domingo, 29 de diciembre de 2019

Con el «reloj» en la mano…

¡Qué risueñas. Qué tarde, de finales de verano, tan plácida!

Termina un año y empieza otro… Y sin embargo esto no deja de ser una creación humana. ¡Cómo tantas! Unas buenas, otras no tanto, y otras, mejor no haber creado.

¿Cómo que una creación humana? ¿Acaso el año no se divide en días, meses, cuatro estaciones, etc. Y éstas marcan los distintos ciclos por los que pasa la vida… Y así de principio a fin?

Bueno, podría decirse que tiene usted una visión de las cosas algo… ¿cómo decir… romántica, simplista?, por calificarla de alguna manera.
Si me permite, y empiezo por el final, no hay tal «principio» a «fin». Todo es una continuidad… (también por calificarla de alguna manera).
No hay «espacio», no existe el «tiempo». No como lo imagina… (de hecho, y puestos a imaginar, hasta a usted mismo imagina…).
¡No hay tales cosas!
Solo hay ELLO.
Permítame otra referencia… mundana:
La Biblia. Pablo. Hechos 17: 28. “...porque en él (ELLO) vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser...”

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Viajando desde León al País Vasco, años ha, pasé cerca de un pueblecito a cierta distancia de la carretera. Entre medias, había un grupo de mujeres que, en medio del campo y en pleno invierno, y el consiguiente frío a pesar de ser un día soleado, lavaban la ropa en lo que parecía un lavadero.

O sea, un pequeño pueblo perdido entre campos de labranza, un lavadero municipal, que ni tan siquiera se encontraba en dicho pueblo. Se apreciaba una distancia de, tal vez, unos doscientos metros… un grupo de mujeres, con las mangas arremangadas, y, podía apreciarse, en animada charla y risas.

Reconozco que fue una imagen entrañable y gratificante (las estoy viendo…) del comportamiento humano en su más natural expresión. Corría el año de 1972.

Esas imágenes, de lavar la ropa a la orilla del río, las vi en Santa Marta del Tormes (Salamanca) en 1964, en pequeños lavaderos de pueblos, Noia, (Galicia) en 1998, o en los lavaderos de pila que había en las casas, en la mía de Madrid desde siempre, 1960 en adelante, hasta la compra de la primera lavadora, es un reflejo gráfico del «paso del tiempo».
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miércoles, 25 de diciembre de 2019

¿Vas por libre?...



Oía ayer en alguna cadena de tv que daban algunas sugerencias para celebrar, en familia, las fiestas en paz… “No hablar de futbol, de religión o política, principalmente”. En otra cadena al vuelo, pillé a una mujer joven, risueña, a la que acababan de preguntarle algo similar y respondía: “...¿No hablar del tema catalán?...”

No seré yo, pues, quien nombre “bicha” alguna en estos días.

Finaliza un año, convulso por un lado, y clarificador por otro, y no solo en este país, que parece querer dejar atrás muchas cosas… ¡Y empezar el nuevo diametralmente distinto!

Razones para lo primero, ¡hailas!, y muchas. Pero hay muchas más para lo segundo.

No voy a nombrar ni a unas ni a otras. Cada quien tiene su propio ramillete de ambas. Puede que las haya que no coincidan, poco importa. Creo que las mejores acabarán imponiéndose… En este país, en Europa y en el resto de la Humanidad.

Y con la misma naturalidad que las margaritas brotan en las praderas cada primavera.

Ayer mismo una amiga me preguntaba que por qué siempre hablo de las margaritas en temas como éste. Le respondí que porque son unas de las mejores “maestras” que existen… Basta con observarlas detenidamente, y seguir su enseñanza.

¿Y es?
Brotan en primavera, sin esfuerzo. Viven su razón de ser, sin esfuerzo. Y cuando llega el otoño, siguen su propio ciclo, sin esfuerzo.
Vaya, algo simple parece esto. Y tampoco le veo utilidad alguna… No parece la actualidad, la confusión, la violencia por doquier, la incertidumbre que se respira en el mundo el mejor contexto en el que esto pudiese aplicarse…
¿Se ha preguntado alguna vez si todo esto que señala, y más, no será la consecuencia de “hacer tanto” por su parte?

