sábado, 27 de febrero de 2021

...un camino, una canción. Una copa de vino!

 



Había un texto... Pero se ha quedado entre las dunas del desierto!

Hay una canción que hoy vuelve a oírse. ¡Alzo mi copa y brindo por ella!

Pero aquella forma de comunicación, aquella comunión de almas, aquella intimidad profunda. Aquello que veo vibrar a mi alrededor, en tantos... al alcance de sus manos. Aquel decir sin palabras, eso, ya no volverá!

Y hoy a vuelto a mi recuerdo... 

martes, 23 de febrero de 2021

...la futilidad de lo "hueco".

 

¿Tema para comentar?… Varios, demasiados surgidos de la actualidad. ¿Interés en hacerlo? ¡Pues va a ser que no! Y menos a estas horas de la madrugada: 5:42.

De lo actual, nada qué decir. Quien más quien menos va servido. Y hasta harto. Del “pasado” o del “futuro”, no se me ocurre. Y sin embargo, levanto la vista de las teclas y miro la cacharrería que acabo de fregar antes de sentarme, la cocina americana que junto al salón y la mesa desde la que escribo, en medio, conforma la pieza principal de nuestra casa. 

La taza del té que acabo de tomar, vacía, hace juego con esa otra que, llena, descansa sobre la encimera. Es/era, la de mi esposa, que duerme plácidamente en la habitación de al lado. Digo era pues tengo la intención de tomármela yo, y hacerle otra, acompañada de algunas madalenas que hizo ayer tarde.

¿Cabe mayor “futilidad” en mis palabras?

Fútiles o no, queda claro que han servido para jugar con ellas y compartir estos momentos, míos desde luego, pero no intrascendentes…

No intrascendentes aunque parezca que nada dicen. Pues de lo trascendente que se oye, se dice y se vive por por ahí, en la sociedad, la política, país y mundo, suele brillar, por su ausencia, la realidad de las cosas y la vida.

Quedando simplemente en el ambiente social, la oquedad del instante, del tweet efímero, la imagen de 20 segundos en la pantalla de la tv, o las promesas “prometidas”, en campaña, o en cualquier ámbito de la sociedad, sabiendo quien lo hace que jamás tendrá que cumplirlas!

sábado, 13 de febrero de 2021

amapolas...


Hoy luce el sol y aunque algo nublado, acompaña mis paseos de sábado por estas calles viejas de Euskal Herria, que me recuerdan aquella Noia del 56, su alameda, su ría, sus gentes, aquel tiempo...

Ayer llovía aquí. Un fino sirimiri, llamado “calabobos” en otras partes del país. Mi abuelo, allá en su Galicia, me explicó que ese nombre era debido al hecho de que cuando llovía de esa manera tan fina, casi imperceptible, los “bobos” salían a la calle sin paraguas y acababan calados hasta los huesos. ¡Razón llevaba el hombre!

¡Luce el sol! Y puede que lo haga también en esos campos de Soria que, aún hoy, y siempre, rezuman la esencia de Antonio Machado.

No recuerdo si la palabra amapola aparece en alguno de sus poemas… Si no fuese así, debería. A lo entrañable del primero, acompaña la natural belleza de la segunda.

¿Usted cree que volveremos a ver los campos floridos de nuestras Castillas?

¡No le quepa duda! ¡Los campos de cereal y los cerezos y almendros en flor!

miércoles, 3 de febrero de 2021

bla bla bla...

 


Ya he suprimido, por séptima vez en estos días, el texto que, con más o menos acierto, intentaba hilar… Y hoy vuelvo a planteármelo. Y ello se debe, en parte, a la insustancialidad de lo escrito.

¿Qué decir en estos tiempos? ¿Qué que no parezca una banalidad de las que solemos emplear apoyados en la barra de un bar?

De algo sustancial, que no niego el intento, al "cooo corococo coo cocooo…" (para los que sois de ciudad, el canto de la gallina cuando ha puesto un huevo… jajjajajjaja...)

¡Y aquí lo dejo!

Parece escueto, pero señala una tendencia actual… ¿De qué hablar que no sean situaciones huecas la mayoría?

Ello no evita que el río de la Vida que cruza el valle siga fluyendo a su ritmo. El sonido de la campana rota de Arrazola cuando marca el paso del tiempo… El canto del petirrojo. La incipiente primavera en las yemas de los árboles, las primeras margaritas en la campiña vasca. El lento desarrollo bajo tierra de quienes tintarán de rojo, las amapolas, los campos de trigo de Castilla la Vieja. Todo ello indica la razón de nuestro caminar... 

Y todo un mundo de sucederes naturales que conforman la realidad que nos envuelve a cada instante. Al margen de la “nada” en la que tendemos a instalarnos cuando con el pensamiento o las emociones añoramos el pasado o ansiamos el futuro. ¡El caso es no estar presentes en el aquí y ahora de nosotros mismos! ¡Lo único real!

Apreciar el cacareo de un grupo de gallinas picoteando en el campo, la brisa a través de las ramas y hojas de los sauces, el murmullo de un río recorriendo la campiña o el romper de las olas en la playa, puede acabar descubriéndonos el sentido real de la vida.