domingo, 28 de junio de 2015

"...le concedes la misma importancia que un niño a su vejez."


Esta frase, del relato Los círculos del viento, de la autora canaria Carmen Marina Rodríguez Santana (Aldonza Laugh), ha traído a mi mente la no relevancia del tiempo.

¿Cuando fui consciente del tiempo?. He recordado dos momentos en mi vida. Tal vez tres.

El primero fue faltando poco para cumplir los 30 años. De pronto me vi con 30... que sumados a otros 30 daban 60. ¡Toda una vida!, pensé. ¡Y me quedaba casi todo por hacer!

Ignoro cómo son las crisis de los 40 o 50, pues no las viví, pero ésta me duró el tiempo de cumplirlos. A los pocos días de hacerlo, ese paréntesis de esos otros 30 años había desaparecido. Quedando todo un espacio libre de compromisos de tener que cumplir o no ¡todo lo que me quedaba por hacer!

El segundo “flash” lo tuve en el mismo escenario que el anterior. En la conversación con un grupo de amigos. Fui consciente por primera vez del paso del tiempo cuando estaba relatando algo que me había sucedido 25 años atrás, de cuando tenía 15.

Hoy tengo 66 y no es que le dé relevancia al tiempo, que no se la doy, es que este concepto ya no está en mi vida.

Si bien he de reconocer que es el paso del tiempo, y las enseñanzas de Sri Nisargatta Maharaj quienes me han llevado a este punto.

Usted no es ni el cuerpo ni la mente, ni los pensamientos ni los sentimientos, ni el tiempo ni el espacio. Nada que pueda señalar es usted”.

Usted es la Realidad Absoluta”.
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Saber que eres prisionero de tu mente, 
que vives en un mundo imaginario que tú mismo creas, 
es el principio de la sabiduría...". 
Sri Nisargadatta Maharaj.

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domingo, 21 de junio de 2015

La mirada de un niño...


Hoy puedo ver en la mirada de mi nieta Ziara, 4 años, la mía de un ayer que cada día se hace más hoy... Al desprenderse conceptos y valores que pertenecen al mundo de los “adultos”. Ese al que se dirige... ¿Se pierden estos con los años o se gana en sabiduría natural?. ¿Despierta uno a la realidad real?. La respuesta simple sería ambas cosas. Si bien es mucho más, pero para una mañana de domingo intrascendente puede valer.

En ese paréntesis que pueden representar esos 4/66 años, 10/60 o 20/50, se desarrolla lo que se conoce como, “la vida es así”. Una sucesión de hechos, vivencias y experiencias que suponen el currículum vítae de cualquiera de nosotros. El engranaje de lo que se conoce como sociedad, mundo civilizado, humanidad, progreso, etc. Y cuyas metas y valores son, se pretenden, inculcados a esos 4 años. Pero después, cuando sales al mundo, de la adolescencia, laboral, social, en casi todos sus aspectos, no preguntes por ellos porque casi nadie sabe donde están...

Estando frescos todavía en la mente y conciencia de los jóvenes, empiezan a marchitarse por falta de uso. Y la adquisición de los “auténticos”. Que les permitirán desarrollarse en el mundo “real” que, con la mejor de las disposiciones, les fueron ocultados.

¡Y quién esté libre... que tire la primera piedra!.

Lo señalado anteriormente no está en la categoría de lo negativo o determinado. ¡En absoluto!. Sería más bien al contrario. Llamar a las cosas por su nombre... Si no las nombras, ¿cómo las vas/van a reconocer?. El juego de, “¿qué hora es, manzanas traigo?”, aplicado a dar respuestas o lecciones a nuestros hijos que por que son pequeños “no las van a entender”, “ya les enseñará la vida”, etc., sólo perpetuaría la práctica del avestruz, que en lo que a enseñanza vital se refiere, ¡cum laude!.

Y para muestra, la educación sexual que recibiste, diste y, sino sabemos hacerlo mejor, darán!.

El problema final no es tanto lo que pretendemos enseñar, sino la ignorancia de lo que nosotros mismos debemos aprender... todavía!!.

miércoles, 17 de junio de 2015

La puerta...

