miércoles, 31 de diciembre de 2014

Juan... sal un momento!

Brazuelo.
“...Quiero que invites al joven que está sentado afuera a desayunar con nosotros”.

Lo reconoció en cuanto lo vio según regresaba de comprar el pan. Era él, sin duda. ¿No lo había tenido en el pensamiento desde que lo vio por primera vez en el mercadillo de los jueves?.

Aquel día se compró un jersey en el puesto en el que éste se encontraba sólo por verle más de cerca. De hecho pensó que era uno de ellos. Más tarde, y ya con la mochila al hombro, volvió a verle en la plaza paseando bajo los soportales.

Algo había en aquel hombre que despertó en ella algo adormecido hacía ya tiempo... De cuando se separó de su marido hace años y se vino a vivir con su hermano. Éste, sacerdote del pequeño pueblo maragato de Veguellina de Órbigo.

Cuando, una vez en la cocina, su hermano la presentó, notó como un ligero rubor cubría sus mejillas, o eso esperó, ligero... Y a la vez vio en los ojos de él como se esforzaba en recordar dónde la había visto... Le gustó el detalle. Ya había notado como la miró en el mercadillo aquel día de meses atrás.

Invierno, con una helada que todavía a esa hora cubría tejados y campos, los setos que bordeaban la iglesia y la fuente y los bancos del parque cercano. Si bien el sol ya empezaba a calentar ese 31 de Diciembre de 1998.

Sirvió el café caliente y las tostadas que había preparado. La cocina de leña, encendida a primer hora, había caldeado sobremanera la habitación... Pensó que tal vez esa circunstancia disimularía el rubor que, al cruzar la mirada con él, sentía surgir de nuevo. ¿De dónde venía esa sensación?...

Aunque entraba ocasionalmente en la conversación que ambos hombres mantenían, prefería quedarse al margen moviéndose por la cocina... Y observándole, cuando le tenía de espaldas, con interés y satisfacción... Creyó percibir en su hermano cierta mirada de complicidad.

Supo que el viajero había dormido en el albergue de peregrinos. Que provenía de Madrid y se dirigía hacia Galicia. Un revés económico en la empresa en la que trabajó desde siempre le dejó en la calle dos años atrás. Si bien algo estuvo haciendo ocasionalmente, decidió tomarse un tiempo para encontrase a sí mismo... 

Una mochila y unas cómodas botas de caminante fueron su bagaje durante el último año. Recorrió caminos, Durmió en posadas y pórticos. Parques y plazas. Dejó pasar el tiempo en antiguos pueblos de viejas piedras hablando con las gentes del ayer... Cruzó puentes que unían tierras. Vio madurar el trigo en campos de labranza. Participó en siegas, bebió de las norias. Contempló con añoranza humildes huertecillos. Sació el hambre en árboles frutales. En las noches de verano contó estrellas. Conoció a Dios... Y dejó que la vida sucediese...

Hasta que aceptó el trabajo que su amigo de infancia le ofreció en sus tiendas. Hacía allí se dirigía...

Comió y cenó con ellos en compañía de varios amigos. Quince días después viajaban ambos hacia Coruña. Tres meses más tarde de aquel encuentro en el pórtico de la iglesia, salían por su puerta cogidos de la mano convertidos en marido y mujer. 

Manuela y Miguel... Conocidos en toda la comarca por las cenas de Nochebuena y comidas de Año Nuevo que organizan con los ancianos de la residencia de Astorga, quienes son invitados a celebrarlas entre las gentes del lugar y de los pueblos vecinos.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Los gorriones...

Hoy, día de navidad, observo por la ventana como está amaneciendo un día gris y con niebla en las cumbres que rodean el valle. La calle está húmeda, ¡habrá llovido!

A esta hora, 9'10h, no se ve a nadie por la calle. No hay un solo ruido. Sólo algún gorrión empieza a buscar su alimento revoloteando de un lado a otro de la plaza. No sé si encontrarán algo.

Acabo de colocar debajo del árbol, que anoche engalanaron con ilusión mis dos nietas, todos los paquetes que este año representan los regalos de navidad. En el país vasco es el Olentzero (carbonero) quien los reparte por la noche.

Si bien ya saben quienes son los artífices de dichos paquetes, no en vano algunos los han escogido personalmente en las tiendas, no cabe duda que vivirán la “sorpresa” al levantarse.. Y es que la inocencia es la inocencia...

¿Quién no la ha tenido y vivido de niño? Quienes peinamos canas, en demasía.

Hoy con estas dos pequeñas, para 11 y 4 años dentro de unos meses, y ayer con nuestros hijos, hemos procurado siempre que vivan la realidad de estos días con la mayor naturalidad. ¿Hay un carbonero, uno que surca los cielos en trineo o tres engalanados con mantos, barbas y uno de color negro que escalen paredes de casas y desciendan por las chimeneas? ¿No?... ¡Entonces para qué crearlos!

-¡Hombre!... ¿Y la ilusión de los niños, dónde la deja usted?
-¡Qué ilusión! ¿Se refiere a esa primera capa de barniz de “irrealidad” que, muy probablemente, les acompañe el resto de su vida? ¡Condicionándola!
-¿Condicionándola? ¿Un simple cuento?...
-No tan simple e inocente. Aunque sí irresponsable... ¿No le cantaron de niño aquello de:

“Duérmete mi niño que viene el coco
y se lleva a los niños que duermen poco”.

¿No le hablaron de las brujas, el hombre del saco, el diablo, el lobo feroz, y tantos personajes “ficticios” con los que pretendían “educarle”, sujetarle al fin y al cabo, y que no se alejase de casa (lo establecido) o llegase fuera de la hora (instituida)? Aquellos inocentes polvos de antaño (ignorancia) son hoy el lodo de la “realidad” que muchos viven. No distinguiendo lo fundamental de lo superfluo. Lo real, y alcanzable, de la ilusión y el sueño. Cuando no la lamentación, la resignación o el miedo.

