miércoles, 29 de abril de 2020

...un trozo de planeta!

Donde el guionista, la obra, el actor y el espectador son todos lo mismo: ¡Tú!


La realidad, la tuya, la del entorno más inmediato, la del mundo en general, tiene, cuando menos, dos formas de percibirla. La que ves, sientes, piensas, crees, sabes…, y la otra.

Hoy es uno de esos días en los que la mejor forma de decir algo, ¡sería no decir nada!

Bueno, hoy y muchos más de los habidos.

Hay movimientos, de los múltiples que realizamos, pensamientos, sentimientos, acciones, que los hacemos sin mayor razón que por hacer. ¡Sin mayor fundamento que representar nuestro papel en la obra que, como individuos, creemos tener en la sociedad en la que “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”! (Parafraseando a san Pablo en Hechos, 17:28)

Y como bien sabemos todos, ¡representaciones!, papeles a realizar en el teatro de la vida, en la obra que socialmente (sociedad) representamos, sea ésta privada, del entorno o mundial, ¡incontables! Por no decir infinitos. Pues la inmensa mayoría de ellos, no existían en tiempos de mi padre, mi abuelo, bisabuelo, etc. Ni tan siquiera en la mayoría de mis propios tramos de vida.

Se crean al momento, al gusto de las modas, muchos de ellos con la única razón de brillar un instante. ¡La gloria de tres minutos a la que todos, si no aspirar, tenemos derecho! Frase que suele emplearse para definir a esos personajes fugaces que aparecen en programas de tv sin más mérito que el de rellenar espacio o minutos.

Ante esta reflexión, por llamarla de alguna manera, pues nombre propio tiene, si bien cada quien lo descubrirá en función de sí mismo, caben tres actitudes:

.- La primera, sumarte a la vorágine de la modernidad actual, del flash y bambalinas, huecas.
.- La segunda, sería rechazar todo esto y, con unas tejas por techo, una huerta para la subsistencia más primaria, y unas sencillas vestimentas, ver salir el sol cada mañana.
.- Y la tercera, es muy posible que sea en la que ya te mueves y vives… Sería la del término medio. Ni arriba ni abajo. Ni frío ni caliente. ¡Vas y vienes!…

Cierto que ese vaivén, no está exento de vértigos… Pero esto ya es cosa enteramente tuya. Y aquí, cierta estabilidad mental, emocional, psíquica, es más que necesaria.

lunes, 20 de abril de 2020

¿No tenéis una cabra?



¡Pues no sabéis lo útil que es!

A la mía no le he puesto nombre… No veo que la Naturaleza ande poniendo nombres a las miles de margaritas que tachonan la pradera, las hojas de los árboles o las piedras del camino. Pradera por la cual mi cabra brinca contenta…

¿No me diga que tiene usted un cabra?
¡Pues sí, ya ve, una cabra triscando por el monte!
¿Y cómo es eso?… Con la que está cayendo y va usted y se compra una cabra… ¡No cabría negar que peculiar es usted un rato!
¡Oh no no, no es eso! No he comprado ninguna cabra. ¡Qué iba a hacer yo con ella!
¿Entonces?…
Es que el otro día oí que dado que en el confinamiento en el que estamos nos pasamos muchas horas delante del ordenador, tv, tablet, móvil, etc., era conveniente aplicarse la técnica del 20/20…
¿20/20? ¡A ver explíquese! Que de usted, cualquier cosa…
El 20/20 es un método sencillo de ejercitar la vista en las actuales circunstancias en las cuales la tenemos encerrada entre las paredes de la casa, pantallas, libros, etc. Y consiste en lo siguiente: 20 minutos de pantalla, 20 segundos de asomarse a la ventana y mirar a lo lejos.
¿Eso es todo. Así de simple?
¡Así de simple! Un sencillo ejercicio de 20 segundos para lograr distender la vista. Relajar los ojos. Y a su vez, y con la misma eficacia, relajar la mente por unos instantes. Cambiar el chip de los pensamientos… ¡¡Funciona. Es relajante!! Y más necesario de lo que pueda imaginar.
Bueno, no voy a negar que suena bien al oído. Al fin y al cabo qué son 20 segundos en la infinitud del tiempo… ¿Pero cómo consigue ajustarse a esa dinámica horaria de cada 20 minutos.
En mi caso lo hago cada hora. Cada 20 minutos me parecía algo… incómodo, a pesar de su eficacia. He puesto una alarma cada hora que suena en el móvil. De 10:00 a 13:00. Cuatro advertencias dentro de las 5 o 6 horas que suelo ocupar con el ordenador.
¡Ya!… ¿Y que pinta la cabra en este proyecto?
¡Ah la cabra!… Sí. Pues verá, cuando me asomo a la ventana miro a derecha e izquierda. Tengo a lo lejos unos montes en los cuales, y entre los claros que dejan ver los pinos, hay unas praderas de verde hierba. Y es ahí donde busco a mi cabra… Fijar la mirada en esas distancias, es el ejercicio recomendado.

viernes, 17 de abril de 2020

...nadie decide por ti.



