sábado, 21 de octubre de 2017

Soledad...


Soledad, aparte de un nombre dulce… Iba a decir que otra cosa será si quien lo ostenta hace juego o no con su nombre…, pero no lo puedo sostener, pues ello implicaría que la persona conocida, Soledad, tanto en su aspecto «dulce» como en el «contrario» no ha cambiado nada en su vida. ¡Y ello no es posible! ¡Ni real!

A veces nos lo parecerá, a veces no. En ocasiones lo será, en otras no.

¡Todos cambiamos a lo largo de nuestras vidas! ¡Todo cambia constantemente! ¡No hay nada estático!

Mi nieta de 6 años no es aquello que tuve el privilegio de ver nacer. No es la de 2 años ni la de 4. ¡Es! ¡Siempre es! ¡Siempre ello!

Es la época de las bellotas, otoño, Ardillas haciendo acopio de frutos en sus nidos para pasar el invierno… ¡Bellotas!

Si coges una bellota y la contemplas en profundidad, superficialmente todos sabemos como son, tienes que ver, necesariamente, todo un campo lleno de miles de encinas. Y ello es posible porque, en potencia, ya están contenidas en ese único y minúsculo fruto que tienes en las manos.

¿Una bellota conteniendo miles y miles de árboles que a su vez producen cientos de millones de bellotas?… ¡No, no lo había visto nunca así! ¡Y tiene usted razón! Si la planto, surge el árbol, los frutos, los vuelvo a plantar, cientos de encinas… repito el proceso con todas las bellotas, etc., etc., etc.… Sí, razones no le faltan para asegurar su apreciación.

Este razonamiento, como ejemplo de cambio e impermanencia de lo que vemos o creemos ver, debería bastarnos, a los humanos, para ser más comedidos en nuestros juicios de valor por lo primero que aparece por nuestra vista… (Lo que percibimos.., no lo que realmente es)

Vuela un pájaro y ya hemos definido a dónde va, con quién, de qué hablarán, qué harán, si es bueno, cuáles serán sus intenciones, etc. Y el problema no es tanto esa definición subjetiva…, sino que se suele reaccionar a ello como si fuese un hecho ya. Y ello solo por el simple aleteo de un ave.
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Sigo el pronunciamiento de La Real Academia de la Lengua en 2010 reconociendo que no había que diferenciar con tilde la palabra "sólo" (adverbio) de "solo" (adjetivo).

A partir de ese momento, "solo" nunca llevaría tilde (independientemente de que fuera un adjetivo o un adverbio). Debe ser el contexto el que determine qué tipo de palabra estamos utilizando.
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19 comentarios:

Maru dijo...

Hola Ernesto, como siempre tan profundo y reflexivo. Cierto lo que dices en tu entrada de hoy, por ello, mejor observar, esperar, ver si vale la pena formarse un criterio o mejor dejar pasar esos pensamientos que nos asaltan. La paciencia, la humildad, el silencio quizá son el mejor camino. Me alegra ver tu blog de nuevo, saber que eres, en esos campos de encinas, de robles y de paseos en la naturaleza, te imagino observando, respirando la vida como tú sabes hacerlo. Fuerte abrazo.

Ángela dijo...

Ernesto, con tus entradas, a mí me descubres que en lo simple, en lo completamente ordinario, se encierra el sentido de nuestro vivir y que nada es demasiado importante.
Creo que disfrutar ese placer de lo simple se cultiva desde una adecuada paz interior.

Toda la razón en lo que a juzgar se refiere. Y el no hacerlo...es también camino hacia la paz:))
Un abrazo.

Qué ignorita más bonita dijo...

La inteligencia y la prudencia deberían unidas a la hora de formulari juicios definitivos. Me imagino que así será. Los imprudentes y los necios son los que juzgan al mínimo aleteo.
Un saludo, Ernesto.

maria cristina dijo...

Ernesto si el nombre es Soledad, llámenla Sol, así das vuelta el sentido, que los nombres marcan en la vida y a veces suenan lindo pero marcan duro, un abrazo!

