sábado, 10 de junio de 2017

manzanas rojas...

Keiko Tanabe.

Las campanas de la pequeña iglesia daban la media tarde cuando el caminante apareció por una de las callejuelas que desembocaban en la plaza. Las copas de los tilos se tintaban de rojo…, el aroma de sus flores embargaba el ambiente… La tarde declinaba. Las golondrinas volaban raudo unas tras otras en bulliciosa algarabía. La fuente, en el centro del parque, cantaba su melancolía… Los niños jugaban al corro. Varios bancos de piedra antigua ─si hablasen… ¡qué dirían!─ estaban ocupados por parejas jóvenes, grupos de gente mayor y algunas mujeres contando historias que solo a ellas concernían.

Una mochila al hombro, ancho sombrero, cayado en su mano izquierda y una barba de varios días cruzó la plaza en dirección a los soportales de madera.

Buenas tardes ─le dijo la tendera al entrar─, ¿qué desea?
Póngame esa barra de pan ─dijo señalando una tras ella ─, y algo de jamón. Dos yogures de frutas, una botella de agua, y si tiene manzanas rojas póngame dos o tres…

De nuevo el tintineo de la puerta señaló que alguien entraba… Una mujer rubia, pelo ensortijado, mediana estatura, delgada, no llegaría a los cincuenta, tal vez cuarenta y seis o cuarenta y siete... Vestida con falda azul y blusa blanca bordada se acercó al mostrador… Elena, la tendera, la saludó con simpatía.

Hola María, enseguida te atiendo…
Puede atenderla ahora si quiere, voy a mirar algo más ─dijo el caminante sonriéndolas─.

Mientras la mujer de pelo rubio le indicaba a Elena su pedido, éste no dejaba de mirarla a través de las estanterías en las que fingía buscar algo… Había un halo de algo profundo en aquella mujer… Como si el hilo de la vida se mantuviese a la expectativa a su alrededor..., sin saber que hacer!

Tras pagar y recoger su bolsa de la compra María abandonó la tienda. No le buscó con su mirada ni se despidió de él… Pero él supo que se volverían a ver… Algo dentro de ambos había quedado en ello…

Mientras abonaba sus compras preguntó a Elena si sabía de algún sitio para dormir aquella noche. Ésta le indicó la dirección de una fonda. Y añadió:
Si no hubiese habitación por la afluencia de gente por las fiestas, vuelve y ya buscaremos algo…

Dándole las gracias, Fran abandonó la tienda.

Sentado cerca del palco de la música preparaba sus viandas… Una pelota llegó rodando hasta él, al levantar la vista vio que una pequeña rubia y sonriente niña corría tras ella. La paró con su pie y espero a que la pequeña se acercase… Y entonces la vio, a ella…, la mujer de la tienda. Sonreía mientras se acerba como disculpándose por el pequeño incidente. Se levantó cogiendo la pelota y entregándosela a la niña… Ésta salió corriendo con ella en las manos en dirección a un grupo que parecía esperarla… Y quedaron frente a frente!

Sus miradas decían lo que sus labios no pronunciaban… Se reconocían! Sus almas habían jugado en tiempos pasados… Los hechos se perdían en la memoria del tiempo. Ellos sabían que sus manos se habían entrelazado, fundido en sus cuerpos…, acariciándolos. Conocían cada centímetro de los mismos… La voz de la pequeña les sacó del ensueño… ¿Estaban soñando… Cómo era posible aquello?

Hoy es el cumpleaños de Carla, mi hija, cumple ocho años… Hemos invitado a un grupo de sus amigas a cenar en una cafetería… ¿Puedo invitarte a ti también?

Al día siguiente, sábado, y tras afeitarse y vestirse con un vaquero y camisa nuevos que tuvo que comprar, pasó a recogerla por la farmacia donde trabajaba. Si bien caminante, no era un vagabundo… Cuando la empresa donde trabajó desde joven cerró le dieron la oportunidad de jubilarse a temprana edad. ¡No se lo pensó!

