jueves, 25 de agosto de 2016

¿Planeta o Planeta?


Si fuese capaz de transcribir los pensamientos, sentimientos, que surgen en determinados momentos, especiales por el contexto, disposición, propia y ajena, complicidad, juego, inocente o peligroso, habilidad, saber estar, entrega y atrevimiento… jajajjajaja… Creo que podría optar al premio Planeta de relato…

Con la diferencia que mis relatos, transcripción literal de la realidad vivida, compartida, no tienen paragón con la literatura.

¡Pura expresión de la vida! Hasta el punto de hacer tambalear los valores establecidos…

-¿Establecidos? ¿Por quién?
-Bueno…, eso realmente no se sabe… Es como la religión, y tantos otros valores fundamentales de la vida. Se siguen pero no se sabe por qué!! Surgieron de algo, natural en su día, pero hoy están desvirtuados, petrificados… Si quien los inspiró volviese a nacer, lo volverían a crucificar!
-¿Qué me dice?
-Cómo lo oye… ¿Quién cree que le clavo los clavos en la cruz?
-¡No irá a decirme…!

La vida que vives es!, sin duda, pero ¿es la vida real en sí?… Bueno, aquí hay dos vertientes a tener a en cuenta. Y casi seguro que ninguna de ellas es la real.

Una es la que vives… Escogida o impuesta tiene poca relevancia.

La otra es la que te gustaría, en ciertas ocasiones puntuales y sin que ello suponga rupturas de ninguna clase, pero que, más allá de alguna mirada, sonrisa, insinuación, dejarse hacer, no deriva en nada sustancial. Natural por otra parte!

Y es que la vida es así!!

Y no cabe que diga una palabra más pues todos, o quien más quien menos, sabemos de qué hablamos…

¡¡De la vida!!

martes, 16 de agosto de 2016

Soñar...


Bueno, no puede negarse que estamos en verano. Época en la que muchas cosas se ralentizan. Vacaciones, viajes, calor, playa, etc. hasta el río del valle ha bajado su caudal… Y es que la vida es así. Cambiante! Por ciclos, estaciones, meses, años… No es lo mismo 18 que 38. Ni 39 que 59 o 69.

Y sin embargo la vida en sí es la misma. No cambia. Como no cambia el océano porque en su superficie se formen olas o no. Él en sí es inmutable. Siempre igual, ni más ni menos.

Las que cambian son las olas, como cambios se producen en nosotros. Pero la vida en sí, que en realidad somos, no cambia.

Curioso verdad? Se producen cambios pero nada cambia… ¿Y dónde se producen cambios que nada, sustancial, cambian?

¡En el sueño! (En la apariencia)

Hoy me he despertado en unas cinco ocasiones ya de mañana y vuelto a dormir. Cinco sueños distintos, cambiantes. Y sin embargo al despertarme seguía siendo el mismo… sin cambio alguno. ¡Real!

¿La vida que conoces al despertar. La que vives día a día?

Tal vez el sueño de una realidad más profunda a la que todavía no has despertado…

¡Simple!

viernes, 12 de agosto de 2016

Se había cambiado de ropa...

Plaza del Ayuntamiento. (Astorga)

La vio al entrar en el establecimiento pero en un principio no le prestó mayor atención. Situado en una esquina de la barra observaba a la gente que, como él, entretenía el tiempo tras una consumición. Sentada en una mesa al fondo del bar no quitaba la vista de la puerta como esperando ver aparecer a alguien… Fue al verla sacar la cartera y mirar en su interior… que le hizo fijarse en ella.

Un rostro corriente, de tantos. Morena, con el pelo recogido en una abundante cola de caballo. Ojos oscuros y algo profundos. Gestos pausados. Vestía falda, zapatos negros y una especie de chaqueta larga. Había un algo en aquella imagen como de personaje de un verso de Machado… “desasida el alma, la tarde declina, las sombras acechan las altas copas de la solitaria encina...”

Le bastó un instante para comprenderlo todo… Sola, abandonada. Esa maleta vieja a su lado contaba la historia tan clara como la fuente del parque cantaba su pena…

Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.

Tal vez con hambre, tal vez sin dinero, tal vez asustada…

-Mila, ¿quién es esa mujer?
-No lo sé, lleva más de hora y media ahí sentada…
-¿Ha comido algo?
-No, el café que ves sobre la mesa.
-Invítala a comer, como cosa tuya… Lo que quiera. Después si crees que necesita dinero dale unos sesenta euros… Arreglamos cuentas mañana.
-Bien, Juan.