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¡Tú solo pon las ruedas en movimiento, el resto déjamelo a Mí! (Del libro Dios me Habló. Eileen Caddy)

Por “ruedas en movimiento” hay que entender tu actitud, tu conciencia, lo que tú eres. Y no tanto lo que haces… De ahí lo siguiente: “...el resto déjamelo a Mí!”
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Si soy capaz de mantenerme en la posición de ni a favor ni en contra, las cosas suceden. Y sin mi intervención.
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martes, 24 de diciembre de 2019

...la vida es!


...estas navidades, la vida es!
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Del texto publicado más abajo, una determinación y unas reflexiones, efectuada la primera, no en carta sino en llamada de teléfono, ha resultado provechosa.

De la segunda parte, "...ampliar la comunicación, escrita...", he decidido aplicar la cita con la que doy fin al texto: 

¡Tú solo pon las ruedas en movimiento, el resto déjamelo a Mí! (Del libro Dios me Habló. Eileen Caddy)

¡Hecho!

Ya están en movimiento... El resto no me concierne!
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Esta misma mañana he decidido enviar una carta a una persona mayor, familiar, que mantiene cierta reserva hacia mí desde… ¿siempre? Pero con paréntesis a intervalos en los últimos tiempos. El último hará unos tres años. Y duró año y medio. Fue intenso, fue natural, fue grato. E impensable años atrás… ¡De toda la vida! Y pareciera que iba a ser el punto y seguido para siempre… Pero no! Los fantasmas del pasado, los desde siempre, volvieron a emerger en su ¿talante, vida, concepción del mundo?

Vaya, pues sí que acaba usted el año bien… Y pareciera que el que viene empieza mejor. ¿No le afecta ello?
No más que "sentarme sin hacer nada y ver crecer la hierba en primavera".

Y una media hora después he decidido también ampliar la comunicación, escrita, a otras cuatro personas, familiares también, cercanos en su día, que se encuentran en la misma situación que el primero. Distantes!

Bueno, leyéndole no sé que destaca más, si el hecho de acercarse a ellos, loable sin duda, o el hecho de que, tal vez, cuente usted a los miembros de su familia con los dedos de una mano.
No se pase… Hace ya años que dejó de afectarme la actitud de los últimos… Al fin y al cabo está basada en sus propias percepciones de unos hechos. Mantenidas en el tiempo y, por lo que deduzco, alimentadas para que no decaiga su actitud… Además, uno no es responsable, no debiera sentirse así, ¡y desde luego no me siento!, de lo que los demás decidan en sus vidas.
Y usted, ¿no hizo nada para provocar esta situación?
¡Sin duda que sí! Pero de las reacciones de los demás, a día de hoy, ya no soy responsable.

Y en cuanto al primero…

Diga diga…
No mucho… Comprensión de su actitud, respeto y, algo que jamás creí que pudiese llegar a darse… Cariño.

¡Din don! ¡din don!… Suenan las campanas de la Navidad sobre todos nosotros… ¡La vida continúa! La nuestra. La única que realmente cuenta, importa. Distraerse con las cosas de los demás, puede parecer loable, y puede que lo sea, pero a un cierto nivel de realidad, no cuenta. ¡No contará en el haber, profundo, real, de cada uno!

¡Tú solo pon las ruedas en movimiento, el resto déjamelo a Mí! (Del libro Dios me Habló. Eileen Caddy)

Por “ruedas en movimiento” hay que entender tu actitud, tu conciencia, lo que tú eres. Y no tanto lo que haces… De ahí lo siguiente: “...el resto déjamelo a Mí!”

¡¡Hecho!!

sábado, 21 de diciembre de 2019

Iconos...


Dentro de nada la lotería de Navidad. Icono imprescindible en estas fechas. Su realización cambiará la vida de unos cuantos… (Ellos creen que a mejor, y no cabe duda que el dinero, en lo que tiene de satisfacer necesidades, básicas o no, es relevante.)

