lunes, 24 de septiembre de 2018

"Huellas".

 
¡Súbete al tren!
La vida es como un viaje en tren a un destino “concreto”, que al desconocerlo, solemos llamarlo “incierto”… (En realidad no hay nada incierto en dicho viaje, pero al “no recordarlo”, corremos como pollos sin cabeza de aquí para allá por este corral llamado mundo)

En dicho viaje, la ola de vida que vivimos, nos encontramos en múltiples situaciones y con infinidad de personas… Básicamente podría decirse que la vida es eso: situaciones, experiencias vividas, y con quienes las vivimos.

En ambos aspectos, “cómplices” que nos acompañan un trecho del viaje, las personas, y los “paisajes” que pasan ante nuestros ojos por la ventanilla, las experiencias vividas, dejan en nosotros huellas.

Huellas” que solemos catalogar de buenas o menos buenas, aceptables o “líbreme Dios de esto”. Vivencias deseadas o pesadillas a evitar. Sea como sea, y haciendo un símil con las vías del tren, recorreremos nuestro viaje casi casi sin salirnos del camino… trazado.


¿Trazado?… ¿De antemano?… Pero... ¿no quedamos que tenemos libre albedrío para decidir si ir por aquí o por acullá. Con fulano, zutano o merengano?

Libre albedrío y determinismo parecen las dos caras de la moneda que, al despertar cada día, tendríamos que enfrentar. Pero no es ese el caso. Ambos aspectos podrían ser “reales”… ¡La meta ya es! El propio viaje es la meta. (Frase hecha que muchos repiten y pocos aceptan). Y el “libre albedrío” es lo que decides cuando al salir de casa saludas, o no, al vecino. De esa decisión tuya surge que tengas una convivencia placentera o de tensión en la comunidad.
¡No hay mucho más! Pero la complejidad de tu mente, crea universos en los que, embarcado, recorres vericuetos y laberintos sin fin para llegar a ninguna parte… (Generalmente llenos de "sufrimiento" con algún paréntesis de "felicidad")
Y también esto forma parte del camino. ¡El tuyo, naturalmente!
Cuando te canses, o por la dureza del tramo que recorres, decidas cambiar, observa al gran maestro: el río (el que enseñó a Vasudeva, en la vida de Siddharta)
Fluye, fluye sin cesar. Ni tan siquiera es consciente de camino alguno y menos metas. Y sin embargo siempre llega a la misma, el final: El Océano. Lo único real. ¡Tú!

24 comentarios:

  1. Quizás no estemos viajando sino evolucionando, y todo aquello que decidimos sean meras circustancias que envuelven la realidad, nosotros mismos.
    Nos haces pensar ¡¡¡

    ResponderEliminar

  2. Hola Ernesto. Estoy en bastante de acuerdo con Manuela Fernández, creo que estamos evolucionando, en realidad no lo hemos dejado de hacer...

    Sabes poner el interés en lqs entradas, invitas a la reflexión y eso me parece genial y necesario.

    ¡Buena música, sí señor!

    Un abrazo desde Sevilla con abanico.

    ResponderEliminar
  3. Cuando somos jóvenes apenas pensamos en el final del camino, pero llegados a una edad madura, vivimos con mas intensidad, sabiendo que el final incierto está mas cerca.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Qué intenso, Ernesto.

    Me encanta la foto y los trenes como objetos y para viajar. Viajar en tren es para mí el VIAJE, nada de prisas, poder moverme, no tener que ir pendiente de carreteras, atascos, calores...

    ... claro que a mí me gustaría que mi tren de vida se pareciera al AVE.

    ¿Por qué al AVE? te preguntarás, Ernesto, clavando tu pupila en mi pupila?

    Porque lo tengo a mano, es confortable, no se me hace tedioso viajar en él, y puedo elegir el vagón de silencio si quiero pensar o meditar...

    Siempre he pensado que somos como un cóctel, que puede ser delicioso o estomagante dependiendo de los ingredientes y de como los elija y mezcle el coctelero.

    Traemos de serie el ingrediente base, y el resto lo vamos añadiendo por el camino con lo que elegimos, con lo que nos encontramos...

    Mi vaso es gigante, porque voy por la vida pensando que el ingrediente maravilloso está en algún lugar y no quiero acabar mi cóctel sin él. ¿Esperanza?

