Convaleciente
de una operación quirúrgica, nada serio pero sí algo molesta, y
mientras observa por la ventana como la brisa agita las hojas de la
palmera y
nubes blancas conjugan formas con el azul, se da cuenta de la falta
del sonido humano que hoy abriga su alma… Lo único que se oye es
la nueva música que está escogiendo.
Tal
vez sea ésta la causa de todo… El
sonido y su ausencia. También, cómo no, cierto cansancio y
limitación física que la situación le crea. El no poder salir a
recorrer sus calles de siempre…, sus gentes, sus risas, sus
abrazos, sus holas
y
charlas…, se sume al instante en que estas palabras toman forma.
Nuevos
cambios aparecen en lontananza… Se
cambian
de casa…, más
al interior del valle. ¿Más silencio? ¿No será demasiado
precisamente ahora? El
descubrimiento de carencias, que creía trascendidas, propias y
ajenas. La
falta de estímulo que puede crear el hecho de que
¡hoy
está todo hecho,
mañana Dios dirá!, puede que también incida en ello.
Descorcha
una botella de vino, lleva semanas sin probarlo, y
según se sirve un vaso recuerda las palabras de Hermann Hesse en “El
Caminante”:
”Tenía
planes mucho más bonitos para esta tarde: cena y alojamiento en la
taberna de pescadores, paseo por la playa, baño en el lago y tal vez
nadar a la luz de la luna.
En
lugar de eso, un cielo desconfiado y sombrío deja caer, nervioso y
destemplado, una llovizna caprichosa, y yo, no menos nervioso y
destemplado, vago por el paisaje insólito. (…).
Dios
sabe a qué se debe. El ánimo es endiablado, el aire, lánguido y
desagradable, mis ideas, taciturnas, el mundo sin brillo.
Me
haré asar unos
pescados y beberé el Nostrano en un vaso de cristal grueso, y
consumiré largos cigarros Brissago y escupiré al fuego de la
chimenea, pensaré en mi madre y trataré de exprimir algunas gotas
de dulzura de mi temor y mi tristeza.”
Si, mi querido amigo, hoy me llenó de sorpresa y a la vez alegría; mi reloj poético que ya le publiqué hace unos años en mis Espigas del alma ,es posible que hasta tu entraste a dejarme comentario...en otro momento ya te diré mas detalladamente si lo hiciste ,hace mucho que somos buenos amigos , tu sabes lo mucho que te quiero y confío en ti, todo te lo pregunto cuando estoy indecisa en algo, y es curioso que lo que tu mismo me has descubierto hoy; yo hasta hoy he tenido mi reloj parado y mis ojos cerrados...Me alegró al darme cuenta y con las fechas entre mis dedos y mis ojos , me quedé fija mirando en mi salón el reloj de campana …¡¡¡cuantos años!!!.me daba las horas para escribir.....
ResponderEliminarmis oídos perfectos y mis ojos ciegos.
Mi gran abrazo siempre.
ResponderEliminarEsto es puritita poesía, Ernesto.
Intimismo. Sentimientos: Ausencia, soledad, añoranza, silencio. Ese sentimiento dulce que es la tristeza... Belleza en imágenes y metáforas...
Y ese propósito-deseo de felicidad aunque sea "tratando de exprimir unas gotas de dulzura"...
Sí, todo eso es poesía.
Abrazo grande de buenas noches, Ernesto
ResponderEliminarQue lindo leerte Ernesto, un abrazo de nostalgia me ha regalado tu texto. La soledad suele abrir puertas melancólicas y el otoño suele ayudar.
mariarosa
A veces, agrandamos con nuestro ánimo, el vacío del sonido.
ResponderEliminarLe deseo una recuperación rápida, a tu personaje, seguro que mañana oye distinto el silencio.
Ese libro, me trae muchos recuerdos !!
Un abrazo y espero que estés bien.
Melancólico y muy dulce y bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es como una tarde de otoño triste de la que te vas dejando llevar por el animo del momento.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
La sabiduría, el sentimiento, la humanidad, la tristeza o la alegría...también se expresa con palabras.
ResponderEliminarCuando se pone voz al interior en equilibrio, resuena.
Una delicia leerte en esta apacible mañana.
Un fuerte abrazo Ernesto.
Maravillosa la música que acompaña...
ResponderEliminarA veces un poco sin saber el motivo uno se llena de nostalgia y hasta de un poso de melancolía, eso me ha parecido al leerte.
