Bufanda,
gorro y un grueso polar se puso para salir a dar una vuelta por los
alrededores. Botas y hasta unas polainas en las piernas para la nieve
completaban el atuendo. Mientras cerraba la puerta con llave pensó
en sacar los perros de sus vecinos, Ignoraba si éstos estarían en
casa. Cerrando la verja se dirigió a la casa de al lado. Entró sin
llamar pues sólo quería coger a los perros. Estos ya le habían
visto y se dirigían hacia él corriendo levantando puñados de
nieve. Cuando les abrió la puerta de la verja salieron dando saltos
y ladridos… Y entonces la vio.
Una
silueta se acercaba por el camino de la derecha. Los perros se
fijaron en ella e hicieron ademán de acercarse, les retuvo con la
voz. Se fijó de nuevo en ella y no supo distinguir quien pudiera
ser. Notó cierta vacilación en su andar al margen de la nieve.
Volvió a meter los perros en el jardín y empezó a andar hacia
ella. Cuando estaba a pocos metros vio como se inclinaba hacia un
lado. Corriendo se acercó… Justo llegó para sostenerla antes de
que se desplomase.
Cogiéndola
en brazos volvió a su casa. Una vez quitado el ropaje que la cubría
apareció una cara de mujer joven. Justo en ese momento abría los
ojos… -¿Qué ha pasado, dónde estoy?-…
Una
taza de leche caliente sentada en un sillón de alto respaldo frente
a la encendida chimenea le iba dando color a sus mejillas.
Cubierta
con un ancho pijama y una bata beig observó la estancia. Mientras,
Pedro preparaba algo en la cocina. Suelo de madera. Unos cuadros y
algunas fotografías cubrían la pared del fondo. Una amplia
estantería en caoba coleccionaba algunos libros, algún jarrón y
figurillas representando escenas de campo. El amplio ventanal en
forma ovalada hacia el exterior permitía ver casi toda la cadena
montañosa, ahora cubierta de nieve. La imagen era preciosa,
sosegada. Invitaba al silencio. Y se dio cuenta de que silencio era
lo que iba colmando su alma…
Una
bandeja de viandas y dos vasos de vino los reunió alrededor de la
mesa. Y todo ello permitió que las palabras se reconociesen a sí
mismas en boca del otro…
-¿Embarazada?…
¿De cuánto?…
-Casi
dos meses. -Una relación de amor propició la vida. Un traspiés la
dejó al frente de la misma-.
-¿Y
qué haces sola por estos caminos?
-Venía
con un grupo de amigos haciendo el Camino*. Anteayer hicimos noche en
Villafranca del Bierzo… Y decidí quedarme por la zona. Intentaba
llegar a Ponferrada y regresar a casa en tren.
Al
día siguiente, sábado, bajaron a la ciudad.
Mariela…
Que con su pelo corto, rizado y negro, su delgadez y cierto desgarbo
en su andar, fue presentada en los ambientes en los que Pedro se
movía.
El
aroma a café y a tostadas recién hechas la hizo murmurar algo entre
sueños… -Hum… ¿Dónde estabas?-… preguntó mientras éste
descorría las cortinas.
Cogidos
de la mano, abrigados, y con los perros corriendo delante de ellos
dieron un largo paseo por los alrededores. El sol de la mañana
refulgía sobre el blanco de las montañas. Observaron el pequeño
torrente de agua que, proveniente de la ladera, corría limpio al
encuentro de otras aguas… Ambos tuvieron un pensamiento…, para
sí, que les hizo estrecharse en un cálido y largo abrazo...
Cómo me gustan las historias que cuentas, ligeras, sin paja, vas con tus letras al grano como se suele decir, formando una bella sensación de placidez según se va leyendo y perfilando un paisaje lo mismo fuera de la casa que dentro que se siente y se ve.
ResponderEliminarBonita historia con un fin que se me antoja como el de las aguas…
Me encantó Ernesto.
Un abrazo.
Parece que se van a juntar dos corrientes de agua para formar un mismo río, hermoso Ernesto, un abrazo!
ResponderEliminarErnesto, con que sencilla naturalidad narras la vida.
ResponderEliminarY cuando se trata de vida, a mí me conmueve.
Me despierta esos resortes que se activan cuando la emoción pasa de puntillas por el amor, en instantes mágicos sin tiempo.
Todo fluye. Las aguas a su cauce.
Un fuerte abrazo.
Qué bonito lo describes todo. Tanta sencillez y cotidianeidad nos hace entrar en un espacio conocido y acogedor!
