“Destino
o libre albedrío?...
Creo
que somos libres en nuestros actos, aunque tantas veces, creamos que
nos equivocamos…
Visto
así, es puro fatalismo, que nunca he compartido.
Un
abrazo, en la cercanía, Ernesto.”
Socorro de Luis.
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“Para
qué preocuparse, lo que tenga que ser será, queramos o no, así que
en aquello que dependa de nosotros, por ejemplo en el vivir,
decidamos y seamos libres de elegir.
Besos.”
Conxita
Casamitjana.
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Leídos
todos los comentarios que habéis dejado en la entrada anterior, y no
siendo habitual que comente casi nunca, sí en esta ocasión quisiera
hacerme eco de dos aparentemente contrapuestos.
Socorro
se pregunta si hay “destino” o “libre albedrío”… Y
sentencia que, visto así, ¡sería puro fatalismo!
Conxita
sin embargo afirma, con relativa seguridad, que no debiera haber
pre-”ocupación”. (“ocupación”
antes de tiempo. “ocupación”
antes de que “suceda”… Lo que no está nada claro que vaya “a
suceder”… eso
que puede que solo esté en tu pensamiento.)
Y
termina con: “en lo que dependa de nosotros, en el vivir cotidiano,
seamos libres de elegir”.
─Y
usted qué piensa sobre todo esto?
─Bueno,
en el caso de Socorro, comprendo que su expresión de “fatalismo”
puede estar basada en la “moneda”…
─¿Moneda,
qué moneda?… ¿Ya está con sus juegos de prestidigitación,
sacando monedas de las orejas del público?
─No,
claro que no. Lo que quiero señalar es que Socorro no ha puesto
sobre la mesa más que dos alternativas. Una u otra. Cara o cruz. Y
claro, debía escoger una u otra. De ahí lo de la moneda.
─¿Y?…
─Conxita
sentencia, a mí modo de ver y consciente de que no existe fatalismo
alguno, que “lo que tenga que ser será, lo
queramos o no”.
Y prosigue con determinación que “decidamos
y seamos libres”.
─¡Vaya,
aquí sí parecen darse las dos caras de una misma moneda! ¿Quién
tendrá la razón?
─Posiblemente
ambas. Pues ambas se expresan desde sus propias realidades…
Pero ello no supone contradicción alguna.
─Pues
no lo parece. Dos pensamientos tan contrapuestos…
─Permítame
una pregunta, ¿ha soñado alguna vez que volaba? ¿Me refiero a
volar usted con su cuerpo, con los brazos extendidos o así?…
─Bueno,
alguna vez sí, hace años… Y fue muy gratificante sobrevolar los
tejados de las casas, las calles, el pueblo...
─¿Fue
consciente de la contradicción
que suponía transgredir
la ley de la gravedad?
─¡Pues
no, en absoluto! ¡¡Lo
experimentaba como la cosa más natural!! Ya
le digo, sorprendente y gratificante.
─¿Y
cuándo despertó, cuándo volvió a la realidad, qué pensó, qué
sintió?
─Fui
consciente del sueño maravilloso
que había tenido… Y a su vez consciente de haber despertado… a
mi realidad cotidiana!
¿Es
la realidad cotidiana el sueño de una realidad más profunda (real)
a la que todavía no hemos despertado?
Si
fuese así, ¿tendría sentido el “destino” o el “libre
albedrío” en este "soñar" al que conocemos como "realidad cotidiana"?
¿Imperó
en el “sueño del volar” alguna de estas dos opciones?