cristal contienen una especie de flanes todavía humeantes.

Las ocho mujeres ocupadas en preparar la cena e ir poniendo la mesa le saludan… Una le llama ofreciéndole un cucharón de madera lleno de sopa para que la pruebe… Otra le señala una jarra de barro sobre una mesa y le guiña un ojo… ¡Por tu cumpleaños!

La buscó con la mirada y la encontró de espaldas preparando algo en unos platos… Supo que ella se sabía observada y sonrió ligeramente al imaginar el rubor de sus mejillas. La más joven y la última en incorporarse al grupo. En un principio la relación fue normal entre ellos. Y así durante al menos dos años… Pero fue en algunas reuniones de estudio al comentar aspectos de la vida y la espiritualidad donde se descubrieron con saberes y sensibilidades diferentes al resto. Sacerdote y monja sí! Pero hacía ya tiempo que habían despertado a realidades que trascendían los estrechos y marcados senderos de la iglesia.

Una cena entrañable. Una camaradería natural, desenfadada, sin prejuicio alguno.

El grupo de monjas estaba muy integrado en el pueblo, con la gente y demás asuntos sociales. Buscaban medios para dignificar el trabajo de la mujer. Las enseñaban y preparaban. Realizaban visitas de familia, llevaban la comunión a los enfermos. Daban catequesis. Se ganaban la vida. No se distinguían de cualquier vecino.

Canturreando una antigua melodía cruzó rápido las calles desiertas del pueblo en dirección a su casa… El viento había amainado. Le pareció que debía de hacer más frío que antes. Por un momento un pensamiento de cuando niño en una noche parecida ocupó su mente. Su madre le vino al recuerdo. Y supo...

Supo que si bien se encontraba cómodo en su función de sacerdote no sería tal por mucho tiempo. Y que el día que partiese mochila al hombro no iría solo.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Tienes un problema...


...le dijo al amigo con el que paseaba. Dicha persona tras repasar los acontecimientos habidos recientemente mostraba su inquietud por las diferentes consecuencias que ello podría desencadenar. Consecuencias para unos y para otros. Pues no se olvidaba de los propios ciudadanos del Islam ajenos a estos.

En realidad no hay ningún problema... A menos que tú lo crees! Creyendo que lo que percibes, ves, oyes, lees, te cuentan... debe afectarte.

Parándose en medio de la calle le dijo, esto que voy a hacer ahora no lo vas a aceptar posiblemente pero te aseguro que es una realidad. Y levantando sus brazos en cruz giró sobre sí mismo una vuelta completa.

¿Crees que algo de todo eso que has estado comentando se encuentra dentro de este círculo ahora?, le preguntó. No, respondió. Pues lo mismo sucede contigo. Tu mundo, lo único que te concierne ahora, no ayer o mañana, está dentro de tu propio círculo. Y ahí no veo nada de lo que has estado comentando. 

Fuera de él en realidad nada sucede. Puede que sucedan cosas dentro de los círculos de los demás. Y puede que, si son muchos, crean que lo que sucede es general. ¡Pero no lo es! Lo mucho que perciben es la suma de sus muchos círculos individuales. Pero no de todos.

De ahí la enseñanza del Maestro: 

Caerán mil a tu lado y diez mil a tu diestra pero a ti no han de tocarte”.

...no sostengas opiniones acerca de nada...”

Mucho del malestar que vives, y que ves suceder a tu alrededor, está generado por eso mismo. La creencia en un solo círculo general, el mundo, y lo que con ella creas.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Color...


El valle está hoy disfrazado de otoño. La tarde que declina sobre los verdes prados adormece los sonidos. Sólo el leve murmullo del río de la vida, pausado, sereno, de aguas pocas pero de gran claridad acompaña los últimos cantos de quienes mañana anunciarán la salida del sol.

Según regreso del paseo por el viejo camino, antaño vía férrea de tren minero, observo la lenta caída de las hojas marchitas en su encuentro con la tierra. Y que una vez procesadas serán savia de nuevo en la próxima primavera.

Los árboles cierran sus puertas preparándose para el invierno. Dicen los antiguos del lugar que duro y frío invierno se avecina. Nieves abundantes. Lo deducen de las rosas tardías que alegran de vivos colores los jardines de algunos caseríos. Rodeados del ocre y dorado que cubre casi todo el valle.