ResponderEliminarUna narración muy buena, me gusta como has enlazado el final.
ResponderEliminarUn saludo.
De nuevo, al ir leyéndote, voy viendo la historia, y eso es muy difícil conseguir con tan pocas líneas. Es precioso como trasmites tus historias.
ResponderEliminarUn abrazo, Ernesto.
Hola Ernesto, dos natualezas coinciden en el camino de la vida. Bonita coincidencia que les encuentra, sin buscarla.
ResponderEliminarHermoso final
ResponderEliminarsiempre es relevante saber como empieza una historia
por buena que parezca ...nunca se sabe como termina...
ojalá que sigan caminando por la nevazón
bello paisaje, el de la foto...
en invierno hice un viaje a plena cordillera con intensas nevazón...
algo de miedito nos dió
pero no encontré mi caballero de las nieves (broma)
gracias por saludar en mi espacio.
Ernesto, me encanta la belleza de tu prosa que ha propiciado este encuentro lleno de calidez humana.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Y aqui estamos todos reunidos leyéndote es como casi si rezáramos
ResponderEliminarUn abrazo inmenso
un gran texto
Bueno relatos y unas nevadas como en mi tierra pero es sano el frio de León.
ResponderEliminarBueno al final no sé donde pinché que se me escondió riéndome tu último correo
abrazos
Bella imagen.
ResponderEliminarY linda historia con un esperanzador final.
Un abrazo. Feliz domingo.
No sé qué pasa que no sale mi imagen de perfil pero soy Amalia.
ResponderEliminarLos fallos de Google.
Es curioso como el frío del inicio del relato deja paso a la belleza incluso cálida de un paisaje nevado, los sentimientos se apoderan del espacio.
ResponderEliminarUn placer
Sobre la nieve, una inesperada y tierna historia de amor. Muy bonita. Besos
ResponderEliminarMadre mía, Ernesto, qué historia tan bonita, y es que soy una romántica y si me pones nieve, montañas, una casa con lumbre, vino, viandas..., una mujer rescatada... y ese final tan tierno...
ResponderEliminarMe sobra la bata beig, es que no soy mucho de batas, Ernesto y menos beigs... Verás que cuando me conmuevo uso el humor para disimular.
Hay quien está predestinado a encontrarse y "mezclarse" sin remedio, como esas aguas del enunciado.
Muchos besos. Me relaja mucho pasar por aquí.
Leerte es como sentir un abrazo cálido en una fría noche de invierno; se recobra la paz y la esperanza en la vida.
ResponderEliminarGracias. Un abrazo nocturno, Ernesto.
No busques la verdad; simplemente, deja de atesorar opiniones... Si quieres conocer la verdad, entonces no sostengas opiniones ni a favor ni en contra de nada. Establecer lo que te gusta frente a lo que no te gusta es la enfermedad de la mente.
ResponderEliminarMe llega esto mucho quizás porque creo que estoy encontrando el camino que habia perdido
Erneto, una gran historia muy interesante. Las alma que son afines, a veces se atraen en el camino de la vida. Un hermoso paisaje de fondo.
ResponderEliminarUn grande abrazo, buen inicio de semana!
Que bonito relato; es simple y cercano. Las descripciones del inicio me hicieron creer que estaba allí... que bien se siente un café caliente después del frio del inviero...
ResponderEliminarSaludos!
O te pasan muchas cosas obtienes una imaginación digna de un buen libro, anímate a escribirlo, me pido leerlo!! Un abrazo Ernesto.
ResponderEliminarZapatero a tus zapatos jjajajjaja...
ResponderEliminarUna cosa son cuatro diálogos y otra complicarse con un libro. De todas formas me lo plantearé... Nunca se sabe.
Bueno... y ahora que lo dices... jajajajajjaja...
Un abrazo, Maruja.
Un bello relato, como nos tienes acostumbrados. Y dos almas que se encuentran en silenci …
ResponderEliminarUn cálido abrazo Ernesto
Que hermoso encuentro. ... Y se dio cuenta de que silencio era lo que iba colmando su alma… Quiero leer massss!!!!!
ResponderEliminarNo pienso aventurarme a descifrar los sempiternos enigmas, por llamarlos de alguna manera, de tus historias, jajajaja
ResponderEliminarPero sí debo decir que me gusta mucho ese describir los ambientes, las gentes y los paisajes que nos introducen tan de lleno en lo que cuentas que me parece estar viéndolo y hasta viviéndolo.
Un abrazo.
ResponderEliminar...y así, como si nada,
descubrieron
un amor que nacía.
Hermosa narración, vecino.