Era una noche infernal. Doy fe de ello! Conduciendo mi furgoneta y con la sola compañía de mi perra Loba me adentraba en lo que parecía ser la boca del infierno...
Una noche oscura, negra, para no vivirla.
Una fuerte tormenta de agua y truenos como no había visto nunca, ni
he vuelto a ver. ¿Oscura? En un mar de fuego se fue convirtiendo
aquello. Relámpagos a cientos y muy seguidos iluminaban el cielo
como tratando de romperlo. El ruido ensordecedor. La
carretera se dirigía cuesta abajo. El aguacero era tal que la
claridad de los rayos no era suficiente para ver nada alrededor. Ni
los bordes del camino...
La furgoneta seguía su curso. Digo la
furgoneta pues nunca tuve claro quien la dirigía... Espantado no
estaba, en parte porque no cabiendo otra cosa a qué espantarse. Pero
convencido de que iba derecho al centro de una tormenta que parecía
brotar de las entrañas de la tierra. La carretera seguía
descendiendo. Nada veía al margen de lo que los faros iluminaban
apenas delante de mí. Si hubiese podido dar la vuelta lo hubiese
hecho, pero no había forma. Solo continuar y continuar...
Y continué, en ese convencimiento
interno de que lo que tuviese que suceder sucedería, y que en el
fondo no pasaría nada.
Y sucedió. Algo que no he olvidado
nunca. Algo que ahora mismo vivo con la misma intensidad que
entonces. La estoy viendo...
Había dejado de llover hacía mucho
rato ya y la tormenta dejada atrás. La noche de madrugada. Loba
dormida. La furgoneta atravesando una vieja ciudad del norte y... fue
al ir girando una esquina redondeada que la vi... ¡aquella ventana!.
Las contraventanas abiertas de par en
par, no había cortinas. No se veía el interior. Todo el conjunto,
aquel espacio de calle, estaba iluminado por una bombilla exterior
que, cubierta por un plato de aluminio blanco al final de un eje en
forma de S, daba cierto aspecto de vida en aquella solitaria noche. Y
sentí...
Sentí, en los breves segundos que
tardé en girar aquella esquina perdiéndome entre calles sin gentes,
que aquella habitación, vacía posiblemente, y amueblada por mí
con una sencilla y acogedora cama, y tal vez algo más, era mi hogar.
Mi entrañable y acogedor hogar en aquel momento.
Y viví con intensidad aquel lugar que la noche me proporcionó. Fue esa la primera vez que fui
consciente de la relevancia que ciertas ventanas han tenido en mi
vida...
Hola Ernesto ! viví el miedo contigo.
ResponderEliminarUn buen relato. Con un final inesperado que le da más sabor aún. ¡Me encantó !
Un abrazo.
¡Feliz día !
Ernesto buen relato, hay experiencias que nos marcan de por vida. Lo que pasa es, que todas las rutas son parecidas, porque nuestros caminos están entrelazados entre sin.
ResponderEliminarUn abrazo.
Genial historia repleta de suspense, donde he viajado en esa furgoneta muertecita de miedo hasta que he visto esa ventana clamando calor desde dentro.
ResponderEliminarComo decía Shakespeare...
El aspecto exterior pregona muchas veces la condición interior del hombre.
:)
Un fuerte abrazo.
Me has hecho recordar el principio de la película de Cumbres borrascosas. Siempre hay luz en el fondo de un túnel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermoso relato, para mí nada más gratificante que advertir esa consciencia, abrazarla para aprender.
ResponderEliminarUn saludo cordial Ernesto. ¡Feliz tarde!
Me ha encantado el intrigante relato, Ernesto.
ResponderEliminarUn beso.
Me has puesto el vello de punta.
ResponderEliminarUn relato con intriga.
ResponderEliminarHay cosas en la vida que nunca se olvidan.
Me ha gustado.
Un abrazo.
Qué bueno Ernesto, me has desplazado justo al centro de la tormenta. Siempre he tenido ese gusto extraño por este tipo de fenómenos, es un miedo morboso el que producen, a ver si no cómo vamos a sentir hogar una habitación tan lúgubre cuya imagen queda plasmada a través de la ventana... uffff.
ResponderEliminarUn abrazo eléctrico, ya que viene al caso jejeje.
Ha sido fácil subir a la furgoneta, sintiendo tu experiencia relatada con tanto realismo y verdad. Es tan escalofriante, que un sentimiento de miedo se apodera de mi con ganas de escapar, pero....descubro a Loba durmiendo confiada y me acurruco tranquila a su lado a esperar el desenlace...
