lunes, 27 de enero de 2020

La tarde caía...



Un poco hastiado de tanto cacareo sobre cierto tema «educacional» que cierta política está ondeando como estandarte de la defensa de los valores patrios y de potestad de los padres sobre los derechos de sus hijos a una educación, no solo plural y natural, sino acorde con los tiempos actuales y, sobre todo, respecto al propio niño y sus circunstancias, que las tienen, me ha hecho evadirme a tiempos pasados más tranquilos...

De cuando yo mismo era niño. 

Y han surgido en mis recuerdos, la noria, el pozo, la huerta… ¿Cabe mayor naturalidad? Tres elementos, entre otros cientos, que antaño eran no ya fundamentales sino imprescindibles.

En mis años infantiles conviví con ellos de manera natural. ¡Estaban ahí! El pozo en mi casa, y las norias y las huertas repartidas por todas las fincas de alrededor…

Y sin embargo hoy, sobre todo la noria, pieza de museo, o protagonista central de algún poema de Machado. Las huertas, todavía abundan sobre todo en las zonas rurales, y los pozos, así así.

Quédome, pues, en aquellos tiempos… 1954, más menos. Y en las entrañables «tardes» de A. Machado.


La noria.

La tarde caía
triste y polvorienta.
El agua cantaba
su copla plebeya
en los cangilones
de la noria lenta.
Soñaba la mula
¡pobre mula vieja!,
al compás de sombra
que en el agua suena.
La tarde caía
triste y polvorienta.
Yo no sé qué noble,
divino poeta,
unió a la amargura
de la eterna rueda
la dulce armonía
del agua que sueña,
y vendó tus ojos,
¡pobre mula vieja!...
Mas sé que fue un noble,
divino poeta,
corazón maduro
de sombra y de ciencia.

...claridad.

Hércules en la encrucijada, de Annibale Carracci (1596). Museo de CapodimonteNápoles.
Ilustra el mito de la elección de Hércules joven entre el difícil, incómodo, empinado y escarpado camino del conocimiento y el fácil y placentero, pero engañoso y estéril, de la ignorancia.

Se le veía casi todas las tardes, antes del anochecer, sentado en la hierba a la orilla del río tocando con dulzura el caramillo… Pequeño instrumento musical que, alguien le oyó decir un día, le había regalado Amenabar, el pastor de las estrellas.

Con la espalda apoyada en el tronco de la higuera, permanecía hasta que la oscuridad vestía de negro la verde campiña.

Las gentes del lugar aseguraban que hasta los búhos y los autillos guardaban silencio mientras el desconocido no dejase de tocar.

Había aparecido un día, tras bajarse del autobús, con su mochila al hombro… Nadie sabía su nombre. Todos le conocían como «el hombre de ciudad».

Alguien le preguntó, mientras compraba una barra de pan, que qué hacía por aquellos lares… A lo que éste respondió:

He querido aislarme de la cacofonía creada recientemente en la ciudad, de manera artificial, sobre el “derecho de los padres a escoger la educación de sus hijos”.

Y dejaré, antes de volver, que amaine la «fiebre» que tanto revuelo ha causado en parte de la ciudadanía…

Ciudadanía que, si algo destaca en ella, es la claridad con que defienden, apoyan y alaban el derecho de los padres a decidir la educación de sus hijos.

¿Alguien ha puesto en duda o riesgo tal derecho? Preguntó una anciana detrás de él... Volviéndose hacia ella con una sonrisa le dijo: ¡desde luego que no!

domingo, 26 de enero de 2020

El silencio es más necesario que las palabras sin sentido...



Me he levantado temprano, a eso de las siete. He visto por la ventana que estaba nublado, el suelo húmedo y la calle desierta. He abierto el ordenador y he empezado a leer algunos blogs de amigos que no había tenido tiempo de hacerlo. Y por ello, no comentar sus trabajos. En ello estoy. Son las 8:57, y al ir a levantar las persianas, descubro que una densa niebla lo ha cubierto todo. Caliento el té, que se había quedado algo frío en el cazo, e inicio esta entrada. No quería perder este instante sin dejarlo reflejado… El silencio de la casa, la calle, el pueblo todo, es total.

Sigo con la lectura de los blogs…

Terminados mis “deberes” retomo este texto para descubrir hasta donde llegará… Son las once y luce un sol y un cielo azul espléndido.

Quienes escribimos, nos leemos y comentamos por estos espacios, la mayoría lo hacemos en sintonía con el “otro”. Quien nos lee, nos comenta, o no, y mantenemos el juego y la buena cordialidad. Y sobre todo el respeto por lo leído y quien lo comparte, publica.

Es cierto que no siempre estamos en el mejor momento, inspirados, sensibles a lo que el “otro” expresa o necesita de nosotros… En lo que conozco, en el tiempo que llevo en esto, en la mayoría de los casos sí que se da esa concordancia entre ambas partes. ¡Pero no siempre!