Al observar de nuevo la calle veo que una fina lluvia cae imperceptiblemente, obligando aun así a cinco jóvenes que salen del bar a abrir sus paraguas.

No, gorriones no veo ninguno...

viernes, 19 de diciembre de 2014

¡Un gran abrazo!


Felices Fiestas, amigas y amigos.
Disfrutad de estos días.
Recibid todos mi gran abrazo...

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Y uno muy especial para con quienes he compartido amistad y relación, “ayer”.
Y hoy, por una u otra causa, ya no estáis.
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martes, 9 de diciembre de 2014

Eso que ya eres.

LA VERDADERA ESPIRITUALIDAD


Le preguntaron al Maestro: «¿Qué es la espiritualidad?».
«La espiritualidad», respondió, «es lo que consigue proporcionar al hombre su transformación interior».
«Pero si yo aplico los métodos tradicionales que nos han transmitido los Maestros, ¿no es eso espiritualidad?».
«No será espiritualidad si no cumple para ti esa función. Una manta ya no es una manta si no te da calor».
«¿De modo que la espiritualidad cambia?».
«Las personas cambian, y también sus necesidades. De modo que lo que en otro tiempo fue espiritualidad ya no lo es. Lo que muchas veces pasa por espiritualidad no es más que la constancia escrita de métodos pasados».
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Los métodos pasados es eso que mantiene a tantos inmóviles a día de hoy... Esperando que alguien les indique por donde se va al Océano.
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EL PEQUEÑO PEZ

«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado».
«El Océano», respondió el viejo pez, «es donde estás ahora mismo».
«¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano», replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.

Se acercó al Maestro, vestido con ropas sannyasi y hablando el lenguaje de los sannyasi: «He estado buscando a Dios durante años. Dejé mi casa y he estado buscándolo en todas las partes donde Él mismo ha dicho que está: en lo alto de los montes, en el centro del desierto, en el silencio de los monasterios y en las chozas de los pobres».
«¿Y lo has encontrado?», le preguntó el Maestro.
«Sería un engreído y un mentiroso si dijera que sí. No; no lo he encontrado. ¿Y tú?».
¿Qué podía responderle el Maestro? El sol poniente inundaba la habitación con sus rayos de luz dorada. Centenares de gorriones gorjeaban felices en el exterior, sobre las ramas de una higuera cercana. A lo lejos podía oírse el peculiar ruido de la carretera. Un mosquito zumbaba cerca de su oreja, avisando que estaba a punto de atacar... Y sin embargo, aquel buen hombre podía sentarse allí y decir que no había encontrado a Dios, que aún estaba buscándolo.
Al cabo de un rato, decepcionado, salió de la habitación del Maestro y se fue a buscar a otra parte.
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Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo.
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Anthony de Mello

viernes, 28 de noviembre de 2014

El valle animado...

Los elementales de la Naturaleza son, en sí mismos, una realidad.
Cómo los percibas ya es otra historia...
En esto, y en muchas cosas de la vida!
Paseaba por aquel camino verde, que por el valle se pierde y es su dulce soledad, le gustaba subir a la colina y pasar por la puerta de la ermita, en ocasiones, y ante ella, sus labios murmuraban una oración. Y fue entonces que descubrió algo que se movía en una rama del viejo cerezo. En un principio pensó que se trataba de un petirrojo, pequeño pájaro de pecho tintado de rojo que habita estos lares. Pero no, no era éste. Al acercarse vio como un diminuto gnomo con el hacha al hombro se dirigía hacia unas hojas, secas ya, que se resistían a desprenderse.

Al ver que era observado, el pequeño hombrecillo la sonrió y levanto la mano en señal de saludo. Y llegándose hasta el borde de la rama, de un solo tajo las cortó.

-No sabía que habitases en este valle, le dijo la joven.

-¿Habitar?... respondió el gnomo, que se había sentado sobre la rama y la miraba. ¡Somos el alma del mismo! Sin nosotros nada vive, crece o se mueve. ¿No has oído hablar de nosotros?

-Bueno... oír oír, algo sabía, como todos supongo, pero creí que pertenecíais al mundo de los cuentos...

-Sonriendo respondió el gnomo colocándose con una mano el puntiagudo gorro rojo. Lo que llamáis cuentos es, en muchas ocasiones, lo que os queda de un conocimiento antiguo que un día tuvisteis... Interactuamos desde siempre con vosotros y la Naturaleza en muchos aspectos de la vida. Sin nuestro hacer ésta no sería...

Se levantó una pequeña brisa que movió las hojas del vecino nogal. Éste conservaba todavía su mayor parte. Le pareció ver entre ellas unas siluetas risueñas que saludaban al gnomo. Volviéndose hacia éste vio como, sonriendo, saludaba con la mano... El viento amainó lentamente y oyó al diminuto ser decirle:

-Son los silfos y las sílfides..., elementales del aire. ¿Tampoco sabías de su existencia?

-Pues... poco más o menos que como contigo...

-¿Y de las ondinas y salamandras?...

-Pues más de lo mismo... Conozco estos nombres y alguno más, respondió la joven. En principio por los cuentos que mi abuela me contaba de niña, después algo leí sobre todo ese mundo que creía de leyendas y fábulas... ¡Hasta hoy, desde luego! ¿Y sabes qué?, no me siento sorprendida de verte y saber de vuestra existencia... En mi fuero interno creo que siempre he sabido algo así!