¡Bienvenido, pues, el dinero!

Otra cosa será lo que éste produzca en la persona agraciada, y su entorno. Y en los tiempos que corren, no hay duda que servirá para pagar deudas, hipotecas, “tapar agujeros”, etc. Dependiendo de la cantidad, cambio de casa, coche, entorno, marca de vino y supermercado… Móvil de los hijos, boutique de la mujer y Massimo Dutti.

(Disculpad tanta simpleza, pero hoy no hay cabeza para más… Y a su vez, algo quiero, más que afirmar, expresar…

¿Es relevante?
¡Casi seguro que no!…)

EL CANTO DEL PÁJARO. (Anthony de Mello)

«Entonces, ¿por qué hablas sobre Él?».
«¿Y por qué canta el pájaro?», respondió el Maestro.
El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar.

Pasada la lotería, Nochebuena, Año Nuevo, etc., la vida continúa exactamente igual que donde se dejó, más menos. En el intermedio, esa burbuja de tradición, colorido, consumo, fiesta fiesta y, la inevitable VISA el mes que viene.

¿Y todo ello para…?

Bueno, aquí cada quien sacará la calificación que… mejor le encaje. Que no necesariamente tiene que ser la que más le convenga.

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"Con el tiempo todo pasa.
He visto, con algo de paciencia, a lo inolvidable volverse olvido,

y a lo imprescindible, sobrar."

(Gabriel García Márquez)
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martes, 17 de diciembre de 2019

sábado, 14 de diciembre de 2019

Mosquito!

La Vía Láctea. (Y sigue expandiéndose...)


Habiendo felicitado con antelación las fiestas navideñas y deseado Próspero Año Nuevo, no niego que no tengo claro de qué escribir en este intermedio… Es decir, de hoy a Noche Vieja.

Ideas, o temas, hay, y variados. Otra cosa es que sean idóneos para el momento…

Hoy mismo, y mientras llenaba el cazo de agua para el té verde que tomamos al levantarnos, un minúsculo mosquito, pequeño y casi imperceptible, revoloteaba delante de mis narices… Bueno, no podría afirmar que fuese un mosquito, de lo pequeño que era, pero que revoloteaba sí!

Y puesto que dentro de cierta realidad todo es Uno, todo es lo mismo, aunque se exprese de distintas formas (la naturaleza es una, y sin embargo hay que ver qué multitud de formas adopta), me vino a la mente la inmensa, incontable e inabarcable cantidad de galaxias que hay en el universo.
(“Nuestro Sistema Solar forma parte de una galaxia, la única que hemos visto desde dentro: La Vía Láctea. Siempre la hemos conocido, aunque en la antigüedad nadie sabía de qué se trataba. Aparece como una franja blanquecina que cruza el cielo, por eso la llamamos camino de leche.
Dentro de la Vía Láctea podemos encontrar diversas formaciones de estrellas y polvo interestelar.
Las galaxias se clasifican según su tamaño y su forma. Las hay desde enanas, con "solo" decenas de millones de estrellas, hasta gigantes que contienen billones de astros.”)
La Vía Láctea que vemos como algo concreto y alejado de nosotros, es la galaxia a la que pertenecemos… ¡Que tamaño tendrá que desde una de sus partes, el sistema solar, la Tierra, la vemos a esa distancia.
¿Y?…
Pues eso… Que el mosquito, o tal vez (...) y la suma de todas las galaxias (se calcula que en el Universo observable hay, al menos, 2 billones (con "b", dos millones de millones) de galaxias.), son lo mismo. ¡Ambos! Y entremedias, todo lo que existe.
¿Y entonces usted y yo, por señalar algo?
¡Es cosa del misterio! Y al no necesitar respuestas, no me planteo tan siquiera las preguntas.

lunes, 9 de diciembre de 2019

1925

1933. ¿Seguirá sonriendo igual hoy, 86 años después?


