lunes, 9 de mayo de 2016

La capilla rosada.

Hoy camino de la mano de Hermann Hesse (*), “El caminante”. El peregrino, el que ama los paseos sin rumbo, los descansos soleados, el libre vagabundeo. El que tiene una gran tendencia a vivir de la mochila y llevar pantalones deshilachados. Quien me ha hecho recorrer veredas y montañas, cruzar puentes y aldeas, saludar a los habitantes de la granja, al sur de los Alpes, quienes no tienen bueyes, pero sí cerdos, gallinas y cabras. Y en las callejuelas de la aldea, al sol de la mañana, hacernos servir una pinta de vino rojo. 
Querer ser párroco tras la puerta verde de la rectoría, y ansiar la vida libre de los caminantes que por delante de ella pasasen libres y despreocupados
Ya por la noche cena y alojamiento en la taberna de pescadores. Nos haremos asar unos pescados y beberemos el Nostrano en vasos de cristal grueso, y escupiremos al fuego de la chimenea, pensaré en mi madre y exprimiré esas gotas de dulzura que…, cosas de la vida hoy, tanto ansío revivir.
Rezar con devoción en la capilla rosada, construida por hombres buenos y delicados y, además, muy piadosos. El Dios en quien debemos creer está en nuestro interior. Quien se niega a sí mismo, no puede aceptar a Dios.
¡Oh, querida e íntima capilla de esta región! Llevas los signos e inscripciones de un Dios que no es el mío. Tus fieles rezan oraciones cuyas palabras no conozco. Sin embargo, puedo rezar en tu interior tan bien como en el encinar o el valle. Floreces entre el verdor, amarilla, blanca o rosada, como las canciones de primavera de la juventud. En tu interior todas las oraciones son santas y están permitidas.
Me siento en el pretil, bajo el sobradillo, y tarareo un cántico piadoso en la quietud de la mañana. En el valle lejano silba, fina y suavemente, un tren. En los arbustos aún centellea, aquí y allí, una gota de rocío.
Al pasar por la casa roja, desde cuyo pequeño jardín y viñedo nos llega el perfume de todo el sur de los Alpes, pienso en lo hermoso que sería tener ahí una patria, una habitación, una cama. Y colgar en la pared la pequeña y antigua Madonna comprada en Brescia.
(*) Autor, entre otros, de Siddhartha, El lobo estepario, Demian, Mi Credo, etc.
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La mayor parte del texto son palabras del autor de El caminante.
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25 comentarios:

Maripaz dijo...

Me encantan esos paseos sin rumbo bagabundeando al sol.
Un texto muy bello nos has regalado hoy, Ernesto.
Precisamente he vuelto a mis raíces después de vivir por el mundo mundial, buscando el encanto y la paz de los pueblos.
Un fuerte abrazo, querido amigo.

Elda dijo...

Un relato donde el protagonista se aleja del exterior para internarse en las sensaciones del paisaje y el silencio, y combina los paseos con el pequeño placer que le proporciona el alojamiento y los dulces recuerdos del pasado.
No he leído nada de este autor, solamente en alguna ocasión he buscando frases como la que tengo en mi blog, y por los títulos que dejas aquí, parece que tenía una cierta filosofía...
Buena mezcla del autor y la tuya.
Un abrazo.

maria cristina dijo...

Ernesto, rememorar nuestras raíces tiene un gran encanto y sentimos paz en nuestro interior al hacerlo, tu paisaje tiene todo eso, un abrazo!

Raquel P.R. dijo...

Me gusta mucho el texto que has creado de la mano de Hermann, supongo que hay quienes nos ayudan a caminar hasta en los pensamientos y tu "capilla rosada" es un gran ejemplo.
He disfrutado mucho de la tranquilidad que describes, de la amabilidad de la vida, el buen comer, el vino y sus gentes. Pero sin duda me quedo con eso que dices que tanto ansías, hay una especial dulzura en tus palabras, y esa que tanto ansías revivir está más viva que nunca en ti. El legado de tu madre es tan eterno como tu amable sonrisa.
Un abrazo inmenso mi querido Ernesto.

CRISTINA dijo...

Un relato muy relajante, perderse por los paisaje de la naturaleza, es ir al encuentro de nuestra paz interior.
Ernesto, un grande abrazo!

AMALIA dijo...

Hermann Hesse es uno de mis autores preferidos.

Y ese camino de paz que has descrito, es precioso.
Un abrazo

Mari-Pi-R dijo...

Esos caminos sin rumbo de los que uno tan solo disfruta de lo que pisando y viendo a su alrededor son los mas enriquecidos al alma así que al cuerpo ya que con ellos cogemos unos granos de salud.
Bonito escrito, un abrazo.

Candela Martí dijo...