    A mí de verdad de la buena, no me importa tanto el destino.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar

  5. Nos renovamos continuamente. Yo no soy la misma del año pasado y mis conocimientos son otros, el asunto es darse cuenta y seguir,no quedarse en medio del desierto, oxidados y tristes como el tren de tu foto. (Muy buena imagen)

    mariarosa

    ResponderEliminar
  6. Nuestro recorrido por la vida tiene su meta, pero antes de llegar tienes que haber cumplido aquellos propósitos que se fueron marcando a lo largo del trayecto, logros, éxito …Hay que aprender de los errores y sobre todo escuchar, porque ellos te enseñan a esquivar o mitigar las piedras que hay en el camino y no esperabas encontrar.
    Nuestro tren hay que mantenerlo dispuesto para poder apearnos cuando llegas al destino fijado, a encontrar la estación y a los amigos, algunos de ellos se quedaran para siempre con nosotros, otros dejaran un hermoso recuerdo y seguirán su camino…

    Un cálido abrazo Ernesto

    ResponderEliminar
  7. Yo voy cogiendo lo que viene e ir tratándolo lo mejor posible, planificando un poco el día e ir viviendo lo que nos va presentando la vida sin muchos rodeos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. El propio viaje ya es la meta, me ha recordado esa expresión tan cierta que lo que importa es el trayecto no llegar a la cima, todo y todos lo que nos van acompañando nos ayudan a ser quiénes somos. La metáfora del tren es muy visual con todos esos caminos por los que pasamos y esos viajeros que suben y bajan, algunos nos acompañarán siempre,otros será un sube y baja, y otros deseamos perderlos de vista para siempre y mucho depende de nosotros y de nuestras elecciones, poder elegir nos hace libres.
    Muy buena reflexión.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  9. pos sí ...somos viajeros en el cosmos ad infinitum y más allá
    nadie se va de este planeta ni siquiera sus restos
    unos serán abono otros ceniza y viento

    salutos desde Chile
    a través del blog de Joaquín he llegado acá :)

    ResponderEliminar
  10. El camino. Tan largo, desconocido e imprevisible. Que sea lo que él nos marque, por más que quisiéramos que fuera al revés. Solo la madurez nos permite intuir que nuestros pasos tienen un destino que no podemos averiguar. Un fuerte abrazo, Ernesto.

    ResponderEliminar
  11. Buenos días mi mas querido amigo...Creo en todo lo que me rodea y yo admiro, creo que hoy las letras de tu viaje me han hecho subir a tu tren y el aire que tú respiras me ha soplado tan fuerte que aquí pensativa estoy desde que recogí tu escueto pero cariñoso comentario como lo hiciste en el primero que entraste a mi blog.
    Yo que creo tanto en la luz Divina ,hoy que creo no me estoy equivocando , déjame enviarte mi cariño leal como siempre para ti ,hoy con creces a lo que tu relato me alcanza a descifrar o equivocarme.
    mi gran abrazo como siempre ,esta vez adornado de besos.

    ResponderEliminar
  12. Una "reflexión" real, como la vida.
    Y creo, en mí, que la vida es un viaje con un destino "cierto".
    Maravilloso el viaje, que nos da la posibilidad de conocer personas encantadoras y compartir experiencias con ellas.
    Las huellas, "experiencias", mejor no clasificarlas, nada es positivo o negativo, todo sucede por algo y para algo, y no hacer suposiciones ni tomarse nada personalmente, es la mejor forma de dejar fluir, como ese río del barquero Vasudeva.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Yo creo que cuando llegamos a este mundo, tenemos un camino marcado... un objetivo en esta vida, algo que podemos aportar a los demás. Pero el libre albedrío aparece cuando nosotros tenemos la libertad de elegir si queremos transitar hacía ese lugar o en cambio, simplemente ir hacía otro lado.

    Lo que sí he experimentado, es que cuando doy pasos en dirección a lo que creo que es de verdad mi propósito en la vida, todo fluye sin resistencias y a veces casi sin tropiezos, en cambio cuando me pierdo un poco y me desvío, todo muchas veces se tuerce. No es que el otro sea un camino de rosas, a veces hay sufrimiento, pero parece como si las oportunidades fueran surgiendo cuál setas, en cambio de la otra forma, pocas setas encuentro.