Aunque no con el entrañable sonido de la zambomba y la pandereta, que muchos hemos conocido, llega de nuevo este momento llamado Navidad. Que, evidentemente, no es el de aquellos tiempos en que, por lo menos éste que escribe era niño… Y vivía y percibía las cosas y el mundo de manera diferente.

Si era mejor o menos mejor que éste de ahora, cada quien lo catalogará en función de valores, creencias, sensaciones y experiencias.

La costumbre, la tradición, lo “políticamente correcto” sugiere la felicitación pertinente. ¡Ahí va la mía desde el corazón! 

¡FELICES FIESTAS A TODOS!


1925. Dispuesta a vender todo el lote... ¿Quién compra... esa alegría natural?


¿No sería más bonito y entrañable decir aquello que decía la familia Ulises en sus historietas de los almanaques del TBO allá por los años cincuenta? 

¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!

Puede ser… Aunque si lo mira bien verá que eso de la Navidad, las peladillas, las pasas, el belén, la copita de anís o coñac, que le servían en estas fechas cuando iba de visita, los villancicos y demás, ha decaído mucho…

Sí, puede que tenga razón… Las cenas familiares de antaño, el reunirse toda la familia, el ambiente entrañable que se vivía (por lo menos desde la óptica de los niños), ya no es lo mismo. Muchas familias parecen disgregadas. Se reúnen, si es que lo hacen, los más próximos, en distancia y en afecto… A los demás, familia y amigos, una carta, una postal de felicitación, cuando no un mail o un simple whatsapp.

Son los tiempos… Adaptarse a ellos, o mejor, vivirlos de acuerdo con uno mismo y no al son de costumbres, antiguas o modernismos, es la clave. Piense que, si no sus hijos sí sus nietos, no habrán conocido ni oído hablar, tan siquiera, de aquellas épocas suyas.


1933. ¿Recuerdas estos instantes?


Sí, es cierto. No me apena que estas cosas hoy hayan “perdido” el encanto del ayer… ¡Qué objeto tendría echarlas de menos! Las recuerdo brevemente, pues estancarse en ellas, sería perderse la realidad del momento.

Lo que sí puede hacer, permítame una sugerencia, es dejar de lamentar el estado de las cosas que vive o cree percibir… ¡Cierto que los reyes de hoy, no le traerán lo que usted mismo no sea capaz de producir. Procure relativizar los chascarrillos que los medios de comunicación le presentan como realidades ineludibles. ¡No son tales! Y si bien es cierto que le informan de las noticias…, no se lo cuentan todo. Y además, dichos medios, a nivel de dirección o propietarios, tienen sus propias ideologías e intereses.

Es cierto que en estos tiempos no se oye el sonido de la pandereta y la zambomba… alegre y desenfadada (bueno, de la “pandereta” puede…), pero recuerda que lo natural de antaño, hoy en día cuesta encontrarlo.
Esta "reliquia" del pasado también. (Diez de cada generación) Es una imagen de la red... No me busquéis aquí!

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Una gran idea... ¡Anímate!

Una gran idea para los tiempos que vienen.


Hoy es uno de esos días en los que parece que nada relevante pasa y sin embargo no he parado de “trabajar”, con el ordenador, desde que me he levantado a eso de las seis y media. (Son las nueve y treinta.) Y cuando digo trabajar, es literal. Nada de trastear por la red, blogs, etc.

Cartas a unos y otros, temas varios pendientes. Mails también, reenvíos de unos a otros, etc. Todo cuestiones administrativas y legales… ¡Entretenido!

Observo los tejados de enfrente a través del ventanal y los veo blancos de la helada que ha caído esta noche. Ya ayer, la luna brillante y sin nubes en el cielo, presagiaban el frío. Y en eso estamos hoy a estas horas: frío, a pesar de que luce el sol.

A las dos hemos quedado con una pareja a comer en Vitoria. Un pequeño asunto que tratar nos obliga. Nadas serio, disfrutaremos de la comida y compañía. Y encauzaremos el tema de la mejor manera.

