jueves, 22 de junio de 2017

...siempre nos quedará París.

Valle de Atxondo.
Una mañana gris, fresca, algo húmeda y con niebla. ¡Un respiro en esta etapa de calor desmedido! Casi todo el mundo en sus quehaceres cotidianos… Algunos, ver llover, cuando llueve, y escribir en el blog :)))) 
(Para más cosas está uno preparado, y quiere, pero el sistema no le deja “trabajar”)
Tengo la impresión, certeza más bien, de que esto de los blogs si bien sigue “funcionando” está perdiendo “cuota de mercado”. Cada vez la gente parece escribir menos, y eso que solo me refiero a los “fieles” de siempre. Y por otro lado me consta que no es que se escriba menos, sino que se expresan en otros medios de comunicación social: Facebook, Whatsapp, Instagram, Twitter, etc. Y así hasta las 30 redes más importantes que da el ranquing mundial.
Personalmente celebro que la gente se exprese como quiera. Evidentemente yo no estaré en la mayoría de ellas. Mail, blog, whatsapp y móvil es todo el espectro en el que me muevo.
¿Limitado? Bueno, siempre “me quedará París”. Y tocar el caramillo a la orilla del río al declinar la tarde…
Cierto que entre estar “muerto” para el mundo de la comunicación y estar metido hasta las cejas en lo que a veces se percibe como “gallinero”, que no es que lo sea, claro, todo mi respeto para quienes se mueven con soltura en esos medios, pero hay que reconocer que quienes somos/venimos de épocas tan distintas, ayer el mundo era otra cosa…, esto de la “modernidad comunicativa” nos/me queda ancho…
Ayer comimos unos amigos en la costa y pasamos la tarde de paseo. Charlas, risas, encuentro, comunicación… ¡Ni una llamada, ni un whatsapp, ni un twitter ni una línea en el blog! Pareciera que estuviésemos en los años 70/80. ¡Y estuvo muy bien! Y al resto de la gente que por allí estaba, exceptuando a alguno trasteando con el teclado del móvil, les vimos igual de bien.
Tengo todo esto de la tecnología moderna al alcance de la mano, si fuese el caso, y mis nietas lo vivirán de otra forma, sin duda. Si bien les vamos marcando ya las líneas y advertencias necesarias para que sean ellas quienes hagan el uso adecuado de las redes y no al revés! También ayuda, y mucho, el haber nacido y vivir en el valle. Montes, campas, río, ganado, aves y perros en el caserío, son una excelente escuela para la vida. También ¡cómo no! la familia escogida o que les ha tocado en suerte.
No se trata de preferir época. Sino de ser consecuente con la que te toca vivir.

miércoles, 21 de junio de 2017

Las disculpas.


Las disculpas son esa función que, entre humanos, permite corregir una actitud/acción previa que ha podido generar confusión, enfrentamiento o simple disgusto en alguien. El desagrado suele partir de un punto de vista distinto entre las partes. Relaciones de más o menos tiempo suelen enredarse por pequeñas o grandes confrontaciones que, posteriormente, no son tratadas de manera adecuada!
Es cierto que no suelen ser, las situaciones incómodas que generan distanciamiento, el fruto de una acción puntual, en ocasiones sí, pero creo que las menos. Son más bien la suma en el tiempo, variedad e intensidad, de ciertos comportamientos mantenidos por unos y otros.
¡Nadie es responsable de ellos porqué sí y tampoco destinatario de los mismos! Cabría decir aquí aquello de: “Dios los cría y ellos se juntan”.
Hay que tener en cuenta un detalle fundamental… Quien ofende y ofendido no nacieron así, ni se irán de este mundo así. Son tramos de sus vidas que comparten con otros, puntual o de largo tiempo, por un fin determinado: Ser, ambos, lección y maestro para el otro, y sí mismos.

domingo, 18 de junio de 2017

...le saludó con las suyas.


Agradeció aquella brisa fresca proveniente de la ría cercana en su paseo por la Alameda… Recordaba cada banco, rincón, palmera, setos, olores, de aquellos años en que, junto a su abuelo, jugaba en aquel espacio. Que si bien era el mismo..., algo sustancial había cambiado. Era temprano, aquella mañana había decidido salir de casa cuanto antes. Un café en el viejo bar de la esquina entonó su cuerpo. Mirando por las amplias cristaleras observaba las primeras gentes que ya se desplazaban hacia sus trabajos y ocupaciones.

Valoró el silencio del establecimiento a esas horas… Y creó una analogía con el suyo propio desde hacía unos días. ¿Qué había cambiado? ¡Algo, seguro! Y sabe que solo le atañe a él.

