viernes, 12 de agosto de 2016

Se había cambiado de ropa...

Plaza del Ayuntamiento. (Astorga)

La vio al entrar en el establecimiento pero en un principio no le prestó mayor atención. Situado en una esquina de la barra observaba a la gente que, como él, entretenía el tiempo tras una consumición. Sentada en una mesa al fondo del bar no quitaba la vista de la puerta como esperando ver aparecer a alguien… Fue al verla sacar la cartera y mirar en su interior… que le hizo fijarse en ella.

Un rostro corriente, de tantos. Morena, con el pelo recogido en una abundante cola de caballo. Ojos oscuros y algo profundos. Gestos pausados. Vestía falda, zapatos negros y una especie de chaqueta larga. Había un algo en aquella imagen como de personaje de un verso de Machado… “desasida el alma, la tarde declina, las sombras acechan las altas copas de la solitaria encina...”

Le bastó un instante para comprenderlo todo… Sola, abandonada. Esa maleta vieja a su lado contaba la historia tan clara como la fuente del parque cantaba su pena…

Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.

Tal vez con hambre, tal vez sin dinero, tal vez asustada…

-Mila, ¿quién es esa mujer?
-No lo sé, lleva más de hora y media ahí sentada…
-¿Ha comido algo?
-No, el café que ves sobre la mesa.
-Invítala a comer, como cosa tuya… Lo que quiera. Después si crees que necesita dinero dale unos sesenta euros… Arreglamos cuentas mañana.
-Bien, Juan.

Echándole una última mirada salió del restaurante. Había quedado con unos amigos a comer en León. A eso de las cinco de la tarde recibió una llamada…

-¿Juan?… soy Mila.
-Dime…
-Bueno, parece que la situación de esta mujer es algo más complicada… Está sola aquí. Parece que había quedado con alguien en que la recogería para seguir camino a Coruña pero nadie se ha presentado. Llegó esta mañana en el autobús de Madrid…
-¿Qué piensas Mila?…
-Pues no lo sé…, por eso te llamo… Ya le he dado el dinero, en realidad le he entregado cien.
-Yo no llegaré hasta esta noche… Haz una cosa, llama a la pensión de la plaza y cógele habitación para dos noches. Habla con Isabel y dile que no le cobre nada. Y hazle saber a ella que la esperas para cenar.

Adelantó su regreso a Astorga y llegó sobre las ocho de la tarde. Se dirigió al restaurante y preguntó por Mila.

-No está, ha salido hace un rato.
-¿Sabes algo de la mujer que estaba esta mañana sentada al fondo?
-¿Te refieres a la de la maleta?
-Sí…
-Está en la cocina…
-¿En la cocina…, y qué hace ahí?
-Pues pelando patatas! Cuando llegaron Mila y ella, después de comer, se ofreció a hacer lo que hiciese falta… Y no hubo forma de hacerla desistir.

En esto que entró Mila…

Cenaron los tres en animada charla. Era un mujer joven, de unos 48 años. Risueña y desenfadada, tenía una forma de reír que le marcaba unos hoyuelos en las mejillas. Su mirada era franca y determinada. Se había cambiado de ropa.

Años después seguía de cocinera con Mila. Juan cenaba casi todas las noches las creaciones que ella le preparaba… A veces la esperaba o la recogía a la salida y daban un largo paseo, en ocasiones de la mano, o tomaban algo antes de despedirse. La vida de ella había empezado de nuevo cuando se bajó del autobús. Nunca contó nada de su vida anterior.

13 comentarios:

Mari-Pi-R dijo...

Algunas veces es mejor empezar de nuevo pero con la buena persona dejando el pasado detrás y no volviendo a él.
Un abrazo.

maria cristina dijo...

Es la mejor manera cuando se han vivido muchos dolores profundos, dejarlos atrás y mirar el futuro tomados de la mano de alguien, un abrazo Ernesto!

mariarosa dijo...


Que hermosa historia Ernesto. La vid comienza donde menos pensamos. Me encantó.

mariarosa

María Socorro Luis dijo...


...Ella lo necesitaba y él lo tenía. Así de sencillo.


Gabon, Ernesto

Carmela dijo...

Como dice la certera frase de Nisargadatta, llevarla más allá de la necesidad de ayuda.
Un abrazo, Ernesto

Ángela dijo...

Nada sucede por casualidad y nadie se cruza en la vida de otro por azar.
Me encanta la frase "Nunca contó nada de su vida anterior", se sabe lo esencial, sobran las palabras.

Qué bonita plaza tantas veces pateada con personas queridas!...
Un abrazo Ernesto y feliz día.

Marina-Emer dijo...

Precioso relato...los viajes ...los bares tomando algo y en espera siempre dan sorpresas como esta bonita carta que tu con tu saber escribir nos dejas...abrazos mi querido amigo que en tus letras vive Astorga...león y entre todo ello tú que eres como de mi familia Castellana.
abrazos

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Y es verdad, hermano, que si aprendemos a ver bien, descubriremos que la vida empieza de nuevo a cada instante...

Luz y Vida

Isaac

Mirella S. dijo...

Hola Ernesto, es la primera vez que entro en tu espacio y lo que leí me gustó mucho.
Coincido también con la frase de Nisargadatta, con la aclaración de que para llevar a esa instancia a alguien, primero hay que darle una mano para que salga de la situación y logre comenzar de nuevo por sí solo. Como hizo Juan.
Saludos desde Buenos Aires.

lunaroja dijo...

Un relato que nos deja la sencillez y generosidad de la vida!
Buen fin de semana!

Elda dijo...

Una bella historia contada con tu esplendida retórica y que pone de manifiesto el buen corazón que tienen algunas personas como Juan y Mila, y que son capaces con sus acciones de cambiar el rumbo de una vida.
Me gustó mucho.
Un abrazo.

AMALIA dijo...

La vida siempre depara una nueva oportunidad. Sobre todo si hay personas generosas a tu lado.
Un abrazo

Soñadora dijo...

Que historia tan bonita!