¡Oiga, no parece que esté diciendo nada de interés! Más parece un monólogo entre sus ocupaciones…
¡Pues sí, tiene usted razón! Verá, por hablar, hablaría con cualquiera de cualquier tema… Pero sucede que no hay nadie a mano, y menos a estas horas. Y en cuanto a escribir sobre algo…, no sabría ahora mismo ni de qué ni a quién. Y tampoco me siento impelido a ello. Creo que voy a dejar que la vida siga su curso, ¡natural!, y lleve la iniciativa… Si bien algunos proyectos para hoy ya están marcados.

¡Qué simple es la vida!, que no aburrida, cuando somos capaces de hacernos a un lado. O dicho de otra manera: no tintar de relevante a lo que apenas lo es. ¡Empezando por uno mismo!

viernes, 29 de noviembre de 2019

¿Impuestos?... ¡Sí, gracias!




¡Los impuestos! (seguro que la palabra no deja indiferente a nadie.) Los impuestos, eso tan inherente a las sociedades en su conjunto, tiene tres variantes, cuando menos.

1ª.- Los impuestos, recaudados por el gobierno, tienen la finalidad de cubrir los gastos de, pensiones, sanidad, educación, vivienda, empleo, servicios sociales, becas, el paro, el sostenimiento del sistema de bienestar, dependencia de nuestros mayores, minusválidos, el propio Estado, que lo forma la propia sociedad, etc. Entre otras muchas atribuciones.

2ª.- Servir de “estaca” a ciertas formaciones políticas para “atizar” al adversario. La “estaca” suele ser el mantra, generalmente de las derechas, de que si gobiernan los suprimirán. Cosa lógica dentro de las campañas para captar votantes. Otra cosa es que “esos votantes” se lo crean. Cosa que suele abundar.

3ª.- Los impuestos, suprimidos, y en esta ocasión si puede que lo sean, conllevan algo tan simple y elemental que no es fácil de percibir por quienes esto aprueban, dándoles el voto a quienes lo promueven.

Si no hay impuestos que recaudar, o estos se han reducido mucho, está claro que los españoles vivirán mejor, gastarán más y serán más felices… Hasta...

Hasta que la caja del Estado, mermada, no pueda cubrir la sanidad, educación, vivienda, empleo, pensiones, servicios sociales, becas, el paro, el sostenimiento del sistema de bienestar, dependencia de nuestros mayores, minusválidos, etc.

Y entonces, esos gobernantes, los que “hubiesen arrasado” prometiendo la bajada de impuestos, se hubiesen dirigido a sus votantes, y resto del país, y les hubiesen dicho: ¡¡Habéis vivido bien unos meses, pero ahora toca apretarse el cinturón, ¡no hay un “duro”!!

¡¡Ni para gastos de pensiones, ni sanidad, educación, vivienda, empleo, servicios sociales, becas, el paro, el sostenimiento del sistema de bienestar, dependencia de nuestros mayores, minusvalidos, etc.!!

¡¡Y por ello tendréis que contratar la mayoría de estos servicios con la empresa privada!! Pensiones, sanidad, educación, vivienda, etc...
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¡Santa inocencia! Quienes dan su apoyo a estas formaciones cuyo programa es la interesada bajada de impuestos, por un lado, y la sacrosanta zanahoria patria por otro, ¿no se dan cuenta de la utilización que se hace de ellos?

Todo el mundo tiene derecho a expresar sus preferencias.
¡Cierto! Y respetadas quedan. Pero a la vista de lo que están haciendo “sus preferencias” en los pocos días que llevan en el cargo…, no parece la mejor opción para generar estabilidad, concordia social, paz, trabajo de calidad y, sobre todo, un clima natural de convivencia entre todos los ciudadanos de este país.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

tic-tac tic-tac tic-tac...



Si bien, y más con la edad, podríamos distinguir diferentes “tramos” en nuestras vidas, bebés, niños, adolescencia, juventud, “novia”, en aquellos tiempos, hoy la cosa va por otras vertientes, matrimonio, casábamos jóvenes, hijos, etc., etc., estos, los tramos de la vida, hoy en día encierran múltiples momentos. Cuando estábamos en “un tramo determinado” no éramos conscientes de ello. ¡Evidentemente!

