Un correo esta mañana a una amiga mía, gallega para más señas, me ha hecho mencionar unos pasajes míos de cuando niño, de cuando aquellos 8 años, de 1956… Vivía con mis abuelos. Noia. Galicia. ¡Una etapa inolvidable!
Entre medias 66 años…
¿Barruntaba ya lo que iba a suceder en el mundo a lo largo de mi vida? Hasta llegar a esta… ¿cómo definir esta “actualidad”?
Cualquiera de mis dos nietas, 12 y 19 años, en un permanente contacto con nosotros, sus aitites (abuelos), vivimos muy próximos, comen en nuestra casa, por cuestión de ikastola (escuela) y universidad, casi todos los días, recordarán mañana momentos similares… ¡Y será grato para ellas!
Puede que lo hagan antes de que sus cabellos empiecen a blanquear, y puede que también cuando sus cumpleaños coincidan con el próximo mío… ¡Es irrelevante!
¡Viven hoy, y vivirán mañana sus propias vidas! ¡Viven ya y lo harán siempre sus propias risas y lágrimas.
¡Es consustancial con la vida! Ante ello, no cabe la más mínima pre-ocupación mía por ellas.
Lunes. Un día de Abril magnífico.
“Lo que sucederá no se puede detener. Lo que no sucederá no se puede forzar. Todo sucede porque ha de suceder.” (El Maestro.- Chao-Hsiu-Chen.- Obelisco.)