miércoles, 1 de enero de 2020

sacapuntas...

Abubillas.


He ido a apuntar en el cuaderno/bloc que siempre me acompaña en la mesa desde la que tecleo, algo para hacer después… No encontraba el BIC y cogí el lápiz, ¡vaya, no tiene punta! Me dirijo al mueble y saco un sacapuntas. Muy sencillo, básico y económico. Y además bonito. Tiene un color amarillo “piolín” que destaca. Recuerdo que entre otros colores que había en la tienda escogí éste.

Empiezo a girar el lápiz y salen las primeras virutas de madera… Con esa forma tan característica de siempre. De cuando éramos niños. Y no había bolígrafos.

Y los recuerdos afloran… Palma de Mallorca, cuatro casas perdidas entre campos de labranza, caminos de tierra, almendros, flores silvestres, rocío sobre la hierba en soleadas mañanas en las que, creo, que contaría con cinco años, me dirigía solo desde casa a la escuela en el convento de las monjas.

De aquellos almendros de corteza rugosa, con algún que otro agujero en su tronco, que permitía anidar en ellos a las abubillas, cuántas crías no saqué, para observarlas, con su consabida sarna, eso decían las madres, y volvía a dejarlas, me entretenía cogiendo la resina que rezumaban…

Aquellos aromas de campo, de vida natural, de sonidos entrañables hoy, los pájaros, el rebuzno de algún burro, los ladridos de los perros al pasar ante sus verjas, el carro de los labriegos… El canto de alguna mujer mientras lavaba la ropa en el patio, el sonido de la polea que hacía girar la cuerda cuando se sacaba agua del pozo… Agua que te ofrecían con gusto cuando desde el otro lado del murete de piedras que rodeaba sus casas, desde el camino, se la pedías.

Ahora mismo tengo a una monja presente, joven, que sentada en aquel pequeño altillo que le permitía observarlo todo, y sin levantar la vista del ganchillo que estaba haciendo, asombrado, la escuchaba decir: “Ernesto, saca el dedo de la nariz”.

¡Pero si no miraba, cómo es que me veía! No lo comprendía. Máxime cuando yo si la miraba para poder practicar libremente la espeleología nasal jajjajaajjaaja…

Pues sí que le ha dado de sí un sencillo sacapuntas… Tengo la impresión de que si siguiese escribiendo, y le veo inspirado, podría sacar hasta un pequeño libro de relatos infantiles.
¡Hombre, no diría yo tanto! Pero sí que ha surgido esta inspiración, y posterior recuerdo, mientras colaba el té verde de la mañana. (Y gracias, eso también, a mi amiga Alís. Que al abrir el ordenador me he encontrado con su felicitación entrañable… Lo que ha permitido que se mitigase en su mayor parte, cierto talante con el que me había despertado).
Pero sí (4º «sí» en poco espacio) que me hago eco de su “sencillo sacapuntas”.

Empieza, eso dicen la mayoría, un año nuevo. Yo no veo más que un día más. Ayer, 2019, hoy, 2020, y mañana, ver venir!

Que empiece, en mi caso, y debería ser extensible a muchos, con algo tan ¿sencillo, natural, necesario, eficaz, colorido, agradable, etc.?, como es un sacapuntas, debiera ser preludio de «sabiduría».

¿Sabiduría, un sacapuntas?… No sé qué quiere señalar…
Sí hombre, un sacapuntas, natural y necesario, cuando se necesita, en contraposición a toda esa “sabiduría” actual y mundana, modernista, a todas esa cosas en las que la mayoría de las gentes se embarcan, como si les fuese la vida en ello, para llegar a ninguna parte!
¡Explíquese! No le cojo el punto…
¡No seré yo quien abra la boca para modificar comportamiento, ajeno, alguno. Este es mi regalo de Reyes.
¿No quedamos en que sobre los demás no diría esta boca es mía?
¡Y lo sostengo! ¡El regalo de Reyes es el que la vida me ha hecho hoy al permitirme comprender, y aceptar, esta lección.

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Que el año empiece así, es un buen augurio de por donde viene...

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9 comentarios:

⟴Ricard dijo...

Mira! También he sacado punta a un lapicero. Inspirado por tu entrada. Buscaba saber si también me despertaría recuerdos de infancia y quizás incluso, poder oír el rebuzno de algún burro. A la que han aparecido las primeras birutas, el ruido de rebuznos era tan espantoso que francamente, me he asustado.
Pero no eran recuerdos, era el hilo musical de la actualidad. Lástima!

Susana dijo...

Me ha encantado tu reflexión. Un beso

lunaroja dijo...

Yo también saqué punta hoy a mis lápices de colores para pintar mis mandalas... Y sabes? Yo tengo memoria olfativa y apenas se eleva el olor a lápiz y a virutas, me pasa lo mismo que a ti, automáticamente conecto con mi infancia.
Son sin duda instantes sagrados,esos a los que atesorar.
Entre ayer 2019 y hoy 2020 nada ha cambiado, seguimos adelante con lo que teníamos ayer, y con el instante presente en que te leo y te comento.
Un fuerte abrazo!

mjesus dijo...

Me gusto tu post, la forma de decir, sin decir, es muy mo tambien
El broche de oro, ENTRE AYER 2019, Y HOY 2020 NADA HA CAMBIADO.VERDAD
UN ABRAZO

mariarosa dijo...

Hermoso relato. Mira adónde te ha llevado un simple sacapuntas. Los recuerdos están en ti, pero esa viruta del lápiz y tus recuerdos hicieron el resto.
Recibe un cariñoso saludo de fin de año.

mariarosa

Matías dijo...

Los recuerdos afloran, están ahí, en nuestra mente, tenemos suerte los que a pesar de haber cumplido muchos años, aun recordamos muchos detalles de nuestra niñez y juventud.
Muchos de esos recuerdos tienen que ver con aquellos sacapuntas, lapices gomas de borrar y otros complementos que utilizábamos en la escuela o instituto, ahora bien, el que se llevó la palma fue nuestro primer bolígrafo.
Abrazo.

maria cristina dijo...

Entrañables recuerdos, Ernesto, te cuento que de mi infancia solo conservo el libro de comunión con su rosario y una estampita! Pero en los cajones del escritorio de mi hijo más chico hay tijeritas de su jardín de infantes! Ah! pero me olvidaba de mi bolsa de recuerdos, ahí hay de todo un poco, me gusta de vez en cuando meterme en ella y recordar, es hermoso, un abrazo!

Juan L. Trujillo dijo...

Cualquier cosa es propicia para hacer vivos los recuerdos. Y es que están dentro de nosotros dispuestos a asomar y además suelen ser el perfume de los pensamientos.
Un abrazo.

Alís dijo...


¿El sacapuntas y yo te alegramos ese día? jajajaja

Sí, ya sé, no has dicho que yo te lo hubiera alegrado, pero sí que cambié el talante con el que habías despertado. Que no sé yo por qué te cambia el talante cuando tienes tanta claridad sobre lo que la vida ES, pero ésa es otra conversación...

Me había perdido más entradas de las que creía, pero es que enero empezó con poco tiempo libre. No deja de ser significativo que llamemos libre al tiempo que usamos para hacer lo que nos gusta y que postergamos para hacer lo que tenemos que hacer (aunque esto también nos guste).

Gracias, Ernesto, por la parte que me toca en esta entrada que siento optimista

Un abrazo enorme