Cuatro de la madrugada. Sin sueño… Tras haberme quedado dormido en el sofá unas tres horas. ¡Un regalo! Sueño y sofá, desde luego.
Miro por los cristales de la ventana y veo una noche tranquila, silenciosa… Algo blancuzca en mi calle por esta nueva iluminación de las farolas con bombillas LED. De menor consumo pero que va terminando con ese color amarillento de las bombillas de siempre que daba aquel entrañable encanto a las ciudades. Y no digamos a los pueblos antiguos.
De nuestros viajes de regreso de Barcelona, también de madrugada tras haber pasado el día comprando género para nuestras tiendas de ropa, ¡años ha!, nos resultaba muy acogedor circunvalar el pueblo de Otxandio, Bizkaia, envuelto en su casi sempiterna niebla y esas luces amarillas que traducían “hogar”.
Preparándome este primer té del día y habiendo visto la noche poco antes… ¿O fue ella quien me vio a mí? Me ha venido al pensamiento qué cuál es realmente la realidad de la vida, de las cosas, de todo…
¿Lo que vemos, sentimos, en lo que estamos, compartimos con otros? ¿Hay “otros”?
Realidad!
Contaría unos diez años cuando en mi Ibiza natal y viendo caer una tromba de agua sobre los campos secos del verano, refugiado en mi casa pero viendo llover desde la puerta trasera abierta, miré hacia la derecha… Había otras cuatro casas más. Apenas se vislumbraba la última tras la cortina de agua… Un pensamiento se hizo hueco en mí.
¿Estará lloviendo a la vuelta de esa casa, donde no veo? ¡Y pensé que tal vez no!
¿Mi primer encuentro con la “realidad”?
Mi nieta Ziara, 10 años, me contaba hace unos días un sueño que había tenido.
─Aitite (abuelo), he soñado que nuestras vidas son como… si viviésemos unas películas diferentes. Morimos pero después volvemos. Solo que ya diferentes… Y eso me ha hecho perder el miedo a la muerte.
No cabría negar que fuera de estas paredes se están produciendo mil y un acontecimientos, millones de millones, denominados “realidades”. Pero… ¿Es real eso? ¿Son reales ellos y quienes son “testigos” de ellos?
¡Aquí no está sucediendo nada! ¿Sucede lo mismo en el “aquí” de los “otros”?
¿Quién lo “atestigua” ahora mismo?