sábado, 2 de octubre de 2021

La carta.

 

Tú a Boston y yo a California. 1961.

Creo que la mayoría de nosotros tenemos casi siempre una carta pendiente de escribir… Y una vez escrita, enviar. Pero no tengo tan claro que muchos lleguen/lleguemos a concluir el proyecto. ¡O sí! Si realmente lo hemos conseguido.

Cartas de todos los estilos, de infinidad de temas, a múltiples destinatarios… Algunos ya no están aquí. Se fueron antes de que llegase el cartero. Y no fue necesario que éste llamase dos veces, como indica el título de la película.

Cartas con decires nuestros… Que no quiere decir que sean las palabras que el otro necesita. O viceversa. Las tuyas son acertadas y sin embargo no encuentran arraigo en el otro.

Cartas empezadas mil veces, borradores los llamamos cuando no nos hemos atrevido a ponerles sobre y sello. Cartas de cajón antiguo, cartas que al repasarlas añadimos o quitamos palabras, conceptos, hechos que fueron… o nos parecieron que los demás hicieron. ¡Nunca nosotros!

Cartas que duermen casi olvidadas, o eso queremos creer, mientras nuestras vidas, y las de los destinatarios, siguen sus cursos divergentes. Y por seguir con el símil de los títulos de películas, hoy parece que ha surgido así: “Tú a Boston y yo a California”. 1961.

¿Acabaré de escribir la mía? ¿El borrador que lleva años en el cajón? ¿La enviaré?… ¿A quién. A quiénes?… ¡Los destinatarios hoy tienen 35 años más que el día que adquirieron ese título! ¿Habrá realmente destinatario hoy que se sienta concernido por mis palabras?

¿Hay alguien aquí que realmente escriba algo? ¿Hay destinatario?

¿No será uno y otro el mismo personaje que necesita este método para escribirse a sí mismo?

23 comentarios:

maría cristina dijo...

Los nuevos tiempos nos alejaron de las cartas escritas a mano y enviadas por correo, tengo muchas que me escribieron guardadas, de vez en cuando releo algunas y recuerdo momentos vividos, un abrazo Ernesto!

" R y k @ r d o " dijo...

Em jovem escrevi muitas cartas chamadas de amor. Também recebi muitas. Infelizmente com mudanças de casa desapareceram. Hoje já não se escrevem cartas de amor. Telemóveis são o papel de antigamente. Eram mais bonitas as cartas.
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Feliz fim-de-semana … cumprimentos
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Mari Carmen dijo...



Hola Ernesto, tengo cartas en montoncitos, con cintas de colores atadas. Son de familia o personas muy queridas por mí, la mayoría ya no están. Nunca las tiraré. Ya más cercanos en el tiempo, prefiero la comunicación telefónica, así "percibo" mediante el tono de voz "percibo" cómo está la otra persona, en fin...

Un abrazo.

AMALIA dijo...

Siempre entrañables las cartas.
La tecnología las ha guardado en el cajón del olvido.
Una pena.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

inma dijo...

Las cartas te enlazan a seres similares a ti, yo mantengo correspondencia cada semana con dos amigas que viven lejos y aunque nos llamamos, no dejamos de escribirnos.

abrazo

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Hola Ernesto, yo he sido una gran escritora de cartas, siempre me ha gustado escribir y recibir cartas, y por muchos años lo hice, amigos de varios lugares del mundo, familiares, y todas las conservo, porque para mi conservan parte de mi historia de vida, y ahora a pesar de la tecnología cada tanto mando alguna carta, para mí tienen un encanto especial, saludos y buen fin de semana. Patricia F., la Colo.

eli mendez dijo...

La carta en formato papel, tiene un encanto especial que con el correr del tiempo hemos ido olvidando.. Antes se esperaba con ansias "al cartero"...ahora el cartero quizás trae las cuentas por pagar.
No está presente esa ilusión de abrir el sobre y encontrar "un tesoro" dentro, ya sea una foto, una postal dedicada, o una extensa charla a la espera de una respuesta...
respuesta que de ambos lados se esperaba en aquellos tiempos, que no son los mismos que ahora. Mi cajón de cartas tiene un valor inmenso, cada una con su significado especial..
De alguna manera hoy toda esta maravilla esta suplantada por el correo , que se espera con las mismas ansias cuando se trata de recibir noticias de personas queridas, o simplemente comunicación e intercambios, un método eficaz y rápido de llegar a cualquier parte en segundos.. Todo sigue su curso y ahi vamos, adaptándonos a cada tiempo.. Besossss querido Ernesto!!!

Maripaz dijo...

¡Ay, las cartas...!
Que tiempos aquellos en que esperábamos al cartero ansiando la carta del ser amado. Ha cambiado la manera de comunicarnos, pero la necesidad de hacerlo sigue intacta.
Ahora, de una manera más rápida, pero también más fría.
Las cartas de papel tenían la calidez de los dedos que habían plasmado las letras. Quedaban impresas en el alma y en los cajones donde quizá bajo llave las guardábamos celosamente.
Y si...quizá queda alguna carta pendiente de escribir.

lunaroja dijo...

Para mi, hasta que apareció Internet,fue una de las pocas maneras que tuve de comunicarme con mis seres queridos, familia,amigos,todos a los que había dejado al emigrar.
Tengo guardadas las cartas que me envió mi madre,mi padre y un tío.
Ahora,a la única que le sigo escribiendo y mandando postales es a mi madre que aún vive.