    Un beso Ernesto, gracias por invitarnos a reflexionar.

    ResponderEliminar
  14. Gran viaje el de la vida.
    Tu reflexión es, sin duda, muy buena e interesante.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. ...Ernesto este aparato está a oscuras desde anoche y tendré que llamar a un técnico...¿puedo yo yo hacer algo , la pantalla no tiene luz y te escribo a tacto , abrazos

    ResponderEliminar
  16. Ernesto , me acaban de dar la luz a la pantalla del ordenador , mi abrazo

    ResponderEliminar

  17. Hola Ernesto, sabias palabras. Como dice Tesa "Traemos de serie el ingrediente base" lo demás irá llegando a pesar de la pobreza del "libre albedrío". El problema es que como el tren hacemos demasiado ruido mientras caminamos. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Interesante,como de costumbre.Me hizo gracia lo de "corremos como pollos sin cabeza por este corral llamado mundo".Tal vez porque es algo que he pensado muchas veces.
    Somos viajeros,sí.Pero viajeros egocéntricos,soberbios,ambiciosos,vanidosos,insolidarios...en fin,viajeros locos al fin y al cabo.Nos olvidamos del destino final cuando es ese destino el que debería definir nuestro viaje.
    Y en cuanto al libre albedrío,ja.Alguien nos hizo creer eso una vez,pero es falso.Por muchas decisiones que creamos tomar,todas estaban ya escritas en nuestra hoja de ruta.Si no ¿por qué tomaste esa precisamente y no la otra?

    Abrazos Ernesto

    ResponderEliminar
  19. Hola, Ernesto un placer volver tu rincón, lugar placentero para la reflexión. No deja de ser una aventura ese viaje incierto en la que vamos evolucionado a través del tiempo.
    Si, nos podemos poner metas, hacer planes, pero siempre dependemos del destino o llámalo como quieras.
    Al final estamos expuestos a lo inesperado.
    Abrazos

    ResponderEliminar
  20. Acertado como siempre, fluir con la vida, aceptando, aprendiendo, creciendo nuestro ser. Abrazos.

    ResponderEliminar
  21. Hola, Ernesto!

    Adoro andar de tren, mi transporte preferido, pke miro todo y parece k yo estoy parada y que son las cosas, que cambiam de lugar.

    La vida es como disseste, una viagem y há viagens k mucho nos dizem, outras nada. No me gusta viajar, pero adoro vivir. Vivo en mi casita y me sinto muy bién.

    Estabeleceste una excelente metáfora com a vida e a viagem.

    Besitos para todos.

    PS: la música me embala. Es soft y agradável, Espero k gostes da k coloquei en mi blog. Tengo certeza de k viste aquele extrato.

    ResponderEliminar
  22. yo a menudo estoy de viaje y siempre en camino como todos, un camino agradable, que ahora me ha traído hasta aquí. A saludarte he venido como el agua del río de tus reflexiones filosóficas. Voy y vengo continuamente porque como dice la vieja canción chilena: dos puntas tiene el camino y en las dos alguien me aguarda... un poco como un péndulo ( sonrisas )

    Que pases una buena noche y un feliz domingo Ernest, con tu cayado de sándalo.
    Abrazo afectuoso amigo ;-)

    ResponderEliminar

  23. La vida, Ernesto... Ahí es nada... Solo el gran insondable misterio, que la mente humana,"aún" es incapaz de comprender...

    Vivámosla con humildad, amor, respeto y dignidad.

    Abrazo de otoño


    ResponderEliminar
  24. Cuando contemplé lo que queda del último viaje del tren oxidado, leí el comentario de tus HUELLAS.
    La fuerza que podía mover por el paisaje a los viajeros y sus sueños se ha quedado para siempre a formar parte del paisaje.
    El movimiento que facilitaba a conductores y buscadores de emociones o facilitaba los encuentros a unos y otros...llegó a su fin.
    Las experiencias vividas, dejaran o no dejaran huella, se fueron con los que las sintieron. Ni las vías, ni el tren que por ellas circulaba, ni el paisaje, eran lo esencial.
    El maquinista y el viajero, en esa carcasa de vagones y locomotora, no aparecen, pero eran quienes daban sentido a ese tren y a todos.
    Ernesto, gracias, porque tus entradas nos acercan a lo que es.

    ResponderEliminar