Echándole una última mirada salió del restaurante. Había quedado con unos amigos a comer en León. A eso de las cinco de la tarde recibió una llamada…

-¿Juan?… soy Mila.
-Dime…
-Bueno, parece que la situación de esta mujer es algo más complicada… Está sola aquí. Parece que había quedado con alguien en que la recogería para seguir camino a Coruña pero nadie se ha presentado. Llegó esta mañana en el autobús de Madrid…
-¿Qué piensas Mila?…
-Pues no lo sé…, por eso te llamo… Ya le he dado el dinero, en realidad le he entregado cien.
-Yo no llegaré hasta esta noche… Haz una cosa, llama a la pensión de la plaza y cógele habitación para dos noches. Habla con Isabel y dile que no le cobre nada. Y hazle saber a ella que la esperas para cenar.

Adelantó su regreso a Astorga y llegó sobre las ocho de la tarde. Se dirigió al restaurante y preguntó por Mila.

-No está, ha salido hace un rato.
-¿Sabes algo de la mujer que estaba esta mañana sentada al fondo?
-¿Te refieres a la de la maleta?
-Sí…
-Está en la cocina…
-¿En la cocina…, y qué hace ahí?
-Pues pelando patatas! Cuando llegaron Mila y ella, después de comer, se ofreció a hacer lo que hiciese falta… Y no hubo forma de hacerla desistir.

En esto que entró Mila…

Cenaron los tres en animada charla. Era un mujer joven, de unos 48 años. Risueña y desenfadada, tenía una forma de reír que le marcaba unos hoyuelos en las mejillas. Su mirada era franca y determinada. Se había cambiado de ropa.

Años después seguía de cocinera con Mila. Juan cenaba casi todas las noches las creaciones que ella le preparaba… A veces la esperaba o la recogía a la salida y daban un largo paseo, en ocasiones de la mano, o tomaban algo antes de despedirse. La vida de ella había empezado de nuevo cuando se bajó del autobús. Nunca contó nada de su vida anterior.

lunes, 8 de agosto de 2016

Quien esté libre... tire la primera piedra.


Nadie está libre de decir una palabra fuera de lugar, inoportuna, inadecuada, que no quiso decir, o sencillamente que no iba con esa intención. ¡Nadie!

Como tampoco nadie está libre de malinterpretar una palabra que pudo haberse dicho mejor pero se expresó así… ¡Nadie tampoco!

Ambas habrán estado motivadas por la confianza mutua y la amistad.

Entonces ¿qué sucede para que el paso siguiente, o los siguientes, la situación desemboque en una especie de cruz y raya?

Posiblemente la falta de una aclaración, cuanto antes, y la templanza necesaria para comprender, y aceptar de veras y no una mera formalidad, que, tal vez, nos equivocamos al hablar… O al escuchar. ¡Sencillo!

Que no quiere decir que sea fácil rectificar, tender la mano, o disculparse.

¿Disculparme yo?…

¡Sin duda! Tanto si tienes razón como sino. Si tu interlocutor se ha sentido molesto por algo, con o sin razón, eres tú quien debe tratar de paliar la confusión. Quien puede que se sienta molesto lo tendrá algo más difícil.

¿No eres tú el de una mayor comprensión, mejor talante, más abierto, más más… ¡Pues a qué esperas!

Si siembras distancias cosecharás ausencias.

Ahora bien, si lo que buscabas era el alejamiento de esa persona, ¡hecho! Ya verás como dejarás de verla a tu alrededor…

Solo que para eso no hacían falta semejantes alforjas. Bastaba un educado: adiós, amigo/a.

domingo, 7 de agosto de 2016

Ella Baila Sola (*)

Restaurante Gasolina. (Cervera de Pisuerga) Palencia.

Él nunca cena solo…

Vestido con cierta elegancia, aunque informal, suele llegar casi siempre a la misma hora al restaurante. Las diez de la noche. Su mesa reservada. Es habitual verle cenando los viernes y sábados por la noche. ¿Solo?

¡Nunca cena solo!… Si bien en su mesa nadie más le acompaña.

Alto, delgado, peina hacia atrás su pelo negro tintado de blanco en las sienes del tiempo, una fina barba cubre su rostro. Con una ligera sonrisa en los labios y sin mirar a nadie se sienta en su mesa. Una ojeada a la carta, más como ritual que por interés, le permite asentarse en el comedor… Su entrada no ha pasado desapercibida. Una vez que la camarera le ha servido el vino en su copa, levanta la vista y echa una primera mirada a las mesas…

Hombres y mujeres ocupan sus asientos en la noche palentina. Parejas jóvenes cenando al arrullo de palabras vivas, hoy, que mañana languidecerán, en parte. Matrimonios en grupo, e intercambiadas sus parejas en la mesa, ríen las ocurrencias de unos y otros. Grupos de hombres solos, sin mujeres, o sólo mujeres comparten mesa en alegre algarabía.

