domingo, 29 de abril de 2018

...mar de pañuelos!


He respondido a todos los comentarios recibidos en la entrada anterior… Pero he de reconocer que no esperaba ese mar de pañuelos despidiéndose de mi… ¿A dónde queríais mandarme exactamente, a mí, que no tenía intención de ir a ninguna parte jajajajajajaja…

Bueno, hechas unas risas, merecidas y deseadas, paso a lo serio…

Mi nombre, Ernesto, suele dar pie a confusión: Eduardo, Gerardo, Alberto, Luis (este es el nombre que la madre de un amigo mío empleaba, su hijo se llama Luis), etc. y no una vez, sino muchas. Y un día decidí poner freno a tanta ligereza…

A quien me llamaba por un nombre que no era el mío le decía sonriente: “me debes un euro”. ¡Nunca más se volvían a equivocar! Incluida la que me llamaba Luis. Y me llamó la atención este hecho pues es una mujer mayor y creí que no lo retendría. Al día siguiente ya me llamó por mi nombre al cruzarse conmigo. Lo que provocó mi carcajada… Y es que Don Dinero es Don Dinero.

Permitidme pues que, sino haceros pasar por caja, no es el caso, sí puntualice, en la primera estrofa del poema de Machado mi “debéisme”… jajajjajajaaja…

Y las dos últimas: “a bordo, ligero, casi desnudo...” en clara alusión a mi última frase en la entrada anterior, esencia de lo que realmente expresaba.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.”

viernes, 20 de abril de 2018

También a esto dejé de jugar un día...



Una y otra vez e iniciado algún que otro texto en este periodo de tiempo en el que no escribo en el blog… No entro. Ni prácticamente leo nada de nadie. Ocupado desde hace un tiempo en temas familiares de documentos, administración, notarías, Haciendas, etc., que ya finalizan, descubro que, si bien ocupado y entretenido, no he echado en falta ese tipo de comunicación. He utilizado con algunos de vosotros el mail y el teléfono, la conversación personal y puntual. El tema concreto del momento. Lo real!

No es que me haya mantenido en silencio, no, de hecho no he callado, es más bien que ese periodo de contar cuentos, historias, reales o imaginarias, en el que llevo tiempo compartiendo con vosotros, creo que ha llegado a su final… ¿Qué historia romántica podría contar, como me pedía una amiga mía hace unos días, a partir de ahora?

Lo romántico, como cualquier otro adjetivo sobre algo, no sería más que un barniz añadido que le damos a algo real para, en el caso de «romántico», tratar de embellecerlo. En otros casos, como «bueno» o «menos bueno», definirlo. Pero…

...¿Desde qué posición real podríamos, muchos de nosotros, tratar de definir algo que solo percibimos desde nuestro propio punto de vista… personal, parcial y subjetivo?

(Una vez más dudo de la conveniencia de publicar esto que escribo… Reflexiones sin mucho sentido más allá de tratar de decir algo…, que sé que ni es necesario ni tiene mayor relevancia. Y es que empiezo a no encontrarle la gracia a esta forma de compartir. Lo que no quiere decir que no sigamos siendo amigos, en contacto, compartiendo, escribiendo en el blog o leyendo, etc., ¡claro que no!, pero esta «cierta insustancialidad» que empiezo a notar en mis propios escritos, no los vuestros, no entro a valorarlos, marcará, ¡marca ya!, otra historia.)

El cierre de los pétalos de una (iba a decir sencilla pero ¡a qué adjetivar lo natural!) margarita del campo al atardecer o su apertura cuando ya el sol lo ilumina casi todo, me dice hoy mucho más que todo el conocimiento adquirido en libros, tratados, cursos, charlas o reflexiones que he podido practicar a lo largo de mi vida… Conocimiento del que en ocasiones me he sentido experto, cuando no maestro!

¡Oiga!, ¿se está despidiendo?…
¡En absoluto!… Es solo que el lugar de encuentro cambia de escenario. El personaje con mochila al hombro, caramillo o flauta, paseando por las plazas viejas o bajo los entrañables pórticos de cualquier pueblo antiguo, al que invitaban a comer o a cenar y acababa casándose con la “protagonista” de la historia… “romántica”, da paso a lo que ya viene pujando con fuerza… ¡¡La realidad!!

¡Ahí nos encontraremos!