viernes, 29 de marzo de 2019

Sabiduría.


Inteligente es aquel que sabe a donde quiere ir. Y más inteligente aún es el que sabe a donde ya no tiene que volver.

miércoles, 27 de marzo de 2019


Ayer se ha visto en la tv al Papa Francisco recibiendo y saludando a un grupo de fieles, se supone que lo son, con la sonrisa de la cercanía y la afabilidad que le caracteriza.

Estos, los “fieles”, protagonizaron, uno detrás de otro, el lamentable espectáculo de forzarle a retirar su mano cada vez que intentaban besarla, a ella o al anillo papal. Y también a obligarle a levantar al que hacía ademán de arrodillarse ante él…

Dándose la circunstancia que algunos viendo como al precedente le retiraba la mano, cuando le tocaba a él hacía gestos más forzados para retenerla e intentar besársela.

¿Pero a qué juega esta gente católica?

Explicaba el comentarista que al Papa, en un gesto de humildad, no le gustan estas parafernalias “tontas” y trasnochadas de la iglesia.

¿Es ésta la imagen, el concepto, que tienen los fieles de su iglesia? ¿Las bambalinas, el colorido, la música, las vestimentas litúrgicas en las misas, etc.?

¡Triste espectáculo! Y no solo el protagonizado en esta ocasión. Son estas actitudes, algo bobaliconas de los fieles, o integrantes de la iglesia, quienes conforman, dan forma, a la iglesia actual…

Que no toda, evidentemente, pero sí en un lamentable porcentaje, aparece reflejada en la prensa día sí y día también.

Es este servilismo devocional de los creyentes quien a, si no propiciado, está claro que no, sí permitido por su falta de criterio y realismo, seguidismo perruno de las cosas de la iglesia, los casos más flagrantes denunciados en prensa, juzgados, etc.

Cierto que la cosa no me toca ni de cerca. ¡Con su pan se lo coman! Así son ellos. ¡Así la iglesia que los representa!

sábado, 23 de marzo de 2019

...abracadabra.


Si ahora mismo cayese un alto y frondoso árbol a tu lado, produciría un gran estruendo.

Si este mismo árbol cayese en una isla desierta en la que no hubiese ningún ser humano o animal, es decir, nada que tuviese oídos para “oír” el estruendo, ¡no se produciría sonido alguno! No quiero decir que no habría nadie para “escucharlo”. ¡Afirmo que no se oiría nada de nada!

¿La razón? ¡Simple! El sonido no lo produce el árbol que cae, el pájaro que canta o las olas rompiendo en la playa. El “sonido” lo produce tu tímpano al recibir las vibraciones del árbol caído, el pájaro o las olas.

Si no hay tímpano que "oiga", ¡no hay “sonido”!

Tal vez no habías caído en la cuenta de esta realidad… Crees que hay estruendo en la isla, pero que al no haber “nadie”, nadie oye. Pues ya ves que no.

Y lo mismo sucede con otras “realidades” que percibes, o más bien crees percibir, pero que en realidad son otra cosa. ¡¡Y éstas sí son reales!!

En el valle donde vivo hay tres iglesias con sus correspondientes campanas. Unas no dan la hora, otra sí la da pero suena a rota, está rota y su sonido es muy característico, y las últimas, las más grandes, las que están en el campanario principal, pues... se las “oye” y no se las “oye”.

Si dan las nueve oirás nueve campanadas pero las campanas no se mueven…

¿Ya empezamos con los misterios? ¿No querrá decir que las hacen sonar “sorgiñak”? (Las brujas en el País Vasco. Zugarramurdi, el pueblo donde la inquisición de la iglesia quemó a varias mujeres acusándolas de brujería)

En absoluto, es solo que la iglesia decidió sustituir las campanadas naturales por un aparato electrónico que reproduce el sonido. Es decir, usted “percibe” el sonido de campanas y “supone” que las campanas suenan, pero no es así. 
¡No existe lo que usted cree que existe! Y puede que hasta "suenen" mejor que las auténticas campanas... ¡Pero no son reales! ¡No existen!

De estas "realidades" percibidas como reales, pero que no son, está el mundo actual sobrado. Si no pones atención a lo que llega hasta ti, lo que otros pretenden que percibas como ellos quieren, estarás comulgando con ruedas de molino!

viernes, 8 de marzo de 2019

...las tejas.



Eso tan usual en nuestras vidas, ayer más que hoy, desde luego. Me viene al recuerdo mis años de dependiente en unos grandes almacenes de Madrid. Había unas ventanas que daban a los tejados de la vieja ciudad. Estaban más bajos que la planta desde donde los contemplaba… ¡Me encantaba aquella imagen de “antaño”, aquel sabor de hogar bajo aquellas tejas rojas, aquellas autopistas para gatos…


Estaba el señor Don Gato
sentadito en su tejado
marramiau, miau, miau,
sentadito en su tejado.

Ha recibido una carta
por si quiere ser casado
marramiau, miau, miau,
por si quiere ser casado.

Y no digamos las tejas de los múltiples pueblos de Castilla la Vieja, Andalucía la blanca, la celta Galicia, sus hórreos, cuadras, cobertizos, casonas, iglesias, etc.

¡Las tejas!

Donde resguardarse de las inclemencias del tiempo. Bajo ellas, entre sus resquicios anidaban, anidan, sobre todo en los pueblos, gorriones, golondrinas, vencejos y otras aves del campo. Por donde corría la lluvia en los días de aguacero o caía el imperceptible “calabobos”…

¡Las tejas!

Ellas, sencillas, humildes donde las haya, imprescindibles en la formación de aquellas agrupaciones de gentes, pueblos entrañables, en los que hemos vivido, o pasado de largo pero, en muchas ocasiones, dejando huella en lo profundo de nosotros.

¡Las tejas!

Esas que ayer vi echar en falta en todos los “sin techo” que, más que nunca, aposentaron sus reales en las calles de mi ciudad, con la mano extendida pidiendo una ayuda... para comer!

Unos de aquí, otros de allá, unos "trotamundos" indómitos, otros desarraigados de sus entornos habituales, familiares, etc. ... Donde nacieron, crecieron y formaron, tal vez, sus hogares bajo tejas rojas... como las tuyas. Que hoy ya no están sobre sus cabezas!

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¿Podríamos vivir lo que ellos experimentan hoy?... ¿No?
¡Ellos tampoco lo creyeron!

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