Ernesto, una entrada hermosa, sensible, delicada, como una flor. Me ha gustado desgranar palabra por palabra y llenarme de su esencia, de su paz y aceptación de la vida y del camino.
Tomo nota del autor por si puedo llegar a él. Gracias por compartir, amigo mío.

Un abrazo fuerte.

lunaroja dijo...

Como siempre,entrar en tu espacio nos sumerge no solo en el viaje que nos recreas,sino en ese viaje interno que despiertan tus palabras.

Ángela dijo...

Aprecio en este hermoso texto que no es el destino en sí lo que importa, sino el camino. Un camino gozoso, ameno, lleno de bellezas naturales...
Amanecer con la belleza cálida de estas imágenes, invita a ponerse en camino...
Un abrazo Ernesto.

http://azulgenia.blogspot.mx/ dijo...

Hola Ernesto, he disfrutado elpaseo a traves de tu texto tan rico en imagenes y reflexiones.
( Quien se niega a sí mismo, no puede aceptar a Dios.)

Me encanto esta frase,a sido muy grata la lectura.

Un fuerte abrazo con mi saluso.

Olga i Carles (http://bellesaharmonia.blogspot.com dijo...

En ese misterio encontramos y gozamos la gran alegría.

Un Abrazo.

Rayén dijo...

“El caminante”. El peregrino, el que ama los paseos sin rumbo, los descansos soleados, el libre vagabundeo.
Bellísimas letras, dan deseos de seguir leyendo sobre esa capillita.
Abrazos amigo.

Meulen dijo...

Cuanta nostalgia se siente ...

cuando todo era tan simple pero de ´profundas miradas...

un autor que dejó historias memorables para el lector del futuro...y vivirá entre líneas el hilo de sus pensamientos...

Katrina dijo...

Qué ganas de ser caminante! de conocer los Alpes, el sur, una esquina cualquiera que aun desconozca... justo ahora que empiezo a sentir que hay una cuerda muy fuerte entre mis pies y esta ciudad... Que ganas de vagar por el mundo y sentir que todo es mi hogar...

Siddhartha, El lobo estepario y Demian. Mis favoritos!
Saludos

Tesa Medina dijo...

En este momento que vivo como mi santa patrona, "sin vivir en mí" por falta de tiempo, que bien me sientan estas palabras sabias y relajantes de El Caminante,
hasta me dan ganas de reposar en esa capilla rosada hecha por hombres buenos y delicados...

Muy hermoso, Ernesto...

Me gustaría vagabundear sin rumbo ni horarios y tenderme luego cara al cielo debajo de un árbol, porque los árboles...

...“Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos, quien sabe escucharles, aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas, predican, indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida"...

Mímate, Ernesto, un beso,

María Socorro Luis dijo...

De la mano de Hesse y de sus emociones nos llevas por caminos de ensueño.
Lugares que entrevemos vestidos con la magia poética de ambos.

Abrazo, caminante

virgi dijo...

Una belleza este texto, donde se ve la placidez de una persona madura que valora tanto los recuerdos como las cosas que va encontrando por el camino.
HH fue uno de mis preferidos -sería la época- con su Lobo estepario y Demian. Grandísimo escritor que nos siembra de sensaciones hermosas.
Abrazos

alp dijo...

Un relato estupendo,,,yo seguiré mi camino....en agosto, si puedo...un abrazo desde Murcia....

Ernesto. dijo...

Cierto Julio David, esa paz que sobrepasa todo entendimiento.

Un abrazo.

chusa dijo...

Me quedo con esa sensaciòn placentera del caminante cuando le llega el perfume de todo el sur de los Alpes y desea tener allì su patria. Espiritual

Un abrazo amigo Ernesto de feliz semana en tus valles :)

Marina-Emer dijo...

Es cierto todos los caminos al final nos llevan a la paz y la alegría ...el término del camino es lo mas hermoso y placentero...y siempre deseamos UN TRAGO DE AGUA.
Un gran abrazo querido amigo...un placer tenerte ya cerca.
Marina

Sneyder C. dijo...

Tus letras me llevan a evocar días de campo, de ilusiones, de amigos, de tardes que bajo la sombra de los pinos disfrutaba leyendo un libro o impregnando un lienzo con los colores dorados de los campos de trigo bajo el silencio de la naturaleza tan solo roto por el canto de los pájaros.

Muy hermoso… Ernesto, momentos que nos llevan por caminos y lugares para encontrar la belleza de un mundo de sueños. Hay en tus letras paz que me lleva a sentir una dulce sensación, me trasladan a un pueblo de los Alpes llamado Hallstatt del que guardo un bellísimo recuerdo...

Un cálido saludo Ernesto

Boris Estebitan dijo...

Grandes frases en tu texto, para creer en Dios lo basico es creer en uno mismo, saludos.

Unknown dijo...

Me gusta este escrito, es profundo...

Un beso.