Agradeció
aquella brisa fresca proveniente de la ría cercana en su paseo por
la Alameda… Recordaba cada banco, rincón, palmera, setos, olores,
de aquellos años en que, junto a su abuelo, jugaba en aquel espacio.
Que si bien era el mismo..., algo sustancial había cambiado. Era
temprano, aquella mañana había decidido salir de casa cuanto antes.
Un café en el viejo bar de la esquina entonó su cuerpo. Mirando por
las amplias cristaleras observaba las primeras gentes que ya se
desplazaban hacia sus trabajos y ocupaciones.
Valoró
el silencio del establecimiento a esas horas… Y creó una analogía
con el suyo propio desde hacía unos días. ¿Qué había cambiado?
¡Algo, seguro! Y sabe
que solo le atañe a él.
Personas,
situaciones, gestiones, entidades, relaciones…, pensamientos,
sentimientos…, y las consiguientes acciones, o inacciones, le
indicaban que algo, sino finalizaba, sí que tomaba un nuevo
derrotero. ¿Nuevo? ¿No era acaso el viejo y sabido camino a tomar
pero que no encontraba el momento de ponerse a ello?
Recordaba
cómo hacía ya mucho tiempo que observaba que cosas que tuvieron su
relevancia, dejaban de tenerla. Y no era solo una cuestión de edad.
Era otra cosa. Y lo sabía!
Por
ello aquella mañana le resultaba todo tan natural… De alguna
manera comprendía que lo natural del día, del parque, de la ría,
de las campanas llamando a misa o del canto de los mirlos, de la
mujer aquella que llevaba a sus
hijas
a la escuela, de la furgoneta de reparto de pan que lo descargaba en
el comercio… de todo lo
que iba percibiendo, todo natural, sabía que guardaba relación con
él… ¿Y era?
Era
precisamente esa falta de «relevancia» de las cosas a su alrededor
y en su vida lo que marcaba la diferencia. Algo así como si
estuviese despertando de un sueño, sus «relevancias» de antaño, y
descubriese la «realidad»
Y
se vio a sí mismo, dormido,
en los sueños
que veía en los demás. Y comprendió que no había diferencia entre
ellos y él. Pues en el
papel de dormido o despertado no había ninguna diferencia. ¡Todo
era ESO!
Y
silbando una melodía de su juventud se fue acercando al palco de la
música… Y allí, sobre las gastadas tablas, se vio a sí mismo con
ocho años. Un niño natural… Sonriéndole le saludó con la mano y éste
le saludó con las suyas.
Cuando volvemos a vernos en la infancia todo toma un nuevo valor, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminar¿Se abandona voluntariamente el paraíso de una infancia feliz? Ese niño está junto a nosotros y con su presencia nos salva del horror de la vida adulta. Nuestro cuerpo se va transformando porque somos materia que evoluciona pero ¿el alma? ¿qué sucede con ella? Esta historia de hoy, conduce el pensamiento a una multitud de preguntas y reflexiones y porque es tan complicado, lo dejamaos. La realidad no se cambia ni se altera como consecuencia de nuestras dudas. Ya querría yo que la niña que aún me habita asomara su cabecita con más frecuencia.
ResponderEliminarMe he enradaado cuando mi intención era solamente agradecer la visita y las amables palabras. Encuentro muy interesantes los temas que trata y cómo se ven reflejados ¿puedo llevarme el link para no perderme lo que vaya publicando? Saludos muy afectuosos y cordiales. Franziska
Me gusta este enfoque donde nuestra realidad..lo es? es solo el sueño? estamos todos unidos por algo más fuerte que la realidad y la percepción de cada uno?
ResponderEliminarAcabo de ver en tu perfil tus lecturas favoritas,y entiendo mucho más el color de tus textos, lo que subyace bajo lo aparentemente anecdótico.
Me ha gustado mucho, y claro,esto daría para largas charlas.
Un saludo y abrazo!
Yo te saludo con la mano de un niño de medio siglo de existencia.
ResponderEliminarLo bueno de todo es saber que se puede volver cuantas veces se quiera a ese/a niño/a que también fuimos-somos. Que estés muy bien Ernesto!
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ResponderEliminarUn hermoso relato Ernesto, que ese niño que todos llevamos dentro se presente en nuestra vida con la naturalidad de sus pocos años, al menos para dejarnos apreciar lo que nos rodea, con su inocencia.
mariarosa
Pareciera que la relevancias de las cosas es un factor importante.
ResponderEliminarLa vida es una sin retroceso. Pero quien no miraria al pasado y se viera a uno mismo sin darse un consejo.
Quien sabe si habré entendido bien. Pero llego algo reflexivo.
Saludos!!
Hola Ernesto, te encontré yo también a tí, y te diré que he disfrutado enormemente de este saludo que has narrado de una forma tan bella, y que además, creo que he vivido alguna vez no hace mucho.
ResponderEliminarTransmites con mucho sentimiento y me gusta tu forma de escribir. Así que con tu permiso, me quedo por aquí.
Besos :D
Clarificadora tu entrada para interpretarla según el tramo del camino de cada uno, sabiendo que todo sucede por algo y que de los errores se aprende.
ResponderEliminarMuy acertado lo que dices sobre la relevancia.
Y bellos los recuerdos de la infancia tan naturales, tal cual se vivieron y se viven.
Un abrazo Ernesto y buen día.
Entrañables recuerdos de la infancia
ResponderEliminarMaravilloso recordarlos.
Un abrazo,
Hola Ernesto. Es un hermoso relato, con nostalgías que revelan ese niño que pese a los años que cumplimos llevamos dentro, no obstante, me dejas pensativa, por que intuyo que hay más, o me lo parece...A veces, "revivo" vivencias de la infancia, no con demasiada frecuencia, pero los recuerdos no se van de mi almacén.
ResponderEliminarMe encanta la entrada, pero hay más ¿verdad?
Abrazetes.
Bonito relato igual que me parece bonito no perder al niño o la niña que llevamos dentro, no dejar de asombrarnos ni de maravillarnos antes las cosas y las personas como hacen los niños, esas sensaciones no las deberíamos perder nunca.
ResponderEliminarUn beso
El retorno, la pulsión de cerrar el círculo, tender a la desvanecencia...
ResponderEliminarA veces transitamos la vida dormidos Ernesto. Otras sin saber el porque despertamos y nada es igual. Aunque todo lo parezca. Creo que miramos, sentimos y vivimos de otra forma, valorando cada momento sencillo que nos ofrece la vida. Una hermosa entrada
ResponderEliminarNos transportas a una historia llena de nostalgia a la vez como de belleza de ver el paso del tiempo que nos llama a nuestra infancia.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces hace falta liberarnos del agobio de la modernidad y, volver a ser niños, volver a ese ayer que si era relevante... dejando de lado un presente confuso y febril.
ResponderEliminarAbrazos.
ResponderEliminarRecordações da infância sempre são as mais puras
e ternas.
Bela a imagem.
Prazer em conhecer seu blog.
janicce.
Una escena muy entrañable, como los recuerdos de antaño de ese señor de la historia.
ResponderEliminarLa realidad, una palabra complicada. Dejarse llevar y estar en lo que sentimos, y no buscar más allá.
ResponderEliminarUn beso