ResponderEliminarMaravillosa vivencia en esa situación, colarse por una ventana, encontrar una habitación, quizás no tan vacía, amueblarla a gusto y hacerla hogar...
Un abrazo y feliz día.
Un relato y un suspenso que cambio en temor de una ruta por una sonrisa al leer el final.
ResponderEliminarRosa
Ventanas, puertas, esquinas, rincones, farolas, puentes, caminos... Cuando se vive a intensidad todo nos marca, y todo, también se vuelve parte de nosotros indefectiblemente, para acompañarnos el resto de los días...
ResponderEliminarPreciosa imagen, preciosa preciosa oscura, preciosa!
Un gustote leerte!
Si.... es verdad... necesitamos un hogar...un sitio bajo el mundo donde poder reposar la cabeza...
ResponderEliminarPaz
Isaac
ResponderEliminarLas tormentas en una ruta, ya de por si, dan miedo y tu relato tan bien contado; impresiona.
Muy buen fin de semana.
Hola Ernesto.
ResponderEliminarSegún se adentra uno en el relato se adentra en el misterio y el miedo que las tormentas suelen producir, Tanto las reales como las de la vida en que vivimos, el trayecto de la búsqueda del hogar, puede ser en descenso o ascenso, pero siempre queriendo llegar a un lugar de descanso.
Un abrazo.
Ambar
Un cobijo, un lugar donde sentirse seguro a pear de la negrura exterior, :)
ResponderEliminarun abrazo, Ernesto.
Hola Ernesto. Un relato inquietante...con un broche final de lujo. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Erenesto un relato con suspense, ese miedo que nos encoge en la oscuridad...menos mal que siempre al final hay una ventana con luz...
ResponderEliminarUn abrazo y que tengas una buena semana.
Qué final inesperado... en la desapacible noche la luz del hogar esperàndote...
ResponderEliminarBueno, se puede decir con seguridad que tuviste mucha suerte
Perfecto e intrigante relato, muy en tu lìnea, misterioso Ernesto
Un abrazo amigo,
me gustò leerte
Hola Ernesto.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato tan lleno de suspenso e intriga; bien el final como tiene que tener un verdadero cuento.
Un beso grande.
Pd A mí no me extraña que en aquellos tiempos se diera por "enterrar vivas" a quienes pensaban diferente o se enamoraban de quien no debían... había muchos prejuicios en una sociedad conservadora. Yo vivo en una ciudad chica y pasa hoy en día algo parecido, no tan al extremo pero...
Hola Ernesto, has creado un relato de misterio con un marco único para ello. Noche cerrada, tormenta y ese mar de fuego que tan bien describes, haces que al leerlo seamos participe de ello…
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Un relato con mucho suspense, pero con un bonito final, y un recuerdo para no olvidar. Un Fuerte ABRAZO
ResponderEliminarErnesto, un relato con mucho en qué pensar y reflexionar. Sucede que, muchas veces, las situaciones más foscas y peligrosas desembocan en un final suave y reconfortante para nuestra mente y para nuestra alma. Y esas ventanas que relatas son un remanso de paz, que nos marca por siempre en el recuerdo. ¡Benditas ventanas!
ResponderEliminarAbrazos, amigo mío.
ERNESTO
ResponderEliminarUna entrada genial llena
de VOS
Hola Ernesto, me gusto mucho y disfrute la lectura de tu texto, con metáforas y mucho para reflexionar.
ResponderEliminarFue un viaje con angustia y zozobra, pero como todos los viajes en la vida existe una luz en la ventana que nos espera y da cobijo.
Saludos un fuerte abrazo.
Un estupendo relato..y nada como el hogar de uno...un saludo desde Murcia.
ResponderEliminarme perdí un poco en tus palabras a ciencia cierta...
ResponderEliminarpero supongo eso pasa cuando uno anda por un camino que no conoce bien y no sabe como llegará adonde supuestamente se dirige
eso me pasó meses atrás...que íbamos por un camino desconocido , pues nos desviaron d e la ruta y sepa Dios! donde corría el auto ...
nadie conocía la ruta solo por indicaciones ..y subíamos y bajamos cerros todo el rato, oscuridad total...no tuvimos ventanas en el camino que nos indicara nada!...al fin solo el sentido común y el rodar del auto por la conductora nos llevó al camino principal después de casi tres horas de viaje desconocido...
ni te cuento las cosas que íbamos imaginando!!
en fin son cosas que forjan ideas que a veces nos hacen dudar de todo...pero cuan grato es llegar al fin a un lugar mas reconocible...