Carmela dijo...

Es cierto Ernesto, a menudo, hacemos demasiados juicios de valores, y no solo nos afectan a nosotros sino lo que es peor a aquello sobre lo que lo hemos hecho.
Hermosa foto.
Un abrazo

jfbmurcia dijo...

Este año, como en los últimos treinta y cinco, volveré a plantar bellotas. Me encantan las encinas, y los robles, y los alcornoques. Tal vez por su majestuosa presencia. Tal vez por su generosidad con el entorno. Tal vez por su noble porte y su bien sabida lentitud para adueñarse del paisaje. Las encinas, a diferencia de los humanos, dominan perfectamente los ritmos.
Saludos.

Margarita HP dijo...

A veces pasa esto Ernesto, más veces además de lo que debería, aunque realmente, jamás debería. Lo cierto es que es más fácil tomar tu propia impresión que averiguar la auténtica. Espero que la raza humana consiga al fin un día aprender esto.
Me ha encntado tu reflexion. Besos :D

lunaroja dijo...

HOla Ernesto! Se te echaba de menos! Me alegra volver a leerte.
Haces un planteamiento que creo resume tu forma de "haber reaprendido" desde otro lugar, desde el análisis, o mejor dicho el contacto interno con el ser, (el real) el que no responde al dictamen del ego,que es el que nos lleva siempre al pre-juicio y a la dualidad: bueno-malo, bien o mal, correcto o erróneo...etc..etc..
Una vez lei algo de Krishnamurti que decía algo así como..(no creo poder explicarlo demasiado bien) que en el preciso momento en que escuchamos estamos ya elaborando el juicio, es decir,en vez de escuchar con la atención puesta en lo que se dice, estamos prejuzgando lo que el otro me dice. Y todo eso además, se juzga bajo el tamiz de nuestra propia percepción que en general está "coloreada" por nuestras propias experiencias.Pero tú,lo expresas con mucha más claridad! Un besazo.

soco luis fernandez dijo...

Muy imprudente y peligroso hacer juicios sobre otros.
Si no te conoces a ti mismo, como pretender conocer y juzgar a los demás?...

Gabon y buena semana, compañero.

mariarosa dijo...


Hola: dicen que las apariencias engañan, por eso, y eso lo enseñan los años, lo mejor es dar tiempo al tiempo antes de hablar y juzgar.
mariarosa

Raquel P.R. dijo...

Que bonito texto, mi querido amigo.
Y Soledad, que parece estar sola y nunca lo está, habita el pensamiento y en tiempo con la delicadeza de disfrutarlo contigo, de disfrutarlo conmigo...

Debería bastarnos una simple bellota para no anticiparnos, pero no siempre es así, y mientras lo hacemos ni somos conscientes de que miles de vidas caben en un solo latido.

Un abrazo inmenso Ernesto.

Yeka dijo...

Ay Ernesto, tengo tanto para decir en este post, que temo, anteponiéndome ya a los hechos y a mi misma, que me olvide.
Lo primero que el aleteo de un ave nunca puede ser el mismo ni en la misma avecita y por tanto el viaje, el destino y el propósito no serán siempre los mismos; aún así, éstos parecen tiempos basados solo en el prejuzgamiento; aunque tal vez y si, siempre lo ha sido.
Sobre la RAE no me conformo a tanta norma y tan poca libertad.
Y lo último y más bonito: Las bellotas. Cuando niña jugaba siempre bajo un encino tan robusto como prolífico. Y yo juntaba las bellotas en un balde y se las daba a los cerditos. Pero me guardaba varias y jugaba a que eran personitas con sombreros.
¡Que sea una gran semana!

Elda dijo...

Cierto es que las apariencias engañan, pero no siempre. El prejuzgar está a la orden del día, quien diga que no lo ha hecho nunca, miente, porque es una condición humana como cualquier otra, ¿qué no se debiera?, por supuesto, pero así es la vida de los "simples mortales":)).
Las bellotas como cualquier otro fruto, lleva muchas vidas dentro.
Como siempre, buen texto...
Un abrazo Ernesto.

