Hoy, último día del año, víspera del primero, en realidad si te fijas bien, no son más que uno y el siguiente…, se suele “tirar la casa por la ventana” en esto de las celebraciones, felicitaciones y deseos de un tiempo mejor. Que no voy a negar necesario.
Pero hay en ello, creo, algo… ¡cómo decir!… ¿irreal?
─¿Irreal?... ¡Pero qué dice hombre de Dios! Cómo va a ser irreal está explosión de alegría, vivacidad, buenos deseos…, olvido del ayer y, ¿ansias de un mañana mejor?
─Bueno, la frase le ha quedado bordada… Pero ¿dígame, qué realidad puede haber en la simple exposición, exclamación, de buenos deseos dos o tres veces al año? ¿No diluyen los talantes de cada uno, la forma de entender la vida, las realidades vividas por la mayoría, el resto de los días… hasta la siguiente “celebración”?
─¡Quite quite!… ¿A qué viene aguar la fiesta de estos días especiales? ¿No ve la necesidad que tenemos todos de olvidar, siquiera por unos días, este “annus horribilis”?
─No niego la realidad vivida por tantos y en tantas facetas de la vida de la gente, solo pienso que encender luces de neón, hoy, mañana se apagarán, bambalinas y cartón piedra, no resuelve nada sustancial… Y cabría compararlo, tal vez, con los cuentos que de niños nos contaban.
─¿Tampoco valora los cuentos?…
─¡Claro que los valoro! Trato de hacerlo en su justo término. Se los he contado a mis nietas muchas veces… en sus edades correspondientes. Lo que no tendría sentido es que hoy, a sus 9 y 16 años, siguiese haciéndolo.
─En eso estoy de acuerdo con usted… Cada edad sus circunstancias. Pero no me negará la ilusión que les hacía aquellos cuentos.
─No, no se la niego. Y hasta la considero relevante en aquellas edades… Pero que a día de hoy los adultos intenten revivir aquellos momentos felices, aquellas ilusiones, ficticias, en vez de ser conscientes, de una vez, de sus propias realidades, cuales quiera que sean, creo que no ayuda en nada a nadie.
Esconder la cabeza debajo del ala o subirse a la noria de la vida que gira y gira sin ir a ninguna parte, solo sirve para perpetuar la situación… de confusión. De falta de realidad.
Y si no vislumbramos la Realidad, aunque sea en nuestra imaginación, si ni tan siquiera pensamos que pueda existir, más allá del valle de lágrimas que muchos juzgan como normal, ¿cómo vamos a ir en pos de ella? ¿Cómo lograr obtenerla?
─Bueno, ¿ha intentado pedírsela a los Reyes Magos?
Disfrutad de la noche y de la cena. Y si recordáis algún villancico, cantemos!