miércoles, 22 de marzo de 2017

¿A mí?... ¡me encanta!


Se alegraba hace poco nuestra amiga Mar de que hubiese publicado algo personal mío, en referencia a la entada “Anécdotas de la vida”. ¡Aquí va una pincelada más, amiga!

Escribir en un blog no nos garantiza la entrada en el cielo. A San Pedro no le convenceremos con cuatro palabras hilvanadas en una pantalla… No, no será suficiente. Pero para crear lazos de comunicación, contacto y amistad entre nosotros sí que sirven los blogs, entre otros medios tecnológicos… Que si no sustituyen, aunque camino llevan, las relaciones tradicionales entre las personas las complementan.

¿Camino llevan…?
¡Observe a la gente! En la calle, en el autobús, el trabajo, la consulta médica, etc. Y no le digo ya a la familia de cuatro miembros, padres e hijos, sentados en una terraza de bar cada uno tecleando su propio móvil…

Una cosa que me llamó poderosamente la atención, años ha cuando abrí mi primer blog, fue comprobar como la gente se expresaba en ellos. La confianza, las confesiones, la apertura de alma que se manifestaba en estos no se conseguiría en un têt a têt cualquiera. Pareciera que hablar a través de algo que nos ocultaba del otro facilitaba el diálogo. ¡Y es natural que ello sucediese! Hay una gran carencia de comunicación, contacto, tacto e interacción entre las personas.

¿Nos ocultaba?…
Bueno, no es exactamente así… Creo que más bien nos desinhibe de convencionalismos y nos permite ser más nosotros mismos.

Viene a cuento esta disertación porque tres personas amigas desde hace tiempo, años incluso, o por lo menos seguidoras en el blog, se “han descolgado” del mismo. ¡Nada que objetar! Entrecomillo las palabras porque también pudiese suceder que hubiese sido yo, con alguna palabra mía, el que provocase su despedida…

Es cierto que en estos espacios las personas van y vienen. Consustancial con ellos. Todos hemos tenido visitantes ocasionales que dos entradas más tarde ya habían desaparecido. ¡Gracias a Dios! Por no hablar de otras dinámicas en las que algunos “salen de caza” en busca de seguidores de cualquier tipo. Generalmente parecido al suyo. Recuerdo ahora el caso de una joven que se presentaba en los comentarios que iba dejando, más o menos así: “Hola, te dejo mi dirección por si quieres criticarme...”. Ni una sola palabra sobre el texto visitado, ni el más mínimo interés en conocer nada de la persona a la que se dirigía, ¡nada! Sólo ella. ¡Insustancial!

Los blogs pueden asemejarse a una tertulia en el café con amigos, conocidos o, sencillamente, gente de la calle. Tal cual nosotros mismos. Charlas, interacción, risas, respeto, van cimentando, o pueden hacerlo, amistades, contactos, relaciones, etc. Algo agradable y sencillo. Natural. Y como tal variado.

De ahí los «bienvenidos» del principio y los «adiós adiós» de algunos momentos más tarde que, más o menos, todos hemos experimentado. No hay nada personal en ello. Son las reglas del juego.

¡A mí me encanta todo ello!

sábado, 11 de marzo de 2017

¡Carmena!

Si bien el tiempo parece retroceder en la memoria, no hay un solo atisbo de nostalgia en el relato. Son, sencillamente, palabras engarzadas.
Cansado de andar, entró en el bar de la plaza que bajo los soportales de madera daban un respiro al sol del mediodía. Saldaña, 1981.

El frescor que le acarició la cara al cruzar la puerta más un cierto aroma que percibió a cosas antiguas, entrañables, le trasladó a un pasado que, 60 años después, todavía le embargaba: la bodega «La Rosa», Noia, su abuelo tomando un pequeño porrón de vino tinto sentado en un banco de madera en la penumbra del lugar…

Dejó la mochila en un rincón y se dirigió al mostrador. Una mujer que no tendría 45 años le esperaba mirándole a la cara… Recogiéndo la jarra de cerveza fría y espumosa se sentó en una mesa de mármol cerca de la ventana. Había poca gente en el establecimiento. Tal vez era la hora de comer.

El sonido de la puerta al abrirse le hizo volver la cabeza. Un hombre joven y risueño cruzó el dintel saludando con la mano a la mujer y perdiéndose por una puerta de batientes del fondo. Le pareció que podría ser la cocina al percibir algunos sonidos de platos y cazuelas… Y una vez más el recuerdo retrocedió en el tiempo hasta la pequeña cocina de su abuela donde ésta preparaba, no con la frecuencia que a él le hubiese gustado entonces, las deliciosas filloas gallegas. Nunca más las comió iguales.

Notó que alguien se acercaba por su espalda y se volvió. Una joven de pelo corto y algo rizado y que vestía vaqueros y blusa blanca le preguntó sonriéndole:

¿Te apetece comer?
Sorprendido por la pregunta, pues no veía a nadie más comiendo ni pensaba que diesen de comer, respondió que no le importaría…
Ven, le dijo la joven dirigiéndose a la puerta de batientes.

