martes, 27 de noviembre de 2018

La realidad... a la carta!



Todos en algún momento hemos “creado” realidades, al gusto o bien por necesidad puntual… No es inadecuado cuando eres un niño de corta edad, 7 años por ejemplo, tal mi nieta Ziara, cuando se pone a interactuar, jugando ella “sola”, con otros personajes ¿inexistentes? La mayor, Naia, jugaba de pequeña con una gruesa guía de teléfonos a la que sentaba en una sillita con ruedas de llevar muñecos y la paseaba por la casa.

Pero cuando ya has traspasado ciertas etapas en tu vida, ciertas edades, esos juegos deberían quedar atrás. Como atrás quedaron los pañales que tu madre te ponía.

Era una joven encantadora, guapa, de pelo negro, largo y ondulado. Simpática y risueña. Era, es, la hermana menor de la mujer de un amigo suyo. También los padres de ellas lo eran. Por ello, en un principio, entró a trabajar como dependienta, y por méritos propios después siguió, en la tienda de ropa.

Pasaron algunos años y… se descubrió que faltaba dinero en caja casi diariamente. Puesto que había más dependientas, hubo que averiguar quién. ¡Y resultó ser ella!

Cogía pequeñas cantidades que posteriormente jugaba en las máquinas tragaperras…

El dueño, y amigo de la familia, habló primero con su amigo y posteriormente ambos con los padres. Ella asumió los hechos y todos lo aceptaron…Y se calculó que podría haberse llevado a lo largo del tiempo cierta cantidad…. Que quedó reducida por el propietario a una cantidad muy inferior, a devolver. Ella dejó el trabajo!

Y no es necesario que lo hagáis ahora, ─eran los meses de verano y la tienda se cerraba por vacaciones─, ya lo haréis en otoño, ─les dijo a los padres por mitigar el disgusto─. 
 
Pero pasó el otoño y empezaron a oírse los primeros villancicos de Navidad… ¡Y nadie había pasado a pagar!
Quedó con su amigo para ver qué pasaba…

¡¡No van a pagarte!!
¿ Y eso?…
Si hubieses cobrado al principio, no había problema, pero ahora, sí pagan es que asumen los hechos del hurto… Y no lo van a hacer!
Bueno, dile a tu suegro, ─padre de ella─, que desde mañana potearemos juntos (potear: tomar unos vinos en cuadrilla en los bares). Según entren en el bar, iré detrás, y le preguntaré delante de todos que cuándo va a pagar lo que su hija se llevó. (Algo así como el “cobrador del frac” pero sin chistera). Y así un bar tras otro… Un día tras otro!
¡Pues te vas a arriesgar a que te den una “hostia”!, ─le respondió su amigo─.
¡Es posible que me den la primera!… ¡Pero calcula tú las que suelto yo después!

¡Esa misma tarde pasaron los padres por la tienda a pagar la cantidad acordada!

(Al “burro” no hay que darle palos para que entienda, eso ya lo tiene asumido, está en su naturaleza. Al “burro”, para que “entienda”, tienes que “rebuznar” como él. ¡¡Eso le rompe el esquema mental!!)

viernes, 23 de noviembre de 2018

María de la O.


¿Son las herencias malditas o castigo de Dios?

Me decía una buena amiga lo siguiente: “¡que pena, una familia tan unida y hoy unos enfrentados contra otros por la herencia de la abuela!

¿Es así, es así en muchos casos? ¿La mayoría, la minoría? ¿Es la llegada del dinero, el patrimonio, causa de desavenencias familiares?

¡¡Muy posiblemente!!

¿El dinero?… ¡Pero hombre de Dios cómo va a ser el dinero de una herencia causa de enfados y enfrentamientos en las familias!
El dinero en sí puede que no… Pero que el reparto de muchas herencias es la razón de rupturas, discordias y hasta enfrentamientos judiciales entre hermanos, parientes, etc., no lo dude.
¿Está maldito el dinero entonces?
Claro que no. El solo es el elemento que mezclado con la condición humana produce estas situaciones.