Con 13 años no conocíamos el tiempo… Con 18 teníamos todo un mundo por delante… Ya los 30 nos hacían más responsables. Había un futuro que guardar, mantener, alcanzar…

Hoy, cumplidos los 71, sigo viviendo el mismo momento, instante, de siempre. ¡El instante! ¡No hay nada más!

Lo que parece atrás y adelante, ayer y mañana, pasado y futuro, no es más que el ejercicio de la memoria y la imaginación. Y aunque cueste verlo así, aceptarlo, ¡así es!

Es como el consabido sueño, esa vivencia que se experimenta cuando se duerme. ¿Se experimenta? ¿Quién experimenta? ¿El personaje soñado del sueño?

Lo que realmente quiero señalar, ese aquí y ahora es y será siempre ¡eso! Ese único instante, solo y nada más, en el que se vive.

Y que si ahora es gris, limitado, pobre o falto de salud, no quiere decir que en el siguiente sea igual. Puede ser diametralmente opuesto.

Esta reflexión surge de las lamentaciones de alguien, de avanzada edad, al que he leído hace poco, y que parece creer que él y su vida, su tramo de “ahora” mismo, su instante, no tiene posibilidad de cambio. ¡Y no es así!

De hecho ahora, en este instante en el que lees esto, es más que probable que su punto de vista, su vida, haya cambiado.


Bueno… ¿No sabe hablar de otra cosa? Siempre está con el sueño, el recuerdo, el ansia del mañana, que según usted no hay tal, etc.
Sí, algo de razón tiene… Y no es que lo busque o no tenga nada más de que hablar, aunque no mucho más, no crea, pero en este caso respondía, traté de hacerlo, a este buen amigo en la distancia.
Si estuviésemos a mano uno y otro, un gran abrazo mitigaría en mucho su sentir!

sábado, 16 de noviembre de 2019

Un día del ayer...

Aquellos años vividos...


Sonó el silbato en la escalera…, dos veces…, silencio…

Una voz de hombre clamaba...

¡Telesforo García!… ¡Margarita Cifuentes!… ¡Rogelia Tizón!…

Y al poco se oía como se abrían algunas puertas y alguien bajaba las escaleras…

Poco después éstas se cerraban de nuevo!

El cartero había traído correspondencia. Generalmente era una alegría recibir aquellas cartas. Abuelos, primos, amores, amigos…, mi tía Lolita...

¡Aquellas cartas!… ¿Adónde fueron?… ¿Qué se las llevó?… ¿Volverán algún día?

¡Sí! ¡Hoy han vuelto!… Apenas un instante… Cartas que tuvieron su razón de ser. ¡Que la tienen hoy!

(Solo por hoy, queridísima, vuelves a la vida...)

jueves, 7 de noviembre de 2019

Hola... soy yo!



...¡La Conciencia!

