Le gusta viajar en autobús de línea, largas distancias, o trenes con recorridos antiguos. Y le gusta llegar a esos destinos escogidos, más por pequeños detalles, intuidos muchas veces, que por la información general existente. Pueblos o pequeñas ciudades, aldeas en ocasiones, perdidas éstas entre montañas, páramos y valles, cruzadas muchas veces por ríos de agua clara que bajan vírgenes desde sus orígenes. Éstas últimas regalos del cielo... Si bien es cierto que a Dios lo encuentra en cualquier sitio.
Ha pasado por tantas. Ha dejado tan buenos amigos. Tantas
vivencias...
En esta ocasión es Cervera de Pisuerga. Pequeño y entrañable
pueblo de siempre, bañado por el río Pisuerga. Pueblo de
un ayer floreciente, hoy venido a menos en su aspecto comercial e
industrial, por los signos que pueden apreciarse todavía. Comercios
cerrados y abandonados al hacer del tiempo, pero que conservan un
gusto y calidad en sus escaparates, de polvo y telarañas, y en sus
interiores vacíos. También mucha vivienda abandonada... Y es que la
vecina Aguilar de Campoo ha absorbido, cual flautista de Amelín, a
muchos habitantes, negocios, industrias, y el inherente bullicio y
algarabía de una ciudad pujante.
Bendito silencio el que se respira en Cervera...
Recuerda, sentado en el mismo banco de madera de hace tantos años,
cómo veía fluir el agua clara entre las márgenes llenas de
vegetación. Y como observaba el ir y venir de las truchas en pos del
alimento que la corriente traía... Aquella tarde se dejó olvidado
sobre el banco el jersey de verano azul claro.
Le encanta recorrer las calles viejas, plazas, parques y
callejuelas. Saborear sus gentes, sus costumbres, sus risas y
conversaciones. Pregunta por esto y aquello en su afán de contacto,
amabilidad, sonrisas... Le encanta la gente.
Sentado en una mesa del café Florida junto a la gran cristalera
observa el ir y venir de los vecinos al mediodía. Algunas mujeres
con bolsas de la compra, los hombres entrando y saliendo de los bares
que circundan la plaza. Gente recorriendo los soportales de enfrente.
Algo que a él le gusta hacer especialmente. Los soportales. Como en
el caso de Cervera centro neurálgico del pueblo. Tiendas, bares,
restaurantes, servicios... Y todo bajo techo. ¡Lo encuentra tan
entrañable, tan acogedor!
Unas palabras llegadas de una mesa próxima llaman su atención...
“Pues así nos hemos quedado, y ya va para cuatro meses... Y como
socios de la cooperativa hemos perdido todo el dinero que teníamos
depositado”.
Lo que pudo percibir de la conversación era que una gran empresa
en régimen de cooperativa había hecho suspensión de pagos. Y
puesto que los trabajadores figuraban como socios y además parte de
sus beneficios se los pagaban en acciones, se habían quedado sin
nada. Sin trabajo y sin dinero. Con el agravante de que la mayoría
había invertido además sus ahorros en la misma. Denuncias,
manifestaciones y protestas realizaban en la zona con el fin de que
se les resolviese la delicada situación en la que muchos habían
quedado.
Cuando la pareja que así hablaba se levantó para irse, él se
volvió y les dijo: “no he podido evitar oíros...” Y pasándoles
una nota escrita comentó, tal vez sea esto lo que necesitéis:
¡Nada que
sea mío por derecho de Conciencia puede perderse o serme robado!
Me ha encantado recorrer las calles de Cervera de tu mano.
ResponderEliminarBien podrían ser las de cualquier pueblecito español, incluído el de mis padres, porque en casi todos la situación es similar.
Qué lástima que no sea sólo producto de tu imaginación la desesperación de los cooperativistas...
Que tengas un buen día.
Besos.
Me gusta mucho como relatas, no sé si te lo he dicho ya, pero es lo mismo:
ResponderEliminarLo repito
Y es que lo haces tan delicadamente!
Un pueblecito precioso de esos tantos que posee nuestra querida España y con esos soportales que a mí también me chiflan y me hacen sentir bien bajo esos techos, algo así como trasladada a otra época.
Pero hete ahí que truncas el candor del recorrido con la cruda realidad, mediante esa conversación tan actual y que a todos los rincones de este desmembrado país, llega...
Ignoro qué les dio y que era, probablemente, la solución a sus problemas, pero pocos acometen ese acto admirable.
En fin; ya me voy.
:)
Besos.
no puedo recorrer tus calles contigo porque no las conozco. Yo estoy en "el último lugar del fin del mundo"
ResponderEliminarMe quedó la imagen del tren. Pocas cosas me gustan tanto.Ya no paseo más en ellos. Acá no pasan más.
Cosas de la vida que se van perdiendo.
Un abrazo gigante.
¡FELIZ DIA !! :)
Me gusta mucho este relato, aunque hubiera preferido que la narración fuera en primera persona, porque ese recorrido, las evocaciones, los recuerdos en sepia...me resultarían más íntimos.
ResponderEliminar(Bueno, es que yo siempre utilizo la 1ª persona, puede ser por eso)
Es que así, al leerlo, habría regresado a mi adolescencia y primera juventud, cuando retozaba por el campo y me bañaba en el Pisuerga a su paso por Cervera.Allí aprendí a nadar con soltura dominando la fuerza de la corriente y en ese mismo río cogía cangrejos -hoy extinguidos por el abuso- tan exquisitos...