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¿No oculta, en parte, toda la información en la que hoy se mueve la sociedad el saber natural de siempre? ¿No es, en parte, esta misma información creada, artificial, la causa de la desorientación, limitación e ignorancia en la que el ser humano se encuentra hoy?
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¡La verdad os hará libres!
Enseñó Aquel... 
Y sigue siendo vigente el mensaje, pero a la vista del momento cabría deducir que esa misma humanidad está lejos de alcanzarla.

Tal vez recorre un camino equivocado...
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jueves, 20 de noviembre de 2014

La ventana aquella...

Era una noche infernal. Doy fe de ello! Conduciendo mi furgoneta y con la sola compañía de mi perra Loba me adentraba en lo que parecía ser la boca del infierno...

Una noche oscura, negra, para no vivirla. Una fuerte tormenta de agua y truenos como no había visto nunca, ni he vuelto a ver. ¿Oscura? En un mar de fuego se fue convirtiendo aquello. Relámpagos a cientos y muy seguidos iluminaban el cielo como tratando de romperlo. El ruido ensordecedor. La carretera se dirigía cuesta abajo. El aguacero era tal que la claridad de los rayos no era suficiente para ver nada alrededor. Ni los bordes del camino...

La furgoneta seguía su curso. Digo la furgoneta pues nunca tuve claro quien la dirigía... Espantado no estaba, en parte porque no cabiendo otra cosa a qué espantarse. Pero convencido de que iba derecho al centro de una tormenta que parecía brotar de las entrañas de la tierra. La carretera seguía descendiendo. Nada veía al margen de lo que los faros iluminaban apenas delante de mí. Si hubiese podido dar la vuelta lo hubiese hecho, pero no había forma. Solo continuar y continuar...

Y continué, en ese convencimiento interno de que lo que tuviese que suceder sucedería, y que en el fondo no pasaría nada.

Y sucedió. Algo que no he olvidado nunca. Algo que ahora mismo vivo con la misma intensidad que entonces. La estoy viendo...

Había dejado de llover hacía mucho rato ya y la tormenta dejada atrás. La noche de madrugada. Loba dormida. La furgoneta atravesando una vieja ciudad del norte y... fue al ir girando una esquina redondeada que la vi... ¡aquella ventana!.

Las contraventanas abiertas de par en par, no había cortinas. No se veía el interior. Todo el conjunto, aquel espacio de calle, estaba iluminado por una bombilla exterior que, cubierta por un plato de aluminio blanco al final de un eje en forma de S, daba cierto aspecto de vida en aquella solitaria noche. Y sentí...

Sentí, en los breves segundos que tardé en girar aquella esquina perdiéndome entre calles sin gentes, que aquella habitación, vacía posiblemente, y amueblada por mí con una sencilla y acogedora cama, y tal vez algo más, era mi hogar. Mi entrañable y acogedor hogar en aquel momento.

Y viví con intensidad aquel lugar que la noche me proporcionó. Fue esa la primera vez que fui consciente de la relevancia que ciertas ventanas han tenido en mi vida...  

domingo, 9 de noviembre de 2014

El invierno... ¡me encanta!

Veía caer la nieve arrastrada por el fuerte viento, que adivinaba frío, sentado en el compartimento del tren que me llevaba hacia Buera, pequeño pueblo de la provincia de Huesca.

Si bien dentro la temperatura era agradable, seguía llevando la bufanda puesta. Esta entrañable prenda suelo ponérmela con el primer atisbo de frío y me acompaña hasta que la primavera se hace notar.

El traqueteo del tren, recuerdo de aquellos viajes de antaño, de cuando niño, de las empanadas que mi madre preparaba para la ocasión. Ya no hay quien las haga igual. Ni el sabor, ni la textura, ni nada... Es como la fruta de hoy. ¿En qué fábricas la producen?

Absorto en el paisaje no me di cuenta que la pareja que se sentaba a mi lado, un matrimonio mayor que había subido poco antes al tren, empezaban a sacar algo de un cesto. Ella, sonriendo amable y hasta con dulzura, me tendía un pequeño paquete envuelto en papel. ¿Te apetece comer algo?...

La siguiente parada era, Calatayud...

¡Calatayud! ¡Qué recuerdos de la niñez... Mi madre de nuevo..., el ayer!

Mi madre, como tantas mujeres entonces, solía cantar en casa mientras hacía las labores o cocinaba. Y he de decir que tenía una gran voz. Me llamaba la atención ya en aquel tiempo... El repertorio de canciones que se oía por todas partes era el de la época. ¡Entrañable!

Y entre ellas, La Dolores. Tarareando mentalmente la melodía de aquella canción misteriosa que, oída mil veces, nunca entendí del todo...

“Si vas a Calatayud
pregunta por la Dolores
que una copla la mató
de vergüenza y sin sabores.”...

… inqué el diente en aquel sabroso bocadillo que la nobleza de Aragón compartía conmigo.

lunes, 3 de noviembre de 2014

El pueblo de los fantasmas...

Sucedía en el verano de 1974, en un pequeño pueblo de montaña de la provincia de León lindando con Asturias.

El alcalde había convocado un pleno para tratar el tema que, desde hacía unas semanas, tenía alborotados a algunos vecinos que aseguraban haber visto fantasmas por los alrededores del pueblo.

El del clarín (pregonero) anduvo la mañana del domingo tocando y voceando la prevista reunión vecinal.

“Por orden del sr. alcalde se hace saber... que el próximo viernes habrá... pleno municipal... Y se invita a todos los vecinos a aportar lo que consideren... para la aclaración de...”

Ni que decir que dicho día estaba la sala que no cabía un alfiler. Y en la plaza del pueblo una ingente cantidad de personas, muchas venidas de pueblos aledaños y aún de la ciudad, formaban pequeños corros comentando el tema... Dos cámaras de tv y algunos periodistas completaban el cuadro de aquel memorable día.