Si bien verano, la noche afuera está algo fría. La calidez del salón acompaña al conjunto de personas que, conocidas entre sí o no, se han reunido en lo que en un cierto sentido podría calificarse de “akelarre”…

Esa primera mirada al entorno le permite hacerse una idea rápida de quien es quien en el lugar… Quién, cuáles pensamientos cruzan sus mentes, sus deseos, sus límites, que a algunas personas, muchas, les gustaría poder trascender aunque no fuese sino por esa sola noche. Sus carencias, afectivas la mayoría… Sus atrevimientos ocultos en lo más recóndito del corazón. ¡La condición humana! Sus almas al fin y al cabo.

Una mirada imperceptible es respondida de la misma manera… Un vacío afectivo, o cuando menos limitado, se hace patente. Un gesto, una postura. Una sonrisa, que sabe para él… De nuevo ese brillo en el mirar, natural y risueño, que rompe barreras. Hasta el punto de que todo a su alrededor desaparece y solo quedan ellos dos… Con el añadido juego de que nadie los pille mirándose, nadie perciba la comunicación sutil. Nadie descubra la desnudez de cuerpo y alma que está teniendo lugar…

La tela de araña se despliega en la sala. Otros personajes entran en el juego… Creen que son únicos, pero no! Es solo que la comunicación se hace extensible a quines la necesitan. Quieren vivirla. Saben que como en el cuento de Cenicienta éste acabará a las doce… O cuando menos cuando finalice la cena. Mañana, si llegasen a encontrarse, tal vez ni se mirasen.

Convencionalismos, compromisos, familia, limitaciones. Lo establecido. Cómo tirarlo por la borda… ¡No es posible! El cuento acabó anoche… El sueño limitado continúa.

No, él nunca cena solo!


(*)Ella Baila Sola es un dúo musical femenino español, que estuvo en activo desde 1996 hasta finales de 2001 formado por Marilia Andrés y Marta Botía, actualmente activo con una de sus integrantes originales Marta Botía.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Palabras sin sentido...

Almendros en flor. Vincent Van Gogh
Cogió el tren de las 15:45 que le llevaría al norte. A casa de sus amigos Juan y María, quienes regentaban una casa rural cerca de los Picos de Europa. Había ayudado a subir al vagón a una mujer joven con una niña en brazos que cargaba una pesada maleta. Una vez puesta ésta en su lugar y colocada la suya enfrente salió al pasillo. 

La gente seguía subiendo al tren mientras otros se quedaban en el anden esperando verles aparecer por las ventanillas… Sonrisas, besos al aire y brazos en alto despidieron la marcha de aquel “gusano” metálico que bufaba humo y silbato.

Y los recuerdos del ayer se hicieron eco en su memoria… 1953, Santa Marta del Tormes, aquel otro tren, éste con asientos de madera y cargado de historias emprendía el trayecto a otras tierras, otras gentes, otras vidas, o cuando menos a otros tramos de la suya. Mientras él y su hermana veían pasar a gran velocidad imágenes de cuentos por la amplia ventanilla. Pueblos pintorescos, ríos sombreados por altos álamos, campos de amapolas, mares de doradas espigas de trigo o cebada que el aire hacía ondular. Y que una multitud de segadores, con sus anchos sombreros de paja cubriéndoles el rostro, arrancaba de la tierra haciendo gavillas. A mitad del trayecto su madre, 33 años entonces, hoy esencia de estrellas, sacaba la empanada, que había cocinado esa mañana, y servía amplios trozos a todos.

Aunque se resistía a dar espacio a los pensamientos que bullían por salir acabó pensando en lo sucedido días atrás… Razón de su viaje.

Una palabra deslizada a destiempo… de las miles y miles que se había dicho antes, una palabra sin malicia ni intención. Un simple juego de palabras de los muchos empleados hasta entonces, un sonido expresado, pero... ¡Ay palabra maldita! No fue bien recibida, no tendría que haberse dicho, pero… se dijo. Se le dio espacio para volar y acabó estrellada contra la incomprensión… ¡A qué decirla! Hubiese bastado una sencilla explicación… Tal vez una mejor comprensión, pero… No fue así. Ni uno la solicitó ni el otro entendió que, tal vez, debía darla. Y el silencio se instaló entre ambos…

Silencio y pensamientos que no iban tintados de sentimiento alguno… Es la vida, sabía. Es el curso de la vida que, cual río hacia su destino, atraviesa distintos parajes. Campos y ciudades, primaveras, otoños, risas y lágrimas, edades… Abrazos y despedidas, sonrisas… nostalgias… Ayeres...