viernes, 8 de agosto de 2025

No tenéis "derecho" a llorar...

 


El tema puede parecer delicado, y hasta trascendente, pero en sí es simple.

Un familiar, un amigo, alguien, se encuentra en un proceso de “partida” de este mundo. ¿Hay algo más natural que esto?

Sea mujer u hombre, niño o adulto, más o menos cercano a los que le acompañan, lo que está claro es que el proceso es enteramente suyo. Cierto que puede afectar emocionalmente a otras personas, y más si son muy próximas.

¡Pero el sujeto principal es quien se va! Y es este punto, el “que se va”, el que requiere, a mi modo de ver, por parte de los familiares, amigos, etc., una atención muy especial.

¡No todos estarán preparados para partir con cierta serenidad! Y sin ésta, ¿en qué pueden convertirse los momentos previos? E incluso días y más…

¿En un valle de lágrimas? 

¡Quien se va, no las necesita! Al contrario, puede verse afectado, y hasta muy afectado, si el entorno, sin ser consciente de ello, y hasta creyendo que pueden dar rienda suelta a sus propias emociones, generan un ambiente de tristeza, lamentación y llanto. De incertidumbre. De… miedo!

Tal vez una reflexión sobre esto ahora que no hay urgencia y de una vez para siempre, sería más que necesaria.

4 comentarios:

  1. No sabemos que como atenderemos el trance, una vez nos toque el turno, ni llegaremos conscientes y plenamente dueños de nuestra cabeza, o no. Pero visto, en gente muy próxima, su comportamiento ante el acto final, me gustaría estar a la altura de ellos, sin lágrimas por supuesto.

    Un abrazo.

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  2. He presenciado dos muertes, las de mis padres, y las dos con bastante entereza hasta que ya marcharon y me derrumbé. Había tenido mucho tiempo para prepararme, ya que mi madre estuvo con Alzheimer casi quince años y cada vez que la visitaba me mentalizaba de lo que iba a ser la visita. Ni una lágrima, me repetía y así era hasta la salida que me rompía, sobre todo los primeros años... El día de su partida, les acariciaba y les decía que marcharan tranquilos que todo estaba bien... En fin, para mí fue duro, para ellos nunca lo sabré...
    Aferradetes, Ernest.

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  3. Un alivio saber que he cumplido, un abrazo Ernesto!

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  4. Querido Ernesto, gracias por compartir este artículo tan profundo y valiente. Me ha tocado especialmente porque reconozco que no soy pragmático cuando se trata de la despedida de alguien querido. Me cuesta mucho no dejarme llevar por la emoción, por ese torrente de sentimientos que brotan cuando el alma se enfrenta a lo irrecuperable.
    Tu reflexión me hace pensar en lo que significa realmente acompañar a alguien en su partida. Entiendo que la serenidad puede ser un regalo para quien se va, pero también creo que cada uno vive el dolor a su manera, y que no todos podemos contener las lágrimas sin que eso nos rompa por dentro.
    Quizás nunca logre ser ese acompañante sereno que tú propones, pero sí puedo intentar ser consciente de lo que transmito, y aprender a equilibrar mi sentir con el respeto profundo por el momento del otro. Gracias por hacernos pensar, aunque en mi caso, la lágrima fácil siga siendo parte de mi forma de amar y despedir, irremediablemente a pesar de mi edad.
    Un fuerte abrazo.

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