Entre los asistentes ya sentados dentro del ayuntamiento se encontraba el panadero del pueblo, quien junto a su mujer habían estado ausentes al tomarse dos semanas de vacaciones. Llegados la noche antes, no se habían enterado de lo sucedido.

Cuando en un total silencio el secretario empezó a leer los datos aportados por unos y otros...

“Que en dos o tres noches de luna y calor sofocante, se habían visto unas figuras humanas de color blanco, de los pies a la cabeza y se cree que desnudas, corriendo y danzando por las eras del grano...”

Una sonora carcajada interrumpió el relato, encogiendo aún más si cabe el corazón de algunos, provocada por el panadero... Quien cogiendo de la mano a su esposa, sonriendo también aunque algo sonrojada, y haciéndose sitio entre el gentío asistente, abandonaron precipitadamente la sala...

Unos días después todo el mundo sabía lo sucedido. Las sonrisas de los vecinos saliendo de la panadería y el aumento de la venta de pan indicaban que allí se estaba cociendo algo...

Para celebrar su décimo aniversario de bodas, la pareja lo había estado celebrando en privado, y puesto que la juventud y la pasión seguían vigentes, después de cenar, descorchar el champan e irse a la ducha juntos, se les ocurrió pasar por el almacén de las harinas y, húmedos todavía, embadurnarse bien de ella y salir por la puerta trasera a correr al que te pillo...  

jueves, 30 de octubre de 2014


En El Evangelio de María Magdalena, de Daniel Meurois-Givaudan, no sólo se recrean las vivencias de Jesús con un grupo de apóstoles, Pedro entre ellos, sino que se desmenuza el alma de todos ellos. Miriam de Magdala incluida. Y por todos ellos hay que entender cada uno de nosotros. Pues esto es lo que representan sus figuras. ¡Cada uno de nosotros! Os aseguro que os identificaréis con más de uno.

El Maestro, los discípulos, hombres, y desconcertados, y la discípula, la mujer que ha despertado, la que sabe. La bienamada.

Resulta sorprendente el papel desempeñado por cada uno a diferencia de lo establecido oficialmente. Pedro, la piedra de la iglesia, encabeza la gran diferencia. Si bien es María Magdalena, la prostituta, quien sobresale por mucho en este relato.

Hay en el libro unas frases entre Jesús y los discípulos sobre qué hacer para saber si la línea de actuación que llevan es la adecuada.

-Maestro, ¿cómo saber si lo que hacemos es lo que se espera de nosotros? A lo que el Maestro responde: ¡Preguntad, si vuestra intención es conocer!

He aquí cuatro palabras que, de llevarlas a buen término, transformarían nuestras vidas y el mundo entero. “Si vuestra intención es...” Jesús no da por sentado que en la mera pregunta haya la intención de conocer.

Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá. Tres enseñanzas que no por conocidas y repetidas dan frutos. ¿La razón? Que falta la esencia real de la frase. La que remarca Jesús: “si vuestra intención es...”

Cuándo se pide, cuándo se busca, cuándo se llama, ¿hay realmente intención de recibir?

Cada uno en su fuero interno deberemos responder a esto. Si bien y en vista de la cosecha que recogemos sabremos si plantamos con la intención adecuada.

TÚ.

Asirse al sentido de existencia -Yo Soy- que siempre está allí acompañándonos, ni siquiera hay que entender algo tan simple, tanto que hasta parece una broma pesada que se hayan levantado filosofías y tradiciones en torno suyo.

No hay nada sagrado en este acto, todo es demasiado natural para concederle una gota de devoción, pero, es la misma naturaleza humana la que crea la ilusión y la confusión de las diferentes metodologías y senderos. Lo único terrible es que nos olvidamos de esta simplicidad y sobre este olvido construimos nuestras vidas buscando sin cesar el bienestar que hemos perdido fuera de nosotros mismos.

Nada hay que buscar y nada hay para encontrar, vosotros sabéis que sois y no dudáis cuando se os habla de vuestra existencia, lo único que debéis hacer es mantener la sensación de ser... Así pues seguid el hilo de esta certeza de existencia y estaréis recorriendo el camino del Ser definitivamente.

Toda enseñanza señala a esto, cuando os re-encontréis ya podéis dejarla, al igual que un ciego deja su bastón cuando recobra la vista.

Sri Parameshwar Maharaj.
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Lo sencillo no necesariamente es fácil.
Llamar a la puerta es un acto sencillo. Pero llamar a ciertas puertas no siempre nos resulta fácil.
Y sin embargo la dificultad no está en la puerta...
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lunes, 20 de octubre de 2014

Descubrimiento.

Descubrimiento.

Ayúdanos a descubrir a Dios...
Nadie puede ayudaros a hacerlo.
¿Por qué no?
Por la misma razón que nadie puede ayudar al pez a descubrir el océano.

Proyección.

¿Por qué es aquí tan feliz todo el mundo, excepto yo?
Porque han aprendido a ver la bondad y la belleza en todas partes, respondió el Maestro.
¿Y por qué no veo yo en todas partes la bondad y la belleza?
Porque no puedes ver fuera de ti lo que no ves en tu interior.

Llegada.

¿Es difícil o fácil el camino hacia la Iluminación?
Ni difícil ni fácil.
¿Cómo es eso?
No existe tal camino.
Entonces, ¿cómo se va hacia la meta?
No se va. Se trata de un viaje sin distancia, Deja de viajar y habrás llegado.

Milagros.

Un hombre recorrió medio mundo para comprobar por sí mismo la extraordinaria fama de que gozaba el Maestro.
¿Qué milagros ha realizado tu Maestro.?
Bueno, verás..., hay milagros y milagros. En tu país se considera un milagro el que Dios haga la voluntad de alguien. Entre nosotros se considera un milagro el que alguien haga la voluntad de Dios.

