Solía tomar un vino a mediodía, a veces solo a veces con amigos, en el mesón del pueblo. También con su familia, principalmente con su hija y nietas. En algunas ocasiones habían comido allí. Había un plato especialmente que le encantaba, si bien tenía la precaución de mirar primero qué cocinera estaba ese día. No todas lo preparaban igual. Habituales dos de ellas en ocasiones veía caras nuevas.
Ya
se había fijado en ella. El mechón de pelo rubio que se le escapaba
por debajo del gorro blanco había llamado su atención. ¡Sin más!
Sí
observó que algunas veces cuando pedía una ración de tortilla en la
barra, no siempre salía de la cocina con el mismo tamaño… No le
dio mayor importancia. Pero cuando notó que su plato preferido solía
ser algo más abundante según quien lo preparase, prestó atención.
Se
dio cuenta de que si bien no podría precisarlo ella siempre
coincidía en la cocina en esos momentos… Le hizo gracia el posible
juego que pudiese traerse y decidió jugar también.
Ya
le había visto la cara… Y observado que también ella le había
mirado de manera especial cuando salía de la cocina. Ojos azules, unos 40 años, juvenil, risueña. Había un algo en aquella cara que denotaba serenidad,
seguridad… saber.
En
cierta ocasión en que se encontraba comiendo y ella salía con un
plato para otro comensal, la miró. Ella correspondió. Sonrieron
levemente y alzando él su vaso le hizo un gesto de agradecimiento…
la sonrisa de ella se amplió.
Pasaron
los meses y llegó Diciembre. Era de noche. Él, en una esquina de la
barra saboreaba su consumición atento a la conversación que dos
mujeres mantenían a su lado. La vio salir de la cocina y dirigirse
hacia él…
-Salgo
dentro de hora y media… ¿sería posible que hablásemos un
momento?-
-¡Claro!-
respondió éste sin sorprenderse.
-¿Tienes
tiempo de cenar?- preguntó ella.
-Sí-.
-Espérame
en el Azul, encargaré mesa-.
-¡Hola!-
-¡Hola!-…
Soy Manuela… Tú ya sé como te llamas…
Cenaron
como dos amigos que no se hubiesen visto en años. Se contaron
momentos y retazos de vida. Abrieron sus almas con total libertad…
¡Supieron uno del otro!
Y
sólo al final ella le dijo: -Dormiría a tu lado esta noche y viviría
contigo el resto de nuestras vidas. Hay un fondo de ternura en ti que
no se expresa del todo… Y que me gustaría compartir-...
-¡Pero
no será posible! Nuestros caminos se separan aquí… Salgo mañana
de viaje. Me esperan para casarme-…
Cuando
se despidieron, tras un cálido y prolongado abrazo, ella le entregó
un pequeño sobre… -No lo abras hasta que me haya ido-.
Un
mechón de su cabello está guardado en la mesilla de noche.
Tenía que ser Angeles, ese luminoso ser humano quien comentara este bellísimo y tierno relato.
ResponderEliminarEn un día especial para mí, andaba buscando una caricia para mi alma y la encontré acá.¡Me encantó !
Lo que me resta saber es si eres el mismo y amoroso Ernesto que estaba entre mis amigos blogueros y se me perdió.
Me lo puedes decir ?...
Nada pasa por nada.
Un enorme abrazo
Precioso relato que a mi entender refleja que el momento presente es el único por vivir, y que a pesar de que los caminos puedan separarse,hay historias de amor que son inolvidables.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es la vida cuando el amor toca el corazón de alguien.
ResponderEliminarLlega como una sorpresa para aliviar el alma y llenarla de dicha.
Y se va...pero ya la vida no es igual. Porque amar no es atarse a un corazón, más bien el amor da alas para despertar a otros horizontes.
Sencillas y delicadas palabras, como la vida misma.
Un abrazo Ernesto.
Soy María del Carmen.
ResponderEliminarMi correo es mcarmennazer@gmail.com
Ya sabes que soy torpe en estas cosas.No supe encontrar el tuyo.
Hoy fue un día muy intenso, estoy cansada. Ojalá encuentre mañana novedades tuyas.
Mi cariño de siempre
Una historia muy dulce. La ilusión del amor que no puede ser realidad pero que nunca se olvidará.
ResponderEliminarLa vida es así.
Un abrazo. Feliz domingo
Sí que es una ternura de historia, sí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Realmente, "un fondo de ternura" porque ternura es lo que has escrito con esa dulzura y esa serenidad en un momento de esos que solamente una vez pasan rozando como el vuelo de una mariposa.
ResponderEliminarEncantadora y romántica historia que me ha encantado leer.
Un abrazo Ernesto y buen domingo.
Preciosa y emotiva historia que rebosa ternura y sensibilidad comunicativa, cosa habitual y certera en ti y en tu palabra.
ResponderEliminarMe ha gustado, me ha llegado y me ha emocionado. Gracias por compartir la belleza que corre por tu alma.
Abrazos.
Bonita historia, aunque a la vez me ha hecho pensar que cuando no le vaya bien en su matrimonio siempre va a recordar al mechón de pelo que dejó escapar aquella noche.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tierno relato, a veces la vida nos lleva por rutas diferentes pero quedamos con bellos recuerdos del camino, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminarMe siento bien aqui
ResponderEliminarLa música invade mi momento
mientras tus palabras se anidan en el intento de poder decirte...
Lo mejor para vos
Para tu vida
emocional
corporal
del alma
de tu mente....
Vida y Felicidad
de estar contento
Dando gracia s a la vida
por estar vivos hoy...
Que tristeza :( suele pasar, gente que cree dispuesta a otra y sin embargo son de caminos diferentes.... bello tu relato Ernesto... mil gracias por compartir :* besosss
ResponderEliminarHola Ernesto un bello relato sencillo y encantador que nos lleva a pensar que cada momento es único y no hay que dejar escapar solo… que algunas veces el destino no se pone de acuerdo…
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Vaya coincidencia, te cuento que a mi me sucedió hace muchos años un caso parecido, pero con una muy linda mesera de un cafecito que había en el pueblo... se casó , tiene hijos y nietos, ahora somos amigos, nada más.
ResponderEliminarUn abrazo.
ResponderEliminarUna historia de amor que emociona y ese mechón de pelo es el testimonio de un amor que pudo haber sido ; un gran amor.
mariarosa
Romántico relato que sale de un alma limpia. Me encanta leerte Ernesto. Abrazos.
ResponderEliminar
ResponderEliminarSe puede vivir intensamente un amor soñado?... Yo creo que si, y tu relato puede confirmarlo.
otro abrazo