Sentado a la mesa de
la cocina junto al ventanal y absorto mientras leía algún
comentario en el blog observé por el rabillo del ojo que algo se
movía en el suelo… Un pequeño y colorido petirrojo se encontraba
mirándome desde el centro de la cocina.
Pensé que al
descubrirlo se iría volando. ¡Nada más lejos de la realidad!
Siguió dando saltitos por toda la estancia observándolo todo. Los
muebles, la nevera, lavadora, rincones. Ni me miraba. En un momento
dado se metió en la despensa. Por lo que tardaba en salir me hizo
buscarle con la mirada. Allí seguía
curioseándolo todo y picando algo del suelo.
Salió y siguió su
recorrido de observación por el otro lado de la cocina. De vez en
cuando me miraba con esa tranquilidad de saberse en casa. Cuando llegó al
centro de la habitación emprendió el vuelo pasando muy cerca de mi
cara en dirección a la huerta que se halla delante de casa.
No es infrecuente
que los gorriones se metan incluso cuando nos hallamos de pie en la
cocina fregando o cocinando al otro lado de la misma. Pero este
visitante no lo habíamos tenido nunca dentro. Sí posado muchas
veces en la barandilla.
Se me ocurre pensar
que un detalle tan natural y sencillo como éste va en consonancia
con el valle donde habito, el río de la vida que lo cruza, y toda la
vida que en él se expresa... Al margen de tanta creación
informativa/desinformativa que los medios propagan en el resto del mundo.
Una ráfaga de
viento me hace mirar por la ventana y descubrir que el sol de la
mañana ha quedado cubierto por las nubes… Cambio
de tiempo. Cambio de tercio.
¡Así es la vida en
realidad!
Cambio. Avance. Evolución. Y no ese valle de lágrimas estático, repetitivo, inamovible, cantado por religiones, medios de comunicación, realities , y hasta
creaciones personales, o inducidas, en las que muchos se embarcan
haciendo de sus vidas pequeñas o grandes representaciones. Que como
tales a veces rozan la comedia, a veces la tragedia.
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“Y
hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, las cuales si se
escribiesen una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los
libros que se habrían de escribir”.
Juan. 21:25
Los
milagros existen. O por lo menos lo que se conoce por milagro. Que
no sería sino el efecto de una una causa previa. Desconocida ésta,
¡incomprensible el resultado!
De
ahí también sus palabras: “las cosas que yo hago vosotros
podéis hacer y mayores cosas aún”.
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Una maravilla de texto,de anécdota,de momento , de instante sagrado.. quién sabe qué presencia sería ese petirrojo.. traerte al presente el milagro universal de la vida.
ResponderEliminarQué sensación de vida, ese pequeño petirrojo merodeando por la cocina, como algo normal y habitual. Debe ser precioso ese valle, Ernesto. Eso si es vida. Y es un milagro para mucha gente, ajena a esa naturalidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tanto la naturaleza como los animales nos sorprenden por eso hay que observar por la ventana y veras lo que te rodea, pero este fue mas impulsivo ya que llegó hacia ti.
ResponderEliminarUn feliz día con esta buena visita.
Después del comentario hermoso que dejaste en mi blog, no me sorprende para nada encontrarme con semejantes reflexiones en el tuyo. A veces me quejo tanto de que a las personas les de fiaca pensar... ¡Cuando en realidad todavía las hay! "Cambio. Avance. Evolución." De eso se trata todo, de no quedarse estancado viendo como la vida te pasa por al lado. Muy lindo. Un beso.
ResponderEliminarun placer a los sentidos pasear por este hogar de letras, mis humildes felicitaciones, cálido abrazo!
ResponderEliminarEl paso del ave cantor
ResponderEliminarremecedor d e lo que cada quien a su entender o experiencia le ha dado la vida...
de hecho me retrotrae a cosas trágicas y hermosas el ave en la casa...
pero sobretodo a cambio...
todo depende de lo que comprendamos en ese instante o después...
A cada instante, mi querido Ernesto, nos visita la vida... Me gusta mucho cómo has relatado este bonito episodio. Qué naturalidad tan fascinante y que sencillez en cada movimiento, en cada emoción, en cada palabra.
ResponderEliminarLas nubes se van y se vienen y van cubriendo este mismo cielo que nos cobija, me gusta cuando observamos el mismo tono, eso es que estamos bastante cerquita.
Un abrazo inmenso.
Ernesto! Acabo de enviarte un correo a gmail, que encontré de casualidad,pasando el ratón,por tu perfil! Confirmame que lo has recibido!
ResponderEliminarGracias!