Casi. Pues el verdor de la hierba que pasta el ganado más parece de otra época.

Una estela blanca de un avión a gran altura pone línea recta en dirección a cualquier parte. Alguien partió de un punto con destino a otro. ¿Huida, reencuentro? ¡Quién sabe!

También el martín pescador recorre el río de un lugar a otro y sin embargo siempre permanece en él.

El valle se aquieta...

sábado, 14 de noviembre de 2015

Los juegos de la mente...


No sabe muy bien el porqué pero desde hace días el recuerdo de sus abuelos, su pequeña casa, donde vivió de niño, ayer. Las mil vivencias que allí pasó, todo ello se hace presente hoy. Principalmente la casa y su abuelo.

De la primera experimenta hoy su calidez, su armonía, sus sonidos pausados, nunca una voz más alta que otra. Los rostros tranquilos, apacibles, serenos, sin causa para otra cosa. La distribución. La cocina y el baño afuera, con puertas independientes en el pasillo. La entrada, sala de estar-comedor, no muy grande. Sobria en el mobiliario. Justa para los que eran. Dos alcobas. Dos amplios balcones daban luz a toda ella. Entre ellos una tabla y sobre ésta una jaula con una perdiz.

De su abuelo y abuela la memoria le trae detalles que juntos vivieron. Cierto que cada uno a su ritmo, su talante, sus circunstancias. No podrían ser lo mismo un niño de ocho años y dos adultos de sesenta. Pero la convivencia fue entrañable. Aún perdura. Natural por lo demás. Con esa naturaleza sencilla que el devenir-suceder natural crea cuando no se le interrumpe con haceres extraños. Creados por las creencias más que por la sabiduría...

Que 59 años después surjan estas cosas sólo puede obedecer a los juegos de la mente. ¡Juegos! Pues realidad en el ayer no hay ninguna.  

miércoles, 28 de octubre de 2015

majadahonda10 pasa a denominarse: cayado de sándalo.



Hola.

Bienvenidos todas/os los que accedáis de nuevo a este espacio. Es el mismo de antes pero he cambiado el título.

Ha sido muy gratificante este periodo de dos meses de Silencio en los que no he leído nada de nadie. No he escrito apenas nada.

La profunda amistad, respeto y afecto que hemos generado a lo largo de estos años se mantiene viva.

Un fuerte y cálido abrazo a todas/os.

Ernesto.

domingo, 30 de agosto de 2015

Silencio.


Así como después del verano, bullicioso, llega el otoño, tranquilo y silencioso, donde las cosechas son recogidas y almacenadas. Cesa el trabajo. Las hojas de los árboles, que tuvieron su esplendor y su razón de ser, se desprenden, secas, para que el proceso continúe, así también este espacio hace hueco al silencio.

¡Silencio! Que no aislamiento. Y menos despedida de nada o nadie. Sencillamente silencio.

No obstante, no me resisto a unas últimas palabras en relación a la entrada anterior. La plegaria.

Podría decirse que el rasgo más señalado, en la mayoría de los comentarios, ha sido ese halo poético, bonito e intangible que las palabras “yo no morí” deja. Y si bien se ha hecho eco también del resto, en su belleza lingüística, creo que pocos hemos/han percibido la verdadera esencia de la plegaria.

El resto de las palabras llevan el sentido de que “quien no está ahí” es realmente todo eso...

Vientos soplando.
Diamante.
Luz sobre el grano. Lluvia, mañana.
Bandada de pájaros. Estrellas.
*
Por eso, no te acerques a mi tumba sollozando.
No estoy allí. Yo no morí.

Y puesto que ahí no hay nadie, hoy. ¡Tampoco nosotros estaremos mañana! Cabría deducir que todos somos ya eso que señala. Es decir, Todo. Lo que nunca muere. Nuestra esencia única. ¡Más todavía! No es nuestra... ¡ELLA es nosotros!

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Gracias a todos los que habéis transitado este tramo del camino conmigo. Un fuerte abrazo.
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domingo, 23 de agosto de 2015

Plegaria...


Plegaria indígena


No te acerques a mi tumba sollozando.
No estoy allí. No duermo ahí.
Soy como mil vientos soplando.
Soy como un diamante en la nieve brillando.
Soy la luz del sol sobre el grano dorado.
Soy la lluvia gentil del otoño esperado
cuando despiertas en la tranquila mañana.
Soy la bandada de pájaros que trina.
Soy también las estrellas que titilan,
mientras cae la noche en tu ventana.
Por eso, no te acerques a mi tumba sollozando.
No estoy allí. Yo no morí.

