En
mi viaje en autobús este fin de semana a Pola de Laviana, Asturias,
compartí asiento con una mujer que, más allá de la simpatía y
afabilidad desplegada, compartió su afición a la lectura y a
escribir, entre otros temas de conversación. Corto se hizo el tiempo
y largos los temas. Fue un placer su compañía. Nuria. Ignoro su
edad real pero puedo afirmar que, rondando tal vez la mía, esa
llamada tercera edad, su aspecto era juvenil y diáfano.
Terminó su viaje antes que yo. En Pola de Tena la esperaban su hija
y sus dos nietas. Pasaría dos semanas con ellas.
─¿3ª
edad, qué quiere decir con ello?
─Bueno,
muy claro no lo tengo. No acabo de identificarme con esas
clasificaciones… Sé que no estoy en la 1ª y tampoco en la 2ª,
más allá de eso nada sé!
Cuando
ya el autobús había recorrido unos cuantos kilómetros vi que unas
cuartillas escritas asomaban en el suelo debajo de su asiento. Al
cogerlas y al primer vistazo observé que parecía el relato de algo…
Leerlas fue la constatación de que realmente le gustaba escribir y
sabía como hacerlo.
¡He
aquí su creatividad!
“Ayer
fue un día muy especial para mí. El reencuentro con parte de mi
familia fue una vivencia entrañable… Había quedado con ellos en
la plaza, junto al palco de la música. A la sombra del centenario
plátano donde tanto jugué en aquellos años de mi niñez… Toqué
su corteza, lisa al tacto, algo rugosa en algunas partes que ya se
desprendían. Sentí que los años no habían pasado… ¿Acaso no
sabía ya que el tiempo, tal como lo entendemos, vivimos, no es más
que una ilusión, colectiva, eso sí, que nos tiene a todos
hipnotizados?… Con las palmas de las manos toque la tierra
vieja, aquella que me llenaba de polvo, en verano, mis pies con
sandalias. Sentí su calidez, su presencia, su estar viva… Y
hasta un cierto estremecimiento creí percibir al notar ella, y, tal
vez, recordar el tacto de mis manos...
Unas
risas de niños a mi espalda me hicieron volver la cabeza y… allí
estaba de nuevo. Junto a Samuel, vivía con su hermana y su madre al
lado de mis abuelos. Recuerdo aquel vestido blanco con pequeñas
margaritas azules y amarillas, mis trenzas, mis ojos negros, poco
habían cambiado con el paso del tiempo, si acaso más serenos. El
reloj de la iglesia de los Franciscanos marcó las doce del mediodía…
Un aroma de pan recién hecho me llegó desde el obrador adosado a
sus paredes, el mismo donde también yo lo compraba de pequeña,
comiéndome en el trayecto esa especie de moño que culminaba su
redondez. Esa miga blanca, espesa, con sabor a pan, a sol, a trilla,
a aquella eras donde dormían los labradores al raso de las noches
estrelladas guardando sus cosechas hasta que eran recogidas.
¡Aquellas tierras castellanas! Las vivo en el recuerdo de mi
infancia.
¡Tanto
tiempo sin saber de vosotros! Mamá, tía Lolita, mi querido abuelo…,
mi abuela Catalina, nacida en las islas que no conocían los zapatos
y los burros. Mi abuela doña Pepita, de Muros. Mi bisabuelo Juan
Calvo Chicote, natural de un pequeño pueblo, hoy casi abandonado, de
la comarca de Castilla la Vieja. Emigrante a las tierras del norte
donde, junto a mi otro bisabuelo, hoy éste no está aquí,
conocieron a quienes parieron la estirpe de quien hoy se reencuentra
con ellos.
¡Hola,
hola a todos. Bienvenidos! A mis brazos familia, a mis brazos querida
familia mía… ¡Venid venid…, cojámonos de las manos y
recorramos esta alameda querida que tanto tiempo atrás todos
vivimos. ¡Venid!
