viernes, 6 de enero de 2017

...con su sombrero vuelto.

Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara. 

Desde la ventana de la cafetería en la que había quedado con sus amigas les vio pasar… Andaban con precaución para no resbalar sobre el piso nevado. Sus mochilas a la espalda y algunas bolsas en la mano les identificaban como vagabundos. Viejas pellizas raídas les cubrían y sendos sombreros evitaban que la nieve que caía copiosa blanqueara sus cabezas. Se dirigieron hacia los soportales de la plaza y les perdió de vista.

Hora y media después y tras recogerla su marido eran ellos quienes, al amparo de los soportales, se dirigían a su casa. Y volvió a verles. Esta vez con las mochilas en el suelo, él sentado en uno de los bancos de madera mientras ella, con su sombrero vuelto, lo extendía a las pocas personas que a esa hora transitaban por allí. Le comentó algo a su marido y ambos cruzaron la plaza en su dirección. Según se acercaban pudieron comprobar que ella parecía algo mayor que él. Dos billetes de 50€ fueron depositados en el sombreo. Mientras el marido dirigiéndose al hombre que se había levantado le dijo.

Aquí detrás, dos calles más abajo, encontraréis el Montañés, restaurante, dirigiros a él y cenad lo que queráis. Ahora mismo les aviso que vais. Y en frente, en el hostal del mismo nombre, tendréis reservada habitación. Está todo pagado. No tenéis de qué preocuparos.

Al día siguiente y mientras desayunaban, la pareja fue advertida de que el matrimonio que les había ayudado les invitaban a comer. Una sencilla sala adornada con motivos navideños y una chimenea encendida con gruesos leños de encina roja les acogía en el convento de Santa Clara. Unas 40 personas, entre sentadas y en corrillos charlando, conformaban ese grupo en el que tantos quisiésemos estar en muchos momentos de nuestras vidas. Momentos de soledad, aparente desamparo, silencios, impuestos a nuestro pesar, desencuentros familiares… Hasta con uno mismo en ocasiones. Y sin embargo es la vida!

Al entrar fueron recibidos en primer lugar por algunas monjas que, sonriéndoles y con los brazos abiertos, se dirigieron a ellos abrazándoles cálidamente… Lo que provocó que la pareja estallase en sollozos… Motivando que otras personas se sumasen a la bienvenida estrechándoles en abrazos o tendiendo sus manos. Poco después y sentados con el matrimonio que les había acogido relataban brevemente su historia.

Ella, circunstancias de la vida, !impensables!, hasta que se hicieron presentes…, llevaba unos meses viviendo en la calle. Él, algún tiempo más. Un fuerte desencuentro familiar la había, o se había ella misma, arrojado a la calle. Él, inmerso también en alejamientos familiares, orgullos, incomprensión, intolerancias mutuas, sumado a la pérdida de su empleo, ocasionó el desarraigo actual. Ella, 62 años, viuda desde hacía tiempo, sola, empezaba a acusar cierta pérdida de memoria. Y esto era lo que le había motivado a él a acompañarla en el viaje emprendido hacía el norte… Donde esperaba encontrar sus raíces, su hogar de infancia, sus gentes, en la aldea que la vio nacer.

Dos días más tarde emprendían viaje junto al matrimonio en dirección a ese hipotético lugar de su memoria…, que ya se percibía que podría no estar más que en sus recuerdos. Una conversación del matrimonio con la superiora había acordado que si nada había en las tierras celtas que la retuviese quedaría acogida en el convento. 

Él, trabajando ya en el pueblo que les recibió, la visitaba casi todos los días…

Una historia real de tiempo atrás...
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Si es que el tiempo tuviese principio y final…
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26 comentarios:

MAR dijo...

Una historia distinta, la vida, los misterios y las causalidades.
Un abrazo para ti y un inicio bello de año.
mar

lunaroja dijo...

ahh! qué historia más bonita! realmente captas esas "pequeñas" cosas que a veces pasan desapercibidas,llevadas por delante por la vorágine de la vida.
Feliz día de reyes!

Carmela dijo...

Una historia realmente hermosa, Ernesto, que hace renacer la fe en las personas, en esa palabra tan empleada de humanidad. Cualquiera de nosotros podemos encontrarnos sin saber ni como en esa misma situación que a priori pensamos que sería imposible.
Vemos pobreza, abandono, .... y nos apartamos, cruzamos de acera, y a veces con un simple gesto y detalle podríamos hacer tanto.

Espero que hayas pasado un hermoso día.
Un abrazo!

mariarosa dijo...


Hermosa historia de vida. La realidad , a veces supera a la imaginación. Si hubieras escrito un cuento de Navidad para exponer el amor solidario, no hubiera sido tan perfecto.

mariarosa

AMALIA dijo...

Una bella historia.

Un abrazo.

Marijose dijo...

Una bella historia, Ernesto. No sabemos nunca lo que la vida nos deparará, es bueno ayudar y encontrar ayuda en el camino
Un abrazo

Mari-Pi-R dijo...