Todos sabemos lo que es una puerta. Algo que se abre y cierra. Que permite el paso de un espacio a otro. Sin modificar, sustancialmente, a lo que pasa. Antes estaba aquí, ahora está allí!. Pero el objeto, la persona, el ser que lo habitaba, ¡sigue siendo!. Principalmente porque es el mismo que, tiempo antes, ya realizó el paso de allí a aquí!. Y por la misma puerta que hoy, tal vez, ha cerrado a sus espaldas.

Cuando la puerta se abre en un sentido, de llegada podríamos decir, todo son parabienes, felicidad, risas y proyectos de futuro... Cuando, una vez finalizados los proyectos reales de quien así los escogió en el otro lado, el ser, la persona real, abre la puerta en el otro sentido, el de partida, la pena, la tristeza y el llanto, se apoderan de quienes todavía se quedan aquí.

Bastaría un sencillo saber para que ese momento, tan natural y simple como lo fue el nacer, supusiese, no digo ya alegría, que también si realmente comprendiésemos el proceso, tranquilidad, sosiego, serenidad... cogimiento de las manos, palabras sencillas y dulces. Acompañamiento responsable. Teniendo en cuenta las necesidades reales de la persona que decidió partir ya!.

San Agustín señalaba que "no es la muerte la que crea temor sino la pompa que la acompaña". Y por pompa hay que entender todo ese ceremonial de silencio, oscuridad, llantos y tristezas. ¡Tragedia!. Que acompañan a quien, en su fuero interno, aunque parezca que ya no está, simplemente parte.

¿Dónde están las necesidades básicas de quien realmente es sujeto del momento más fundamental de su vida?. ¿Dónde?. Que nadie parece tener en cuenta!.

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Cuando mi amigo Antonio me comentó que al día siguiente, domingo, iba a ir al cementerio a llevar flores a su madre,
le respondí: no sabía que hubiese muerto...

Bueno, hace ya ocho años..., pero voy todos los domingos, me respondió.

Antonio..., ¡ahí no hay nada!.

El lunes, estrechándome la mano, me daba las gracias. ¡No volvió nunca más!
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jueves, 11 de junio de 2015

Aquel ayer del 52...


La tarde, gris y lluviosa, lo mantenía tras los cristales mirando el vuelo de las golondrinas que anidaban bajo el alero. Los interminables van y vienen, las rápidas piruetas que ejecutaban volando unas tras otras, llevaron su mente a otras épocas. De cuando era niño. Y su madre estaba en su vida...

Hoy recuerda la primera noche que durmieron todos en Santa Marta del Tormes. Sus padres, su hermana pequeña y él, todos en el colchón que se habilitó en el suelo pues no hubo tiempo de montar las camas. La casa tenía un largo y curvado pasillo que desembocaba en la habitación grande.

Por ese pasillo corrió esa misma noche hacia ellos un toro bravo en el sueño que hoy vislumbra con la misma nitidez que aquel día. Otro sueño de aquella época, que quedó arraigado entre los pliegues de la memoria, es en el que le perseguían unas brujas por la era de la trilla y se dejó deslizar por el pequeño terraplén en el que solía jugar. No tiene constancia hoy de haber sentido miedo en ambas situaciones. Quiere más bien recordar que las vivió tal cual!.

Miedo sí paso otro día, que también está ahí pero que no suele aflorar... en el que la vida se descubrió a sí misma mostrándole, como a Jesús en el huerto de los olivos, cual sería su devenir...

Hoy todo está perdonado, y olvidado. Hay incluso un respeto y un cariño que, incomprensiblemente, surgió, ya en el clarear de sus sienes, de alguna parte profunda de su corazón. Y como el río de la vida que hoy baña sus pies en el valle, dejó fluir en armonía.


Las golondrinas de aquel ayer, tras reunirse posadas sobre unos cables en un frío día de invierno, todas juntas emprendían el vuelo a tierras más cálidas. En casa, el brasero que su madre siempre preparaba, acogía con calor a quienes se sentaban alrededor de la mesa camilla