Bonita
mañana ésta de primero de Octubre. Una fina lluvia parece
querer recogernos a todos en su abrazo… Bienvenido éste dada la
escasez de la que muchos, casi todos, hacemos gala… Y no creo que
el “tener las manos ocupadas en el móvil y las redes sociales”
sea la causa.
Cierto
es que si bien esta muestra de la naturaleza es hoy “fina” y por
ello aceptable, no lo es menos que necesitamos aguaceros que
devuelvan los pantanos y con ellos el suministro de agua a cotas de
normalidad.
¡Y
es que la Naturaleza es una siempre! Y es solo nuestra capacidad
de andar escogiendo lo
que es bueno o no la que determina, ¡para cada uno!, (se
tiende a pensar que es general para todos, ¡y no es así!) esa
realidad que define cómo enfrentaremos el día, la situación tal,
el encuentro con alguien, el trabajo, etc., de una manera
determinada… y no, casi nunca, de la más natural.
Atento
a la conversación que dos mujeres, sentadas frente a mí en el
autobús, llevaban sobre cierto tema, no pude menos que preguntarme
qué para cuándo el sentido común y el “bienestar del niño”.
Palabra ésta de la que se les suele llenar la boca a quienes menos
lo practican.
─No
le entiendo…
─¿Qué
es lo que no entiende?
─Eso
del bienestar del niño que, según da a entender, no es así…
─Bueno…
no quiero parecer drástico pero, ¿tiene usted hijos, nietos, se ha
separado/divorciado alguna vez? ¿No?
─Pues
no…
─Entonces
podría decirse que, tal vez, ignora usted que los hijos y nietos,
cuando son pequeños se/los convierten en la más “eficiente
estaca” con la que atizar a la otra parte del conflicto.
─¡Hombre,
no irá a decirme que esto es así siempre! Conozco casos en los que
las relaciones entre los adultos son de lo más natural. Y prima ante
todo el respeto mutuo y el bienestar de los más pequeños… Ahora
bien, no voy a negar que puede que haya casos como el que describe…
El
pequeño Andrés vino al mundo, creí entender, en 2010. Sus padres
poco tiempo después se separaron. Vive con su madre y abuela. Tiene
tías, tíos, primos, etc. Y… un abuelo!
Abuelo
al que no ha visto nunca y, no me quedó claro en lo que oía, no sé
si ha oído hablar de él alguna vez.
El
caso es que éste ha iniciado los trámites para poder verle y
contactar con el pequeño. Según comentaban las dos mujeres intentó
hablar con madre y abuela. ¡Infructuoso!
─¡Aquí
no tienes nada que hacer! ¡No te has preocupado nunca del niño y
ahora vienes a molestar pretendiendo verle!
─¿Tan
pobre es tu vida que tienes que venir a molestar ahora con lo del
niño?
Esta
es, tal vez, la frase que pronunciaron y que más me impactó. Se
adivina en ella, no el interés del pequeño, sino una reacción
visceral de quien pretende dañar, y ello por motivos personales.
“Tan
pobre es tu vida”, es el intento de atizar con el niño/estaca a
otra persona. En este caso su abuelo. Y por lo que he podido
averiguar, todas las sentencias judiciales habidas en
estos últimos años, desde que se impuso el derecho de los abuelos y
nietos a relacionarse, el
98%, dan la razón y el amparo a estos.
¡Me
consta que ambos acabarán encontrándose y disfrutando juntos de sus
experiencias! ¿No han venido a este mundo para esto, acaso? Y servir
de lección a ellos mismos y a otros…
¡La
vida es, cuando nos detenemos a contemplarla, o sencillamente la
vivimos, bella!