─¿No será domingo hoy?
─¿Por qué lo pregunta?
─Es que si lo es, ya estoy como siempre, sin mucho, por no decir nada, que escribir, compartir… O cuando menos expresar, no sea sino al eco que devuelve mis palabras.
─¡Pues domingo es! Ya de lo demás no sabría qué decirle… ¿Ha probado a rellenar espacio con algún cuento, historieta, fábula de Samaniego?
─¡Hombre! Ahora que lo menciona… Justo ayer mi nieta mayor, revisando la treintena de libros que quedan en la estantería del salón, encontró el más que viejo y antiguo libro de las Fábulas de Samaniego. Regalo de mi abuelo con dedicatoria incluida fechada el 15-08-1965.
“A mi querido nieto Ernesto dedico este libro…”
Tras esta introducción en el tema “libros”, acaba de terminar los exámenes recién cumplidos sus 18 años, preludio de su entrada en la universidad, mencioné de pasada los años que dedicamos en casa a “leer” Metafísica espiritual. Y el cambio que todo ello supuso en nuestras vidas. (Sin seminarios de finde, cursillos, maestros de mil disciplinas, zarandajas, ni nada parecido. Solo la lectura de dos o tres libros que cayeron en nuestras manos... ¡Semillas! Que acabaron fructificando).
Después se fijó en la Biblia. Y preguntó si la había leído… En una gran parte, respondí. ¡Quería conocer!... Y si bien es un libro que contiene una gran enseñanza, la mayor parte, tal vez un noventa por ciento, está escrita en lenguaje alegórico...
Quien intente guiarse por su “literalidad”, solo encontrará “fábulas”.
Después iniciamos un juego de cosquillas sobre el sofá e interminables carcajadas por su parte…
¿Es, son mis dos nietas, un regalo del cielo.