La imagen, que pudiese parecer que "desvirtúa", por su ironía, la relevancia de algunas palabras del texto, no es más que la expresión mundana de: una de cal y otra de arena. |
Como
cualquier niño de la posguerra, me enseñaron en las clases de
historia sagrada y religión que existían los ángeles y
arcángeles, entre otros seres celestiales, como los serafines
y querubines… Y también la existencia del demonio.
Que
éste fuese el “ángel caído” de la historia, no soy consciente
de que me lo dijesen entonces.
Ya
luego en casa, y en la cultura popular de entonces, me contaron
cuentos en los que participaban hadas y brujas, enanos y el hombre
del saco, cinco cabritillos que nunca vi, pero que aseguraban que sí
existían. Una niña con capucha roja, otra que correteaba por la
nieve con siete enanitos y, la última, una que parece que se
dedicaba a la horticultura pues recogía de su huerta unas calabazas
enormes… Que su vecino de la parcela de al lado, un tal “príncipe”,
valoraba mucho.
Todo
esto, todo este batiburrillo católico, eclesial, cristiano, político
del régimen franquista y sustentado por la iglesia de entonces,
ambos estamentos hacían “piña”, fue abandonado al finalizar el
verano del 64.
Pasé
el estío, con mis 16 años, recién dejados los estudios, y con la
ilusión de vestirme a la vuelta a Madrid, con un buzo azul en
cualquiera de aquellas empresas de entonces…
Viví
aquellos meses tórridos a la orilla del río Tormes, en Santa Marta
del mismo nombre (Salamanca), donde residí cuando tenía 4/5 años.
Y nunca más volví a pisar una iglesia, un confesionario, ni se me
volvió a caer el moquillo al estar inclinado sobre el cura en
las confesiones del domingo…
─Ave
María Purísima.
─Sin
pecado concebida.
─¿De
qué te confiesas?
─De
haber pecado… (Para evitar emplear la palabra concreta del
hecho, mal sonante en la época, se decía: “concupiscencia”.
Como si ello no fuese la cosa más natural de la vida… Si eras
capaz de sortear el riesgo de quedarte ciego, calvo y no recuerdo si
lo de cocerte a fuego lento en una olla junto a otros depravados,
estaba en el “pack”)
No
hubo tal uniforme azul… Entré a trabajar en El Corte Inglés de la
calle Preciados. Puerta del Sol. Y he seguido con la “venta” casi
toda mi vida.
Ocho
años después, casado y con mis dos hijos mayores, empecé a viajar
por el Norte abriendo tiendas por un mes, en las que hacíamos
liquidaciones de venta de alfombras. Luego tiendas de ropa, estas en
poblaciones fijas ya!… Luego llegó la crisis, económica, la
personal. El resto del país seguía funcionando… Nosotros, una
mano delante y otra detrás… Y…
Les
descubrí a ellos…
Primero
fue la Virgen María, llegó, su imagen, a través de una persona que llamó a la puerta de casa y nos vendió un calendario pintado por personas que lo hacían con los pies y la boca..., después Jesús al año siguiente… A Dios, la
Presencia YO SOY me costó
reconocerle/acptarle bastante más. El Ángel de la Guarda, los
Arcángeles… ¡El Ascendido Maestro Saint Germain! La Hueste de
Maestros Ascendidos, etc., etc., etc. A todos ellos conocí, y con todos ellos trabajé...
Y
a la vez, esos seres “menores” llamados gnomos, elfos, ondinas,
silfos, etc., y que se engloban en el calificativo de: Elementales
de la Naturaleza.
─¡¡Bueeeenoooo!!…
Menuda historia está contando!… No parece que hayan pasado los
años por usted… ¿No se habrá quedado enredado en las fábulas
del ayer?
─¡No
lo crea!… Si bien comprendo su extrañeza. Si me permite, y a
riesgo de parecer-le cualquier cosas, le diré que mi nivel
de comprensión, es hoy el
resultado, por llamarlo de
alguna manera, que ya le adelanto que esto no tiene “nombre
alguno”, de haber recorrido, experimentado, todos los tramos y curvas de mi camino
en esta vida... hasta hoy.
─¡Uy
uy uy… Menudo barniz de relevancia
se está dando!
─Entiendo
su crítica, su parecer… Pero piense en esto: “su parecer”, es
eso, una simple apariencia de algo que llega hasta usted, y que no le
encuentra explicación alguna…
Esto
nada tiene que ver con ser más o menos inteligente, abarcar
infinidad de datos o pocos, o significarse en este mundo…
─Esto
último sí se lo acepto… En lo que le conozco, le he visto de lo
más corriente… Además, en algunas ocasiones le he oído jurar
hasta en hebreo… Le he visto
perder esa compostura que pretende aparentar.
─¡Cierto.
Y hasta estornudar ha podido verme si me he resfriado! ¡De
lo más corriente!
─¿Dónde
la diferencia entonces?
