viernes, 27 de agosto de 2021

...espigas doradas!

 




El final del verano empieza a llamar a las puertas, si bien el otoño no acaba de abrirlas del todo… todavía. ¡Tiempo de transición! En el que el verde/primavera va camino del ocre/dorado de las hojas…

Las espigas que maduraron al sol, hoy descansan en las eras a las afueras de pueblos esperando los trillos que vuelta tras vuelta sobre ellas acabarán por desprender la paja del grano. Aventada la primera en su paso por el cedazo, queda el segundo que, recogido en sacos, se almacenará antes de ser molido en las “muelas” de los viejos molinos de piedra.

Vivencias de un pasado que, si bien evocador en el recuerdo, hoy apenas se encuentra activo en algunos pueblos de las dos Castillas, aldeas gallegas o asturianas o tierras de Andalucía.

Pero que me ha llevado hoy a 1964 en que tras despedirme de mis estudios en Madrid, pasé aquel verano en Santa Marta del Tormes, dando vueltas y vueltas sentado sobre el trillo y, riendas en mano, dirigiendo las dos mulas que me tocaron.

Y de ahí, no sé por qué, me he visto paseando en tarde otoñal por la calle Ordoño II, León, ciudad que en 1972 escogí para vivir un par de años.

León es un cúmulo de vivencias y recuerdos… y vivencias. Y en algunos aspectos, punto de inflexión en mi vida.

Parte de lo que soy, proviene de esa tierra, sus gentes, su esencia, su distinción siempre. ¡Castilla la Vieja!

También la canción que estás oyendo...

miércoles, 18 de agosto de 2021

¡Fin de la historia!

 


Tras el desternillante baile de Popotitos, la entrada anterior, "que en su día causaba pavor", según cuenta la canción, pasemos página descriptiva…

No en vano aquí, en el País Vasco, está lloviendo y hace una agradable temperatura. Y no digamos por las noches, donde de madrugada tienes que subir algo la manta que descansa a los pies.

Y si le añadimos que estamos pasando el periodo vacacional entre las conocidas y cómodas cuatro paredes de nuestra casa, ¡miel sobre hojuelas!

Dando por sentado, cómo no, que quién las pase donde las pase, las disfrutará de igual manera.

Y dicho esto no hay mucho más que decir…

Asomado a la ventana observo como un joven repartidor de alguna empresa de mensajería, con un sobre bajo el brazo, se dirige al portal de enfrente y llama… Le abren la puerta y entra… ¡Fin de la historia!

PD: Vestido de chándal y zapatillas de monte, por la lluvia, y con paraguas en ristre, salgo de casa a dar una vuelta por la plaza. Degustaré un par de "Verdejos" y compartiré calle con otros parroquianos. 

sábado, 14 de agosto de 2021

Ella...

 


Mediados de Agosto. Un tórrido calor de verano que no invita a mucha actividad, ni tan siquiera cerebral. Unas ciudades y pueblos medio vacíos. Unos abandonan el suyo y abarrotan el de otros. Un ir y venir que, quiero creer que tiene su razón de ser... Y no solo el bamboleo de ir de aquí para allá cual “pollos sin cabeza”.

(Por si alguien se siente ofendido por el término, sepa que quien esto escribe también saldrá de viaje un día de estos camino de la tierra del pulpo a la gallega, los berberechos y el Ribeiro turbio de tascas antiguas).

Pero mientras tanto y con el ánimo de entretener el tiempo, y puesto que casi todos me pilláis lejos, otra cosa sería poder vernos a la hora del vermut/blancoyfrío y hacer unas risas, propongo que nos contemos algunas… (Iba a escribir “cuitas”, en el sentido de “secretillos”, pero la RAE da unas definiciones que no encajan aquí). Por ello lo dejaremos en… algunas anécdotas o vivencias que puedan contarse.

Y como no serán de “ayer”, en algunos de nosotros, espero que tengamos la libertad, y la gracia, de poder hacerlo.

Expongo mi pregunta:

¿Tuvisteis alguna vez una novia “popotitos”? ¿Lo fuisteis alguna de vosotras? ¿Sería posible contar con alguna fotografía de “ella”? Y ya puestos a pedir, y solo por animar el patio, ¿podrías exponer también la del “partener” correspondiente de entonces? ¡O sea, la tuya, la de quien esto está leyendo ahora!

¿Sí?… Para mañana es tarde!

domingo, 8 de agosto de 2021

«mil veces ciento, cien mil».