Autenticidad.

Al Maestro nunca le impresionaron los diplomas y los títulos. Él se fijaba en las personas, no en los certificados.
En cierta ocasión le oyeron decir: Si tienes oídos para escuchar el trino de un pájaro, no necesitas fijarte en sus credenciales.


viernes, 17 de octubre de 2014

Olí de nuevo el pan aquel...

Sentado en el coche entre las viejas calles de la ciudad vi pasar a una joven con la cesta de la compra en una mano y dos barras de pan metidas en una bolsa de papel en la otra. La conozco, fui amigo de su padre y lo soy de ella.

Una imagen sencilla, anodina. ¡Simple! Y sin embargo fue capaz de transportarme a tiempos antiguos, mi niñez, la vieja y entrañable ciudad a orillas de la ría de Noia. Donde jugué, en la plaza de la Lágrima. Corrí cuesta abajo tras un aro de metal guiado por una horquilla. Estudié en la vieja escuela con don Venancio, he hice cuentas en la pequeña pizarra con el pizarrín que llevaba en mi cartera. Preludio de las calculadoras portátiles... Y tuve novia! Ella diez años, ocho yo.

Aquellas barras de pan no sólo guiaron mis recuerdos al ayer, no, fue algo más. Algo que no había experimentado nunca. Olí de nuevo el pan aquel, reciente y de espesa miga que solía ir a buscar al horno al otro lado de la alameda. 

Alameda que está... pero que ya no es mi alameda de entonces. Pues de aquel entonces va quedando poco...

¡Olí de nuevo! Sentí realmente el olor... Y por unos instantes todo se difuminó a mi alrededor. Y viví  en aquellas calles donde nació y jugó mi abuelo. Y conoció a Pepita. Y hoy reposan en la tierra sin edad...

sábado, 11 de octubre de 2014

El bendito día cualquiera...

Gris, aunque no llueve. Algo fresco, otoño ya! Ayer aún hacía calor.

Sentado frente al ordenador y junto a la ventana que me permite ver la huerta del caserío de enfrente, los pájaros revolotear entre los magnolios, castaños, nogales, la frondosa palmera cargada de dátiles, lleva así todo el año. La gente que pasa por debajo de mi terraza. La música de fondo que ameniza esta mañana tranquila de un día cualquiera...

Sin estridencias, abalorios, relevancias, abundancias o carencias. Sencillamente, un día cualquiera. ¿Y el vuestro, también lo es?

He leído con interés algunos textos de blogs amigos, he dejado comentarios, he respondido a algunos que me han escrito. ¡Todo ello un placer!

Nadie llama por teléfono. Un día tranquilo...

La única nota destacable la puso una niña de unos 12 años que, cual centella imparable, cruzó por delante de mi coche esta mañana el paso de cebra que yo estaba pasando... Apareció de pronto tras una tapia y a velocidad de vértigo, al provenir de una calle de pronunciada pendiente. Frené de golpe, pero no pude impedir tocar su rueda trasera. Trastabilló ligeramente pero no llegó a caer... Si bien volvió la cabeza a mis sonidos de claxon, se perdió rápidamente entre calles.

La lección para ella, si cabe, es descubrir que en los pasos de cebra los peatones tienen preferencia, como le habrán enseñado en casa, pero que las “centellas sobre ruedas” deben tener cuidado.

Sigue gris, aunque algo más de luz si hay...

Ahora un rayo de sol...

¡Un día magnífico! Casi todos lo son...

domingo, 5 de octubre de 2014

Machado en el Valle de Atxondo.

La niebla acude a la cita con las cumbres de los montes. El anochecer avanza... El silencio se hace presencia. La vieja campana de Arrazola anuncia su diálogo con las horas. Los últimos pájaros cantores, cual luciérnagas sonoras, se dejan entrever entre la arboleda oscura... Veo las vacas pastar las últimas hierbas del día y... cuento los terneros. No me salen las cuentas. Seis vacas, seis terneros... ¡Pero entonces, aquella que parece preñada!...

Parado sobre el viejo puente de piedras observo el fluir del agua serena... Busco la presencia de algún cangrejo en su cauce pero no descubro ninguno. Tal vez la última riada limpió el río... ¡Volverán!, sin duda. Como las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar... Bello poema de Bécquer. De cuando se escribían bellos poemas... ¿Dónde estás Antonio Machado? Hoy mi alma clama por ti...

¡Adiós, tierra de Soria; adiós el alto llano,
cercado de colinas y crestas militares
alcores y roquedas del yermo castellano,
fantasmas de robledos y sombras de encinares!
En la desesperanza y en la melancolía
de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva.
Tierra de alma, toda, hacia la tierra mía,
por los floridos valles, mi corazón te lleva.

Sin saber lo que realmente significan estas palabras, bellas y profundas en sí mismas, y a mi entender, no puede leerse el alma del poeta en ellas. Mil veces he visto y sentido a este grande, y sencillo, hombre, viajar en el abril de 1912 en ese tren que le aleja de la Soria toda... Siete días después de dejar a Leonor, muerta, en el alto Espino castellano.

domingo, 28 de septiembre de 2014

La baldosa...

El ser humano, en su mayoría, suele moverse en su vida en lo que se podrían considerar cuadrados. Como las baldosas del suelo de una habitación inmensa, iguales pero distintas unas de otras. Espacios más o menos definidos. Mental, emocional y hasta físicamente... Limitados las más de las veces, cercados... y en ocasiones con espino!. No se sabe muy bien si para que no entre nada/nadie de fuera o para que no se salga nadie del recinto.

