Anoche
me encontraba en lo más profundo del valle. En el “silencio” de
la oscuridad, donde solo el canto de los grillos y el rumor del río
de la Vida se oían y, los oí!
Los
autillos. El ulular de varios autillos. Uno ululaba y los otros le
respondían… Y así pasé un buen rato.
Luna
no había. Pero un tachonado de estrellas me acompañaba a ratos,
cuando las nubes, en su viajar, las dejaba al descubierto.
Y
pensé que no todo está perdido en este mundo, donde
parece primar, en la sociedad, en la humanidad, la
cacofonía más desaforada.
Bla
bla bla bla bla… Ni tan siquiera preguntamos ¿cómo dice?
No solo ulula en viento, también lo hacen las aves nocturnas, en una conversación que hace grande la naturaleza y que nos enseña a escuchar.
ResponderEliminarNo me extraña que pasases un buen rato.
Un abrazo.
Es que esa cacofonía desaforada azota nuestro entendimiento y nos impide siquiera hacer la más mínima pregunta.A los autillos no les pasa.
ResponderEliminarEn los animales es su lenguaje, en los humanos es su disimulo ante la falta de acciones, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminarUn hermoso paisaje y un momento único y pensar que los que vivimos en la ciudad nos perdemos esos encuentros con la voz de la tierra y sus seres.
ResponderEliminarmariarosa
Tampoco sabemos lo que dicen los autillos... Lo mismo están cotilleando cual cotorras de Telecinco. Jajaja. Es broma. Precioso paisaje, Ernesto.
ResponderEliminarUn abrazo enorme!
Es para pasar un buen rato.
ResponderEliminarSaludos.
Bla bla bla bla bla… Ni tan siquiera preguntamos ¿cómo dice?
ResponderEliminarEn ocasiones, en los programas, cacofónicos donde los hay, o en otros gallineros semejantes, me entran ganas de decirles cómo dice? podrían hablar de uno en uno?
Pero entonces un susurro detrás del oído derecho me dice:
La arena del desierto es para el viajero fatigado lo mismo que la conversación incesante para el amante del silencio.
(Proverbio persa)
No hace falta preguntar ni preguntarse nada.
ResponderEliminarSolo dejarse llevar.
Solo disfrutar.
Qué bonito, pero qué bonito!
Sin duda un lujo en los tiempos que vivimos.
Un abrazo!
Estos son momentos de descanso y de imaginaciones a la vez, un buen día soleado.
ResponderEliminarQué agradable entrar en tu espacio, Ernesto, donde se puede ver las estrellas, oír el canto del autiillo y "apagar" la cháchara insulsa que nos rodea a todas horas.
ResponderEliminarMe encantan los buhos, Ernesto, son tan bonitos..., y de estos pequeños leí que se emparejan de por vida, que cuidan uno del otro según se necesiten, que dan muestras de cariño... Lástima que sean tan difíciles de ver, que no de oír.
Era un macho tu autillo y el resto del coro, pues las hembras no ululan, según me han contado.
En cuanto al bla, bla, bla, tengo mucha habilidad para evadirme y perder el oído cuando no me interesa lo que me están diciendo o gritando.
Un abrazo,
Bla, bla, bla...
ResponderEliminarcantan los animales mejor que hablan algunas personas.
Estoy atenta, oído fino. Un beso grande.
Eso es el silencio de la noche que permite percibir todos los sonidos de la naturaleza en los lugares alejados de las ciudades, porque en ellas el bla bla bla no cesa por todos los medios, pero eso tiene buen arreglo: ver, oír(que no quiere decir, escuchar), y callar, la mejor filosofía...
ResponderEliminarMuy relajante el principio de tu relato.
Un abrazo.
ResponderEliminarEscuchamos en el lugar equivocado, a los mensajeros equivocados... y así nos va
También quiero mantener la esperanza. Me resisto a abandonarla
Un abrazo enorme, Ernesto
Me gustó mucho tu texto
Precioso. Casi he estado contigo cuando lo leía. Un abrazo fuerte
ResponderEliminarQué placer alejarse de los ruidos de la ciudad!!. Esos momentos valen mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maravillosa soledad que a veces nos hace disfrutar de esos momentos mágicos que nos ofrece la naturaleza... Dichoso tu que pudiste disfrutar. Un abrazo
ResponderEliminarY el rumor del rió de la vida se oían
ResponderEliminardetrás de mis cerradas puertas y ventanas,
filtrándose por una rendija
se escurría por mis oídos,
y yo con estas manos de agua
no lo podía apagar
ululaba insistente invadiendo la tumba
de mi silencio.
Hay sonidos que devuelven el amor a la vida.
Es un placer leerte y recorrer contigo tantos cosas y paisajes.
Abrazos.
Que delicia, Ernesto...
ResponderEliminarHas descrito con tanta belleza esos momentos, que los he podido vivir a tu lado.
Regreso de la Montaña Palentina, donde he disfrutado muchísimo.
Abrazos.
Todavía siguen existiendo oasis. Se encuentran no solo en un lugar determinado sino también en un momento preciso.
ResponderEliminarSAludos.
A veces tenemos que obligarnos a salir fuera para ver lo que realmente hay dentro y nos estamos perdiendo. Como ese bonito ulular.
ResponderEliminarUn saludo, Ernesto.
La Tierra nos habla,ulula con sus creaciones.Nosotros sólo esperamos a que alguien acabe la conversación para tirar palabras(no siempre,eh)
ResponderEliminarEL silencio dice tanto en ocasiones que es bueno escucharlo,pero este es un arte que no todos manejamos
Besucos
Buena entrada!!
Gó
Esos momentos son de reconocimiento de lo valioso en la vida, de lo real...
ResponderEliminarBesos grandes al alma, te sigo.
Qué bello "el rumor del río de la Vida" cuando es nuestro propio rumor...
ResponderEliminarY qué se puede preguntar a un bla, bla, bla?
Se escuchan tantas palabras!!!Todo depende de la atención que pongamos en oírlas y en la necesidad de contestarlas.
Por gustarme, me gustaría encontrarme en lugares así, perdida alguna noche...
Un fuerte abrazo Ernesto y feliz día.
Me ha conmovido tu comentario
ResponderEliminarSólo te digo:"GRACIAS"
Besucos
Gó
Mis tazas las que me gustan son grandes y bonitas Yo tomo té con leche y azúcar morena. El verano se está yendo... hay aroma a jazmines....
ResponderEliminarun saludo compañero
Agradezco tu visita como compañía, a veces se queda uno solo ,sin familia ni amistades que has querido y sigues queriendo, yo te veo a menudo por algún blog y me da alegría, hoy ha sido un placer tenerte en mi casa.
ResponderEliminarAquí te queda mi amistad , cariño .y lealtad...nunca te olvido .siempre confio
en ti.
Marina
Abrazos