Conxita C. dijo...

Buena la reflexión Ernesto y esa bellota lo ilustra perfectamente, toda la vida que contiene y todo lo que puede llegar a ser.
Vamos tan por delante que nos olvidamos de disfrutar de las cosas que pasan en este momento.
Las personas no somos las mismas pero quizás nada es nunca lo mismo, aunque sea una cosa, porque los ojos de quiénes la miran no son estáticos, cambian, evolucionan o involucionan (en algunos casos) pero desde luego no se están quietos.

Creo que deberíamos dejarnos llevar más por el sentir y disfrutar de ese fluir de la vida.

Besos

Sneyder C. dijo...

Cada uno tenemos una personalidad concreta y un interior muy significativo que da muestras de cómo somos. Sin embargo, no nos permite cuestionar a los demás por el daño que podemos causar hablando de ellas sin conocerlos previamente.

“Sabes mi nombre, pero no mi historia. Has oído lo que he hecho pero no has pasado por lo que he pasado. Sabes dónde estoy, pero no de dónde vengo. Me ves riendo, pero no sabes lo que he sufrido. Deja de juzgarme”
-Anónimo


Un cálido abrazo Ernesto

http://azulgenia.blogspot.mx/ dijo...

Todo cambia en esta vida y mas las personas con ese caudal de viviencias encima que les va transformando, pueden parecer se los mismos a simple vista pero en realidad el camino en la vida les a cambiado.

Un gusto saludarte y disfrutar tu texto.

Saludos y abrazos.

MoniRevuelta dijo...

Un post sin complejos, un texto lleno de empatía y tolerancia. Gran texto, Ernesto. Hay que abrirse a la vida, a toda esa vida que contiene una sola bellota.
Yo no sigo a la Academia :D La escucho, la comprendo y la creo. Pero no la sigo :))No sigo a nadie, jeje; a la luna, un poco.

Un gran abrazo

Rud dijo...

Hola, Ernesto
Acerca de Soledad, me has hecho recordar una canción que escuchaba en mi infancia:
“Soledad, es tan bella como una paloma, que vivió siempre en el trigo sola, sin necesitar de nadie, ¡ay, mi soledad! Me alegra mucho no llevar ese nombre un poco inquietante; nunca he estado sola, pero es muy posible que de estarlo, haría todo lo posible para encontrar grupos de apoyo o algo para realizar a favor de otros.
Es cierto, todos cambiamos: cuando éramos niños nos creíamos todo, luego aprendimos a razonar, a investigar, a poner en práctica la “duda metódica” de Descartes; ya no lloramos cuando se nos presenta un inconveniente sino que aprendimos a manejar nuestras emociones. A través de la vida luchamos para seguir siendo positivos a pesar de los vientos, a tratar de reír cuando en verdad desearíamos gritar de dolor.
Existen, apreciado Ernesto, infinidad de apreciaciones acerca de un mismo acontecimiento; estoy segura que la gente juzga de acuerdo a su condición.
Millones de gracias por tus amables palabras. Deseo que pases maravillosamente. Salud

Tesa Medina dijo...

Mira que eres, Ernesto, con una apariencia sencilla y un profundidad que siempre me descoloca.

Ojalá pudiera estar fisicamente como cuando tenía treintaitantos. Cuando saltaba escalones de dos en dos y siempre corría por los pasillos largos... "Ahí va esa loca", me decían que era eléctrica... Y ahora parezco más electrocutada. Madre mía, Ernesto, es que esto va toda leche.

A ver si me animo con eso de pertenecer al TODO y reparto un poco los dolores con el Universo.

Me gusta Soledad y la soledad...Y me encantá el otoño que parece que por fin llega esta semana por aquí y las bellotas. No para comerlas, pero son preciosas...Y si ya imaginas que llevan un árbol dentro...pura poesía.

Un abrazo desde Ganimedes.