domingo, 29 de diciembre de 2013

...la otra historia.


¿Qué representan los rostros de la entrada anterior?. ¡Simplemente un segundo en la vida de estas personas!

¿Nacieron un día o ya vinieron hechos así?. ¿Tuvieron cinco años, diez, veinte. ¿Se casaron tal vez?. ¿Tuvieron hijos?. ¿Celebraron los cuarenta, sesenta, setenta...?.

¿Qué son ellos?. No quiénes!. Pues quiénes está a la vista. ¿Qué son realmente?.

Para quienes creen en la vida única, ésta solamente, el juicio final y la resurrección de los muertos, para quienes creen en este valle de lágrimas, en el que han reído y llorado, y tal vez lamentado muchas veces las situaciones vividas, otras dando gracias, personas llegando al final de sus vidas. Como llegarán ellas...

¿Es esto todo?. ¡Nacieron, vivieron y adiós!

Para quienes tienen otro concepto de la vida, tan respetable como el primero, seres en camino. Quienes creen en la reencarnación, entre otras opciones de vida, saben que no hay principio ni final. Sólo la Vía. Solo Dios.

¡Lo que siempre fue, es y será!. ¡Lo que está en todo, es todo y todo está en Él!.

Más allá de estas palabras, oídas o conocidas tal vez, se halla una realidad que algunos piensan que ya somos todos. Esto no significa que si llueve no se mojen, o que si hay un atasco de tráfico no se retrasen en su cita. No, claro que no. Pero sus vidas suelen ser otra historia!.

“Estáis en el mundo pero no sois del mundo”. Jesús. (¿Palabras sin sentido o una realidad velada?) 

En esencia todos estamos en el camino, (YO SOY el Camino, la Verdad y la Vida...), es la forma de percibirlo lo que nos diferencia. Y ello marca a su vez el mundo que vivimos.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Soledad... ¿qué podemos hacer por ella?


Hace ya algún tiempo, en una entrevista que hacían a gente que se encuentra viviendo en la calle, preguntaban a un joven que ya llevaba algo más de un año en esa situación, que qué era lo más duro de ésta. Me impresionó la respuesta que dio: “la sensación de que no te ven cuando pasan a tu lado, como sino existieses”.

Ayer entrevistaban a personas “sin techo” y otras necesitadas de medios y alimentos, y también gente mayor que vive sola, que habían cenado en una iglesia de Barcelona. Costumbre que se desarrolla desde hace más de 30 años. Más de cien voluntarios se prestan a este objetivo. Cena, regalos personalizados para todos, alegría, unión, contacto fraternal..., tan necesitado como el alimento mismo... ¡Vida!

Uno de los participantes, un hombre mayor de unos 65 años volvió a dejar huella en mí con sus palabras: “la mayor enfermedad es la soledad”.

Me acordé de ese hombre mayor, silencioso a la fuerza, y solitario, que con todas sus pertenencias en una bolsa, suele pedir para comer en las calles del pueblo. No está siempre. Como la mayoría, han aprendido a “variar la zona” pues saben que de esta forma reciben más!. He de señalar, con sencillez y humildad, que dadas las fechas, mi aportación fue distinta a otras veces. Pero no suficiente...

Sentado a la mesa esta nochebuena, viendo todo lo que había para cenar, el calor, el ambiente familiar, entrañable, las risas de las peques, la hermandad... Me acordé de él. Y sentí su falta...

miércoles, 25 de diciembre de 2013

...me lo dijo mi madre.

En la isla donde nací y en el tiempo en que lo hice había una costumbre ancestral que permitía, cuando te bautizaban, poner en el libro de la iglesia junto a tu nombre, alguno más. Generalmente familiares o amigos de la familia. No tenía mayor relevancia que el de constar ahí. ¡Costumbres!

A mí me pusieron tres: Ernesto, el de la partida de nacimiento y oficial, y el de Carlos y Antonio. Antonio se llamaba el hermano mayor de mi madre, supongo que fue mi padrino. El de Carlos no sé muy bien de donde viene. Cuando me enteré de esta historia, por mi madre, ya había cumplido los treinta años. Quiero recordar que me dijo que era un amigo... Pero nunca supe de ninguno relacionado con mi familia. ¡Cosas de la vida!