¿No
oís los sones de la orquesta que en el 48 amenizaban las tardes de
domingo y las fiestas de guardar? Me alegro mucho de este
reencuentro… Vivos seguís en mí, queridos míos… Y así
seguiréis mientras yo lo esté! Me llega el olor del ganado en la
feria de cada semana en aquella arboleda, ¿la veis, os acordáis?,
donde me perdía entre vacas, bueyes, mugidos, mulas, asnos, cerdos,
aldeanos y todo ese mundo que fue… y sigue siendo. Si bien la
película ya no se proyecta en cines de pantallas inmensas
rodeadas de luces de colores que iban menguando al oscurecer la sala…
No, ya no se vive el mundo igual, pero poco importa, aquel guión
era personal, nuestro… Hoy se escriben otras historias. Como
historia es este momento vivido.
Hola Ernesto.
ResponderEliminarPues si no estás en la primera, ni en la segunda edad, está claro donde estás, ajajá.
Una bonita conversación la mantenida con sus familiares en el recuerdo, por parte de la que escribió el texto… trasmitiendo sus sensaciones, perfumes y paisajes del pasado, y con una despedida singular.
Cada momento tiene su historia, lo mismo en el pasado que en el presente, y cada cual la vive con su visión particular.
Me encanta la foto, recuerdos de un ayer.
Un gusto la lectura donde se percibe alguno de tus puntos…
Un abrazo.
Pensamientos íntimos, estoy muy de acuerdo, esas letras demuestran que tu compañera de viaje disfruta escribiendo, lo hace muy bien y yo he disfrutado de leerlo, gracias por compartir.
ResponderEliminarPor la primera, segunda y todas las edades que sigan, no me preocupo, el instante presente es lo que importa, disfruta de cada instante que la vida te ofrece.
Un abrazo.
Ambar
Qué hallazgo Ernesto! Disfrutaste de una bella historia gracias al olvido de tu compañera de viaje, un abrazo!
ResponderEliminarUn viaje para recordar con esa bonita historia.
ResponderEliminarUn abrazo. Feliz fin de semana.
Jajaja, Ernesto, eso de la tercera edad no va conmigo.
ResponderEliminarComo bien dices, estamos en la edad que estamos...
No se si es real lo de tu compañera de viaje, o has inventado un relato mientras viajabas, pero me he sumergido en tus letras y las he vivido en primera persona. Guardan similitud con un pasado lejano y esas mismas vivencias las conservo como algo muy particular de mi propia historia.
Siempre es un placer visitarte querido amigo.
Como te dice Maripaz, no sé si es real ese encuentro o si es ficticio para introducir un relato dentro de otro relato más amplio (el que comienza en el autobús con el encuentro de esa señora que alcanza la tercera edad), el asunto es que lo leí con ganas y tragándome cada palabra. Tenía curiosidad y no salí defraudada. Me gusta cómo escribes y estoy encantada de seguirte.
ResponderEliminarUn abrazo, Ernesto.
"Hoy se escriben otras historias"... cada momento que vivimos escribimos nuestra propia y personal historia.
ResponderEliminarSeguro que para Nuria, tambien debió de ser un placer compartir contigo el viaje.
Un abrazo, Ernesto y me alegra leerte de nuevo.
Hola amigo...hacía muchos días que no te veía ,he venido varias veces para ver si habías cambiado y veía que tenias lo mismo ...yo no estoy muy fina ,no tengo apetito y mucha desgana ,ayer me tuvieron que llevar a casa antes del a hora de acabarse las clases ...arroje y me cogió temblores ,el médico me encontró muy baja de la tensión ...nada hoy he estado todo el día en cama solo me levanté un poco para comer y pude leer tu comentario...me preguntas por mis nº/s de teléfono que si son esos y no se a que te refieres ,espero me lo aclares...
ResponderEliminarha sido una alegría verte y sabes al levantarme he querido entrar algún blog y no puedo me sale como cerrados pero casi todos y mira el tuyo bien y me he alegrado ...estoy con el resto de amigos incomunicada.