Recogió la mochila y la siguió no sin cierta extrañeza… Al cruzar la puerta, un aroma de buena comida aderezada con especias salió a su encuentro. Una larga mesa cubierta con un mantel de hule de pequeñas flores amarillas, al fondo de la estancia, albergaba a varias personas. Reconoció al joven que vio entrar, quien le sonreía invitándole a acercarse, una mujer mayor sentada en la cabecera le hizo señas también, completaban el grupo un hombre de mediana edad y dos niños. Le hicieron sitio en uno de los bancos corridos y se sentó cerca de la mujer que parecía ser la abuela.

Un plato de pasta y unos filetes de carne templaron su cuerpo. Un postre recién hecho parecido a las natillas cerró el menú.

El joven risueño resultó ser el cura del pueblo, quien tenía sitio reservado en aquella mesa. La mujer mayor era la abuela de la joven y de los dos pequeños, y madre de la mujer del mostrador. Ella y su marido, fallecido hacía años, habían abierto aquel establecimiento al poco de casarse. La razón de que estuviese compartiendo mesa con aquellas gentes era porque la abuela le había visto al entrar… Y no era la primera vez que invitaba a comer a los caminantes de mochila.

Una larga sobremesa le permitió conocer a aquellas personas y darse él también. A media tarde abandonaban él y el cura el establecimiento dirigiéndose a la casa parroquial. Allí pasaría la noche. Al día siguiente ambos fueron a desayunar donde ya les habían cogido la palabra el día anterior.

¿No vais a venir a cenar esta noche? ─les preguntaron antes de salir─.
Cenaremos fuera, ─respondió el cura─, quiero enseñarle el pueblo y que conozca algunas personas…

Desayunaron en la cocina. Las humeantes rebanadas de pan blanco y redondo se acababan de tostar sobre la plancha cuando entraron. Dos grandes tazas decoradas con unos finos juncos verdes acogieron el café con leche. Una bandeja de bollos caseros y recién hechos esperaban en la mesa. Unas flores rojas junto a otras amarillas completaba el cuadro… Bueno, la sonrisa de la joven que ayer lo invitara a comer, esta mañana lucía especial.

¡Caramba María!… ¿Qué celebramos hoy? ─preguntó el cura sin darse cuenta de la sonrojez que estas palabras produjeron en ella…

Año y medio después, Carmena, que así se llamaba la abuela, celebraba la llegada de su primera bisnieta. Carmena le pusieron!

(En Julio cumplirá sus 34 años)

miércoles, 8 de marzo de 2017

Carnaval carnaval...


¿Se han acabado realmente los carnavales?… ¿Nos hemos quitado las máscaras?… ¿Han acabado las fiestas y la «verbena». ¡Difícilmente!

Pero no le veo ningún problema a darse un toque de color de vez en cuando. O los que cada quien guste. Ir “no disfrazado” siempre podría representar también cierto «carnaval». Más sutil, más insidioso, de más orgullo o vanidad.

¿No es ésta la condición humana, parte de ella. Creencias. Inconsistencia. Fantasía. Ilusiones… sueños. Risas huecas, valle de lágrimas?...

La vida es lo que hagas de ella…, generalmente. Y no tanto las imposiciones externas o de terceros.

Bueno, ¿no querrá decir que lo que sucede en el mundo y muchos están viviendo es escogido?
¿Qué mundo, el suyo?
¡Hombre!… el mío exactamente no pero…
Hay una frase de sabiduría y enseñanza en la propia Biblia, entre otras culturas, que ya le aseguro que ni los «expertos bíblicos» la comprenden del todo, y menos la aceptan, por no estar considerada «políticamente correcta», que dice:

Caerán mil a tu lado y diez mil a tu diestra pero a «ti» no han de tocarte".

Los mil diez mil a los que se refiere la enseñanza son todos esos que usted ve en situaciones determinadas. Y que le “acongojan”. Y sin embargo la enseñanza le señala a usted «solo» como sujeto o personaje a tener en cuenta. ¡También a cada uno de ellos! Que pueden ser/son ese mismo «ti»

¿Distingue la diferencia, ve la enseñanza para usted y por extensión para cualquier «ti»?

¡Ahí está la clave de mucho del sufrimiento que cree percibir!

─Ayer en la tv oí a un ciudadano de Nápoles, que ya contaría sus 50 años, decir que el ex-jugador de fútbol Diego Armando Maradona era lo más importante que le había sucedido en la vida.

─Aunque le costase aceptar que este napolitano, con ideas tan intrascendentes que hasta rozan la simplonería (con todo mi respeto a los aficcionados al fútbol), es también ese  "«ti» no han de tocarte", la realidad es que lo es. Y como él, como señalo más arriba, cualquiera de nosotros.