lunes, 27 de enero de 2020

...claridad.

Hércules en la encrucijada, de Annibale Carracci (1596). Museo de CapodimonteNápoles.
Ilustra el mito de la elección de Hércules joven entre el difícil, incómodo, empinado y escarpado camino del conocimiento y el fácil y placentero, pero engañoso y estéril, de la ignorancia.

Se le veía casi todas las tardes, antes del anochecer, sentado en la hierba a la orilla del río tocando con dulzura el caramillo… Pequeño instrumento musical que, alguien le oyó decir un día, le había regalado Amenabar, el pastor de las estrellas.

Con la espalda apoyada en el tronco de la higuera, permanecía hasta que la oscuridad vestía de negro la verde campiña.

Las gentes del lugar aseguraban que hasta los búhos y los autillos guardaban silencio mientras el desconocido no dejase de tocar.

Había aparecido un día, tras bajarse del autobús, con su mochila al hombro… Nadie sabía su nombre. Todos le conocían como «el hombre de ciudad».

Alguien le preguntó, mientras compraba una barra de pan, que qué hacía por aquellos lares… A lo que éste respondió:

He querido aislarme de la cacofonía creada recientemente en la ciudad, de manera artificial, sobre el “derecho de los padres a escoger la educación de sus hijos”.

Y dejaré, antes de volver, que amaine la «fiebre» que tanto revuelo ha causado en parte de la ciudadanía…

Ciudadanía que, si algo destaca en ella, es la claridad con que defienden, apoyan y alaban el derecho de los padres a decidir la educación de sus hijos.

¿Alguien ha puesto en duda o riesgo tal derecho? Preguntó una anciana detrás de él... Volviéndose hacia ella con una sonrisa le dijo: ¡desde luego que no!