─Permítame
una vez más. Cuando usted pasea por el valle, y observa los cerezos
en flor, su aroma, su color, el río de la vida fluyendo sereno…,
el canto de los petirrojos, mirlos y la malviz, el manto verde de la
hierba tachonado de margaritas, el ganado pastando, el vuelo en lo
alto de una bandada de buitres y, algo más arriba, el paso de un
avión dejando su estela blanca, cuando usted observa todo esto, es
consciente de usted y lo demás!
Yo
soy consciente, sé, que soy
todo eso que usted observa, usted mismo, y hasta el tacón algo
desgastado del zapato derecho que usa.
Nos tenían engañados y siguen engañándonos, pero ahora ya no lo consigue...
ResponderEliminarFeliz día Ernesto
Somos muchos los que hemos vivido situaciones parecidas, aquellos años del franquísmo no fueron fáciles, pero era lo que había, lo que nos tocó vivir.
ResponderEliminarA algunos no nos contaron ni siquiera esos cuentos de hadas y gnomos, llegamos a la adolescencia buscándonos la vida como lo hicieron nuestros padres.
Ahora ya jubilados intentamos disfrutar de lo que nunca pudimos, esas pequeñas cosas que nos ofrece la naturaleza.
Abrazo.
"Ser o no ser" "Creer o no creer" he ahí la cuestión, y cada uno con su conciencia, que de esa no se salva nadie y es bueno escucharla, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminarNos das con tus entradas lecciones e realidad antigua y contemporánea.
ResponderEliminarTiempos que por extraño que parezca, hay grupos contemporáneos que están soñando en recuperar.
ResponderEliminarAbrazos.
Hubo algunos, entre los que me encuentro, que no supimos ni de "blancasnieves" ni "caperucitas" y tuvimos que pasar del Rayas al Cara al sol y a los infiernos fabricado para los pobres niños que despertaban a la vida.
ResponderEliminarNos querían ignorantes, quietos, sumisos mientras ellos disfrutaban de todo aquello que a los demás nos negaban.
Mientras esa misma ignorancia era la madre de calamidades y esos miserables nos querían quietos, aunque perdiéramos el tren de la historia y de la vida.
Ahora, algunos, con el beneplácito de otros, tratan de vendernos el mismo "género trucado" y sin haber aprendido nada de entonces, hay quien está dispuesto a comprar.
!Cuanta ignorancia, todavía!
Un abrazo.
En este viaje, diferente para cada uno de nosotros, venimos a aprender.
ResponderEliminarLa mejor maestra es la vida, y cada uno sabe que leccione tiene que aprender.
La vida da muchas, pero algunas son imprescindibles.
Bueno, eso es lo que creo...
Aquí has compartido un retazo elocuente de la tuya, que al menos a mí, no me deja indiferente.
Un fuerte abrazo Ernesto.
Yo a veces no sé lo que sé, y ando perdida con tanta búsqueda.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me has llevado a los años remotos de mi niñez. Al Dios justiciero, el Infierno, el pecado, las faltas contra el sexto mandamiento, los cuentos con moraleja sentenciosa...¡Qué cosas tuvimos que vivir!Nos robaron la libertad y nos hicieron retroceder en el tiempo.Espero que la historia no se repita.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Ernesto!
ResponderEliminarUna historia de vida. Me encantó ese "antes y después" en tu historia. Es curioso que estos quiebres sucedan cuando estamos en momentos de crisis tan profundas. Sean las crisis que sean,económicas,físicas,mentales,emocionales. Todo aquello que nos hace detener, que nos frena.
Y de repente,aparece algo que nos cambia la mirada.
Es excelente tu texto. Me ha maravillado tu claridad,tu sencillez.
Gracias.
Creo que a casi todos los que ns leemos,nos han enseñado bajo el mismo patrón.
ResponderEliminarEran otros tiempos y lo que importa es que cada uno tenga su propia evolución
Ver los campos,los árboles en flor,la mar,las montañas...es ver la obra de Dios,el Dios en el que creo ,PADRE-MADRE que jamás me daría la espalda a pesar de mis yerros
Pero ha sido interesante ver cómo usaban ,desgraciadamente, el miedo para hacernos más creyentes,cuando consiguieron para tantos lo contrario´
Besucos
Gó
Algunos echan de menos aquellas situaciones... En fin. Yo soy de otra época y la verdad que apenas sé ni lo que es un querrubín. Yo es que en primaria ni tenía la optativa de religión, así que fíjate. En secundaria ya sí.
ResponderEliminarSaludos
Todavía hay mucha ignorancia en el mundo. Saludos Ernesto.
ResponderEliminarSi algo recuerdo de mi infancia, es que mi nonno tenía un refrán para cada momento o situación, y en este caso hubiera dicho: "has lo que yo digo, pero no lo que yo hago"... y creo que esa es la base, no sólo del clero (o gran parte de él) sino de la casta política y de todo quien está por encima, en cierto equivocado sentido, de nosotros comunes mortales.