(Canción...)
Mardito parné… mardito parné…
que por tu curpita…
(…)
Castigo de Dios… castigo de Dios…

lunes, 19 de noviembre de 2018

Que viene que viene...

 
Palma de Mallorca, 1954, contaba el pequeño 6/7 años. Todos los días recorría a pie, y solo, cierta distancia a través del campo hacia la escuela. Algarrobos, almendros, higueras, granados, jalonaban el camino sirviéndole de entretenimiento y compañía. Le gustaba trastear con la resina que rezumaban los almendros, hacer que los palitos que ponía sobre los charcos los cruzasen como si de barcos en el océano se tratase. Oía el canto de los pájaros, veía el vuelo de las mariposas, abejas, insectos. Las figuras inmensas que las nubes construían en el cielo sobre su cabeza. Las casas de campo, con sus pozos delante de la puerta, las huertas, las praderas con ganado, etc. Fluía con la vida natural, y por ello inteligente, si es que la naturaleza admitiese este adjetivo, ¡que no lo necesita!

Así transcurría su vida. Tranquilo, seguro, sin temor alguno. ¡¡A qué habría que temer!!

Hasta que llegó la ignorancia, disfrazada de bienintencionada. Es curioso, casi siempre llega con este disfraz, inocente, cuando la realidad es que sus consecuencias son como las de la peste. ¡Devastadoras!

Una mañana en clase, la monja que hacía de maestra, les “previno” de que si en alguna ocasión un hombre subido en un carro les pedía que subiesen, no lo hiciesen pues era el demonio. Acabó la clase y todos los peques, sin tener en cuenta la advertencia, salieron de nuevo al mundo… Pero el mundo ya no era el mismo. Ahora había “demonios”. Cuando se habría alejado del colegio unos cien metros, un hombre, mayor, subido a un carro le preguntó por una dirección, alguna casa de campo, el niño le indicó el camino… Y el hombre viendo que llevaban la misma dirección le dijo que si quería subir al carro…
 
Despavorido, gritando, llorando, dio media vuelta en dirección al colegio y aporreando la puerta con ambas manos gritaba que el demonio quería llevárselo. Horas después, y viendo llover copiosamente tras los cristales de la clase vacía, esperaba que su padre viniese a buscarle. Tiempo más tarde supo que el carretero le había seguido hasta la escuela, tan asustado como el propio niño, para comunicar a las monjas lo sucedido. 
 
No recuerda que el camino fuese diferente a partir de ese día… Tal vez todo quedó, en ese trayecto, olvidado. Pero si sabe hoy que desde ese día conoció el miedo… Y, de alguna manera, condicionó aspectos de su vida. 

Por cierto, nunca el demonio llamó a su puerta, ni en carro ni en bicicleta… ¡A qué pues “prevenirle”, asustarle, cargarle con las cadenas de la ignorancia de los adultos y sus miedos irracionales! 

Un comentario oído en la parada del autobús entre dos mujeres en el sentido de que “más vale prevenir que lamentar”, en relación a “asustar” a los niños para que “eviten” hipotéticas, e improbables, situaciones de “riesgo” en sus vidas, trajo a su memoria la experiencia vivida… 

¡¡Y no, nunca introdujo el miedo ni en sus hijos ni en sus nietas “previniéndoles” de cosa alguna!!

miércoles, 14 de noviembre de 2018

¡Adiós!


Su significado literal sería el antiguo: “vaya usted con Dios”. Palabras en desuso excepto en pueblos y utilizadas principalmente por la gente mayor. Y hasta el actual “adiós” empieza a ser sustituido por otras expresiones, entre ellas, la que parece extenderse por todas partes: ¡chao!

Considero que la palabra “adiós” no solo tiene su valor de significado sino también cierto encanto en lo que sería: “hasta luego, hasta la vista, hasta otro día…, hasta siempre”, etc.