Por suerte,no tengo cartas pendientes, aunque durante mucho tiempo fueron mis más claras señales de amor,de nostalgia,de tristeza,o de alegría.
Un abrazo.

Matías dijo...

La vida ha evolucionado de tal modo que hay muchas cosas que se han quedado obsoletas. Las cartas entre otras, desde los años ochenta en la mayoría de los hogares había teléfono y poco después llegó Internet y la telefonía móvil. Yo no tengo memoria para recordar cuando escribí la última, seguramente en alguna navidad hace cuarenta o mas años.
Los buzones de nuestras casas han quedado para panfletos de propaganda.
Un abrazo.

Tracy dijo...

Las cartas más importantes son las que se escribe uno a sí mismo. Creo.

Sandra Figueroa dijo...

Yo sigo escribiendo cartas que no envío por no saber el destinatario..... Saludos amigo Ernesto.

Enrique TF dijo...

Tus dos preguntas al final de esta magnífica reflexión tuya de hoy, Ernesto, son difíciles de contestar. Hay gente que escribe mucho y no dice nada y también es cierto que hay mucha gente que escribe solo para leerse. No obstante y volviendo al fondo del mensaje que nos lanzas en tu texto de hoy, te diré que es cierto, to he escrito muchas cartas a destinatarios que jamás me contestaron, pero yo las guardo todas, quizás algún nos llegue alguna respuesta ... esperando algún error en eso que tu muy bien llamas "cursos divergentes".
Buenas reflexiones las tuyas, siempre, Ernesto. Feliz domingo, si nos dejan.

Rita dijo...

Pues aveces una carta escrita a uno mismo viene muy bien y es muy necesaria, aunque no lo hagamos nunca.
Yo, a veces, he escrito cartas que me han ayudado mucho en mi relación con las personas o también a atravesar una situación complicada. Reconozco que el género epistolar es uno de mis favoritos para escribir.
Feliz domingo, Ernesto

Margarita HP dijo...

Cartas... las he escrito y después metido en un cajón. Otras, las he entregado en mano. Algunas, solo las he escrito en mi cabeza, y otras las he llegado a recitar.
Treinta y cinco años llevas con tu carta guardada, amigo mio. Pues la respuesta a tu dilema puede ser algo tan sencillo como... ¿cuánto de lo que hay escrito en ellas sigues teniendo necesidad de comunicar?
Besos amigo mio :D

Carmela dijo...

Siempre me han gustado las cartas en papel, aunque hace ya algún tiempo que no he mandado alguna. Para mí escribir en papel es algo mas intimo que un teclado, no sé, es como si cada letra escrita con nuestra mano construyeran esas palabras que realmente queremos decir. El teclado va un poco a su aire y con una velocidad que no deja recrear el contenido de lo que escribimos.
Vaya rollo que te he metido, no? jajajaja resumiendo me gusta mucho más escribir en papel que en un teclado.
Las cartas más difíciles son las que nos escribimos a nosotros mismos.

Un abrazo, Ernesto

Teo Revilla Bravo dijo...

Me pasé media vida escribiendo cartas. Misivas que iban y llegaban directas al corazón de la amiga, del amigo. ¡Qué importancia tenían, con qué deseos las esperábamos de vuelta, cómo nos aplicábamos para que llegaran, cálidas, defendibles y bien redactadas.
Ese es el primer pensamiento que se me vino al comenzar a leerte, Ernesto, este escrito. Posiblemente tengan la culpa de que luego escribir se convirtiera en una vocación, algo con lo que desahogar momentos -maravillosos, tristes- de la propia vida.
Miles de gracias y un abrazo.
Teo.

Vivì dijo...

Ciao...trovo interessante il tuo blog e mi fa piacere averlo scoperto. Ti seguo con piacere. Alla prossima.

mariarosa dijo...


Hace mucho, he perdido la cuenta, de los años que no escribo una carta. Me manejo por email y por WhatsApp. Con el nuevo avance de la tecnología, se han perdido muchas costumbres, o yo las he perdido. Saludos Ernesto.

mariarosa

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Ahhh, qué hermoso momento aquel en el que el cartero llegaba. Esperar respuesta a esas palabras que escribimos diez o veinte días antes, y quedaron flotando o volando, vaya a saber por qué medio iban hacia su destinatario. Llegaba la respuesta y uno debía recordar qué le había dicho en la carta que le envió. Hoy, nos mensajeamos con tantos al mismo tiempo, sostenemos el hilo de cientos de conversaciones, pero tal vez no digamos nada.
Buenísima tu reflexión de hoy.

Elda dijo...

Hola Ernesto. Habrá, habrá destinatario, pero seguramente ya no son los mismos que hace tantos años, sus actitudes quizás hayan cambiado.
Esas cartas a mano hace muchos años que no las escribo, ni siquiera las felicitaciones de Navidad. Mal hecho, porque sin duda son mucho más personales donde se nota el verdadero sentimiento. Estas opciones tan frías que existen ahora, son lamentables.
Seguramente ayer estaban todos nerviosos y perdidos porque no funcionaban algunas redes, ni el wasap. ¡Oh qué tragedia!, :))).
Un abrazo.

Alfred dijo...

De las cartas enviadas. ¿Cuántas intentaríamos recuperar ahora?

Un abrazo.

Manuela Fernández dijo...

La vida son etapas que se cierran, es justo en ese paso cuando deberíamos escribir esas cartas que dices, pasar a la nueva etapa con nada pendiente. Pero ¡qué difícil es!
SAludos.