Mientras el sacerdote entonaba los
cánticos adecuados al momento de la misa, se entretuvo en sacar la
cuenta de cuantas veces habría asistido a algún funeral en los 35
años que llevaba residiendo en el pueblo. No le llegaba la cuenta a
la decena. Incluido el que se celebraba por el padre de su amiga
Susana.
No era hombre de iglesia. Y menos de esquelas. Por ello, en varias ocasiones, sus amigos habían partido sin que él lo supiese. Conocía y tenía amistades en
las distintas órdenes religiosas de la zona.
Le gustaba utilizarla en esas calurosas
tardes de verano en que solía entrar por el frescor que se vivía en
su interior. También por la satisfacción que le producía el
contacto con la gente cuando el sacerdote daba la paz y estos se
daban la mano entre si.
Y fue ahí, en ese acto, que la
conoció. Si bien había estado mirando hacia todos los lados, por
entretener el tiempo, no lo había hecho a su espalda. Y ahí estaba
ella, un poco hacia su izquierda.
Empezó estrechando la mano de las
personas que se encontraban a su lado, después a las que delante de
él se volvían buscando las suyas. Y posteriormente se volvió él
mismo buscando las que a su espalda ya se le tendían... Entre ellas
las de la mujer de su amigo, “Rubio”, a quienes descubrió al
volverse y quien le tendió una mano lánguida, estrechó la de él y
la siguiente, sin fijarse muy bien en quien se la tendía. Le
impresionó la calidez y fuerza que transmitían. Y supo...
La miró brevemente a los ojos y los vio
risueños, entrañables, entregados a lo que hacía. Su sonrisa era
franca, natural. Observó cómo siguió estrechando las de otras
personas y cómo disfrutaba con ello. Incluso se desplazó algo más
hacia delante por coger las manos de una mujer que se las tendía.
Todo ello le gustó.
Al proseguir la misa la observó de
reojo en alguna ocasión. Pelo castaño, ondulado. Pantalón vaquero,
un chaquetón... Su cara no reflejaba nada que llamase especialmente
la atención. Un rostro de tantos. No recordaba haberla visto
nunca...
Si bien ella no volvió a mirarle, notó
que sí era consciente de sus miradas... Y una cierta placidez se
instaló entre ambos. Supieron...
Supieron... Más allá de los gestos y
las palabras no dichas, innecesarias.
Al salir de la iglesia se despidió de
las amigas que la acompañaban permaneciendo en el pórtico. Cuando
el hombre de las miradas salió se dirigió hacia él con su sonrisa
abierta... ¿Te apetece tomar un café?
Su marido había fallecido hacía cerca
de dos años. Cenaron en su casa. A la mañana siguiente él salió
temprano a comprar el pan...
Ernesto, cuando suceden estos milagros no se los debe dejar escapar, la vida se vive cada día, tierno relato, un abrazo!
ResponderEliminarMe encanta la historia, no dejan de ser situaciones que a veces se dan y a mi me parece precioso, es como un milagro, cruzarse en el momento justo, por estar en el sitio justo...
ResponderEliminarQué historia tan linda !... ¡tan tierna!... me encantó.
ResponderEliminarojalá fueran más comunes !
un abrazo.
A mì también me gusta la gente que aprieta la mano al saludar...
ResponderEliminarPreciosa imagen que se refleja, tan natural
Abrazo càlido, Carlos, en un dìa de escarcha y nieblas
El amor, ese sentimiento sin formas ni definiciones, y que se define con cada milimétrica parte de nuestro ser.
ResponderEliminarPorque el amor llega así...por su camino, sin tiempo ni fronteras.
Y al final, como en tantas historias y como dice Mario Benedetti:
"Sé que vas a quererme sin preguntas, sé que voy a quererte sin respuestas".
Lo has expresado con palabras de forma excelente!
Un abrazo Ernesto.
Siiii, uno nunca sabe dónde ni cuando va a suceder, por eso hay que estar siempre preparado para dejar que la vida nos sorprenda a cada paso.
ResponderEliminarUn abrazo Ernesto
!Que bonito!
ResponderEliminarEstupenda narración y descripción del encuentro. Por momentos me ha parecido estar in situ, presenciando la escena.
Eso es el Amor, pequeños detalles cargados de belleza, la simplicidad del Amor, el encuentro no buscado, el dar sin esperar, la confabulación del universo.
Feliz día Ernesto.
Un relato precioso y delicado!
ResponderEliminarEstrechando manos se transmite mucho...
ResponderEliminarMuy bonita historia de encuentro de dos personas.
Gracias Ernesto, te mando un firme estrechamiento de manos, sea contigo la Paz.
Es una historia preciosa sobre un encuentro, sobre la vida y el amor.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Tus relatos secuestran a mi imaginación y vuelo entre tus letras.
una lluvia de besos
Ernesto soy una romántica empedernida, así que disfruto con tus relatos...
ResponderEliminarcomo un apretón de manos puede transmitir un sentimiento...
Ojala esa pareja se caliente en las noches de sus otoños, no solo el cuerpo, si no el corazón.
Un abrazo
Un relato muy bonito, y romantico, nunca se sabe donde empieza el Amor.Un Fuerte ABRAZO
ResponderEliminarPreciosa imagen y maravillosa historia cargada de realismo que la hace posible y es lo que más me gusta.
ResponderEliminarQue historia tan bonita Ernesto. Hay miradas que expresan y transmiten algo especial que quedas atrapado, como les paso a los personajes de tu historia.
ResponderEliminarMe ha encantado!!
Un cálido abrazo
Es muy bonita esta historia.
ResponderEliminarLas sorpresas de la vida...
Un abrazo fuerte.
Ah! jajajajajaja... pues era cierto lo que me decìas jaja... no te habìa creìdo... claro, que tù eres el culpable, y una se acuerda del primer nombre jajaja
ResponderEliminarquién sabe por qué,
tal vez leyendo tu post con esa musiquita de fondo tan relajante me adormecì jajaja y se me olvidò
Un abrazo Carlos Ernesto y buenas noches !
Un apreton de mano, habla muchas veces mejor que las palabras.
ResponderEliminarHermosa historia.
Un beso.
Un encuentro bonito, hermoso; pero por lo que veo fulminante...
ResponderEliminarA veces el amor es así.
Muchos besos
Estar momento, lugar, tiempo y forma.. El don de la oportunidad....
ResponderEliminarUn abrazo de luz
Es bueno ir a misa parece...
ResponderEliminarnunca se sabe!
Hola.
ResponderEliminarQue o teu dia de domingo, seja agradável.
Que o Criador, nos brinde, com: Saúde. Paz e Alegria.
E que a família, continue, a ser, o - esteio - dos nossos dias.
Um abraço.
Se va haciendo costumbre que mi mente viaje en tus relatos… Sencillamente me encantan estas historias románticas.
ResponderEliminarSiempre he creído en la palabra aún no dicha, “esa se siente.”
Ernesto te dejo un afectuoso saludo, que tengas buen comienzo de semana.
P.D. Gracias por pasar a mi espacio y dejar saludos, los recibo con respeto y cariño.
Ernesto, hermoso relato. Hay que dejar que la vida nos sorprenda y dejarnos llevar, por la corriente de la vida.
ResponderEliminarUn cálido abrazo.
Precioso el relato, corto, conciso y con las palabras justas para despertar el interés del lector y dejando que éste imagine hasta donde llegue su imaginación.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Saludos