He leído tu relato muy bello y además me recordó mi Castilla y Asturias...unos fuertes abrazos
Ay, Ernesto, creo que estamos en la edad de la serenidad, ya hemos vivido suficiente para sabes de qué va esto de la vida.
ResponderEliminarRegresamos a los buenos recuerdos con nostalgia pero más para revivir esa frescura del momento que para desear volver allí.
Como en este delicioso relato que nos cuentas con olor a trilla, uhmm, ahí me fui directa a mis veranos de infancia a la sombra del carro y el agua del botijo.
Al rum-rum del la máquina de cine, a los chicles bazoka y las gaseossas pegajosas de sabores...
Otra cosa que caracteriza a nuestra edad es que ya no planificamos el futuro, sino que salimos a su encuentro y que sea lo que tenga que ser.
A mi me encanta viajar en autobús por carreteras secundarias, me inspira, me divierte, aunque lo hago poco y sí voy sola, mi Xavi es demasiado impaciente y comodón.
Un placer visitarte, Ernesto.
Un beso.
Hola Ernesto
ResponderEliminarQué bien disfrutar de un viaje con compañía tan placentera.
Una gozada encontrarse en los viajes de la vida -tantos y tan variados- con personas tan fantásticas.
Unas son como ángeles que despliegan sus alas y te acogen, otras peregrinos que saben de caminos y comparten sueños y mochila, otras amigos que ofrecen su mano, comparten su vivir y el calor de su amistad...
Un abrazo.
ResponderEliminarSe ve que Nuria no sólo le gusta escribir, sabe hacerlo, pone sentimiento en su texto.Bellos recuerdos, añoranzas de un tiempo que sigue vivo en su memoria.
mariarosa
Como tb yo acabo de llegar de viaje ( ya sabes por donde ; ) puedo imaginar perfectamente ese trayecto conversando con NURIA.
ResponderEliminarEn mi caso fue en avión pero no importa el transporte -si me das a elegir, de todos, mi preferido es el tren- lo único importante es dejarte cautivar por el ambiente y mimetizarte con la gente que vas encontrando en el camino tal cual habéis hecho vosotros. Compartiendo ese trayecto que se hace certísimo cuando se va en buena compañía y desde luego NURIA, por el precioso relato que acabo de leer, lo fue. ¡Qué manera tan preciosa de abrazarse de nuevo a sus recuerdos, a su gente! ¿ Qué es eso de 3ª edad? ¿ hay 4ª y 5ª ? porque mi madre tiene 86 años y para mi está en su 2º juventud.. su mente es tan jovial como su corazón, así que si no fuera porque le matan de dolor los pies ( es lo único que tiene un poco escacharrado ; ) tendría más resistencia y energía que la mayoría de los que no tienen ni la mitad de su edad. En fin ERNESTO, muchas gracias por este viaje en compañía de tu amiga, ha sido un verdadero placer viajar con vosotros !!!
Por cierto ¿ sabes que todos mis hermanos viven en Asturias? es una tierra tan preciosa como tu mágica Vizcaya e igual o más aun Guipúzcoa ( es que varios de estos días los pasé en la frontera Ermua/Éibar ; )
Un abrazo muy muy fuerte y graaaaaciaass por tu recibimiento en mi blog jaja lo tengo un poquito abandonado, a demás de los ajetreos de vida y trabajo, no sé qué contaros que no sepáis ya... por eso es delicioso que aun os paséis por allí algunos ; )
Que tu viaje a lo largo de esta semana sea igual de bonito que el que hiciste a Pola de Siero y recuerdos a Nuria ; )
ResponderEliminarTus Historias, Ernesto. Tan reales, tan creíbles, tan natural y tan bien contadas, que las haces visibles y nos haces vivirlas. Y con tu manera tan personal de mirar la vida.