Personas, situaciones, gestiones, entidades, relaciones…, pensamientos, sentimientos…, y las consiguientes acciones, o inacciones, le indicaban que algo, sino finalizaba, sí que tomaba un nuevo derrotero. ¿Nuevo? ¿No era acaso el viejo y sabido camino a tomar pero que no encontraba el momento de ponerse a ello?

Recordaba cómo hacía ya mucho tiempo que observaba que cosas que tuvieron su relevancia, dejaban de tenerla. Y no era solo una cuestión de edad. Era otra cosa. Y lo sabía!

Por ello aquella mañana le resultaba todo tan natural… De alguna manera comprendía que lo natural del día, del parque, de la ría, de las campanas llamando a misa o del canto de los mirlos, de la mujer aquella que llevaba a sus hijas a la escuela, de la furgoneta de reparto de pan que lo descargaba en el comercio… de todo lo que iba percibiendo, todo natural, sabía que guardaba relación con él… ¿Y era?

Era precisamente esa falta de «relevancia» de las cosas a su alrededor y en su vida lo que marcaba la diferencia. Algo así como si estuviese despertando de un sueño, sus «relevancias» de antaño, y descubriese la «realidad»

Y se vio a sí mismo, dormido, en los sueños que veía en los demás. Y comprendió que no había diferencia entre ellos y él. Pues en el papel de dormido o despertado no había ninguna diferencia. ¡Todo era ESO!

Y silbando una melodía de su juventud se fue acercando al palco de la música… Y allí, sobre las gastadas tablas, se vio a sí mismo con ocho años. Un niño natural… Sonriéndole le saludó con la mano y éste le saludó con las suyas.

miércoles, 14 de junio de 2017

...lo sabe.


Cuando alguien me pregunta quién es él o qué es Dios, sonrío por dentro y susurro a la Luz:

«Ya estás otra vez fingiendo».

(Adyashanti)

sábado, 10 de junio de 2017

manzanas rojas...

Keiko Tanabe.

Las campanas de la pequeña iglesia daban la media tarde cuando el caminante apareció por una de las callejuelas que desembocaban en la plaza. Las copas de los tilos se tintaban de rojo…, el aroma de sus flores embargaba el ambiente… La tarde declinaba. Las golondrinas volaban raudo unas tras otras en bulliciosa algarabía. La fuente, en el centro del parque, cantaba su melancolía… Los niños jugaban al corro. Varios bancos de piedra antigua ─si hablasen… ¡qué dirían!─ estaban ocupados por parejas jóvenes, grupos de gente mayor y algunas mujeres contando historias que solo a ellas concernían.

Una mochila al hombro, ancho sombrero, cayado en su mano izquierda y una barba de varios días cruzó la plaza en dirección a los soportales de madera.

Buenas tardes ─le dijo la tendera al entrar─, ¿qué desea?
Póngame esa barra de pan ─dijo señalando una tras ella ─, y algo de jamón. Dos yogures de frutas, una botella de agua, y si tiene manzanas rojas póngame dos o tres…

De nuevo el tintineo de la puerta señaló que alguien entraba… Una mujer rubia, pelo ensortijado, mediana estatura, delgada, no llegaría a los cincuenta, tal vez cuarenta y seis o cuarenta y siete... Vestida con falda azul y blusa blanca bordada se acercó al mostrador… Elena, la tendera, la saludó con simpatía.

Hola María, enseguida te atiendo…
Puede atenderla ahora si quiere, voy a mirar algo más ─dijo el caminante sonriéndolas─.

Mientras la mujer de pelo rubio le indicaba a Elena su pedido, éste no dejaba de mirarla a través de las estanterías en las que fingía buscar algo… Había un halo de algo profundo en aquella mujer… Como si el hilo de la vida se mantuviese a la expectativa a su alrededor..., sin saber que hacer!

Tras pagar y recoger su bolsa de la compra María abandonó la tienda. No le buscó con su mirada ni se despidió de él… Pero él supo que se volverían a ver… Algo dentro de ambos había quedado en ello…

Mientras abonaba sus compras preguntó a Elena si sabía de algún sitio para dormir aquella noche. Ésta le indicó la dirección de una fonda. Y añadió:
Si no hubiese habitación por la afluencia de gente por las fiestas, vuelve y ya buscaremos algo…

Dándole las gracias, Fran abandonó la tienda.