La visita de la vida, sí, Ernesto. Un relato cotidiano, mágico y detallista.
ResponderEliminarMenuda suerte que te entren gorriones y petirrojos en la cocina. Y tener huerta y un valle hermoso a la vuelta de la esquina.
A mí me viene a ver alguna paloma o tórtola, vivo un piso alto y de vistas despejadas, así que me hago ilusiones de que vivo en la naturaleza, cuando se cuela el cielo por mi ventana.
Justo hoy, una bella y traviesa Urraca de cola azulada se posó en la baranda de mi balcón.
Pensé como tú, la vida me visita, ya sabes que me chiflan los animales.
Saber disfrutar de esos pequeños momentos es un lujo al alcance hasta de mi economía de guerra. Sería de neceios desaprovecharlo.
Un beso,
Una maravilla de texto Ernesto, me ha gustado muchísimo y según lo iba leyendo lo visualizaba, con lo cual, casi conozco tu cocina y el huerto.
ResponderEliminarLa belleza de la vida está tan cerca, solo hay que mirar en la dirección correcta y no distraerse con los asuntos que nos bombardean, que al final no llevan a nada...
Me encanta tu retorica y estoy encantada de pasarme por aquí.
Un abrazo.
Una foto inmaculadamente perfecta
ResponderEliminar¿Sabes?
me gusta como sos
Lo has relatado muy lindo. Es realmente un bello texto.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
ResponderEliminarLa vida es el milagro, ese pequeño pájaro visitando tu casa es un milagro. a veces lo cotidiano nos absorve tanto que no reparamos en los pequeños milagros que nos rodean.
(Hace un tiempo, mientras regaba, un picaflor se acercó a beber de la lluvia de agua que caía finamente sobre las plantas; fue un milagro de belleza y no sé por qué, me emocionó.)
mariarosa
Pues sí, Ernesto, maravillosa manera de vivir la vida y de apreciar el milagro de poder disfrutarla.
ResponderEliminarAbrazos.
Me encanto el pajarito y saber que también disfrutas de las cosas que para muchos pueden ser imperceptibles o sencillas.
ResponderEliminarLos milagros existen al saber que aún queda gente sensible.
Mi abrazo para ti con cariño.
mar
Cierto, la sencillez es natural.
ResponderEliminarEl goce de lo simple y sencillo, nos permite disfrutar de las pequeñas cosas que la vida nos ofrece cada instante.
Y creo que estas grandes simples cosas, son la verdadera esencia de la vida.
Gracias Ernesto por ese valle, ese río, esa vida...y por tí, que nos permites acercarnos a ese pequeño paraíso.
Un abrazo.
Un relato de la belleza de la vida en las cosas simples, contada con la sencillez y maestría del que disfruta de cada una de ellas. Te felicito por ello a la vez que yo también aprecio esa hermosura en los pequeños detalles. La vida es saber apreciarlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué vibrante todo...
ResponderEliminarHas descrito brillantemente un instante mágico lleno de poesía.
ResponderEliminarSon adorables los petirrojos. En mis habituales paseos por la orilla del río he sorprendido alguna vez a alguno en una rama, que incluso me ha dado una bonita serenata.
Un abrazo
ResponderEliminarEncantador tu texto.
Préstame tus alas, pajarillo
quiero volar contigo.
Son los dos últimos versos de mi poema "Txantxangorria naiz" (15 junio 2014)
un abrazo en la cercanía.
Ernesto, es una hermosa experiencia cuando se vive en contacto con la naturaleza. Casi todos los días hay algún milagro.
ResponderEliminarUn grande abrazo.
Votos de bom Natal
ResponderEliminarAG
Me gustaría mucho abrir un día mi ventana y ver que una avecilla entra por ella, aqui es tan ciudad!!!! uffff y todo tan ajetreado, viviendo a mil km por hora, se nos va esa maravillosa vida....
ResponderEliminarQue lindo ha sido leerlo Ernesto cada palabra...de verdad ...un abrazo :*
Tu historia, hermano, llena de belleza y ternura, me cae maravillosamente para el momento de la vida que tengo y me recuerda que lo realmente importante reside adentro, en lo sencillo, en lo dulce, en lo tierno. He allí la realidad, he allí el camino para empezar a descubrir las causas de que nos hablas...
ResponderEliminarGratitud Infinita
Isaac
Ver el petirrojo tan cerca, que se digna a entrar en nuestro "ambiente" es un regalo de madre naturaleza, una verdadera emociòn. Y esa es la vida, un privilegio captar las pequeñas cosas
ResponderEliminarbuenas noches Ernesto, me ha gustado leerte mientras observabas el petirrojo picoteando por ahì :)