¿La conciencia… Y eso qué es?
Pues… la Conciencia… ¿No ha oído hablar nunca de la Conciencia?
¡Manuel… ¿Has oído hablar tú de algo que se llama la conciencia?… ─Pregunta Juan─.
¡Ahora no caigo… ¿Cómo dices que se llama?
¿Conciencia ha dicho usted? ─Le pregunta Juan a la Conciencia─.
Eso mismo, ¡Conciencia!
Tendrá que disculparnos… Por estos lares parece que no se la conoce! Y dígame, ¿exactamente qué es ello?… ¿Para qué sirve?… No sea que nos estemos perdiendo algo de interés.
La Conciencia es usted, son ustedes, es esto y aquello. La Conciencia es Todo. ¡La conciencia YO SOY!
Esa palabra me suena… ¿Tiene que ver con la religión?
Tiene que ver con todo. No necesariamente con una parte… Si bien “ésta” también es! Si usted va al campo, por ejemplo, verá trigales cargados de espigas verdes con incipientes granos de trigo, punteadas por infinidad de amapolas. En el prado cercano, cubierto con una fina capa de hierba, puede que observe conejos comiendo, o correteando unos tras otros. Urracas, abubillas, gorriones, mirlos, algún cernícalo o milanos sobrevolándolo. Alcornoques, encinas, algarrobos, zarzas, abejas, lagartijas, etc. Y en el río que lo cruza, peces, ranas, alguna culebra, etc., etc. ¡Y a todo ello le llama “Naturaleza”!
¡Claro, la naturaleza! Eso ya lo conozco…
¿Sí? ¿Es consciente de lo que está diciendo? A esos cientos, miles, de “cosas” que ve, percibe, conoce, interactúa con ellas, les llama Naturaleza… una! Es decir, comprende, o por lo menos acepta, que a todo eso, ese conjunto de cosas, se le conozca como la naturaleza.
¡Pues la Conciencia viene a ser algo parecido. Solo que no abarca solo una parte… la naturaleza, los océanos, la tierra, la humanidad! ¡¡Lo es Todo!!
No le cojo el punto…
Ya lo veo, pero observe… Usted, que reconoce que la multiplicidad de cosas “naturales” es la ¡naturaleza! una sola, le cuesta reconocer, admitir, que el resto de cosas, incluido usted mismo, todos ustedes mismos, también son una sola cosa. ¡Son la Conciencia!
Y ésta, se manifiesta en esa multiplicidad de cosas que ustedes identifican con lo que creen ver, con lo que creen que son, con lo que creen que todo es.
Y es de este “olvido”, confusión, error, que parte su realidad.
Bueno, si lo que dice es cierto, que todo es, somos, esa conciencia, no parece que su “conciencia” sirva para mucho… No habría más que ver cómo está el mundo. Algo caótico…, y cada vez más. Cada vez más incomprensible. Como los pueblos, las gentes, la humanidad en su conjunto… Venimos de algo que, más o menos, identificamos como nuestro, nosotros, el ayer conocido, vivido, pero si miramos al mañana, incluso el hoy mismo, creo que no entendemos nada.
¡Aunque parezca que estamos en la modernidad… a ninguna parte!
Por ahí va la cosa… Ustedes no son “eso” que creen. Lo mismo que cuando sueñan que vuelan, ¡vuelan!, en el sueño. Pero es al despertar, y solo entonces, que se dan cuenta de la realidad.
Entiendo que quiere indicarnos algo… Y algo relevante, sin duda, pero, ¿sirve para algo?
¿Sirve para algo despertar del sueño, por placentero o trágico que éste sea? Cuando despierte, quien ya lo ha hecho, descubre otra cosa.
Qué él y la Conciencia son lo mismo. ¡Una sola cosa!
El Océano y la gota son solo y exclusivamente agua.
Cuando la gota desaparece (despierta), aparece el Océano.

Puede que le cueste aceptarlo con tanta sencillez…

domingo, 3 de noviembre de 2019

No sé qué título ponerle a esto... ¡o sí!





(Tal vez ninguno sea lo mejor)

Habiendo leído en la prensa hace unos días un artículo sobre cierto ruiseñor… (no, no me refiero al ruiseñor de Avignon, Mireille Mathieu), éste era poco melodioso… Más bien sus expresiones cantoras se equiparaban mejor con el graznido de los «cuervos». Además, cantaba fuera de lugar. En su pueblo, su tierra, no eran canciones del lugar, no eran canciones apreciadas... Podría decirse que de cada mil habitantes, solo dos o tres las valoraban.

¿Y?...
Amenizaba a sus vecinos con amplia variedad... Una de sus preferidas, entre otros himnos militares, G. Civil, etc., era: "El novio de la muerte."
¿Y?...
¡Pues que tanto la amaba... y tanto la llamó, que un buen día ésta, llegó!
¿Y?...
¡Dejó de cantar!
¿Volvió la normalidad al pueblo?...
¿Sí, pues también el resto de la bandada emigró al norte... de Europa!