lunes, 24 de abril de 2023

Todo sucede...

 


Un correo esta mañana a una amiga mía, gallega para más señas, me ha hecho mencionar unos pasajes míos de cuando niño, de cuando aquellos 8 años, de 1956… Vivía con mis abuelos. Noia. Galicia. ¡Una etapa inolvidable!

Entre medias 66 años…

¿Barruntaba ya lo que iba a suceder en el mundo a lo largo de mi vida? Hasta llegar a esta… ¿cómo definir esta “actualidad”?

Cualquiera de mis dos nietas, 12 y 19 años, en un permanente contacto con nosotros, sus aitites (abuelos), vivimos muy próximos, comen en nuestra casa, por cuestión de ikastola (escuela) y universidad, casi todos los días, recordarán mañana momentos similares… ¡Y será grato para ellas!

Puede que lo hagan antes de que sus cabellos empiecen a blanquear, y puede que también cuando sus cumpleaños coincidan con el próximo mío… ¡Es irrelevante!

¡Viven hoy, y vivirán mañana sus propias vidas! ¡Viven ya y lo harán siempre sus propias risas y lágrimas.

¡Es consustancial con la vida! Ante ello, no cabe la más mínima pre-ocupación mía por ellas.

Lunes. Un día de Abril magnífico.

“Lo que sucederá no se puede detener. Lo que no sucederá no se puede forzar. Todo sucede porque ha de suceder.” (El Maestro.- Chao-Hsiu-Chen.- Obelisco.)

viernes, 14 de abril de 2023

...unas risas también.

 


He despertado temprano. Y si bien mi primer pensamiento ha ido hacia los documentos con los que llevo lidiando desde hace unos días, ya en camino de finalización, ha ido haciéndose hueco el largo canto del mirlo acompañando a la hembra en el nido. He abierto la ventana, en el silencio de esta mañana húmeda, fría y acogedora dentro de casa, para oírle mejor.

También ayer en la alameda, en la cálida hora del atardecer, el pequeño petirrojo desde la umbría arbolada entonaba su plácido canto despidiendo el día…

Y es ahora, 6:15 de la mañana, donde estos aconteceres naturales confirman que la vida fluye viva. Que el mundo gira sin fin. Y que el tranquilo río de la vida que cruza el valle va en pos del Océano. Meta en la que todos acabaremos.

Aquí, en esta calle denominada San Juan, a estas horas tranquilas, no llegan los ruidos altisonantes, la cacofonía social, política y económica, las flautas de Hamelín, y mucho menos el “estridente canto” de lo que algunos llaman inteligencia artificial. IA.

Elemento perturbador de reciente invención, ¿quién y qué está detrás?, que ya está obligando a responsables sociales, educadores, políticos y gobiernos del mundo responsables, a advertir de sus más que previsibles consecuencias de alterar el orden y la vida tal como la conocemos. ¡Tal como la vivimos! ¡Tal como somos!

Y a ponerle coto, a la “llamada” IA, cuando no a prohibirla en muchas de las esferas que atañen al ser humano.

No quiero dejar de reconocer también, los “cantos de sirena” que mucha gente emite valorando los adelantos que ésta puede producir en las sociedades actuales…

Ni saben, ni son conscientes, a mi modo de ver, de la irresponsabilidad que pueden suponer esos loas a algo, IA, cuya principal “cualidad” es su infinita capacidad de crear, condicionar, tergiversar la realidad.

¡Y, su más que probada incapacidad de control por parte de nadie!

Hace rato que el mirlo ha dejado de cantar… Tal vez se deba a la relevancia que haya podido percibir en la profundidad de mis propias reflexiones.

Aquí en San Juan, en las praderas cercanas, un poco más allá, los días de viento hacemos volar cometas. Unas cañas, papel, cola, un rollo de cuerda, un talante alegre y confiado y, poco más. Bueno sí, unas risas también…

¿IA? ¡No, gracias!