El caso es que tomé prestado este último para firmar, hasta hoy, en el blog en el que escribo. Quiero dejar muy claro que cuantas veces me habéis llamado Carlos lo habéis hecho de pleno derecho. ¡Es mi nombre!. El segundo pero mi nombre.

Este blog no estaba destinado a lo que se ha convertido. Un medio de contacto y diálogo con todos vosotros. Similar al que durante años tuve con el nombre de “Lugar de Encuentro”. Cerrado hace un año por querer encontrarme con el Silencio...

Las razones de este proyecto inicial eran las de que me sirviese para expresarme con personas con las que hace años, muchos años, no mantienen contacto conmigo. De ahí el nombre del blog, de ahí el 10. Todo esto ha quedado descartado ya.

Sirvan estas palabras para aclarar que desde hoy firmo con mi nombre: Ernesto.

Gracias a todos por vuestra comprensión. Un fuerte abrazo.

jueves, 19 de diciembre de 2013

La de las calles viejas...

Las hojas que ayer hacían su función hoy corren entre las calles del pueblo al son del viento que las acompaña. Cubren los bancos del parque, jugando incluso algunas de ellas con la sempiterna fuente..., vieja. O se refugian en el ancho pórtico de la iglesia. Y a veces se elevan tanto, cuando el viento arrecia, que sobrepasan en mucho la alta espadaña de piedra.

¡Las hojas! En las que escribimos ayer el ayer. En las que trazamos mapas que recorrer, Palestina, las estrellas...

El viejo puente... ¡Todavía me pregunta por ti!. ¡Dime! ¿Qué he de decirle?



23 de Diciembre de 2013

"...Por cierto, dile al puente que me ha gustado mucho recuperar su recuerdo, y que las hojas secas que el río arrastra corriente abajo, yo me las encuentro en el mar...

Un fuerte abrazo y hasta pronto.

Idurre."

lunes, 16 de diciembre de 2013

Navidad...

Mis mejores deseos para todos en estas fechas que suelen ser, entre otras cosas, un pequeño remanso de paz y encuentro. 

La Navidad... lo natural, la inocencia, la belleza, el arte, la melodía, el silencio, la alegría, la emoción, los abrazos, el canto a la Vida... que se halla en cada uno de nosotros. 

Más bien todos nosotros en ella, la Unidad. El Padre, Dios, lo Absoluto, la Presencia YO SOY... TÚ!

Un fuerte y cálido abrazo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

...la tarde caía.

La tarde caía... Sentí soplar el viento y vi como las hojas de otoño se desprendían de los árboles. Unas caían cerca de mí, otras un poco más allá. Parecían hacerlo sin sentido, pero al tocar el suelo se veía como si una mano las colocase de una forma determinada. Aquel grupo dibujaba un corazón, aquel otro el lecho de un río, el de más allá...

Tuve un pensamiento... Cogí un abecedario y lo agité levemente. Al desprenderse las letras formaron esto:

...¿Quién es?
¡Quién sabe!. Es cálida, su mirar, sus abrazos... mi amiga.
La del casco antiguo, la de las calles viejas.
La de los atardeceres, la del viejo puente de madera.
La de la otra orilla, la de la playa aquella.
La de la ventana abierta con su silueta en ella...

Apoyado en la barandilla del puente veía ondular su cara en el río.

Apenas la oí llegar, aquella mujer mayor solía pasar a nuestro lado cuando, uno junto al otro, nos inclinábamos sobre el agua que fluía. Me preguntó: ¿ya no viene aquella joven morena de ojos grandes?. Me volví, ¿qué podía responder?. Ante mi silencio prosiguió con una sonrisa: ¡es tanto que no es fácil abarcarla toda!. Y reemprendió su camino.

¿Volverán nuestros pies a hollar los caminos de Palestina pequeña Myriam?. ¡Quién sabe!

¡Hasta siempre amiga. Hasta las estrellas!