Veía caer la nieve arrastrada por el fuerte viento, que adivinaba frío, sentado en el compartimento
del tren que me llevaba hacia Buera, pequeño pueblo de la provincia
de Huesca.
Si bien dentro la temperatura era
agradable, seguía llevando la bufanda puesta. Esta entrañable
prenda suelo ponérmela con el primer atisbo de frío y me acompaña
hasta que la primavera se hace notar.
El traqueteo del tren, recuerdo de
aquellos viajes de antaño, de cuando niño, de las empanadas que mi
madre preparaba para la ocasión. Ya no hay quien las haga igual. Ni
el sabor, ni la textura, ni nada... Es como la fruta de hoy. ¿En qué
fábricas la producen?
Absorto en el paisaje no me di cuenta
que la pareja que se sentaba a mi lado, un matrimonio mayor que había
subido poco antes al tren, empezaban a sacar algo de un cesto. Ella,
sonriendo amable y hasta con dulzura, me tendía un pequeño paquete
envuelto en papel. ¿Te apetece comer algo?...
La siguiente parada era, Calatayud...
¡Calatayud! ¡Qué recuerdos de la
niñez... Mi madre de nuevo..., el ayer!
Mi madre, como tantas mujeres entonces,
solía cantar en casa mientras hacía las labores o cocinaba. Y he de
decir que tenía una gran voz. Me llamaba la atención ya en aquel
tiempo... El repertorio de canciones que se oía por todas partes era
el de la época. ¡Entrañable!
Y entre ellas, La Dolores. Tarareando mentalmente la melodía de aquella canción misteriosa que, oída mil
veces, nunca entendí del todo...
“Si vas a Calatayud
pregunta por la Dolores
que una copla la mató
de vergüenza y sin
sabores.”...
… inqué el diente en
aquel sabroso bocadillo que la nobleza de Aragón compartía conmigo.
Hola querido amigo ! me encantó el relato. Viajé contigo, comí el bocadillo y miré el paisaje.Un placer !
ResponderEliminarUn abrazo gigante.
Feliz inicio de semana !
Hay tantas cosas que se han perdido con el tiempo, el tracateo del tren, la amabilidad y el frio que se pasaba en aquellos vagones porque las ventanas no cerraban bien. Unos buenos recuerdos que siempre vuelven con el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando se tiene ese bagaje, qué bonitos resultan los simples recuerdos. Alegran el día...y la vida.
ResponderEliminarY qué rica la empanada!
Un fuerte abrazo, Ernesto.
Estimado Ernesto, comparto contigo el gusto por el invierno y las bufandas o foulares. Llegado este tiempo, el de hoy mismo, apetece disfrutar de paisaje, recuerdos y manjares de siempre. Tu relato ayuda mucho a conseguirlo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
A mí me gusta el invierno.
ResponderEliminarY me encanta también recordar.
Tu relato es precioso.
Un fuerte abrazo.
Hay cientos de situaciones/"cosas" que nos gatillan los recuerdos: olores, sabores, lugares, canciones...
ResponderEliminarY es entonces que la jaula de nuestro "olvido" se abre y nos atropellan las memorias, agradables o no, y todo el tiempo se concentra en ese momento que podemos, incluso, hacer eterno.
Me ha encantado el sentir entre las palabras.
Buena semana, Ernesto!
Mira, compartimos gusto por las bufnadas. Las adoro.
ResponderEliminarMe has hecho recordar a mi madre con sus sabrosas comidas y sus canciones entre las que también se encontraba ésta, aunque ella como buena andaluza le daba más por soleares y canciones preciosas que en su voz sonaban a pan calentito con aceite de oliva...
Jo...me llevas con tus letras y tus recuerdos a los míos.
Gracias por ello.
Abrazos.
Felicidades, que el día 7 fue tu santo.
ResponderEliminarAbrazos.
Ernesto nada como los guisos de la madre, ni como la fruta cogida del árbol directamente...
ResponderEliminaresa canción también la cantaba mi madre cuando cosía a la maquina...y aquella de "por el camino verde"...ahora se me ha puesto mas viejita y ya no cose a la maquina y no canta, pero aun sonríe siempre para recibirme...
espero que durante muchos años...mañana me voy al pueblo a comer uno de sus guisos...
