domingo, 3 de agosto de 2014

¿qué decir de ella?...


El texto de Marinel sobre “Y esa lluvia de estío tras tórrida luz..., ¿qué decir de ella?”, me ha recordado la mañana de un ayer, 1958, en la que, y desde la puerta de nuestra casa en la costa ibicenca, contemplaba como la tormenta de verano, breve e intensa, descargaba el aguacero sobre los campos sedientos.

A resguardo de la lluvia contemplaba la cortina de agua con que el cielo humedecía aquella tierra, tierra de alma, toda, hacia la tierra mía...

El intenso aroma a tierra mojada lo impregnaba todo. El silencio se cobijó bajo las higueras cargadas de frutos. Los pájaros, en un intento de guarecerse, elevaron su vuelo tan alto que sobrepasaron las nubes. No había nadie en casa, nadie a mi alrededor... Nada. A penas un pensamiento surgió, o llegó desde fuera...

Asomando la cabeza a la calle miré hacia la derecha, tres casas más acompañaban la nuestra... Seguía lloviendo...

¿Y si detrás de la última casa, dónde no veo, dónde no estoy, no llueve? Y tuve la certeza de aquella lluvia que caía ante mí era porque yo estaba allí.
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Y de que no hay una sola realidad para todos. 
De ahí las palabras de Aquel: 
"Caerán mil a tu lado y diez mil a tu diestra pero a ti no han de tocarte".
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1 comentario:

maria cristina dijo...

Ernesto, una mirada diferente, más terrenal, me trajo este otro recuerdo, un día llovía desde la ventana de mi cocina al sur y en la del living, hacia el norte, no, fue muy llamativo, cómo se diría ese pronóstico? Un abrazo!