Dicen que esta plegaria es indígena, pero en realidad la autora es Mary Elizabeth Frye, una ama de casa de Baltimore, escrita en 1932.

domingo, 16 de agosto de 2015

Piedras viejas


“Acababa de cumplir 4 años. Mis padres y yo vivíamos en un pueblecito de Galilea a una distancia de dos días de marcha al norte de Jappa. Jappa era la ciudad, toda una aventura. De pie sobre el murete del jardín que rodeaba nuestra modesta vivienda, contemplaba a menudo la larga fila de caravanas de camellos que se dirigían a ella con paso indolente. Era una de mis distracciones favoritas...

Nuestro pueblo estaba rodeado por lo que en aquel entonces me parecía una autentica fortificación, y que sólo era un murete de piedras grises. Apenas sobrepasaba un metro de altura.

Mi padre me repetía siempre, como para estar seguro que sus palabras se grabasen en mí, que se trataba del “cerco sagrado” y que todo lo que permanecía y crecía bajo su sombra quedaba protegido y bendito”. (*)

Año cero. O incluso anterior. Quien así se expresa es Simón. Palestino, Esenio, como Jesús. Habitante del pequeño pueblo que albergó durante un tiempo al propio Jesús, sus padres y hermanos mayores. Compartió con éste espacio y estudios en el Krmel. Si bien a Jesús la instrucción se le daba a parte. Posteriormente y junto a su compañera Miriam se convirtieron en discípulos de éste. Ayudando a cumplir lo que tenía que ser hecho...

¡Me gustan las piedras viejas!

Sentado en las ancestrales piedras del valle donde habito, pintadas de líquenes viejos y enredaderas de un pequeño murete que separa las vacas que pastan en el prado del camino de tierra, observo a los caminantes que vuelven o van..., y trato de adivinar, cuando no leer, a quien así lo quiere, qué esconden sus almas...”

Una amiga mía dice que me gusta lo viejo porque yo mismo lo soy... No sé donde mirará mi amiga, pues aquí no hay nadie viejo. Cierto que me gustan las piedras viejas, lo antiguo, lo de antes. Lo que estaba vivo entonces y sigue estándolo... A diferencia, quizás, de lo “nuevo o actual”. Que tiene su propio ritmo y realidad, lo sé. Acorde con quienes lo viven hoy. ¡Cierto! Pero...

Vieja” era la isla de Ibiza donde nací... 1948. Y sigue siéndolo pues así la veo y vivo cuando la visito. De lo nuevo, estridencias incluidas, nada sé. La “vieja” casa, entonces, de mi abuela sigue estando. ¿Más vieja? ¡No! Igual que antes. ¿No son las mismas las orillas y el mar que la rodean? ¡Pues lo mismo! ¿No son mis ojos y hasta yo mismo el mismo que corría y jugaba entre sus viejas y entrañables calles? ¡Claro! ¿Qué ha cambiado? ¡Yo no! ¡Y si yo no cambio, nada cambia!

Santa Marta del Tormes. 1952. La pequeña y antigua iglesia de aquellos tiempos sigue dando cobijo a quienes lo necesitan. La casa que habité sigue en pie. Las eras que antaño servían para trillar el grano son hoy espacios habitados por miles de vecinos. ¿Y qué? El río Tormes es el mismo, su cauce, su caudal, su vida. Como vivo sigue, o algún retoño suyo, el ciruelo al que me encaramaba a comer sus frutos.

La ancestral Noia. 1956. “Vieja” y querida villa de donde guardo vivencias inolvidables. Cada vez que la visito se viste igual que entonces. Las baldosas de la alameda desaparecen y es la tierra del ayer la que pisan mis pies. Y si me siento en un banco de piedra, estos sí se conservan, las figurillas de un jinete con lanza y casco sujetan mi espalda. Si bien hoy esos dibujos ya no están.

Palma de Mallorca. 1957. Nuestra casita en el campo. Sus frutales y su jardín. Sus paredes blancas. Los almendros, su resina, sus higueras, caquis. Sus entrañables aromas en todo de todo. También el hombre del carro... ¡Pobre! Qué susto se llevó cuando yo mismo me asusté.