Y sin embargo en su acepción más dura, ¡el adiós es tajante!, corta relaciones, amistades, parentescos, todo lo se le ponga por delante.

¿Es este segundo “adiós” algo que surge de la noche a la mañana entre las personas? Excepto en encuentros puntuales del día a día, malavenidos, no lo creo. Y sí que puede ser el colofón de un proceso, que puede que no se sepa bien cuando comienza, pero que tiende a acabar como el rosario de la aurora.

Distanciamientos, desavenencias, rupturas, “una y no más Santo Tomás”, etc., suelen darse con el “santo y seña” del adiós. Punto final que sintetiza movimientos y actitudes previas, generalmente utilizadas por todos los participantes. Si bien la mayor intensidad y actuación, suele provenir, en un principio, de una de las partes.

Palabras inadecuadas, gestos fuera de lugar, desencuentros repetidos, faltas de respeto que no se valoran como tales, etc., son el caldo de cultivo de estas situaciones. Que una vez iniciadas, no suelen tener buen final.

¿Diría que ese “segundo adiós” del distanciamiento y las desavenencias es algo negativo, que habría que procurar evitar, prevenir con un mayor diálogo, comunicación , etc.?
Creo que suele darse ese intento de prevenir el adiós, la ruptura definitiva, el “si te he visto no me acuerdo” pero… cuando los intentos se vuelven infructuosos… es mejor dejarlo estar.
Permítame una última pregunta… ¿cree usted que una disculpa a tiempo, un lo siento, un “no me di cuenta”, podría mitigar las consecuencias?
¡Podría sin duda!… Pero no suele ser frecuente… Es una “rara avis” difícil de ver! Debe tener en cuenta que si bien usted ha podido hacer “nada”, al otro su “nada” no le ha sentado nada bien.

jueves, 8 de noviembre de 2018

¿Y por qué canta el pájaro?



Hay enseñanzas en la humanidad, simples frases a veces, que son auténticos postes indicadores de la verdad, la realidad y el “lo único que hay/eres”. Las hay a miles y miles… También están las otras, las huecas, las superficiales, las inútiles, las de moda, las de “hoy para mañana”, multiplicadas hasta el infinito.

Las primeras, escogidas, el grano entre la paja, producto de la sabiduría natural. Resguardadas, que no escondidas, para quienes se adentran en su búsqueda, o bien les ha llegado la hora de topar con ellas.

¿Las segundas?… Observa a tu alrededor la vorágine de sin sentido en la que se encuentra la mayor parte del mundo, tu contexto más próximo… tú mismo, tal vez.

simples frases a veces”...

Ésta que sigue está extraída de una tira de cómic publicada en la última página de un periódico cualquiera. ¡Y dice tanto!

Se ve a Sócrates paseando por los pasillos de una gran superficie comercial, supermercado, mirando todos los productos expuestos en las estanterías. Y según llegaba al final de las mismas, exclamaba para sí:

Hay que ver la cantidad de cosas que hay que no necesito”.

Un cómic, un cuento, una fábula… ¡una parábola bíblica! Unas palabras que llegan hasta ti y dejan huella. Una enseñanza, una guía, una advertencia… ¡No una imposición! La sabiduría, el despertar, no se imponen. ¿Cómo podría imponerse algo que tú ya eres?

Es cierto que mientras permaneces dormido, incluso en el sueño de cada noche, tus facultades están mermadas. ¡Eres!, pero no eres el todo de cuando estás despierto. Tu vida entonces se desarrolla en sueños… mentales. ¡No “reales”! No te mueves de la cama pero viajas por todo el mundo, vuelas, navegas, ríes o lloras, haces cosas increíbles…, e inútiles, pues tú y tu cuerpo permanecen sin moverse. Y sin embargo estás vivo… Y si tienes una pesadilla, sufres… por nada, pues ella no es real.

