Con
la misma naturalidad que en Semana Santa la mayoría de ciudadanos de
este país sale de vacaciones, millones de desplazamientos, atascos
en carretera, ocupación hotelera, etc., así de natural también,
días festivos, se suelen tomar las Navidades. Atrás quedaron
aquellos ambientes navideños de zambomba y pandereta, pasas e higos
secos, peladillas blancas y mazapán artesano, y un turrón duro al
que había que desmenuzar con el martillo de casa. Años 40 y
siguientes… Hasta que la “modernidad” nos dio, nos fue dando,
esa capa de barniz que hoy nos hace “brillar” con los millones de
luces que alumbran las ciudades en estas fechas. Barniz que en parte
nos aísla de aquel mundo sencillo y natural que muchos conocimos.
Quien
esto escribe nació en el 48. Y no siento nostalgia alguna por
aquella niñez y juventud… ¡Tiempos pasados! En la madurez me
hallo. ¡¡Que más allá que en la memoria no existen!! Y menos
considero que fue/será mejor que la época que les toca vivir a mis
dos nietas, Ziara 7 años y Naia 14.
Creo,
sé, que cada tramo de vida, nacimiento y “vuelta a casa”, de
cada ser que llega a este mundo, escuela, vivirá/enfrentará su
propio curso, lecciones, alegrías, vicisitudes y avatares. Y todo
ello, si bien será el contexto en el que se desarrollen, no
estará necesariamente sujeto a las decisiones del G-20, G-8, G-7,
G-5, Fondo Monetario Internacional, Unión Europea y ese país
representado hoy por la “zanahoria”. Cierto que todo esto, y más,
puede parecer que dirige y controla este planeta. Y puede que lo haga
en esta época nuestra… Pero esto que llamamos “nuestro mundo”,
y sus valores, no es ni tan siquiera un grano de arena en la
inmensidad de todas las playas del planeta. ¡Ni uno solo!
Y
aún así, planeta, galaxia y Universo, no serían nada en
comparación a la realidad que cada ser que “llega” es! Está
claro que hace falta una nueva comprensión, ¡individual!, para
alcanzar ¡lo que ya se es!
¡Despertar
es la vía!… Pero también para ello es necesaria otra voluntad.
¡Que siempre está presente, si bien no acabamos de encontrar!
─Oiga,
¿no podría ser algo menos denso en estos últimos días del
año. Algo más desenfadado, suelto, trivial? ¿No hablaba usted de
zambombas y peladillas al principio, belenes y villancicos, alegría,
inocencia y despreocupación? ¡Pues súmese a ello! ¡Ponga el
champan a enfriar, y deje que las campanadas hagan su función...
esperada!
─¡Despertar!
─Bueno,
no diría yo que la cosa vaya por ahí… Y no sé si no será más
bien al contrario… Pero en fin, la vida sigue!
─¡Cierto!…
Y por ello ya lo tengo enfriando… Y haremos chn chin entre las
copas a juego con el... tam… tam… tam… de la Puerta del Sol.
¡Feliz
Noche y feliz día siguiente!