Y miles de ciudades más, pueblos antiguos, casas viejas, caminos de tierra, monasterios y conventos, donde el tiempo, si es que ha existido alguna vez, se ha detenido!

(*)Del libro "Memoria de Esenio. La otra cara de Jesús". Anne y Daniel Maurois-Givaudan.

martes, 4 de agosto de 2015

Proporción.


A un visitante que había acudido esperando encontrarse con algo fuera de lo normal le defraudaron las triviales palabras que el Maestro le había dirigido.

-Había venido aquí buscando a un Maestro-, le dijo a un discípulo, -y todo lo que he encontrado ha sido un ser humano que no se diferencia de los demás-.

Y el discípulo le replicó: -El Maestro es un zapatero con unas infinitas provisiones de cuero. Pero lo corta y lo cose de acuerdo con las dimensiones de tu pie-.

¿Quién puede hacer que amanezca? Anthony de Mello. 

viernes, 31 de julio de 2015

...de vacaciones!


Acaban de irse las tres a pasar una semana de vacaciones a Ondarroa, puerto pesquero y con dos playas a 40 minutos de casa.

Un antiguo edificio de la casa ALFA ha sido habilitado como refugio y restaurante por unos amigos de mi hija. Ubicado a pie de playa, aunque hay que bajar por unas escaleras, les servirá de estancia.

-Nos vamos aitite (abuelo), besos... Naia, la mayor.

-Aitiiite... besitos... Ziara, 4 años, subiéndose a la cama en la que me había tumbado. Muchos besitos...

Y cuando ya se bajó me explicaba moviendo los brazos que mañana no te veo... y el otro mañana y el otro, y el otro, y el otro... Te mandaré un regalo... Y una postal...

Y así de contentas salieron de casa las tres en un día no precisamente veraniego por la lluvia que de vez en cuando ha caído.


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La de los 4 años hace dos noches:

Naia venía a dormir con nosotros. Ella no esa noche. Estaba jugando sentada de espaldas a su madre y hermana mientras la primera le decía a la mayor, coge la bolsa de la basura y baja a tirarla...

Ziara, sin levantar la vista de sus juegos, dice: no sé para que decís tonterías y mentiritas, si ya sé que va a dormir a casa de amama y aitite...

Las otras dos se quedaron pasmadas!! (No se les miente sobre nada, pero la pequeña lo interpretó así)

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jueves, 30 de julio de 2015

...se disfrazaba de campesino.

Los campesinos del Ángelus.
Jean-François Millet, 1857-1859

Más allá del cielo.

Había una vez un rabino que tenía fama de santo. La gente vivía intrigada porque todos los viernes desaparecía sin que nadie supiera a dónde iba.

Dada su bondad y buen nombre, comenzó a correr el rumor de que, en esas ausencias de los viernes, iba a entrevistarse con el Todopoderoso.

Para salir de dudas, encargaron a alguien que siguiera secretamente al rabino y averiguara a dónde iba.

El viernes, el "espía" siguió al rabino a las afueras de la ciudad y hora y media después, cuando sus piernas ya flaqueaban de cansancio porque los pasos del rabino eran muy vigorosos, descubrió que este se disfrazaba de campesino y, así vestido, entraba en un rancho miserable donde se dedicaba a atender a una mujer no creyente que estaba paralítica.

En las horas siguientes, el rabino lavó y planchó la ropa de la enferma, le preparó comida para ese día y para el sábado, limpió la casa, hizo algunos arreglos y cortó leña para alimentar el fuego toda la semana.

Cuando el "espía" regresó a la congregación, todos los miembros de la comunidad le rodearon ansiosos.

-¿A dónde fue el rabino? - le preguntaron-. ¿Le viste subir al cielo?

-No- respondió el "espía"-. Le vi subir mucho más arriba.
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Esta historia, real en sí misma, sucede con mayor frecuencia de lo que podría suponerse. De hecho es la acción más natural que muchos estaríamos dispuestos a realizar.

¿Entonces, qué sucede para que no se haga más ampliamente?

Creo que tiene que ver con el hecho de no comprometerse... demasiado. No ha realizarla una, dos o tres veces. ¡No! Pero sí a institucionalizarla en nuestras vidas.