Y no es lo mismo que alguien publique una receta de cocina o lo bien que le salió el postre al horno, que puede que no encuentre correspondencia a su entusiasmo, y esto otro que señalo a continuación.

Una amiga mía, y de muchos de vosotros, nombre no voy a dar, si bien no será difícil saber de quien se trata, vive una situación anímica de gran calado. ¡De intenso dolor en su mayor parte! Aún así encuentra la fuerza, no siempre, de leernos, comentar y publicar sus propios trabajos. Y lo hace, todo, con gran sensibilidad y belleza. Y sobre todo con una gran franqueza.

Y necesidad de ser comprendida! Y por ello, no debiera de encontrarse en su espacio de “Comentarios” palabras como las que le hacen decir:

A veces escucho que no me esfuerzo
o que yo soy la que quiero estar así
y éso aún me hunde más...”

lunes, 20 de enero de 2020

...esos traviesos gorriones.



Es curioso, tenía algunos temas sobre los que decir algo, sin mayor trascendencia que la de abrir la boca y, cual gorriones espantados, han volado.

Por temas pendientes hay que entender cosas que te llegan al pensamiento, algo que ves, te motiva, etc., y decides compartir… O por lo menos uno escribirlas.

Y aquí estoy, en plan doméstico. Recién tomado el té verde, algo de fruta, revisando unos documentos que hay que firmar hoy, haciendo tiempo para la ducha…

Llega un wasap: “Disculpa, creí que hoy era domingo… A las once no puedo acudir. Solo a las cinco de la tarde.” “Ok jeni. Nos vemos a las cinco.”

Envío otro wasap a quien también tenía que acudir a la primera cita: “Se pospone para la tarde.” ¡Todo en orden! Más tranquilidad.

¡La vida es así! La vida es…

Iba a decir bella pero…, tal vez no todos la vean así. Tal vez hoy, y solo por hoy, no todos la sientan así. Además, eso de «bella» no deja de ser más que una palabra formada por las ¿29? del abecedario. Su significado real, no será el mismo para todos.

Lo cierto es que desde que me he levantado, a las siete, y son ya las 8:20, no ha habido cambio alguno que haya hecho ondular, aunque fuese ligeramente, las aguas quietas de mi mente, o las profundas del plano emocional. ¡Todo inalterable!

Claro que si sopla el viento cuando salga a la calle, me despeinaré.

martes, 14 de enero de 2020

¡Bravo bravo bravo! ¡Avanzamos!

Aquella Ibiza que ya no es...


Sin pertenecer a ninguna opción política, hoy, ayer «radical», pero con amplio conocimiento de la realidad de este país, del mundo y demás, ciudadano de pleno derecho, pero que no participa, hoy, en las elecciones, no puedo dejar de alegrarme por el avance que supone que, por fin, un grupo de personas tengan las manos libres para dirigir este País.

Fiel reflejo, en su mayor parte, de la decisión de la mayoría de ciudadanos.

Este domingo paseaba por el monte con un amigo. Dentro de la generalidad de los temas de conversación que llevábamos, comentó, como tal vez muchos harían, sin más sentido que el de abrir la boca por no callar, lo delicado del tema de las pensiones… Y expresó, como harían muchos, su temor a que llegase un día en que no se pudiesen percibir. Es una persona de unos 40 años.

Le atajé antes de que siguiese, no soy de esa línea descendente, y le hice un gesto con la mano como marcando una raya entre ambos. Y le dije: ¡Yo sí la cobraré hasta el último día de mi vida!… De ti no lo puedo afirmar pues expresas dudas…

En clara alusión a que, si siembras miedos, acabarán apareciendo las causas que te darán la razón de ellos.

El sonido de algún que otro cuervo, urraca y pollino, cosa natural en la campiña, no nos impidió disfrutar de un espléndido día de sol, un rico caldo en Amillena al mediodía y una tarde tranquila.

Cuantas veces me embarqué, de niño, en el barco que nos llevaba de Mallorca a Ibiza todos los veranos, jamás puse en duda, ni caer en la cuenta, que la tripulación, con el capitán al frente y el propio barco, no fuesen a llevarnos a buen puerto.

No, graznidos no se oían en la travesía. Solo la brisa del mar…

viernes, 3 de enero de 2020

...nos-otros!



Siendo todos los árboles «árboles», no hay una copa, de árbol, igual a otra.

La diversidad del ser humano, implica la diversidad de «percepción» de cada uno. Percibimos, y reaccionamos, «vivimos», a lo percibido.

Al dormir, por las noches, todos estamos «durmiendo», y sin embargo lo soñado, lo «vivido», no es igual para todos.

De lo señalado más arriba cabría deducir que, de las distintas percepciones, de cada quien, surgen las diversas expresiones…

Que, generalmente, se plasman, entre otros, en estos espacios de comunicación, interacción, encuentro, compartir, etc.

Y todo ello, o la mayoría, la consabida “oveja negra” siempre está presente, bajo el paraguas del respeto, la comprensión del otro, la consideración, aceptación, etc.