ResponderEliminarEspero que tu protagonista se recupere pronto de esa convalecencia por la intervención quirúrgica porque también cuando el cuerpo pide un descanso nos afecta el ánimo.
Besos
Hoy llueve, los días se notan más cortos y leo la historia que has escrito. Todo otoñal. Hoy toca despertar el ánimo, ese mismo que tanto ha reposado en verano. Las estaciones es algo vital, solo sobrevive quien lucha contra ellas y gana.
ResponderEliminarIntimista y nostágico tu texto, me gustó leerte.
ResponderEliminarSaludos
Hoy llueve pero mañana saldrá el sol, y los sentimientos y sensaciones se minimizarán y volverá tu protagonista a calzarse los zapatos.
ResponderEliminarSi no hay sentimientos, no hay vida...
Bonito texto Ernesto, con tu hermosa narrativa.
Un cálido abrazo.
ResponderEliminarHermosísimo texto, pleno de sentimientos, ojito con el vino italiano...
Te deseo una buena y rápida recuperación .
Ah, la música, coincidimos mucho.
Un abrazote.
Este otoño, aunque parece que se resiste a llegar, (al menos por estos lares), no deja de dolernos en los entresijos del sentimiento.
ResponderEliminarHay una intimidad triste en tu escrito, que no le resta ni un apice a su valor literario y poético.
Te seguiré leyendo.
Un abrazo.
Aunque aquí estamos ya en una tenue primavera, Ernesto, tu escrito me retrotrae al otoño con un texto hermoso y melancólico que supera las fronteras de las estaciones.
ResponderEliminarAbrazo austral.
"...trataré de exprimir algunas gotas de dulzura de mi temor y mi tristeza.” ¡Qué buen final! ¡Bravo, Ernesto!
ResponderEliminar¡Qué sabio el caminante y su intrahistoria! Los pequeños cambios del otoño en el paisaje, -y otros que se barruntan en lontananza-, el viento que mueve las ramas y las nubes, dejan a los pies una alfombra de colores ocres, pero sin el brillo, fuerza y el vigor del ayer.
ResponderEliminarLas hojas que se resisten y se agitan, al final, van cayendo aquí y allá como goteras. El sonido de la nueva estación en el paisaje, puede tener incluso más color que la primavera, pero menos vivo y con muchas ausencias.
Ser consciente, tras los cristales, de que hay que volver a encender el fuego, porque además del paisaje otoñal vuelve el frío, es aceptar las estaciones y la vida, como vienen.
Tienen que recortarse los pasos, cierto, pero caemos en la cuenta de que además del saludo habitual a los vecinos, las personas que tropezamos en algún momento, aquellas cuya sonrisa guardamos en el alma, aunque lejanas, están vivas y... también podemos saludarlas y decirlas que, chisporrotea su presencia en el recuerdo. Hay avances humanos, como este, que permiten atravesar la distancia, el tiempo y los silencios.
Con todo afecto para ti, Ernesto y para tu entorno en ese valle íntimo y personal.
José Manuel
Precioso Ernesto, y te comento que en más de una ocasión me he sentido un poco así. Creo que todos tenemos momentos de melancolía. Y no son malos, al contrario, luego retomas con otra fuerza tu cotidianidad y las ganas de mundo.
ResponderEliminar¡Besos! :D
Que bonito es leerte Ernesto. Como me ha envuelto la atmósfera que has creado con cada palabra. A veces la vida nos detiene, aunque no queramos. Nos pone el freno cuando ni siquiera sentíamos que estuviéramos nosotros necesitándolo.
ResponderEliminarNos da silencio y calma, nos dice "para" para ahora, porque es momento de recuperar fuerzas, de prepararnos para el invierno. El otoño nos acoge y nos llena el alma de poesía, los colores cambian y todo es diferente. En realidad no estamos solos, tenemos muchas cosas que nos hablan.
"Para y aprende algo nuevo", a veces nos dice, algo que a lo mejor nunca hubieras pensado. Quien sabe si tejer una bonita bufanda, o al menos intentarlo...
Besos :)
Buenos días Ernesto: No encontraba la página para escribirte un nuevo comentario.
ResponderEliminarMe alegra mucho verte tan pronto en mi blog ,eres mi gran amigo , gracias por tu compañía.
Espero que pases una feliz semana.
UN GRAN ABRAZO