Sucedía en Saldaña, año 1.994. María ya no está… Carla tiene hoy 31 años. Fran 75. Sigue viviendo con ella y su familia.

18 comentarios:

maria cristina dijo...

Una historia mágica, como el amor cuando aparece donde menos se lo espera, y con final casi feliz porque María ya no está, un abrazo Ernesto!

Maru dijo...

Jubilarse a temprana edad y caminar los caminos...quién hubiera podido, a quién hubiera encontrado. No, seguro que se habría quedado en casa, porque de la isla no se sale tan fácilmente. Bonito relato Ernesto. Un abrazo.

mariarosa dijo...


Una linda historia Ernesto y muy bien narrada. Hay algo en ella, que me hace pensar que es real.

mariarosa

Anónimo dijo...

Que bonita sería la vida si hubiera más historis vividas y por vivir con un final feliz, la triste parte es que María ya no esté.
Un relato precioso, tan real como la vida misma.
Un buen domingo y un abrazo.
Ambar

AMALIA dijo...

Bello relato. Una dulce historia.

Un abrazo.

Qué ignorita más bonita dijo...

Relato amable, con atmósfera mágica. Bien escrito.

Mari-Pi-R dijo...

Bonita historia, la cual te hace inclinar en la magia del amor que se envuelve en las nubes y sale en un momento dado.
Un abrazo.

Elda dijo...

Una descripción preciosa del lugar, yo diría que poética y con alguna rima aunque haya sido sin querer; y al final con ese hilo de conexión que es característica en algunos de tus relatos.
Muy bonito el resultado de la historia Ernesto.
Un abrazo y buena semana.

MAR dijo...

Que bien escribes, tan entretenido.
Un abrazo enorme y una linda semana.
mar

Conxita C. dijo...

Oh, qué bonita historia, muy poética en sus descripciones que envuelve mientras vas leyendo.
Besos

MoniRevuelta dijo...

Muy bello relato, Ernesto, y muy romántico. Y muy afortunados los protagonistas, tanto por su buen talante, como por la prejubilación, como por poder ser un caminante; quizás María, debería haber estado ...pero bueno...está en el recuerdo, y en su familia:)
Un abrazo

lunaroja dijo...

Se me pasó este relato,no sé porqué,ya que todos los días reviso las nuevas entradas.
Pero,aunque sea tarde, aqui te dejo lo que me transmite este texto: Esta historia,de apariencia simple, creo que encierra la profunda verdad de la vida y del amor, casi te diría del acuerdo de las almas de encontrarse en algún momento de la vida, y es asi como se reconocen.
Precioso!

Ángela dijo...

Qué grata experiencia reconocer a alguien de una vida pasada, saber lo que piensa antes de que lo vaya a decir.
Y en ocasiones esta experiencia va más allá de lo que nos podemos imaginar.

Una entrañable experiencia narrada como solo tú lo sabes hacer.

Un abrazo Ernesto y buen día.

Mara dijo...


Tu bonita historia me ha recordado a la peli que vi hace poco en TV: "Abuelo a la fuerza" que me gustó mucho como esta. Un abrazo.

María Socorro Luis dijo...


Me gusta tu mirada a la vida, siempre tan positiva y creible.


Abrazo de sábado, vecino.

mªcarmen suárez dijo...

La fantasía de unos sentimientos y la realidad de una fecha con la ausencia de la protagonista,es fácil que surja un buen relato. Este me lo parece.
¡Hola! Seguiré poniéndome al día contigo.Me voy a "Cómicos"
¡Abrazos,Ernesto!

Yeka dijo...

He disfrutado este relato Ernesto, muchas gracias.

Rosa B.G dijo...

Este personaje es muy de carne y hueso, muy bien representado. Y los que giran a su alrededor también, en consecuencia.
Chapó!
Abrazo