El boomerang es esa pieza (arma) que lanzada de una manera determinada, si no impacta en el objetivo, regresa a su punto de origen debido a su perfil y forma de lanzamiento especiales.
Si
sintetizásemos el comentario podría quedarnos algo así: “lo que
lanzas se te devuelve”, “lo que emites viene de vuelta.”. “Lo
que piensas construye en la misma cualidad.”. “Lo que siembras
recoges.”.
Lo
que recoges, hoy, es lo sembrado ayer... Aunque no seas consciente de
haberlo hecho.
Esto
es conocido como la ley de causa y efecto. Toda causa produce un
efecto. Todo efecto proviene de una causa, previa.
Y
así se va formando esa cadena de causas, previas, lo que produce los
consiguientes efectos, que se convierten a su vez en causas de otros
efectos... Y así hasta el infinito...
A
diferencia del boomerang, que es necesario que no toque el objetivo
para que vuelva, el pensamiento y el sentimiento emitidos, buenos o
inadecuados, si tocan el objetivo, al otro, la cosa, es
cuando vienen de vuelta. Y generalmente multiplicado su efecto. Si
era bueno, bueno, si no, de la misma cualidad. Esto no es conocido, y
menos aceptado, por la mayoría de la gente. Se ignora. Pero la
ignorancia de algo no libra de los efectos producidos... ¡Y así va
el mundo!
¿Está
la humanidad condenada a sufrir la interminable sucesión de causas,
inadecuadas, y los consiguientes, y perniciosos, efectos?
¡No
como tal humanidad!. ¡No hay tal humanidad!. De la misma manera que
una multitud de granos de arroz es la suma de cada
uno de ellos, así mismo la llamada humanidad es la
suma de cada uno de los individuos que la componen. Y son estos,
individualmente, y no en conjunto, los que tienen que cambiar. ¿El
mundo?. ¡No, desde luego. Ello es imposible!
Lo
que sí tiene que hacerse, lo que está al alcance de cada uno, lo
único que puede hacerse realmente, es cambiar uno. Dejar de emitir,
uno mismo, pensamientos inadecuados, malsanos, negativos, e inútiles.
Sustituir los sentimientos que se generan en su corazón, en muchas
ocasiones por cosas nimias, por sentimientos de comprensión,
aceptación, armonía, paz o amor. ¡Perdón!
La
comprensión, la paz o el amor, no son esas palabras bonitas y
algo tontas con las que la mayoría estará de acuerdo al
leerlas, para acabar no haciendo nada con ellas. Cuando son éstas y
no las grandilocuencias creadas, de toda índole, las que pueden
cambiar sus propias vidas.
¡Propias
vidas! Lo que está en tu entorno más inmediato, Tú.
Cuando
te observes motivado, implicado, en causas humanitarias,
próximas o lejanas, ello no importa, como tampoco importa si es de
hecho o sólo de intención, presta atención. Verás cómo realmente
no estás haciendo nada con lo único que puede cambiar tu vida. ¡Tú!
Y cambiando tú cambiarás el mundo.
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Si
cambias tú, cambia todo el contexto que te rodea.
Sea
éste de la naturaleza que sea.
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Por
otro lado las palabras de Jesús a sus discípulos,
personas
corrientes como tú y yo,
encierran
una enseñanza más profunda que la señalada hasta ahora.
“Estáis
en el mundo pero no sois del mundo”.
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