Sea como fuere, ya el hecho de saberse, sentirse, diferente a algo que, conocido o desconocido, está al otro lado... supone una limitación. Sería algo así como vivir en una ciudad amurallada. Un corral. Resguardados, protegidos, apartados. Limitados al fin y al cabo. Felices en la separatividad. Y por ello incapaces de ir más allá...

Esta metáfora de la baldosa surgió cuando hace poco unos amigos, miembros de una comunidad religiosa, una de las tantas iglesias que existen hoy en cualquier parte, me regalaron, como prueba de amistad y confianza... una biblia. Un tanto especial, eso sí!. En formato y contenido. Y también con el propósito inconsciente de hacerme llegar verdades que, así lo creen, desconozco. Y que conociéndolas me liberarán...

¡No sé de qué tendrían que liberarme precisamente a mí!

No voy a negar que me haya movido, como la mayoría, en tales o cuales cuadrados a lo largo de una vida. ¡Claro que no!. Ha sido precisamente mi presencia en esto, aquello y lo otro, lo que me ha hecho comprender, entre otros despertares, su inutilidad!. Etapa trascendida.

Utilidad en su día. ¡Sin duda!. Y respetable. Como respeto toda idea, tendencia, deseo o lo que quiera que cada uno abrace o sostenga, hoy.

¡Mañana Dios dirá!

Y no cabría pensar que quien se aferra a algo, hoy, con fuerza y determinación..., ayer se daba la vida por ello, no estará libre mañana para acceder a ESO. Todo Lo Que Es. 

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Lo que ya eres sin tener que hacer, buscar o hallar nada.

Conoced la verdad y ella os hará libres.
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domingo, 21 de septiembre de 2014

...el búho cantó dos veces.


Sentado en el viejo murete de piedra que da entrada al recinto de la centenaria iglesia del valle, sentía en su espalda el cálido atardecer. Ya el sol abandonaba en silencio, dando paso a las incipientes sombras, las huertas, los árboles frutales, el manantial que da vida al abrevadero donde a esa hora sacia su sed el ganado.

A sus pies el valle sombreado daba paso a los sonidos de las horas vísperas... El tranquilo murmullo del río de la vida que lo cruza de parte a parte y el canto otoñal de los petirrojos. Este último sólo se escucha en esta época del año.

Y la oyó cantar!

El sonido provenía de la parte alta de la vivienda que lindaba con los muros de la iglesia. Le gustó esa voz. Denotaba soltura y desenfado, alegría, juventud... Y se volvió hacia la casa. Y justo en el momento en que trataba de adivinar desde qué ventana salía la voz, vio como unos ojos risueños debajo de una cabeza de cabello ensortijado y húmedo le miraba... Y oyó la carcajada al tiempo que se cerraba la pequeña ventana.

Sonrió!

Y se propuso conocer todo aquello. Y decidió que esa noche cenaría en la antigua posada del valle. Era fin de semana y nadie le esperaba en ninguna parte.

Sentado a la mesa, había cogido incluso habitación para esa noche. Miraba a las otras personas que, en torno a la barra o sentadas como él, alegraban el recinto con su alegre algarabía.

Y la vio!

La vio salir de la cocina y dirigirse a su mesa con paso desenvuelto... y cierta sonrisa. Y ya no pudo despegar la vista de aquellos labios..., aquellos ojos, el pelo aquel... Y algo se movió en su interior.

¿Vas a cenar?...

Lleva varios meses acudiendo los fines de semana al valle. Las gentes comentan que se ha enamorado de él, y por ello lo encuentran pintando amaneceres en diferentes lugares. Y no van desencaminados...

A última hora de la noche dos siluetas se encuentran frente a la puerta de la iglesia, y  abrazándose, emprenden el camino del valle. Les encanta escuchar el canto de los búhos...

miércoles, 17 de septiembre de 2014

...y la vi!

No vivimos mejor que nuestros abuelos, quienes ya peinamos canas desde hace años, quienes vivimos en este otoño inacabable del hoy. Aquí y ahora.

No vivirán mejor nuestros hijos y nietos. ¡No!.

Sencillamente vivirán el tiempo, lugar y circunstancias que el suceder natural conlleve...

Ayer tarde salía de la cooperativa en la que realizamos las compras y en la que había coincidido con mi hija y nietas. El cielo estaba plomizo, algunas gruesas gotas empezaban a caer. Un fuerte y cálido viento soplaba revolviendo los cabellos y haciendo correr las hojas que ya el otoño había depositado bajo los árboles.

Acompañado por la más pequeña de ellas. Tres años y medio, inteligente y resuelta. Razonadora, en ocasiones nos sorprende... Amazona por primera vez de un pequeño poni, le hubiese gustado uno mayor... “yo quiero el grande, yo quiero el grande”, corría delante de mí mientras nos dirigíamos al coche a dejar las bolsas. Y la vi!!...

Vi al ser que ha surgido no hace mucho en este mundo. Y que tuve el privilegio de ver aparecer al estar presente en la llegada sosteniendo una de las manos de mi hija. Vi a alguien que empieza, más bien continúa, su andadura...

¡Y no vi más!. Pues nada más hay que ver que lo que sucede en el instante. ¡Aquí y ahora!. El ayer y el mañana, tuyo o ajeno, no existen. Nunca existieron y nunca existirán. Lo que viviste ayer era hoy, y lo que vivirás mañana también será hoy...

He incluso hay más... O menos, según se mire. Pero eso ya es de vértigo!. Y no es necesario reflejarlo aquí con demasiada claridad.

Quien lo sabe, lo sabe. Y quien no, todavía, ya lo conocerá...