Una historia navideña real, de las que no surgen corrientemente, pero siempre hay que tener fe y confiar que hay solidaridad en el mundo y buenas personas para echarte una mano.
Un feliz día de Reyes.

Maru dijo...

Emocionante historia, que demuestra que este mundo está lleno de gente buena, si no fuera así, habríamos desaparecido como especie hace mucho tiempo. Un abrazo Ernesto.

maria cristina dijo...

Una historia de amor y solidaridad, un abrazo Ernesto!

María Socorro Luis dijo...


Siempre didácticas y ejemplares tus historias. Rayitos de luz que iluminan y alegran este caminar por la vida.

Paz y amor, Ernesto

Antoni dijo...

La semana pasada, en mi calle, murieron 2 personas. Sí, no llegaron al año próximo.
Entonces escuché día tras día, muchísimas campanas. ¿Y pensé cómo sería vivir en un monasterio? Investigué y pregunté, pero al parecer las campanas no son manuales. Me defraudó muchísimo.

Sin embargo, a pesar que sea el mismo tema, tú no me has defraudado.

SALUDOS.
¡Feliz año 2017!

Olga i Carles (http://bellesaharmonia.blogspot.com dijo...

Toda la vida es una vía llena de sorpresas y aprendizaje.

Un abrazo.

Yayone Guereta. dijo...

Así es ésta existencia, da, y quita, y sí, las casualidades existen, solo hay que estar en el momento preciso.

Un relato muy hermoso, querido.

Sigo pensando que hay gente con buen hacer, personas maravillosas que merecen la pena.

Muxu haundia zuretzako, Ernesto. :)

Meulen dijo...

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una historia que demuestra al fin
que nunca estamos solos
que sea la causalidad o no
a nuestra vera hay quien o quienes
nos llevan de la mano...

hay esperanza.

CRISTINA dijo...

Esto no es casualidad, sino sincronicidad, uno de los aspectos más enigmáticos y sorprendentes de este universo. A veces existe una atracción que acaba creando circunstancias coincidentes, teniendo un valor específico para las personas que la viven, coincidencia que parecía tan improbable que nos resulta mágica, como si existieran conexiones entre sucesos, y personas.
Ernesto, un abrazo.

Marina-Emer dijo...

Es un precioso relato...
Vengo para desearte una semana feliz .
Abrazos amigo.

Tesa Medina dijo...

Una historia conmovedora de solidaridad, generosidad y empatía, Ernesto.

Todos en algún momento podemos estar al otro lado. Vivir desarraigado y en la calle tiene que ser muy duro. Parece que lo que más les afecta a estas personas es la indiferencia, y esa invisibilidad que sienten, sobre todo en las grandes ciudades.

Ojalá muchas de esas historias que intuimos detrás de las personas que nos encontramos pidiendo unas monedas tuvieran este hermoso final.

Un abrazo,

Elda dijo...

Una bella historia sin ninguna duda, como si fuera un cuento de Navidad, y escrito con la destreza de tu pluma.
Un abrazo Ernesto.

Ángela dijo...

Entrañable relato hecho realidad.
Vivimos tan deprisa, que a veces no somos conscientes de tanto como la vida nos regala cada instante.
En ocasiones, como en esta que nos relatas, parece que se manifiesta con más claridad. Pero siempre y a todos, lo mejor de la vida se nos da gratis.
Un fuerte abrazo Ernesto.

Marinel dijo...

Hermosa historia donde la humanidad con sus cosas buenas, que las tiene, es a la postre, la mejor protagonista.
Ay si supiésemos calzarnos los zapatos de otros, cuánto cambiaríamos!
Me encantan los finales felices.
Un abrazo.

MoniRevuelta dijo...

Un relato lleno de empatía y generosidad...Fabuloso, Ernesto!
Un fuerte abrazo:)

Joaquín Galán dijo...

Un relato donde la solidaridad y el afán de ayudar al prójimo brilla como el sol.Ojalá actuáramos todos así con los que lo necesitan.

Saludos.

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

El mundo está llena de esas estupendas historias llenas de magia y milagros y que bueno que sea así...

Luz&Vida

Isaac

Marina-Emer dijo...

Buenos días Ernesto ....
gracias por tu comentario ...que pases feliz fin de semana...Abrazos

Maripaz dijo...

Es como un cuento de Navidad, pero real. Por desgracia estamos viviendo tiempos en los que abundan historias como esta, pero alivia pensar que quedan personas comprometidas con las necesidades ajenas.
Muy emotivo, Ernesto.
Abrazos.

Raquel P.R. dijo...

La vida está llena de "cuentos de navidad" que surgen más allá del tiempo y de los finales y principios.
Me gusta tu hermosa forma de contar esta historia, que ya es un poco mía también, y que por ello, se queda anclada en mi sonrisa.

Un besito mi querido Ernesto.