Hay un fondo en cada uno de nosotros que tiende la mano al de al lado. Pero también hay una prevención a ello. Una pugna constante. A veces gana una, en ocasiones la otra. El problema radica, creo, en nuestra propia falta de seguridad. No nos atrevemos a hacer porque pensamos que después no sabremos cortar una situación que podría desbordarnos. Y por ese miedo, justificado, sin duda, pero a la vez infundado, pues no sabemos si esa situación se daría, no sacamos la mano del bolsillo... No la abrimos.

Y en consecuencia tampoco nosotros recibimos.
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martes, 28 de julio de 2015

...la moda.


Llegó al pueblo mochila al hombro y bajo aquel persistente “calabobos”. Fina lluvia que, sin parecerlo, calaba hasta los huesos. Cuantas veces surgía esta palabra se acordaba de su abuelo. Él fue quien se la enseñó cuando, de niño, llegó a la aldea.

Buscó un lugar donde guarecerse y le pareció haberlo encontrado al descubrir bajo el mismo techo a aquella elegante joven que lo miraba con insistencia. Se volvió a un lado y otro tratando de confirmar que era a él a quien miraba. ¡No había duda! Si bien le extrañó ese interés dada la imagen algo desaliñada que, de seguro, presentaba.

Observó el lugar. No era muy grande aunque sí limpio. Pasaría la noche allí. Resultaba acogedor dadas las inclemencias exteriores. Se acomodó en el banco y, abriendo su mochila, sacó media hogaza de pan que había comprado el día anterior. De otro bolsillo extrajo un paquete que al abrirlo expandió un sugerente olor a salchichón de calidad. La invitó a probarlo... Ella declino con una sonrisa.

Después de cenar se arrellanó en su asiento y, mirándola a los ojos, inició una conversación con ella. Empezó contándole su afición a estas escapadas, ese vagabundear sin destino, tratando de encontrar el suyo, tal vez. Su fracasada relación de pareja... Sus pensamientos, sus anhelos. La filosofía sobre la vida, que los largos silencios del camino le habían ido enseñando. De vez en cuando la interpelaba con sus ojos por ver si se cansaba de tanta palabra. Si bien no resultaba muy habladora, su mirada y su sonrisa le invitaban a seguir.

Y así pasaron los tiempos...

El cansancio empezó a adormecer la conversación. Le dijo que pensaba pasar la noche allí. Preguntándole también si ella lo haría. Una vez más asintió con su sonrisa. Se alegró. En principio no supo como interpretarla... ¿Dormiría con él? Tampoco estaba claro. Aún así se alegro de su presencia.

El sueño venció los pensamientos...

Creyó notar en la madrugada la tibieza de su cuerpo acurrucándose junto a él... No estaba seguro, tampoco quiso concretarlo demasiado. Volvió a dormirse con esa agradable sensación.

La mañana siguiente los encontró bajo el mismo techo. Desperezándose y con una sonrisa le dio los buenos días... Ella ya estaba vestida y le correspondió con la suya. Mientras desayunaba le hizo saber que no tardaría en emprender la marcha. La preguntó que sí quería acompañarle. Declinó la invitación con la suave y sempiterna sonrisa...

Cuando pasó el autobús por la parada en la que habían dormido, él, ya con la mochila preparada se subió. Mientras éste iniciaba la marcha la volvió a mirar despidiéndose con la mano... Ella le miraba también... sonriendo. ¡No la olvidaría fácilmente!

Lo que no entendía muy bien eran aquellas letras que, tras ella, habían presidido todo el encuentro:

“Tu moda de verano en El Corte Inglés”.

jueves, 23 de julio de 2015

La buena intención...

1954, seis años. Escuela de monjas... de aquellos años. El olor a las gomas de borrar, lápices, recortables, cuyas figuras teníamos que dibujar. La clase, la monja. La recuerdo hoy, la estoy viendo sentada haciendo ganchillo mientras los niños estábamos sentados en bancos corridos a ambos lados. Me intrigaba que, sin mirarme, conociese mis movimientos... ¡Santa inocencia!

Con la mejor intención y en los tiempos que corrían, una mañana la relogiosa nos contó lo siguiente: “Si en alguna ocasión vais por la calle”, por calle hay que entender que, quien más quien menos, recorríamos un largo trecho por el campo para llegar a la escuela, “y un hombre subido en un carro os pregunta que si queréis subir, no lo hagáis, pues es el diablo”. ¡Tal cuál me quedé!