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No sostengas opiniones acerca de nada... Y todo sucederá como debe suceder. ¡De forma natural!
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Establecer lo que te gusta frente a lo que no te gusta es la enfermedad de la mente.
SENG-TS'AN
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domingo, 7 de septiembre de 2014

El círculo...





























Había oído hablar de la Vía, el camino, la búsqueda... Entendió que el sentido último de la vida podía estar ahí, al final de la misma. ¿No había tenido siempre la sensación de que debía haber algo más que lo conocido, lo experimentado a lo largo de los años?. Y se propuso recorrerla, avanzar, encontrar...

Y cual hijo pródigo abandonó un día la casa del padre en busca de Eso. Dejó atrás la seguridad de lo conocido, la comodidad, un cierto bienestar, los suyos...

Pasaron los años. Aprendió mucho, experimentó cosas nuevas. Conoció nuevas gentes, compartió vivencias. Momentos duros y sonrisas. Lágrimas y amaneceres. Se veía distinto...

Con lo aprendido se sentía capaz de cambiar el día a día de sí mismo... Y lo hizo. Y también el de otros. Y les ayudó a realizarlo... O eso creía!

Tras el largo peregrinar empezó a sentir que la meta no estaría lejos... Aunque también experimentaba la intrascendencia de la misma... Era algo curioso, y a la vez lo sentía todo como muy sencillo.

Y sucedió!. Se despertó un día soleado oyendo la algarabía de los pájaros en los árboles próximos. Sintió la arruga de las sábanas y cambió de posición... Oyó las risas de los niños dirigiéndose a la escuela en su primer día de clase... El ruido de la puerta de sus vecinos al cerrarse. Las campanas de la iglesia. El camión de reparto. Recordó!. Se recordó a si mismo en ese mismo día muchos años atrás... ¡Tantos!... Y sucedió!.

Comprendió que había llegado al final de la búsqueda. La meta. Echó la vista atrás y vio el círculo trazado desde que partió a la llegada... No se sorprendió al comprobar que había llegado al mismo punto de partida. ¿Cómo era posible?

Y supo, sin ninguna duda, que todo estaba ya en él desde siempre. Que no hay vía, búsqueda, meta ni nada que encontrar. ¡Qué todo es Todo Lo Que Es!

...Y que el círculo debe realizarse!

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La mejor ayuda que puede prestarle a alguien es llevarle más allá de la necesidad de ayuda.

Sri Nisargadatta Maharaj

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viernes, 22 de agosto de 2014

¿Olas?...

*Mediación.

¿Para qué necesitáis un Maestro?, le preguntó un visitante a uno de los discípulos.

Para calentar el agua hace falta un recipiente que sirva de intermediario entre el agua y el fuego, fue la respuesta.

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*Ceguera.

¿Puedo ser tu discípulo?

Tan sólo eres discípulo porque tus ojos están cerrados. El día que los abras verás que no hay nada que puedas aprender de mí ni de ningún otro.

Entonces, ¿para qué necesito un Maestro?

Para hacerte ver la inutilidad de tenerlo.

(*) Anthony de Mello. Sacerdote Jesuíta. Sal Terrae.

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Anteayer creyó, con la mejor intención, que podría indicar algo a alguien... Y hasta diseñó la forma de hacerlo. Lo llamó seminarios, talleres, cursos... ¡Y hasta les puso precio!

Ayer, paseando por el malecón del pequeño puerto pesquero, observó como el Océano se manifestaba a sí mismo de múltiples formas. ¡Olas!

¡Olas! Miles de olas. Millones de olas apareciendo y desapareciendo... Vio  como entre ellas se diferenciaban en cinco grandes grupos. Y como éstos se dividían en naciones, pueblos, religiones, familias, rellanos de escalera...

¡Y dejó de sostener opiniones acerca de nada!

sábado, 16 de agosto de 2014

Las Biblias...

*Mitos.

El Maestro impartía su doctrina en forma de parábolas y de cuentos que sus discípulos escuchaban con verdadero deleite, aunque a veces también con frustración, porque sentían necesidad de algo más profundo.

Esto le traía sin cuidado al Maestro, que a todas las objeciones respondía: “Todavía tenéis que comprender, queridos, que la distancia más corta entre el hombre y la Verdad es un cuento”.

En otra ocasión dijo: “No despreciéis los cuentos. Cuando se ha perdido una moneda de oro, se encuentra con ayuda de una minúscula vela; y la verdad más profunda se encuentra con ayuda de un breve y sencillo cuento”.

(*) Quién puede hacer que amanezca. Anthony de Mello, S.J. Sal Terrae.

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La ayuda en sí, si bien necesaria y fundamental, no es la Verdad en sí misma.

Con mayor frecuencia de lo que se cree, y se quisiera, se tiende a divinizar el envoltorio, la ayuda, el libro, el soporte, y diluir la esencia. La Verdad.
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sábado, 9 de agosto de 2014

El árbol seco... ¡una bendición!

Tribulación.*

“Las calamidades pueden ser causa de crecimiento y de iluminación”, dijo el Maestro.

Y lo explicó del siguiente modo:

“Había un pájaro que se refugiaba a diario en las ramas secas de un árbol que se alzaba en medio de una inmensa llanura desértica. Un día, una ráfaga de viento arrancó de raíz el árbol, obligando al pobre pájaro a volar cien millas en busca de un nuevo refugio... hasta que, al fin, llegó a un bosque de árboles cargados de frutas”.

Y concluyó el Maestro: “Si el árbol seco se hubiera mantenido en pie, nada hubiera inducido al pájaro a renunciar a su seguridad y echarse a volar”.

(*) Quién puede hacer que amanezca. Anthony de Mello. Edt: Sal Terrae.

