Los vencejos. Bruno Liljefors. 1886. |
“Día a día, a medida que avanzo hacia la incierta meta, voy notando –y hasta ahora a nadie se lo he confesado- cómo en el cielo resplandece una luz insólita como nunca se me ha aparecido ni siquiera en sueños.”
Dino Buzzati – Los siete mensajeros
Sin nada especial que decir hoy, y poco más en el pensamiento, por lo menos a estas horas tempranas, leo en el blog de Ildefonso Robledo – Photo, una frase en la que me recreo unos instantes. Frase que a su vez me recuerda al “pequeño” pastor, Abenamar, así lo llama su mujer Izcai, en el libro “El pastor y las estrellas”. Abenamar deja su hogar un día y va en pos de una estrella que brilla especialmente en el firmamento. ¡Su estrella!
Ambas reseñas señalan lo mismo. Una luz insólita, una estrella que brilla especial.
¿Tenemos, tenéis, los que ahora leemos estas citas una luz que resplandezca insólita o una estrella particular marcando camino en nuestras vidas?
El vuelo rasante de los vencejos que anidan debajo de las tejas en la casa de enfrente al pasar raudos por delante de mi ventana, me distraen brevemente… Y ello, creo, minimiza en parte el impacto que la frase de Dino Buzzati creó en un principio.
Saboreo el primer té de la mañana y… sin saber muy bien por qué es mi nieta Ziara, con sus once años de vida, quien ocupa brevemente mi pensamiento… Nada relevante a tener en cuenta. Simplemente ha pasado por él...