jueves, 10 de marzo de 2016

Carlitos.


Paré en un semáforo en rojo y giré la cabeza hacia la derecha. Era verano y las ventanillas del coche estaban bajadas.

Dos madres con sus respectivos hijos parados en la acera, de unos 6/7 años, vestidos con uniforme escolar. Uno de ellos, riendo, le estampó un beso en la boca al otro… Éste, serio, se quedó quieto. La madre, con la cara roja y desencajada miraba a estos y a la madre del primero sin atreverse a hacer nada dada la serenidad y sonrisa con que ésta le decía a su hijo, y sin intención de separarles: Carlitos, deja a tu amigo en paz…

Carlitos volvió a estamparle otro beso a su compañero quien ni había pestañeado por la sorpresa de lo que sucedía.

Se puso en verde el semáforo y tuve que continuar no sin percibir la sonrisa pícara, e inocente, del atrevido y desenfadado Carlitos.

De esto han pasado unos doce años, tendrán, pues, 18/19. No es difícil predecir la trayectoria del primero, Carlos. El desenfado y la naturalidad, no exenta de saber que algo no usual estaba haciendo, supongo que habrá prevalecido, y seguirá siempre, en su talante ante la vida. Aquel comportamiento infantil y de juego, libre de prejuicios, aún en esas edades, era en su mayor parte producto de la educación recibida por aquella madre que, sin inmutarse, corregía, permitiendo, aquellos gestos sin trascendencia.

¿Qué ha sido del besado?… ¡A saber! Dependerá de lo que su madre fuese capaz de procesar emocionalmente.

19 comentarios:

Mily Murillo dijo...

Hola Ernesto, un texto cargado de mensajes, que cada cual tome el que le plazca claro está. Me ha encantado, en tan corto relato logras mostrar tanto. Me quedo con tu maravilloso cierre, porque por Dios, cuánto imprime en un hijo lo que la madre es o no capaz de procesar. Recibe un cálido abrazo.

maria cristina dijo...

Ah las madres! Si supieran de antemano lo definitorias que son en la vida de sus hijos, cuántos errores nos evitaríamos, analizando lo que trasmitimos con nuestros actos y palabras, revelador mensaje, Ernesto, un abrazo!

DULCINEA DEL ATLANTICO dijo...

En esas edades de los protagonistas los consejos de las madres tienen mucha importancia, seguro que el besado tendría muchas dudas desde entonces. Lo que pasó como tu mismo dices es una incógnita .
Me permití acercarme a comentar, vengo dirigida desde el blog de Amalia. Me gusta lo que veo por aquí. Volveré. Si te apetece entrar en mis dominios serás bien recibido, solo te puedo ofrecer historias.
Saludos
Puri

Elda dijo...

Pues mira Ernesto, yo en mis tiempos tan lejanos, me habría pasado como a la mamá del amigo, no tanto como para ponerme colorada pero si sorpendida; ¿cómo lo habría procesado?, pues ni idea... Si fuera hoy día y yo joven, pues seguramente mi reacción sería diferente de la de entonces, y el niño besado seguro será lo que la naturaleza le haya proporcionado y las correspondientes enseñanzas.
Pero lo que tengo muy claro, es que jamás echaré la culpa a mis padres de la educación que me dieron, como supongo que mis hijas tampoco... los tiempos influyen.
Estupendo el texto.
Un abrazo.

lunaroja dijo...

Qué maravilla la inocencia de los niños... siempre es la mirada del adulto,la que ve más allá...

Carmela dijo...

Somos los adultos, los que transformamos sentimientos sinceros en vergüenzas. Así nos va.

Una hermosa manera de transmitir la tolerancia la intolerancia, la naturalidad, la no naturalidad. Seguramente Carlitos hoy será un chico feliz, y me alegro.

Un beso, Ernesto.

Mi nombre es Mucha dijo...

No busques la verdad; simplemente, deja de atesorar opiniones... Si quieres conocer la verdad, entonces no sostengas opiniones ni a favor ni en contra de nada.

Establecer lo que te gusta frente a lo que no te gusta es la enfermedad de la mente.

