No eches la carta al buzón.

 

No, no la eches! ¡Escríbela! Pero no la eches al buzón... Sin haberla dejado "dormir" por lo menos un día. Es, como suele decirse: "mano de santo."

Escribe lo que quieras y a quien quieras. Y sobre todo si lo que quieres decirles es: ¡¡pazguatos!!, ¡cómo podéis ser de esta manera, cómo comportaros así!

Y si tienes que subir de tono y a ellos de categoría, ¡no te prives! ¡Está en juego tu salud emocional!

¡Mcelpmqlp! El juego de letras escrito, que representa una frase malsonante, no podría escribirla aquí. ¡Vosotros sí en vuestras cartas, en la intimidad de vuestro momento! Ésta y otras al gusto de las circunstancias que "ellos" hayan podido provocar.

¡Pero no eches la carta al buzón!

Comprobarás que te has quitado de encima al "pazguato" de turno, por el momento. Y que al día siguiente, o antes, la carta que piensas enviar ya la estás redactando mentalmente de otra manera...

Más inteligente, menos abrupta. Más templada, menos iracunda. Más "ir a tus intereses", menos "irte por las ramas".

Este proceder, inteligente, suele confundir al contrario. Le hace bajar la guardia... Sus defensas! Y, generalmente, acaba mostrándote sus puntos débiles. ¡Su talón de Aquiles!

Y, cómo reza el dicho popular, a partir de ahí, ¡juega bien tus cartas!