Sentado cerca del palco de la música preparaba sus viandas… Una pelota llegó rodando hasta él, al levantar la vista vio que una pequeña rubia y sonriente niña corría tras ella. La paró con su pie y espero a que la pequeña se acercase… Y entonces la vio, a ella…, la mujer de la tienda. Sonreía mientras se acerba como disculpándose por el pequeño incidente. Se levantó cogiendo la pelota y entregándosela a la niña… Ésta salió corriendo con ella en las manos en dirección a un grupo que parecía esperarla… Y quedaron frente a frente!

Sus miradas decían lo que sus labios no pronunciaban… Se reconocían! Sus almas habían jugado en tiempos pasados… Los hechos se perdían en la memoria del tiempo. Ellos sabían que sus manos se habían entrelazado, fundido en sus cuerpos…, acariciándolos. Conocían cada centímetro de los mismos… La voz de la pequeña les sacó del ensueño… ¿Estaban soñando… Cómo era posible aquello?

Hoy es el cumpleaños de Carla, mi hija, cumple ocho años… Hemos invitado a un grupo de sus amigas a cenar en una cafetería… ¿Puedo invitarte a ti también?

Al día siguiente, sábado, y tras afeitarse y vestirse con un vaquero y camisa nuevos que tuvo que comprar, pasó a recogerla por la farmacia donde trabajaba. Si bien caminante, no era un vagabundo… Cuando la empresa donde trabajó desde joven cerró le dieron la oportunidad de jubilarse a temprana edad. ¡No se lo pensó!

Sucedía en Saldaña, año 1.994. María ya no está… Carla tiene hoy 31 años. Fran 75. Sigue viviendo con ella y su familia.

miércoles, 7 de junio de 2017

¡Cómicos!


Si la familia Ulises, Don Pío, Gordito Relleno, entre otros personajes del cómic antiguo, levantasen la cabeza se quedarían asombrados al ver que el paso de los años, si bien nos han “modernizado” a casi todos, seguimos alimentando los mismos absurdos ante la vida…

Ejemplos no voy a citar, cada quien sabe de algunos en sus vidas y las ajenas. Suelen ser de rellano de escalera, patio de vecindad, ciudad, nación… Y es que la capacidad del ser humano para seguir dando vueltas y vueltas a esa noria llamada “mi vida” o “¡yo soy as!í”, de la que poco saca, pero le entretiene las tardes de estío… mental, suele ser casi inagotable!

El “casi” es cierto… pero evitable!

Para (de parar) cuando la vida de cada uno permite que la Vida se haga cargo de todo. En realidad siempre lo hace, lo hizo y lo hará, pero la ilusión del personaje, el ego, el pequeño “yo”, lo que crees que eres, cree que es él quien hace y deshace.

El pequeño “yo” del sacerdote que ayer tarde oficiaba el funeral por Puri, madre de una amiga mía, se mostraba inasequible a la posibilidad de estar equivocado respecto al evangelio que pretendía inculcar a los oyentes. Hablaba de Jesús con un conocimiento adquirido…, que éste le hubiese corregido si realmente ¡hubiese estado presente!…

Se permitió, el cura, hablar de quienes se hacen preguntas sobre la vida y sus circunstancias, a diferencia de Jesús, que era, dijo, sencillo y humilde y creía y confiaba en Dios. Y tildó a estos, muchos de los que estábamos allí, de “sabios”, “prepotentes” y “filósofos”…

Cabría decir que quienes nos reunimos ayer en la iglesia, tal vez la mayoría, nos limitamos a acompañar a la familia. Que esto sea “obligado” hacer en esos recintos no supone aceptación o aprobación de la “realidad” que la iglesia, como institución humana, pretende sostener.

Lo único real allí, a mi entender, eran las viejas piedras con que se construyó en su día el edificio.

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En el “Evangelio de los hebreos”, «apócrifo», se relata que a la primera persona a la que Jesús se aparece tras su muerte es a su hermano Santiago. La iglesia católica y sus evangelios canónicos afirman que fue Pedro. El de: “… y sobre esta piedra (Pedro) edificaré mi iglesia”. Mateo 16, 13-20
Estos textos, los apócrifos, también permiten dibujar una imagen de la Iglesia primitiva diferente a la que terminó imponiéndose.
Así, tanto el Evangelio de María  (redactado a mediados del siglo II, y que convierte a María Magdalena en la primera apóstol, enfrentada a Pedro, a la que Jesús encomienda difundir las enseñanzas secretas) como el Evangelio de Felipe  (del siglo III) defienden la imagen de una comunidad de seguidores de Jesús en la que tenían mucha importancia las mujeres, que luego fueron perdiendo terreno por la evolución masculinista de la Iglesia.
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El Evangelio de María Magdalena. (Daniel Merois Givaudan) Luciérgana.