Llevaba dos noches contemplando desde mi ventana al lucero del alba, Venus, Luna-Sol, como la conocían los Esenios, pero ya esta noche no… Un cielo encapotado casi todo el día, que ha desembocado en día de lluvia… ¿Hay algo más natural que la lluvia?

Y sin embargo la lluvia no siempre es bienvenida. No siempre llega en el mejor momento. No siempre es la mejor opción que escogeríamos. ¡Y sin embargo siempre está ahí!

Pues igual de natural es la mayoría de los días que estamos atravesando… No son los mejores días de nuestra vida. No salimos a su encuentro. Y de hecho, muchos los rechazan… ¡Y sin embargo ahí están!

¡No hay otros!

Cada quien, cualquiera que sea su edad, vivirá, viviremos esta situación como un tramo en nuestras vidas. ¡No es la vida entera! Según la edad que tengamos, y circunstancias, no habrá sido el único vivido.

Si bien en esos casos la sonrisa no se habrá prodigado tanto como en otras ocasiones, no cabe duda que, trascendidos esos momentos, cualesquiera que fuesen sus condiciones y resultados, la hierba siguió creciendo en primavera…

Es cuestión de tiempo, de paciencia y, sobre todo, de buen hacer. Del buen hacer de cada uno.

¡Y ahí nadie decide por ti!

domingo, 12 de abril de 2020

¡Bingo!



Entre las horas que duermo sentado en el sofá por las noches intentando ver la película de turno y las que duermo en la cama, hago ese número suficiente recomendado para mantener la buena salud y el equilibrio mental/emocional… Y por ello hoy me he levantado a las siete. Hora habitual por otra parte a lo largo del año. (Me acosté a las tres…)

El día viene cálido… De hecho en la cama hacía algo de calor. Por ello abro la ventana en este amanecer en el que el mirlo subido en lo alto de la chimenea del edificio de enfrente mantiene una agradable conversación con su pareja, ella en el nido de algún arbusto o seto al otro lado del mismo. En los jardines.

Puesto el té a hervir, me siento frente a la pantalla del mundo… Miro la cacharrería por fregar, cosa que no hago ahora pues hay gente durmiendo, y…, observo que el silencio se ha instalado en la calle. Me levanto a mirar por la ventana pero el mirlo ya no está. Una densa niebla a lo lejos, sobre los montes, le sustituye.

¡Bravo!… He conseguido escribir algunas líneas sin inclinación a izquierda o derecha… ¡Limpias de connotación alguna!… ¡Un pajarito que canta una nube se levanta!

Tengo en mente, eso sí, una palabra: ¡Bingo! Y la imagen de la enfermera que en el hospital de IFEMA, Madrid, juega y hace jugar al bingo a los pacientes.

Y es que «no solo de pan vive el hombre», ni se cura solo con medicamentos. Esa imagen no es una imagen gratuita de un día cualquiera o idea surgida sin más.

En ella está condensada la entrega al servicio, al cuidado del enfermo, al mimo y la necesidad de éste de sentirse arropado con esa gran carga de humanidad, más allá, mucho más allá, del deber cumplido.

El mirlo ya no canta, no por esta zona, pero un sentimiento de serenidad, agradecimiento y naturalidad se extiende por doquier. ¡La humanidad vive!

domingo, 5 de abril de 2020

¿Héroes?... ¡No gracias!



No veo héroes por ninguna parte. Veo personas que, en base a su trabajo y embarcadas en la vorágine que la situación de la epidemia ha creado en el país, hacen gala de una entrega, trabajo, dedicación y responsabilidad admirable. De eso no hay la menor duda. Y por ello nuestro diario, y a partir de ahora perenne agradecimiento. Más allá, mucho más allá de esos aplausos con los que queremos expresarles nuestro respeto, consideración y aprecio.