ResponderEliminarPor otra parte, la vida es evolución constante. Como individuo, en el/los rol/es que se ocupe, como sociedad, nos enfrentamos a constantes cambios y estos asustan... lo nuevo, lo diferente, lo incierto, da miedo; pero siempre porque se piensa en "mal". Si uno ante el cambio se planteara: "¿y si esto es lo mejor que podría pasarme?", tal vez miraríamos las cosas desde otra perspectiva, más sueltos, donde todo fluya...
Y ya me volé... vaya si me has dejado pensando, pero no te aburro más. Un besito...y también dos ;)
Me gusta conocer retazos de tu/la vida.
ResponderEliminarUn abrazo, Ernesto
Uy, Ernesto como me ha gustado tu relato. Conocer un poquito más de ti. En algunas cosas me he sentido identificada contigo.
ResponderEliminarEl antes y el después de una vida.
La negación y la falta de libertad, ante esos paseos por el valle donde anida la belleza más pura.
Magníficas tus letras querido amigo.
Abrazos.
Si aún vendieras alfombras, te compraría una para "surcar" los cielos... y desde allá arriba reírme de todo.
ResponderEliminarVaya usted a saber de qué...
Un abrazo enorme.
¿Espinoza?
ResponderEliminarUna vida con mucho que contar. Con mucha diversidad...que te ha dado sabiduría. Un abrazo Ernesto`
ResponderEliminarMe quedo con el comentario de Amapola. Nos pasamos la vid buscando y no encontramos las respuestas que nos puedan hacer comprender...
Gran abrazo desde aquí al lado
ResponderEliminarDesde un país diferente muchas cosas no las entiendo, pero que la ignorancia es la madre de muchos errores; es verdad y que muchos gobiernos, aquí y allá, la solían manejar a gusto, también es cierto.
mariarosa
¡Hola Ernesto! Me ha encantado conocer tantas cosas de tí, y también leer esas reflexiones tan interesantes.
ResponderEliminarTe confesaré algo.
Yo creo que cada uno tiene su cielo o su infierno, su bosque encantado o su ciénaga de pesadillas, sus hadas o sus demonios... justo al ladito. Como tú dices, en esa descripción hermosa que haces sobre esas cosas tan hermosas como pueden ser el observar un alrededor hermoso... todos somos parte de todo. Y... a quien disfruta de ese paisaje que has descrito, como estoy segura que haces tú, uf... esa persona sabe lo que es bueno, tenga el nombre que tenga.
Besos amigo :D
Hola Carmen Silza...
ResponderEliminarNo encuentro en tu perfil tu blog ni acceso alguno a ti. Por ello dejo este abrazo aquí. Ya me dirás.
Abrazos.
Lo vivido ayer nos ha traído a ser y estar aquí y a lo que somos. Cada uno tenemos mil y una anécdotas, en mil y un lugares, y circunstancias sociales y culturales.
ResponderEliminarNada es mejor ni peor, fue lo que había según la evolución y el lugar en que nos tocó vivir.
Lo mejor... que "todo eso" nos ha traído hasta tu Blog y comentando lo que se te ocurre o se nos ocurre, agradecer habernos conocido y al leer o comentar, sentir que estamos vivos.
Un abrazo Ernesto.
Todo ha ido evolucionando... menos mal.
ResponderEliminarBuen escrito, Ernesto.
Un abrazo.
La última vez que me confesé, abrí la cortinilla y le dije al cura que se fuera a la mierda...ante la sorpresa del cura y el santigueo frénetico de algunas beatas piadosas.
ResponderEliminarSólo tenía doce años y el confesor pretendía con ahinco que mi concupiscencia se conviertiera en un relato porno a la medida de su mente enferma.
Salí de la iglesía riéndome sin nada de culpa y feliz.
Ernesto, por edad compartimos toda esa "cultura" de cuentos, hombres del saco y demás supersticiones.
Por suerte para mí, siempre fui muy descreida, lo primero que pensé es que Dios y el Demonío tendrían muchas cosas importantes que hacer que ocuparse de mí.
Un placer leerte, Ernesto.
Un abrazo,
ResponderEliminarSiempre me pregunto, Ernesto, con quién imaginas que tienes estas conversaciones.
¿En El Corte Inglés de Preciados? Capaz que nos vimos por allí (si es que coincidieron los años, que puede que sí). Yo era una universitaria rebelde, pero que creía en la bondad. A menudo aún creo.
Un abrazo enorme
jajajjajajaaja...
ResponderEliminarPues casi siempre con las "mismas personas"... (Que vaya usted a saber quienes son)
Bueno, yo trabajé del 64 al 72. Tú dirás... Aunque no lo creo posible por la diferencia de edad.
Sacando cuentas, cuando entré, con 16 años, tú no habías nacido.
Fuerte abrazo Alís.
ResponderEliminarCuando entraste yo no había nacido, efectivamente