Salimos de clase y emprendí el camino de vuelta a casa. A mitad de trayecto un hombre mayor, enjuto, subido en su carro se para a mi lado y me pregunta por una dirección. Se la indico. A continuación el hombre me pregunta que si voy hacia allí y quiero subir al carro. ¡Para qué más!

Media vuelta corriendo como un loco hacía la escuela, aporreando la puerta y llorando hasta que abrieron... ¡el diablo quiere llevarme, el diablo quiere llevarme!

Mirando por los cristales de la clase el aguacero que caía, permanecí en compañía de la monja hasta que mi padre vino a buscarme. Supe entonces y desde entonces lo que era el miedo.

El “diablo”, todo apurado, llegó detrás de mí al convento a explicar lo que había sucedido... Susto para mí, susto para aquel hombre, que de seguro no volvió a invitar a nadie a subir al carro. Y, ¿lección para la monja? A nivel personal puede. A nivel de comunidad religiosa, ¡daños colaterales! Es mejor crear una infancia/sociedad temerosa, que éstas se salgan de los cánones establecidos. 

Bienintencionado era el mono que sacó al pez del agua, y lo puso sobre una rama, para evitar que se ahogase con la crecida del río. (Cuento de sabiduría). Y es que si de algo carecen en su mayoría los bienintencionados es de eso precisamente, de sabiduría. Van por la vida repartiendo pareceres y ayudando a otros, cuando la realidad es que lo único que hacen es expandir sus propias creencias, miedos, limitaciones, ignorancias, cuando no intereses personales, de grupo o instituciones.

Anoche mi nieta Naia, 11 años, bajó a tirar la bolsa de basura de su casa mientras se dirigía a la mía, 20m, pues íbamos a dar el paseo por el valle que damos estos días. Cuando subió nos comentó, riendo y tan tranquila, que una mujer le había preguntado sonriendo, ¿no tienes miedo, niña? A lo que ella le contestó que no!

¿Qué razón pudo tener aquella mujer para preguntar semejante cosa? La ignorancia lo primero, la razón principal de la condición humana. La expansión de su propio miedo. Muchas personas se sienten mejor, inconscientemente, si a su alrededor los demás se miden a la baja en relación a ellos, en vez de fomentar el crecimiento, la seguridad, la libertad y el saber.
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El monstruo del río.

El sacerdote de la aldea era distraído en sus oraciones por los niños que jugaban junto a su ventana. Para librarse de ellos, les gritó: ¡Hay un terrible monstruo río a bajo. Id corriendo allá y podréis ver como echa fuego por la nariz!

Al poco tiempo, todo el mundo en la aldea había oído hablar de la monstruosa aparición y corría hacia el río. Cuando el sacerdote lo vio, se unió a la muchedumbre. Mientras se dirigía resollando hacia el río que se encontraba cuatro millas más abajo, iba pensando: 
La verdad es que yo he inventado la historia. Pero quién sabe si será cierta.
Antonny de Mello
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Es mucho más fácil creer en los dioses que hemos creado si somos capaces de convencer a los demás de su existencia.

jueves, 16 de julio de 2015

Árboles.


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Los árboles han sido siempre para mí los predicadores más eficaces. Los respeto cuando viven entre pueblos y familias, en bosques y florestas. Y todavía los respeto más cuando están aislados. Son los solitarios. No como ermitaños que se han aislado a causa de alguna debilidad, sino como hombres grandes en su soledad...

Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos, quien sabe escucharles , aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas, predican, indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida.

Un árbol dice: Mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de los miles de retoños que todos los años provienen de mi. Vivo, hasta el fin, el secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Confío en que Dios está en mí. Confío en que mi tarea es sagrada. Y vivo de esta confianza.

El ansia de vagabundear me acelera el corazón cuando oigo al atardecer el susurro de los árboles. Si se escucha durante largo rato y con la quietud suficiente, se aprende también la esencia y el sentido de esta necesidad del caminante. No es, como parece, una huida del sufrimiento. Es nostalgia de la patria, del recuerdo de la madre, de nuevas parábolas de la vida. Conduce al hogar .

Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es. Esto es la patria. Esto es la felicidad.

Hermann Hesse.
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Los árboles son poemas que la tierra escribe en el cielo. 
Los cortamos y los convertimos en papel, para poder dejar constancia de nuestro vacío".

Kahlil Gibran.
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