Sos sabio
y grande
Moldeable
buen amigo
y a veces muy intenso en tu escribir

Tu
estilo
con clase
se
me...
Mete
entre las letras cuando te escribo...
Gracias
por compartir lo que ves
y como lo ves
detrás de los vidrios de un dia de calor en tu auto

Recomenzar dijo...

Personalmente creo
que no somos lo que heredamos
sino lo que hacemos con nosotros
y lo hacemos porque queremos
La vida
es lo que pintamos
a diario
desde chicos a ser grandes ...
No le echemos la culpa a nadie
Un abrazo intenso
va para vos

Ángela dijo...

Ni idea cómo va a gestionar esta madre el tema.
Depende de sus circunstancias personales y de su trayectoria en este aspecto. Aún hoy siguen existiendo muchos tabúes y reticencias. Habría que comenzar llamando a las cosas por su nombre.
El chico...toda la vida por delante para moldearla a su gusto.
Un abrazo Ernesto.

Meulen dijo...

Dos caminos sin dudas...

es la vida la que entregará las mejores claves para seguir creciendo

Marina-Emer dijo...

Hola amigo...yo a mi modo de pensar no le doy importancia al beso que nos relatas...quizás muchos años atrás lo juzgaría de otra forma...ahora el beso es un saludo...
Ya otra cosa es el amor entre dos personas...que se amen sean niña o niño...EL AMOR CONTIENE DENTRO MUCHO DESEO EN EL BESO.
Abrazos con cariño

Pilar Abalorios dijo...

Quiero pensar que algo más habrá marcado el futuro del besado, más que nada porque no puedo asegurar haberlo hecho bien siempre con mis dos hijos, pero más allá de la anécdota, qué cierto es que les sumergimos en nuestros prejuicios, con todas las consecuencias.

Un saludo

J@ckie dijo...

Waooo! Buena pregunta.

J@ckie dijo...

A veces nosotras las madres somos las responsables de los conflictos de nuestros hijos Porque no los dejamos expresarse libremente. Mi madre tenia una frase que para mi era un martillazo en la cabeza: "QUE DIRA LA GENTE" Esa frase me mataba. Hoy dia me importa tres pepinos lo que la gente diga o crea.

maria cristina dijo...

Ernesto, aparecen dos entradas tuyas que no encuentro en tu blog al ingresar, quizás fue tu decisión o algo falló, Sin Título y Borracho, un abrazo!

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Difícil el arte de enseñar y de guiar... difícil imaginar también el destino de cada uno de los niños... pienso ahora, que con que sean muy felices tengo suficiente...

Paz y Amor hermano

Isaac

AMALIA dijo...

La inocencia de la niñez...

Quien sabe lo que habrá pasado después!!!!.

Un fuerte abrazo

Raquel P.R. dijo...

Así es Ernesto, estamos influenciados en gran medida por lo que nos enseñan, nor reprochan o aplauden... cierto es que no es fácil guiar, pero no debería de ser tan complicado despojarse de prejucios estúpidos mientas mal vivimos sin preocuparnos demasiado por el prójimo.
Ojalá hubiese más Carlitos con suficiente personalidad para vivir alejado del dolor de un acto de cariño, aún triplicando su edad.
Un abrazo inmenso, querido amigo.

Tesa Medina dijo...

Madre mía, Ernesto, cuando veo como los adultos cargamos a los niños de prejuicios, los encorsetamos, los clasificamos y estropeamos su manera natural y sabia de comportarse, me da mucha pena.

Esperemos que el niño besado haya aprendido a ser tolerante y espontáneo y haya elegido su propio camino a pesar de la educación recibida y no sólo por parte de sus padres, que es muy importante, sino del entorno.

A mis mellizos,chico y chica, que no bauticé, sí que les enseñé unos cuantos "mandamientos" que tenían que cumplir para llamarse personas:

...el respeto, la tolerancia, que no juzgaran a los demás y nunca hicieran a nadie lo que no quisieran que les hicieran a ellos y viceversa"

Breve y fácil de recordar. Ah, y que su único objetivo en este vida era intentar ser felices, ya aprenderían cómo.

Un beso,