 


Había una vez una “banda” de escritores prolíficos que emborronaban cuartillas sin fin… Leían de casi todo, y opinaban/comentaban de lo escrito y por escribir! Era una banda dinámica, creativa, atrevida y, diría, simpática… Casi todo eran parabienes, felicitaciones, “avanti a toda vela muchach@s”… ¡El Cervantes (premio) es vuestro!

Pero llegó Agosto, y cual banda-da de gorriones sin trigo que llevarse al pico, volaron hacia otros horizontes… Playa, montaña, casa del pueblo, “querida tía Remedios, ya estamos aquí...”, paseos por El Retiro, la Alameda donde jugué de niño, etc.

A algunos se les ve correteando al amanecer por playas semidesiertas sembrando la arena de sombrillas y hamacas… Otros bajo la higuera a media tarde, siesta. Otros con el “fino” sobre la barra del bar degustando los pescaítos fritos gaditanos. Y, si tienes suerte, compartiendo copa y plato con poetas y fotógrafas tras el Pulitzer. ¡Que no hay que descuidar méritos y reconocimientos!

Y, dada la des-”banda”-da habida, quienes nos hemos quedado a cuidar ciudad, ver el vuelo rasante de las golondrinas, oír la sempiterna copla de la fuente en el viejo parque…

“Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta...
(...)
En el solitario parque, la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.

Antonio Machado.

Pero todo llega y todo pasa, y llegará Septiembre con su nuevo curso por trascender… Y todos, quien más quien menos, ocupará su asiento en el aula de la vida.

“Y todo un coro "infantil"
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».”

jueves, 5 de agosto de 2021

El secreto del pañuelo!

 


No solo recuerdo como si fuese ayer esta canción, de 1965, sino que me sitúo en aquel tiempo, tardes de verano, calor. Calles de mi barrio, amigos, gentes… Mi casa, familia de entonces, mi vida… ¡Yo, 17 años!

Los mismos que hoy pueden tener cualquiera que vuestros nietos… De hijos, en lo que os conozco a la mayoría, creo que ya son padres.

56 años han pasado… Y no solo dos generaciones han nacido, sino que el mundo que conocimos entonces, tan cambiado como el de otros 56 años atrás para quienes lo vivían. El de nuestros abuelos con 17 años también. ¡1909!

De 1909 a 1965 hubo una evolución en la humanidad, en su parte occidental por lo menos, el mundo que conocemos, asumible... Aunque no sea sino porque muchos de nosotros mismos la vivimos. Evolución, adelantos, inventos, etc. ¡Transformaron el mundo! Las relaciones personales. Valores, creencias, certezas, etc.

Del 1965 a la época actual, si bien ya llevamos algún tiempo, algunos, en el que la evolución, los adelantos, la modernidad, cierta pérdida de identidad humana, social, otros valores, etc., nos pilla con el paso cambiado, gracias a Dios, todavía existimos… Estamos entre dos aguas, y ello nos permite balancearnos de un lado a otro, o si bien permanecer en uno, entender el otro.

Pero de aquí en adelante, y no con la progresión habida hasta ahora, tiempo al tiempo se decía, la cosa puede derivar en velocidades de vértigo. ¡Lo de las 8 de la mañana puede resultar antiguo para las 8 de la tarde! No digamos ya para pasado mañana. Pero…

¡Tranquilos! Puede que la cosa no vaya con nosotros… Los de, más/menos, 1948. ¡No directamente!

El tren de la evolución, la modernidad y demás valores, pasará por la estación de nuestras realidades… Las actuales, las conocidas, las de siempre. Las nuestras. Pero no tiene por qué afectarnos. Bastará con que contemos con un pequeño pañuelo blanco con el cuál, agitándolo en el aire, despidamos con serenidad al tren y a quienes en el viajen… ¡A dónde quiera que vayan!

Y ya de espaldas a la estación y de camino a casa, contemplemos los campos sembrados a ambos lados del camino, esos trigales dorados por el estío. Los pétalos rojos de las amapolas que sobresalen entre las espigas. Oigamos al jilguero cantar posado sobre el manzano tras el murete de piedras que delimitan las pequeñas huertas. Y cuando atravesemos el centenario puente de viejas piedras, y nos sentemos un momento en el borde a contemplar las aguas de montaña que pasan bajo el, imperturbables, observemos la claridad de las mismas… ¡Todo se ve diáfano!

¡Así debemos ver nuestras vidas actuales!