¿No se parecería esto, el dormir, el soñar, con la vida que llevas cuando estás despierto? ¿No será la vida que llevas, despierto, el sueño de una vida más profunda, más real, a la que todavía no has despertado? ¿No sientes que te sobran infinidad de cosas, ideas, conceptos, creencias, algo de “no saber”, valores huecos… Y por lo que te afanas día tras día, vida tras vida?

Curiosa su apreciación… Por un lado nos cuenta un chiste y por otro pretende ligarlo a algo más profundo que, personalmente, he de reconocer no me siento identificado…
¿Usted cree?
¡Desde luego! Considero que bastante complicado es ya el mundo en el que vivimos como para tener que adentrarnos en otras supuestas realidades que, si fuesen ciertas, ya se sabrían… Ya se hubiesen publicado, enseñado, ya serían de dominio público. No acaban de convencerme sus palabras.
¡Ni lo pretendo!
¿Por qué siempre parece estar hablando de lo mismo... sin acabar de decir nada concreto?
¿Y por qué canta el pájaro?... El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar. (Esta última línea, extraída del libro de Anthony de Mello: “El canto del pájaro”.

jueves, 1 de noviembre de 2018

¿Quién eres?...

 
Antiguo árbol genealógico que solían poseer las familias nobles.

En esta tranquila y medio soleada mañana de día de “difuntos”, y sin mucha inspiración para decir nada de interés, y sin que guarde ninguna relación el tema que trato con el día que es (acabo de caer en la cuenta de la coincidencia), ha surgido lo que sigue:

Mis bisabuelos paternos, naturales de pequeños pueblos de labriegos de Palencia y Zamora, emigraron a Galicia. Allí se casaron con dos mujeres de estirpe Céltica.

(“Dos etnias diferentes se reparten el territorio [nacional]. Las de estirpe celta, que con sus poblados y castros se asientan fundamentalmente en el norte y el oeste del país. Y las de tradición íbera o ibérica, que se extienden a lo largo de la franja mediterránea y sus áreas de influencia. En las tierras de la Meseta, la mezcla entre ambos pueblos dará lugar a las tribus celtíberas, las habitantes de Numancia.”).

Y mi abuela materna, Catalina Roig (pronúnciese Rochs) Mayans, con la que convivía todos los veranos en vacaciones, cuyas raíces se pierden en la isla de Formentera (Baleares). Y que en algún momento emigró a Ibiza, donde casó con Juan Torres Torres, sería de estirpe Íbera. (Comentaba que en su isla, de niña, no conocían los zapatos ni los burros).

Cuenta la leyenda que Aníbal Barca (247- 183 a.C.), el que cruzó los Alpes con su ejército y 38 elefantes, nació en la isla de Ibiza al tener que atracar el barco en el que viajaba su madre, embarazada, por una fuerte tormenta.

Y puesto que nací de Celtas e Íberos en Eivissa, suelo bromear con el hecho de que, tal vez, sea pariente del tal Aníbal.

Viajar y conocer otras tierras y gentes, siempre he practicado. 

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Sería curioso que algún familiar o amigo se sintiese reconocido en estos datos.

Bisabuelo: Juan Calvo Chicote, carabinero, Vino desde Bermillo de Sayagos, cerca de Zamora.
Familia en Palencia capital: Lupiginia, Eutiquio...

Bisabuelo/a: Leandro Marcos y Leonor Cagide, de Lugo. Ésta no sabía de leer ni escribir. Él era carabinero. Vino de Palencia, de Valdeolmillos. Creo que hay familia, alguien por Vitoria.
Marcos después pidió la cartería de Muxía. Abrieron una fonda. Muy conocidos.

Mi abuelo: Ernesto Calvo Pardo. Mi abuela: Josefa Marcos Cagide. (Noia. A Coruña)
Mi padre: Ernesto Calvo Marcos. Mi madre: María Torres Roig. (Ibiza)
Yo: Ernesto Calvo Torres.
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