Buena semana, vecino viajero. (ah,contesté tu comewntario)
Una historia que veridica o no, es lo que tiene el escribir, que siempre queda la duda de si es personal y copiaste esos escritos o son pura creatividad tuya, yo apostaría por lo segundo. De todas formas un relato entrañable y entretenido de una parte de una vida de una persona. ¿ Continuará? Un abrazo amigo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta narración, estos encuentros que nos dejan siempre algo para reflexionar,un buen sabor de boca,un instante casi sagrado diría yo, cuando dos personas desconocidas encuentran el punto en común que las une por un instante.
ResponderEliminarUn beso y abrazo!
Gracias por dejar tu comentario en mi última "loca"
Que maravilla de fragmento, sí que sabe escribir, transmitir, sin duda, hermosamente!
ResponderEliminarEsos encuentros inesperados en los viajes, nos enriquecen tanto, a mí me encantan, y creo que son una de las mágicas virtudes de viajar..conocer.
Precioso post Ernesto, un beso
ResponderEliminarYo estoy con Tesa "creo que estamos en la edad de la serenidad, ya hemos vivido suficiente para sabes de qué va esto de la vida". El viaje precioso en mi coche lo he hecho varias veces. Los encuentros familiares suelen ser siempre muy gratos y contados así aún lo son más. Un abrazo.
Las etiquetas son solo eso etiquetas y a mi cada vez me gustan menos, no importa la edad física que uno pueda tener lo que importa es como uno se siente. He encontrado a personas "jóvenes" que son viejos antes de serlo y a "viejos" que solo tienen la edad en el DNI, en su espíritu, en su manera de vivir la vida y disfrutar son los más jóvenes, lo importante es saber vivir.
ResponderEliminarLa historia que nos cuentas, entrañable, me gustan esas historias propias que cada uno de nosotros construimos con todos los nuestros.
Besos
Una vez, entre las hojas de un viejo libro que pedí prestado en la Biblioteca Municipal de mi ciudad, encontré un trocito de papel escrito, que creo era el envoltorio de un bombón de chocolate. El texto no tenía nada tan sofisticado ni extenso en su escrito, solo se identificaba con su nombre de pila y contaba que muchas veces pedía el mismo libro y siempre volvía a su papelito. Tiene algo de mágico encontrar algo escrito por otra persona, pero que no sea extrictamente un libro o poemario, por citar ejemplos "formales". Eso me hizo recordar este post tuyo Ernesto. Te dejo un abrazo.
ResponderEliminarHola Ernesto, se ve que la acompañante viajera disfrutaba escribiendo sobre su vida. Aunque puede que sea ficticia la historia, y se inventó un reencuentro con e pasado a modo de anécdota. De todos modos, he de decir que me sorprendió el apellido del bisabuelo, pues se puede relacionar...
ResponderEliminarAbrazo
Hola Ernesto, qué preciosa historia has trenzado con la excusa del encuentro con Nuria...
ResponderEliminar... huele a mies, a la maya, recuerdos de niñez en el campo, con la fiesta del maíz, (no sé muy bien en qué mes era, imagino primavera-verano) abuelos, primos, animales varios, yo era peque pero desde entonces adoro la vida campesina, el contacto con la tierra, aunque quien la trabaja sabe lo duro que es eso, no es mi caso, que crecí " tan blanca y tan fina" jajaja. Mi padre que también nació en la aldea pero estudió en Madrid nos inculcó el amor por la música clásica, cuando volvíamos de vacaciones al terruño siempre se perdía junto al quiosco de música entre los árboles...
Ah, también me encanta entablar conversación en mis viajes frecuentes en avión para ver a mi madre en Madrid. Suelo ir sola y a veces me toca sentarme junto a alguien ameno, una vez una pareja cubana que me habló todo el tiempo de mi isla soñada...
y respecto a la tercera edad, no sé lo que es, yo encuentro gente interesante en todas las edades tal vez porque me considero de la primera edad, esa en que se aprende tanto de las experiencias ajenas y propias. Disculpa la extensión de mi coment. estoy de okupa jaja, mejor ya me voy,
un abrazo querido amigo desde esta tarde tormentosa, de ardiente calor 🐦 🍃