¡No veo héroes por ninguna parte! Tal vez porque no existen en esta ocasión…

Cuando empieza a hacerse abusiva la calificación de un término: héroe en esta caso, y más por los medios de comunicación o intereses espurios, el término, si alguna vez tuvo razón de ser, empieza a desvirtuarse. No es el caso aquí.

¡Aquí no hay héroes! ¡Aquí hay gente admirable!

Los «admirables» de hoy, eran personas corrientes ayer. Como tú o yo. Con sus vidas, sus circunstancias, sus más menos, risas y lágrimas.

Y ha sido esta circunstancia sanitaria, extrema, la que ha propiciado que, estás personas de primera fila, hayan podido, estén expresando día a día, momento a momento, lo más valioso del ser humano. La entrega, la dedicación y ayuda al otro, en este caso al necesitado.

¡No veo héroes por ninguna parte!

¡Si gente extraordinaria volcada más allá, muchas veces, de sus propias fuerzas!

Mi gran abrazo, virtual hoy, realidad mañana cuando, gracias precisamente a ellos, podamos dárnoslos todos.

Mi agradecimiento, nuestro agradecimiento a todos. Desde el equipo médico, enfermeras, sanitarios todos. ¡Todos! Desde el primero al último, por llamarlo de alguna manera, pues aquí el «último» también es el primero: personal de hospitales, cocina, servicios de limpieza, ambulancias, fuerzas del orden, etc.

Y, sin olvidar, a esos otros responsables de tanta ayuda anónima que se da constantemente. Vecinos, personal de reparto, personal de tiendas y supermercados, etc., etc., etc.

¡No, no veo ningún personaje de historietas ficticias! Y por ello no veo héroes o villanos. Sí gente compartiendo: ¡Ellos!

Veo a ese padre, médico en este caso, y entregado sobremanera a su trabajo actual, y cuyo hijo le dedicó, más o menos, estas palabras en tv dado que no le veía con la frecuencia de siempre. El hijo reconocía su ausencia..., valoraba las razones y, expresó: “...eres toda mi admiración”.

jueves, 2 de abril de 2020

...bola de cañón!



Cuando el discípulo le preguntó a su maestro que por qué prevalecía en Oriente una mayor inclinación hacia la espiritualidad en contraposición al materialismo de Occidente, éste le respondió:

¡Porque cuándo Dios creo el mundo, dejó que Occidente escogiese primero!

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Esta es una frase que requiere poca reflexión. Y, hasta en lo «políticamente» correcto, aceptable. Nos deja en buen lugar. Da a entender que si Oriente hubiese sido el primero en escoger, hubiese escogido las prebendas que en Occidente disfrutamos…

Dejando al margen al Oriente/espiritual y al Occidente/materialista, denominaciones que hasta ahora nos han servido para entender/dividir el mundo, es claro que no somos conscientes, es claro que no es el momento, de que de aquí en adelante, y tras la tormenta en la que estamos inmersos, florecerá otra primavera…

¡Y nosotros con ella!

Vivo, vivimos mi esposa y yo, un día a día tranquilo, sereno y, no hay duda, con algo más de silencio que el habitual. Cierto que no salimos a la calle más que para hacer alguna compra a pocos pasos de casa. Eso y tirar la basura. Pero confinados no estamos!

Un gran ventanal en el salón da esa luz, con sol o si él, que vivifica el ánimo. Al levantarme enciendo esta pequeña pantalla y, el mundo al alcance de mi mano! El pensamiento, libre! La imaginación, asentada.

Tal vez como en la mayoría de los últimos tiempos…

Si la realidad es la que es, y todo está bien, ¿a qué dar rienda suelta a ésta o recorrer el mundo, y sus cosas, volando sentados en una bola de cañón?

Esta entrada, estas palabras compartidas, surgieron a raíz de la conversación que mantuve anoche, por teléfono, con mi nieta mayor, para 16 años, y antes con la más pequeña y sus cosas, 9.

De la primera extraje la tranquilidad, la seguridad de como enfrenta cada día la situación que vivimos. Tal vez más de lo que ella misma sea consciente.

Varias horas por la mañana de estudios desde casa conectada con su andereño (maestra) y demás compañeras. Conexión telefónica, vídeo llamadas con sus amigas. En casa, sabiéndose rodeada, y querida, de toda la familia. Si bien cada uno en la suya. Viven en el corazón del valle… A la sombra del Anboto. Toda la naturaleza las rodea. El silencio también. No hay bullicio fuera de casa. Solo los sonidos naturales de la zona.

Hoy le hablaré del «círculo»… en su vida!