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“Pueden ser causa...”. No que necesariamente lo sean! Esto siempre estará sujeto a la persona en sí. Si algo sucede en tu vida, el árbol se cae, tiene su razón de ser. Y sólo a ti atañe. ¡Individualmente! No en conjunto. No en familia, pueblos o naciones.

Y si se quisiese extrapolar esta situación, individual, a grupos, piénsese que éstos son sencillamente suma de individuos. Suma de individualidades.

La enseñanza de este otro Maestro, Jesús, cobra aquí toda su relevancia, aunque aparentemente en sentido inverso, no hay calamidad en ti.

“Caerán mil a tu lado y diez mil a tu diestra pero a ti no han de tocarte”.

Ese a ti, que eres tú, también es los mil y los diez mil...

domingo, 3 de agosto de 2014

¿qué decir de ella?...


El texto de Marinel sobre “Y esa lluvia de estío tras tórrida luz..., ¿qué decir de ella?”, me ha recordado la mañana de un ayer, 1958, en la que, y desde la puerta de nuestra casa en la costa ibicenca, contemplaba como la tormenta de verano, breve e intensa, descargaba el aguacero sobre los campos sedientos.

A resguardo de la lluvia contemplaba la cortina de agua con que el cielo humedecía aquella tierra, tierra de alma, toda, hacia la tierra mía...

El intenso aroma a tierra mojada lo impregnaba todo. El silencio se cobijó bajo las higueras cargadas de frutos. Los pájaros, en un intento de guarecerse, elevaron su vuelo tan alto que sobrepasaron las nubes. No había nadie en casa, nadie a mi alrededor... Nada. A penas un pensamiento surgió, o llegó desde fuera...

Asomando la cabeza a la calle miré hacia la derecha, tres casas más acompañaban la nuestra... Seguía lloviendo...

¿Y si detrás de la última casa, dónde no veo, dónde no estoy, no llueve? Y tuve la certeza de aquella lluvia que caía ante mí era porque yo estaba allí.
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Y de que no hay una sola realidad para todos. 
De ahí las palabras de Aquel: 
"Caerán mil a tu lado y diez mil a tu diestra pero a ti no han de tocarte".
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lunes, 28 de julio de 2014

Una puerta se cierra...

Arrazola.

Ayer en la playa.

Hoy en el valle las nubes cubren los picos de las montañas que lo circundan. Llueve a ratos. El color plomizo que lo envuelve todo contrasta con el verde exuberante de árboles, plantas y la hierba que alfombra la tierra.

La noche se hace presente y el silencio se adueña... Apenas algún cencerro en la lejanía. Apenas los últimos cantos del petirrojo. Todo lo demás adormece.

La vieja iglesia de Arrazola anuncia, a través de su campana rota, las nueve. Su campanario se vislumbra en la última claridad del día.

Una puerta se cierra...

viernes, 18 de julio de 2014

...lo natural.

Un pequeño murciélago colgado a baja altura en una de las paredes de la casa donde vivo, en la calle principal del pueblo y frente al único bar abierto en estas fechas, marca una de las notas de la vida expresándose a sí misma. Otra serían mis dos nietas en la piscina pública, a las que hemos ido a ver, a punto de sentarse a comer... Otra la decisión de quedarnos en casa, tumbados en el sofá, sentado yo mientras escribo este pequeño texto... y observando cómo a pesar del tremendo calor que hace y el sol que luce, ¡está lloviendo!. Gotas gruesas de verano.

¿Hay algo más natural que un murciélago, unas niñas en la piscina, un sofá, unas gotas de lluvia en una calurosa tarde de verano? ¡Claro que sí! Hay infinidad de cosas naturales en la vida de cada uno. Alrededor de ella. Y en todas partes.

Apreciarlas o no, vivirlas o no, es cuestión enteramente de uno. Aunque he de reconocer que llegar a este punto de comprensión, realismo práctico, me ha llevado la mayor parte de mi vida.

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¡No sostengas opiniones acerca de nada!

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domingo, 4 de mayo de 2014

La Voz...

Desperté temprano esta mañana y, una vez más, pensamientos en relación a compartir en el blog llegaron hasta mí...

Es un momento en que la imaginación se vuelve fértil, o simplemente receptiva, en este aspecto del escribir, compartir, o sencillamente que ese es su estado natural de ser. Y es después con los avatares del día o las contaminaciones in/des-informativas que se ofusca. ¡A saber!

El caso es que vivo estas sensaciones encontradas de recibir, y limitarme a vivirlas, sabiendo que cuando quisiera plasmarlas en palabras se habrá diluido la mayor parte de su esencia. Así suele ser. Y así soy consciente de que en ello hay una razón...

Enfrascado en estos dimes y diretes oí su voz... ¿No te das cuenta que siempre estás hablando de ti mismo o tus asuntos?...

¡Cierto Padre!... ¡Está hecho!

Y centré mi vida en su comunicación y la mía.

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YO SOY la Magna y Todopoderosa Presencia de Dios que YO SOY.

YO SOY en ti y tú eres en Mí.

El secreto más grande del universo es que tú y YO somos Uno.

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martes, 29 de abril de 2014

Vive la realidad.


A medida que elevas tu conciencia por encima de las individualidades, te elevas a una nueva dimensión donde todo es Uno Conmigo y donde sólo puedes ver lo perfecto. Inténtalo la próxima vez cuando estés en desacuerdo con alguien. Eleva tu conciencia y ve Mi creación perfecta en ese alguien. Si haces esto, un gran sentido de paz y armonía descenderá sobre ti.

Esto es todo muy práctico. Vívelo. Practícalo. Date cuenta de que en verdad funciona.

Cuando veas qué maravillosamente funciona, te darás cuenta de que proviene de Mí.

Mis senderos son perfectos. Camina en ellos. Vive la realidad. 

(Dios me Habló. de Eileen Caddy)