En fin que me ha gustado por tu buena prosa y, como no podía ser menos, por los recuerdos veraniegos.
Un abrazo.
Gratos recuerdos vividos Ernesto, acabo de leerte y pasear por esas calles, muy lindo...
ResponderEliminarLa última parte pertenece a una realidad latente en muchos sitios :* besos
Bonitos recuerdos, preciosa estampa.
ResponderEliminarUn lugar para perderse.
Entrañables recuerdos has traído a mi mente con este relato.
Gracias Ernesto.
Hermosos recuerdos y un precioso relato.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Las Leyes divinas nunca fallan!
ResponderEliminarNada, absolutamente nada que no sea nuestro por derecho de conciencia nos puede ser arrebatado o robado.
Saludos cordiales.
Ernesto, gracias por este recorrido virtual por las calles de Cervera. Es algo que por desgracia esta pasando en muchos pueblos. Me encanto el relato, me recuerdas el pueblo de mis padres.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Hola Ernesto!!!
ResponderEliminarNos dejas un precioso recorrido y muy bien detallado; un relato nada extraño, sucede en otros muchos lugares de España.
No conozco Cervera, pero ahora me la imagino tal como tú la pintas con tus letras.
Ha sido un placer.
Un beso y feliz día.
Un bonito recorrido por uno de nuestros pueblos mágicos, ahora esos lugares mágicos solo los habita el silencio, y es que la vida se va llevando a las personas a los lugares más poblados donde ya ni cabemos, y donde el respirar se hace difícil, y la mirada se pierde entra tanta gente que no nos da tiempo a distinguir, es el destino quien nos susurra la huida de donde no queda más que un ayer que solo recordara sus habitantes del tiempo. Una preciosa entrada entrañable de verdad. Un abrazo.
ResponderEliminarUn relato que quizás te trae bellos recuerdos y que has logrado que recorriéramos virtualmente a través de tus letras. No tengo la suerte de conocer Cervera pero has despertado mi curiosidad por saber de ella…
ResponderEliminarUn cálido abrazo Ernesto.
Qué buen relato! No conozco Cervera, pero mira que he creído estar allí, será por su parecido en sus arcos a mi Cartagena, no sé.
ResponderEliminarMuy buena prosa Ernesto!
MariCarmen
Un bello y emocionante relato, el recorrido por los recuerdos del tiempo, esos lugares que tanto se aman y un final por el que muchos en las actuales condiciones se ven envueltos, pero como bien dices, todo será retribuído en su debido momento.
ResponderEliminarAbrazos, Ernesto
Un bello relato y paseo por sus calles,observando sus viejos edificios y casas de la mano de tus recuerdos.
ResponderEliminarCuantas historias quedan escritas en sus calles y paredes.
Saludos,un abrazo.
Hola Ernesto, que bonito recorrido el que has narrado y has echo que añore mas aun a mi pueblo, ya que poquito a poco también se va quedando así como Cervera, todo se va buscando mas prosperidad y se van quedando los abuelitos:), todo pueblo tiene su encanto he historia que si hablasen sus paredes verdad?, en la plaza de mi pueblo también hay soportales, de los muchos que había aun sobrevive alguno:)
ResponderEliminarMe gusta mucho la frase.
Besos.
Hola! antes que nada, gracias por pasar siempre por mi blog. El principio de este texto me recuerda a varios viajes mios, y la última frase me encanta.
ResponderEliminarPor cierto, la música que tienes puesta, ''toscania 2.6, andre rieu'' es preciosa, al principio me recuerda a varias canciones que utilizo para hacer yoga, me relaja, y luego simplemente es de esa música que te hace sentir..un abrazo ;)
Qué bueno Ernesto!!! ha sido verlo y se me ha dibujado una grandísima sonrisa en la cara. Yo he crecido y vivido durante muchos años en Aguilar de Campoo y en alguna ocasión también he visitado Cervera de Pisuerga. Tantas vivencias y recuerdos... Sin duda la montaña Palentina alberga lugares así de especiales y maravillosos donde cualquier persona, venga de donde venga, puede sentirse parte de todo lo que le rodea. Muy hermoso y entrañable, gracias!!! Un gran Abrazo!!!
ResponderEliminarPoder viajar es maravilloso
ResponderEliminarMe gusta aunque lo voy posponiendo sera quizas porque en Europa todo esta mas cerca que aqui
mil besos
Gracias por este sosegado y gratificante recorrido por las calles de tan bello pueblo, Ernesto.
ResponderEliminarUn texto que me ha gustado mucho, sobre todo, eso de que, nada que nos pertezca en esencia, como puedan ser los valoras espirituales, nunca, nadie podrá robárnoslo, amigo.
Felicidades y besos
Conozco Cervera. Me gusta el relato que haces y que podía ser perfectamente de otro y de tantos entrañables pueblos de nuestra tierra. Me quedo con la última frase...tal vez sea eso lo que necesitemos, yo al menos sí.
ResponderEliminarQué gran frase!!
Un abrazo.
Una ciudad tan lejana que sólo mi imaginación y tus letras me ayudan a conocerla. bello relato.
ResponderEliminarMaria
No sabia, fue coincidência.
ResponderEliminarLoa recuerdos de antes
ResponderEliminarse hacen vivos cuando uno retorna a sus sitio de origen
es tener raíz profunda
saber el porque estamos y para donde nos vamos
y valorizamos mas aquello que nos vio crecer...