Un abrazo
Hola Ernesto. Los recuerdos despiertan cuando recorremos y visitamos lugares que son parte de nuestra historia, de aquella niñez que pone una nota dulce ante una canción o aquellas empanadas que nadie las hacia tan exquisitas como la madre…
ResponderEliminarUn inmenso y cálido abrazo
Ya ves amigo Ernesto.
ResponderEliminarAsí es la nobleza baturra, y que bellos recuerdos nos has traído.
Un abrazo.
Ambar
Hola Ernesto, hermosos recuerdo ellos siempre permanecerán en nuestro corazón.
ResponderEliminarBello relato, un abrazo.
Tu entrada también a mi me refresco recuerdos. En mi casa esa misma canción se escuchaba en los viejos discos de Pasta y cantados por una cantante argentina; Lolita Torres, que cantaba como los dioses. Hace poco la descubrí en Youtube y me volví a deleitar con su voz.
ResponderEliminarHermoso tu relato, tiene la ternura de los tiempos infantiles, música y sabor.
mariarosa
Hola Ernesto, me encanta el romanticismo, el misterio, los cuentos, la música, viajar… absorta quedo yo con tus relatos. Cuando leo me transporto, voy sacando mis propias conclusiones antes de terminar de leer, voy dibujando en m i mente cada pasaje.
ResponderEliminarComo en la entrada anterior, igual me he divertido.
¡Saludos! Y feliz tarde-noche.
Me encanta el invierno..preguntaré por Dolores,,,un saludo desde Murcia....
ResponderEliminarQué bonito ha sido leer tu invierno, hombre de bufanda, yo soy de fulares enrrollados varias vueltas al cuello. Tu viaje en tren, aromas de madre, me hizo evocar los mìos de mis padres con cuatro peques en un solo departamento, Madrid-Galicia en tren, el mordisco de bocadillo ofrecido y esa canciòn de la Dolores, también la recuerdo en boca de mis padres. Quién serìa esa enigmàtica mujer?
ResponderEliminarUn abrazo Ernesto, felices dìas
Buenos dias Ernesto...quizás hoy no es mi dia ...de todas maneras tu visita es un regalo para mi que hace dias no sabía nada.
ResponderEliminarSi...el amor viene y va...en mi caso siempre a mi lado... tenlo por seguro,ahi en silencio lo dormi en mi pecho lo dormi como a un niño.
Un gran abrazo
Marina
Preciosa la carta El invierno" ademas por alli en invierno mucho frio como en alaeón ...me ha emocionado como nombras a tu querida madre en la niñez ,son los recuerdos que jamas se olvidan..
ResponderEliminargracias Ernesto te quiero mucho
mi gran abrazo
Marina
Me gusta tu crónica...gracias por compartir tus recuerdos...
ResponderEliminarPaz
Isaac
Uno recuerda lo bueno
ResponderEliminarlo que se forjó en nosotros y es parte de toda nuestra historia
recuerdo contigo esos viajes amados con mi madre y familia en un tren a carbón...tiempo que no volverán
pero que nos hace amar mas lo que somos y lo que tenemos...
Hola Ernesto, que relato tan precioso y ese recuerdo a la Dolores y Calatayud que también lo tengo, me llega desde la adolescencia, es una de las canciones españolas que más se escuchaban por acá....a mi se suena en la voz de nuestra querida Lolita Torres. Sigo mi visita por tu blog.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Los recuerdos entrañables siempre están latentes en nuestro interior y aprovechan la mínima ocasión para transportarnos de nuevo a aquellos días.
ResponderEliminarRelajado viaje.
Un abrazo.
Comparto tu gusto por el invierno. Tal vez sea porque pertenezco a un pueblo de montaña donde nieva y hiela a placer, pero qué gusto da el frío invierno, sobre todo cuando puedes salir a disfrutarlo bien abrigadillo.
ResponderEliminarEs curioso, pero el calor de hogar se acentúa de alguna manera, es como si el frío nos empujase a acercarnos más a nuestra gente.
¡¡¡Besitos Ernesto!!!