¡El otro! (Nosotros mismos un poco más allá).

No se trata de hacerles sitio en nuestras camas o en nuestras mesas (más allá de las palabras ocasionales de «ayuda» que solemos emitir ante hechos puntuales de cierto dramatismo, que los medios de comunicación se encargan de “magnificar”), pues no habría camas o mesas suficientes para albergarles a todos…

Es más bien, creo, lo que se pueda hacer, puntualmente, sin que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha, ante una situación concreta, cercana, que pueda surgir ante ti. Que puede darse en tu escalera, esquina de la calle, barrio, comunidad… y poco más.

¡No necesitas recorrer el mundo! ¡No es tu caso! Puede que sea el de otros, respétalos, pero no te impliques en algo lejano que no puedes abarcar...

¡La vida es así! Cuando somos capaces de «percibirla», y vivirla, así.

miércoles, 1 de enero de 2020

sacapuntas...

Abubillas.


He ido a apuntar en el cuaderno/bloc que siempre me acompaña en la mesa desde la que tecleo, algo para hacer después… No encontraba el BIC y cogí el lápiz, ¡vaya, no tiene punta! Me dirijo al mueble y saco un sacapuntas. Muy sencillo, básico y económico. Y además bonito. Tiene un color amarillo “piolín” que destaca. Recuerdo que entre otros colores que había en la tienda escogí éste.

Empiezo a girar el lápiz y salen las primeras virutas de madera… Con esa forma tan característica de siempre. De cuando éramos niños. Y no había bolígrafos.

Y los recuerdos afloran… Palma de Mallorca, cuatro casas perdidas entre campos de labranza, caminos de tierra, almendros, flores silvestres, rocío sobre la hierba en soleadas mañanas en las que, creo, que contaría con cinco años, me dirigía solo desde casa a la escuela en el convento de las monjas.

De aquellos almendros de corteza rugosa, con algún que otro agujero en su tronco, que permitía anidar en ellos a las abubillas, cuántas crías no saqué, para observarlas, con su consabida sarna, eso decían las madres, y volvía a dejarlas, me entretenía cogiendo la resina que rezumaban…

Aquellos aromas de campo, de vida natural, de sonidos entrañables hoy, los pájaros, el rebuzno de algún burro, los ladridos de los perros al pasar ante sus verjas, el carro de los labriegos… El canto de alguna mujer mientras lavaba la ropa en el patio, el sonido de la polea que hacía girar la cuerda cuando se sacaba agua del pozo… Agua que te ofrecían con gusto cuando desde el otro lado del murete de piedras que rodeaba sus casas, desde el camino, se la pedías.

Ahora mismo tengo a una monja presente, joven, que sentada en aquel pequeño altillo que le permitía observarlo todo, y sin levantar la vista del ganchillo que estaba haciendo, asombrado, la escuchaba decir: “Ernesto, saca el dedo de la nariz”.

¡Pero si no miraba, cómo es que me veía! No lo comprendía. Máxime cuando yo si la miraba para poder practicar libremente la espeleología nasal jajjajaajjaaja…

Pues sí que le ha dado de sí un sencillo sacapuntas… Tengo la impresión de que si siguiese escribiendo, y le veo inspirado, podría sacar hasta un pequeño libro de relatos infantiles.
¡Hombre, no diría yo tanto! Pero sí que ha surgido esta inspiración, y posterior recuerdo, mientras colaba el té verde de la mañana. (Y gracias, eso también, a mi amiga Alís. Que al abrir el ordenador me he encontrado con su felicitación entrañable… Lo que ha permitido que se mitigase en su mayor parte, cierto talante con el que me había despertado).
Pero sí (4º «sí» en poco espacio) que me hago eco de su “sencillo sacapuntas”.

Empieza, eso dicen la mayoría, un año nuevo. Yo no veo más que un día más. Ayer, 2019, hoy, 2020, y mañana, ver venir!

Que empiece, en mi caso, y debería ser extensible a muchos, con algo tan ¿sencillo, natural, necesario, eficaz, colorido, agradable, etc.?, como es un sacapuntas, debiera ser preludio de «sabiduría».

¿Sabiduría, un sacapuntas?… No sé qué quiere señalar…
Sí hombre, un sacapuntas, natural y necesario, cuando se necesita, en contraposición a toda esa “sabiduría” actual y mundana, modernista, a todas esa cosas en las que la mayoría de las gentes se embarcan, como si les fuese la vida en ello, para llegar a ninguna parte!
¡Explíquese! No le cojo el punto…
¡No seré yo quien abra la boca para modificar comportamiento, ajeno, alguno. Este es mi regalo de Reyes.
¿No quedamos en que sobre los demás no diría esta boca es mía?
¡Y lo sostengo! ¡El regalo de Reyes es el que la vida me ha hecho hoy al permitirme comprender, y aceptar, esta lección.

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Que el año empiece así, es un buen augurio de por donde viene...

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